Anoche tuve un extraño sueño. Más bien fue el nebuloso recuerdo de una de mis vidas pasadas
¿Cuál de todas ellas? no llevo la cuenta; no me interesa saber cuántas he
consumido ya y menos aún las que me quedan, prefiero concentrarme en esta que
vivo y vivirla intensamente, por si acaso las matemáticas me llevaran pronto al
resto cero. Quién sabe.
Caminábamos por un sendero entre altos árboles y frondosa
vegetación Alan-a-Dale, Will Scarlet, Amergin, Homero y yo, íbamos rumbo
al Fleadh
Cheoil más importante de la
comarca, en donde nos reuniríamos con otros bardos de Ireland,
incluso algunos llegaban de Escocia o de tierras tan lejanas como Escandinavia
¡Ah esos Skald aguerridos y fieros cual vikingos! y allí estábamos
nosotros, Yo, el Bardo de largos bigotes, lengua ágil, corazón ligero y patas
veloces, vestido de azul como mandaba la tradición, junto a los Druidas de
blancas túnicas ¡Oh si, magníficos tiempos aquellos de ayer que vienen a mi
mente hoy! y a pesar de ser considerados poetas de segunda categoría, siempre
por detrás de aquellos estirados “Filid”, los de alta alcurnia y
antiguo linaje, nosotros, los Bardos, los callejeros, los Troteros de corazón
éramos tan felices como pájaros surcando los cielos.
Anoche tuve un extraño sueño. Volví a ser aquel espíritu
libre con apenas peso en sus alforjas pero cargado su corazón de poemas,
canciones y sátiras. Un Bardo Trotero
que aún guarda en su alma las enseñanzas del "Libro de Ballymote", la biblia y alas de las almas inquietas que
no se conforman con trotar por la tierra.
¿Fue un sueño, un recuerdo, o tal vez fue mi última lectura
la que me transportó a tiempos y mundos pasados?...
LA CANCIÓN DEL BARDO de Úna
Fingal
No sé muy bien por dónde
empezar. Cuando tuve el libro de Úna Fingal en mis manos sentí algo
extraño que me costó definir hasta bien pasado el rato; me llamó la atención
poderosamente su portada, la mirada irremediablemente se posaba sobre un
precioso petirrojo con las alas abiertas que sobrevolaba una trinchera y como
si de una flecha indicadora se tratase, sus patas me hicieron fijarme
justamente en esa trinchera cuajada de cascos militares, como si trataran de
proteger el anonimato de sus dueños ¿O tal vez esos cascos eran los que
sumergían en el olvido a sus portadores? No puedo negar que estuve mirando atentamente
esa portada durante largo, larguísimo rato ¿Entre tanta desolación había cabida
para un pajarito de pecho rojo? En la contraportada continuaba la imagen de los
soldados en plena guerra, ya sin el destello del petirrojo, tan solo el fulgor de un cielo que
se adivina surcado del fuego enemigo, y sobre los soldados y la desolación, la consabida sinopsis, por supuesto.
Aunque ya
conocía algo del tema del que trataba el libro, lo justo para que atrajese mi
atención y quisiera leerlo si o si, cuando llegué al final de la misma me dije ¿Qué
sabes tú de esta época de la historia? ¿Qué conoces de la Primera Guerra
Mundial y sobre todo de la Revolución Irlandesa? vale que estudié Historia, pero tengo que reconocer que pasé
bastante por encima de esta primera Gran Guerra pues no llamó demasiado mi
atención y puse mi interés en otros momentos de la Historia ¿Y si el libro
resultaba ser más bien un ensayo sobre dichos acontecimientos y no lograba
entender nada si no tiraba de internet? Mi curiosidad es mi baluarte, lo ha
sido siempre y había una idea que no me quitaba de la cabeza ¡Aprender,
aprender, aprender! algo me decía que dentro iba a encontrar una historia que
me haría ver las cosas de distinta manera, ese capítulo del libro de Historia
en el que no reparé, ahora se me mostraba delante de mí desde otra perspectiva.
La novela.
