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domingo, 24 de abril de 2022

SOMBRAS DE LA NADA, de Jon Arretxe


Pongamos que hablamos de un barrio marginal de cualquier ciudad del país, en el que unas papelinas se intercambian a la vista de cualquier curioso o puedes contratar los servicios de una Sirena (como Fernando León de Aranoa llama a las putas) a bajo precio sin matarte demasiado la cabeza. Un aquí te pillo y aquí te mato. No me importa si eres senegalesa, ruandesa o de Burkina Faso; ni a tí si yo soy fontanero, farmaceútico o juez de paz. Uno de esos barrios por el que seguramente, al pasar por una de sus calles, apretarías el paso para abandonarlo lo antes posible; la mirada baja, las manos en los bolsillos, el móvil bien sujeto entre tus dedos, deseando que te quede batería por si toca hacer una llamada imprevista...
Podría ser Madrid, Barcelona, Valencia... Es Bilbao. Barrio de San Francisco. En él la vida transcurre a golpe de chistera, con la diferencia que rara vez el mago consigue que previamente no se le vea el conejo, que es lo que viene a ser un fracaso en toda regla. Sus habitantes se esfuerzan por darle a sus vidas un color algo más cálido, alejado del oscuro marrón que asola los horizontes de las vidas de mierda a las que se ven condenados. Y es que el barrio es como una gran isla rodeada de un océano de miradas altivas, portadoras de una repulsa viral y temerosa, capaz de aislarlo sin necesidad de derramar una sola gota de agua y consiguiendo, al mismo tiempo, una mayor sensación de orfandad y abandono.
Ahí vive Touré, un burkinés llegado a España hace varios años en busca de lo que todos anhelan y muy pocos consiguen. El sueño prometido, la vida mejor... todo se diluye en la realidad de ese Edén que no llega. En ocasiones, ni siquiera esas pruebas, esas perrerías del destino o como se llame ese implacable ser que les arroja contra las rocas en mitad de una tormenta, les librará de ser quebrados por las circunstancias o el mal fario. Desearán morirse. O, mejor, querrán regresar a su tierra con los suyos, a miles de kilómetros, porque para morirte, en el Edén, tienes que tener dinero y a ellos, precisamente, eso no les sobra.
Touré es un hombre de mediana edad que dejó mujer y algunos hijos en su Gorom-Gorom natal para darles un futuro mejor. Llegó a Bilbao y allí se instaló. Trabaja de lo que le sale. Hace casi cualquier cosa por conseguir el dinero que le permita llegar a mañana. A pesar de ello, los papeles de su regularización no acaban de llegar, y a veces siente que existe menos de lo que existe, que es bien poco, casi nada. Es como una sombra, y como tal se mueve y pasa sus días. Dicen que es vidente, y él, a cambio de unos euros, hace como que se lo cree. Un día recibe una llamada de su hija mayor, que vive en París y que también emigró de su casa para ganarse la vida y facilitársela a su familia. Como él no tiene papeles, será ella quién se desplace a verle. Le dice que tiene una sorpresa que darle pero no le cuenta nada más. Ella nunca le cuenta nada. Ni de cómo le va la vida, ni a qué se dedica, ni si también tiene las mismas pesadillas que padece su padre cada noche desde que marchó de Burkina Faso.
Pero ella no llega al lugar convenido, y tampoco responde al teléfono. Touré se pone nervioso y éste será el momento en el que la novela Sombras de la nada, tan potente como cruda, coja un vuelo que le lleve a lo más alto del infierno más profundo de una realidad social que tenemos a la vuelta de la esquina. Será entonces cuando inicie, con la ayuda de sus amigos Sa Kené y Osmán, una búsqueda incesante y casi detectivesca de su hija mientras el lector acompaña al protagonista, tragando saliva y como un inmigrante más, por las calles del barrio, entre soleás callejeras de gitanos, adentrándose en garitos africanos, dándose de morros con agentes de la Ertzaintza, cruzando la frontera hacia el Bilbao Blanco, sintiendo las inquisitivas miradas que te apuñalan al otro lado de la Pequeña África, meditando acerca de cuál sería el trato recibido por las autoridades si él, en lugar de tener la piel de un hijo del centro de África, la tuviese como la de un habitante del barrio de Abando.
Bandas criminales, miseria, brujería, picaresca, yihadismo, multas de aparcamiento, truhanes, meretrices de ébano que buscan a unos hijos desaparecidos, comercio humano...  Sombras de la nada es una novela que entra poco a poco en el lector, al inicio quizá sin excesivo entusiasmo. Pero apenas leídas las primeras páginas, nada podrá pararte hasta llegar al final. Jon Arretxe, su autor, demuestra su inmensa capacidad para bucear en las profundidades de la vileza humana en inmersión libre, sin concesiones, usando un lenguaje de la calle, acelerado, esquivo y a ras de suelo, que sirve como reflejo de una realidad incómoda.
Los personajes están cincelados como si de un chocar de piedras se tratase, buscando definir sus contornos a base de golpearlos unos contra otros hasta que las lascas se desprendan de un modo brutal e incontrolado. En este sentido, especial dimensión cobrará el bueno de Ibrahima, un secundario de lujo, noble y rapaz, un pícaro con un fondo personal incapaz de hallar adaptación en la jungla de asfalto.
Sombras de la nada es la tercera entrega de una serie editada por Erein, y protagonizada por Touré, una raro e inusual detective sin papeles que vigila mientras otros no le pierden de vista, que camina con paso de funabulista sobre ese alambre de espino que es la vida de un negro en tierra de blancos, cuando tu color de piel sirve como pista para definir el tono de tu porvenir. No todos los africanos son buenos futbolistas. Desgraciadamente para ellos.



