martes, 17 de marzo de 2015

LA CANCIÓN DEL BARDO de Úna Fingal






Anoche tuve un extraño sueño. Más bien fue el  nebuloso recuerdo de una de mis vidas pasadas ¿Cuál de todas ellas? no llevo la cuenta; no me interesa saber cuántas he consumido ya y menos aún las que me quedan, prefiero concentrarme en esta que vivo y vivirla intensamente, por si acaso las matemáticas me llevaran pronto al resto cero. Quién sabe.

Caminábamos por un sendero entre altos árboles y frondosa vegetación Alan-a-Dale, Will Scarlet, Amergin, Homero y yo, íbamos rumbo al Fleadh Cheoil  más importante de la comarca, en donde nos reuniríamos con otros bardos de Ireland, incluso algunos llegaban de Escocia o de tierras tan lejanas como Escandinavia ¡Ah esos Skald aguerridos y fieros cual vikingos! y allí estábamos nosotros, Yo, el Bardo de largos bigotes, lengua ágil, corazón ligero y patas veloces, vestido de azul como mandaba la tradición, junto a los Druidas de blancas túnicas ¡Oh si, magníficos tiempos aquellos de ayer que vienen a mi mente hoy! y a pesar de ser considerados poetas de segunda categoría, siempre por detrás de aquellos estirados “Filid”, los de alta alcurnia y antiguo linaje, nosotros, los Bardos, los callejeros, los Troteros de corazón éramos tan felices como pájaros surcando los cielos.
Anoche tuve un extraño sueño. Volví a ser aquel espíritu libre con apenas peso en sus alforjas pero cargado su corazón de poemas, canciones y sátiras.  Un Bardo Trotero que aún guarda en su alma las enseñanzas del "Libro de Ballymote",  la biblia y alas de las almas inquietas que no se conforman con trotar por la tierra.

¿Fue un sueño, un recuerdo, o tal vez fue mi última lectura la que me transportó a tiempos y mundos pasados?...


LA CANCIÓN DEL BARDO de Úna Fingal

No sé muy bien por dónde empezar.  Cuando tuve el libro de Úna Fingal en mis manos sentí algo extraño que me costó definir hasta bien pasado el rato; me llamó la atención poderosamente su portada, la mirada irremediablemente se posaba sobre un precioso petirrojo con las alas abiertas que sobrevolaba una trinchera y como si de una flecha indicadora se tratase, sus patas me hicieron fijarme justamente en esa trinchera cuajada de cascos militares, como si trataran de proteger el anonimato de sus dueños ¿O tal vez esos cascos eran los que sumergían en el olvido a sus portadores? No puedo negar que estuve mirando atentamente esa portada durante largo, larguísimo rato ¿Entre tanta desolación había cabida para un pajarito de pecho rojo? En la contraportada continuaba la imagen de los soldados en plena guerra, ya sin el destello del  petirrojo, tan solo el fulgor de un cielo que se adivina surcado del fuego enemigo, y sobre los soldados y la desolación,  la consabida sinopsis, por supuesto.
 Aunque ya conocía algo del tema del que trataba el libro, lo justo para que atrajese mi atención y quisiera leerlo si o si, cuando llegué al final de la misma me dije ¿Qué sabes tú de esta época de la historia? ¿Qué conoces de la Primera Guerra Mundial y sobre todo de la Revolución Irlandesa? vale que estudié  Historia, pero tengo que reconocer que pasé bastante por encima de esta primera Gran Guerra pues no llamó demasiado mi atención y puse mi interés en otros momentos de la Historia ¿Y si el libro resultaba ser más bien un ensayo sobre dichos acontecimientos y no lograba entender nada si no tiraba de internet? Mi curiosidad es mi baluarte, lo ha sido siempre y había una idea que no me quitaba de la cabeza ¡Aprender, aprender, aprender! algo me decía que dentro iba a encontrar una historia que me haría ver las cosas de distinta manera, ese capítulo del libro de Historia en el que no reparé, ahora se me mostraba delante de mí desde otra perspectiva. La novela.