Y entonces supe qué era aquella
sensación del principio que me costaba tanto definir. Excitación por lo
desconocido. Ni más ni menos. Y comencé a leer…
El conocimiento y la
investigación que sin duda llevó a cabo la autora para escribir la novela me
dejaron desde el principio fascinada; datos históricos que no lo parecían,
clases de geografía que aún lo parecían menos, y unos hechos que al ser
novelados, restan brutalidad para dejarnos lo bastante interesados en ellos sin
dañar susceptibilidades, aunque en mi caso concreto, la Historia hay que
mirarla hoy con los ojos de ayer, para entender lo que supuso en su momento y
como nos afectan ahora aquellos hechos
¿conocerla para no repetirla? el ser humano es incapaz de aprender en cabeza
ajena, y conformen desaparecen dichas cabezas sufrientes, las que vendrán muy a
pesar de la sensatez, lo repetirán. Y esa es otra de las cosas que me han
tenido pegada a las páginas de La
Canción del Bardo, la perfecta conjunción de Historia y novela, pues Úna Fingal ha conseguido novelar la
historia sin escribir novela histórica ¿Contradicción? ¡En absoluto, maestría
si, toda! historia, intriga, drama, gotas de comedia, romanticismo y poesía. Y
todo ello escrito con un estilo depurado, sencillo cuando la ocasión lo requería y una de las
cosas que más me han gustado de la narración es esa naturalidad de la autora para
retraernos a principios de siglo en una Irlanda que rompía sus cadenas y
pugnaba por mantener su identidad y su idioma propio ¡Es tan visual que es
imposible mantenerse distante a cada descripción, cada escena, cada diálogo, es
formar parte de los hechos, como si de una película se tratase!
“En plena Revolución Irlandesa,
año 1916, en Dublín, Olcán Finnegan,
su tío Daniel y sus compañeros Pearse y Seán luchan para proteger su legado
como pueblo, como nación, una lucha que va más allá de idealismos, nacionalismos,
creencias e ideologías, es una lucha por su propia Identidad como seres humanos
libres al que ninguna otra nación ni pensamiento, tiene derecho a subyugar ni a
someter. Si la dureza de una guerra no fuera suficiente, el protagonista se ve
inmerso en la barbarie de la Primera
Gran Guerra, en la que no luchar no era una opción, si no una imposición
que como el mismo protagonista descubrirá, no lo fue de un gobierno, sino del propio
Destino, que golpea cruelmente tantas veces como se lo propone, sin que el
hombre pueda ni tan siquiera reaccionar a sus embistes.
Una narración exquisita y
trepidante, que nos sumerge en la intriga y la aventura tanto como nos enseña
el drama humano en su versión más cruenta, la de la guerra de hombres contra hombres.
Un final que nos deja sin respiración, justo colofón
a una historia que quita el sentido.”
No puedo añadir más que La Canción del Bardo es además de un
grato descubrimiento en todos los aspectos, un deleite para los lectores que
necesitamos, queremos, pedimos mucho más a una novela con tintes históricos…que
no nos aburramos leyendo páginas y páginas vacías y reiterativas.
¿Recordáis esa sensación de la que os hablaba
unos párrafos arriba? pues ya no hay duda de lo que era, es. Es la maravillosa sensación de aprender y
disfrutar a partes iguales. Tanto, que con vuestro permiso y con ganas de mucho
más, abordo a Úna Fingal y le pido encarecidamente ¡Más,
más, más! sigue mostrándonos de manera
tan clara y hermosa, lo que pasó fuera de nuestros ojos y que tanto nos
costaría ver sin una pluma magistral que nos enseñe de tan atrayente manera, lo
que fue y olvidamos. En esta su primera novela, de la trilogía Irlandesa Úna, Isabel Laso ha dejado claro que en
el mundo literario, todavía queda mucho por descubrir y descubrirnos.
LA CANCIÓN DEL BARDO
Úna Fingal
Editorial Playa de Ákaba
ISBN: 978-84-16216-52-9
Una reseña increíble, fascinante, una novela corta en sí misma. A la altura de la gran novela de Isabel Laso.
ResponderEliminarEnhorabuena a las dos. Felicidades Isabel.