SOMBRAS DE LA NADA
de Jon Arretxe


EREIN EDITORIAL
Colección Cosecha Roja
ISBN 9788497468909

Puedes adquirirlo, aquí


Una reseña de Santiago Navascués 
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

jueves, 25 de junio de 2020

Un hombre muerto de Ngaio Marsh

Un hombre muerto


Reseñas
Portada  libro


Por la Pelipequirroja.

   Ngaio Marsh fue mi escritora de cabecera en clase de inglés, desde el primer libro que leímos en clase ya fui fan incondicional de esta gran dama del misterio; incluso tras las clases, años después, siempre que quería practicar el idioma solía elegir a Ngaio, y así y todo, en idioma original, no era fácil entonces encontrar sus libros, tenía que ir a una librería en el casco antiguo y encargarlos sobre catálogo, y claro, a esperar que llegasen. Pero como me pasa con otros tantos autores anglosajones, temo perderme parte de la historia entre lineas debido al idioma, porque no nos engañemos, una cosa es leer libros escolares, folletos o guías de viajes, y otra muy distinta Literatura. Si, con mayúsculas. Siento que siempre hay giros del lenguaje, argot, frases hechas etc...que se me escapan, por mucho que estudie inglés o lea libros, la sensación de lectura incompleta me acompaña siempre. Por eso me pongo más contenta que un gatejo en una caja cuando por fin pueda leerla en castellano, y en una buena traducción y edición. Pero como pasa siempre con este tema, hay pocas de ambas, traducciones y ediciones ¿Cómo tengo que repetirlo, señores editores? ¿Es que no hemos sufrido ya bastante con este tema? yo si, sufro mucho mucho. 
   Y dónde va a parar esta lectura en concreto en inglés (mi inglés) y esta maravillosa traducción y edición, que a pesar de hacer mucho que la tengo en casa, no la había leído, siempre buscando el momento y este parecía no llegar, hasta ahora ¡Y qué momento Troteros! lo he leído hasta poniendo voces y acentos. Una que es payasa por naturaleza. 

   Un hombre muerto (1934) es una novela corta de poco más de 170 páginas,  y es que no se necesitan más cuando la narrativa y la propia historia son fabulosas, y si, ganas y predisposición por parte de una también ayudan.
   Muy de la Golden Age, la historia está construida siguiendo las directrices del movimiento literario tan en boga en su época, cosa que no puede gustarme más, ¿qué cual es? perfecto para los amantes del género y la época: una mansión, un asesinato y varios sospechosos. Ideal de la muerte, y nunca mejor dicho.  Marsh despliega desde el principio sus dotes y maestría en los diálogos y en la psicología de sus personajes, tan fluidos y nada impostados los primeros, tan chispeantes y ácidos los segundos; y es que a pesar de tratarse de una novela de misterio e intriga, el sentido del humor está muy presente en la trama, aún con la muerte de por medio. Un humor muy British, muy distinto al nuestro, pero tan mordaz que hay momentos en la novela que yo aplaudiría y todo, como si de una monologuista se tratase. 