Y entonces supe qué era aquella sensación del principio que me costaba tanto definir. Excitación por lo desconocido. Ni más ni menos. Y comencé a leer…
El conocimiento y la investigación que sin duda llevó a cabo la autora para escribir la novela me dejaron desde el principio fascinada; datos históricos que no lo parecían, clases de geografía que aún lo parecían menos, y unos hechos que al ser novelados, restan brutalidad para dejarnos lo bastante interesados en ellos sin dañar susceptibilidades, aunque en mi caso concreto, la Historia hay que mirarla hoy con los ojos de ayer, para entender lo que supuso en su momento y como nos  afectan ahora aquellos hechos ¿conocerla para no repetirla? el ser humano es incapaz de aprender en cabeza ajena, y conformen desaparecen dichas cabezas sufrientes, las que vendrán muy a pesar de la sensatez, lo repetirán. Y esa es otra de las cosas que me han tenido pegada a las páginas de La Canción del Bardo, la perfecta conjunción de Historia y novela, pues Úna Fingal ha conseguido novelar la historia sin escribir novela histórica ¿Contradicción? ¡En absoluto, maestría si, toda! historia, intriga, drama, gotas de comedia, romanticismo y poesía. Y todo ello escrito con un estilo depurado, sencillo  cuando la ocasión lo requería y una de las cosas que más me han gustado de la narración es esa naturalidad de la autora para retraernos a principios de siglo en una Irlanda que rompía sus cadenas y pugnaba por mantener su identidad y su idioma propio ¡Es tan visual que es imposible mantenerse distante a cada descripción, cada escena, cada diálogo, es formar parte de los hechos, como si de una película se tratase!

“En plena Revolución Irlandesa, año 1916, en Dublín, Olcán Finnegan, su tío Daniel y sus compañeros Pearse y Seán luchan para proteger su legado como pueblo, como nación, una lucha que va más allá de idealismos, nacionalismos, creencias e ideologías, es una lucha por su propia Identidad como seres humanos libres al que ninguna otra nación ni pensamiento, tiene derecho a subyugar ni a someter. Si la dureza de una guerra no fuera suficiente, el protagonista se ve inmerso en la barbarie de la Primera Gran Guerra, en la que no luchar no era una opción, si no una imposición que como el mismo protagonista descubrirá, no lo fue de un gobierno, sino del propio Destino, que golpea cruelmente tantas veces como se lo propone, sin que el hombre pueda ni tan siquiera reaccionar a sus embistes.
Una narración exquisita y trepidante, que nos sumerge en la intriga y la aventura tanto como nos enseña el drama humano en su versión más cruenta, la de la guerra de hombres contra hombres.
 Un final que nos deja sin respiración, justo colofón a una historia que quita el sentido.”


No puedo añadir más que La Canción del Bardo es además de un grato descubrimiento en todos los aspectos, un deleite para los lectores que necesitamos, queremos, pedimos mucho más a una novela con tintes históricos…que no nos aburramos leyendo páginas y páginas vacías y reiterativas.
 ¿Recordáis esa sensación de la que os hablaba unos párrafos arriba? pues ya no hay duda de lo que era, es.  Es la maravillosa sensación de aprender y disfrutar a partes iguales. Tanto, que con vuestro permiso y con ganas de mucho más, abordo a Úna  Fingal y le pido encarecidamente ¡Más, más, más! sigue mostrándonos  de manera tan clara y hermosa, lo que pasó fuera de nuestros ojos y que tanto nos costaría ver sin una pluma magistral que nos enseñe de tan atrayente manera, lo que fue y olvidamos. En esta su primera novela, de la trilogía Irlandesa Úna, Isabel Laso ha dejado claro que en el mundo literario, todavía queda mucho por descubrir y descubrirnos.







LA CANCIÓN DEL BARDO
Úna Fingal

Editorial Playa de Ákaba

ISBN: 978-84-16216-52-9






Puedes adquirirlo, aquí




Una reseña de Yolanda T. Villar


©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

1 comentario:

  1. Una reseña increíble, fascinante, una novela corta en sí misma. A la altura de la gran novela de Isabel Laso.
    Enhorabuena a las dos. Felicidades Isabel.

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