   Nos encontramos en una Manor House  en plena campiña inglesa, bastante cerca de Londres para que a pesar de encontrarnos en el campo y la tranquilidad del mismo, la cercanía con la ciudad permita la rapidez en ciertas cuestiones, como la presencia policial una vez requerida ¿Qué sería de un asesinato en una mansión sin la presencia de un detective  haciendo todo tipo de preguntas y mirando inquisitivamente a los sospech0sos?  vamos,  British British. Aquí conocemos por primera vez a un personaje que no será la primera vez que aparezca en las historias de Ngaio: el detective Alleyn, un policía curtido que parece estar de vuelta de todo y cuyo pasado promete dar mucho juego, aunque en esta ocasión, nos quedemos con las ganas de saber más sobre tan misterioso, a la par que claro detective de Scotland Yard.

   Como suele pasar, al menos a mí me pasa, con estas novelas de tan ilustre época y autoras, el asesinato en sí y el culpable importa menos que la puesta en escena misma y las tramas que se van desarrollando al mismo tiempo, pequeñas grandes cosas que nos hacen meternos dentro de la historia a la velocidad de la luz, y empezar a dudar de todo y de todos; personajes y situaciones que te mantienen constantemente en alerta y te hacen cuestionarte tus "pronósticos" una y otra vez ¡Qué trasiego de ideas y estados emocionales! y es que hay cabida para todo, desde escarceos amorosos, secretos, rusos, juegos peligrosos, armas con estilo e historia, sentido del humor y vahídos aquí y allá, todo muy cinematográfico (Yo no he dejado de ver a Cary Grant y Mae West en plan "Lady Lou" aunque con asesinato por el medio, claro) una espiral de sorpresas y sobresaltos continuos.

   Sobre los personajes destacaría a Nigel Bathgate, periodista y podríamos decir que principal protagonista de la historia; tenemos a la moderna e inteligente  Ángela, una Penélope Glamour con automóvil incluido.  A la bella Rosamund, la gemebunda Marjorie y el insulso de su marido, Arthur Wilde, con menos sangre en las venas que las momias con las que ha tratado en alguna ocasión, pues es arqueólogo el hombre (Indiana Jones ha hecho mucho daño al imaginario colectivo, sobre todo femenino) No olvidemos a Sir Hubert Handensley, dueño de la mansión y tío de la intrépida Ángela, un ex ministro con una pasión desbordada por las armas antiguas.
   Dos rusos que no pueden ser más distintos uno del otro, o eso parece, Vassily, el mayordomo, misterioso y sospechosísimo, y Tokareff, engreído y egocéntrico elevado a la máxima potencia. 
   Y como ya nombré al principio, el inspector Alleyn que podríamos considerar junto a Nígel, protagonistas principales de la novela, y que juntos forman un buen tandem investigando. 

   Un hombre muerto de Ngaio Marsh,   nos deleita  con una trama trepidante y enigmática , con un final muy bien resuelto, unos personajes perfectamente construidos y una narrativa que nos hace sucumbir a novela y autora desde el mismo principio. Una gozada absoluta de lectura, que agradezco con reverencia incluida a la Editorial Siruela por atreverse a traducirla (aunque he descubierto un fallito, pero se puede pasar por alto) y editarla tan magníficamente; más "Siruelas" por favor.  Y sin favor, es una orden ¡Arrrrrr! 


Y con esta novela concluyo el Reto anual de Un lector Indiscreto: Nos gustan los Clásicos IV.  Ha sido un placer inmenso y una satisfacción enorme leer, reseñar y poder participar en un reto tan maravilloso. 
Gracias al anfitrión por este pequeño gran grano de arena en favor de los Clásicos.


UN HOMBRE MUERTO
Ngaio Marsh
Editorial Siruela
Adquirir la novela en Amazon
©Todos los Derechos Reservados.

domingo, 19 de abril de 2020

CAVA DOS FOSAS, de Félix García Hernán

 Cava dos fosas, de FELIX GARCIA HERNAN

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Portada de Cava dos fosas, de Felix García Hernán

¿Es lo mismo Justicia que Venganza? Muchas veces me he cuestionado si ambos términos son similares al ver en las noticias casos de asesinatos, parricidios, violaciones... y he llegado a la conclusión que sólo lo son para aquellas personas que, por un intenso dolor padecido, siendo víctimas o familiar de alguna victima, así lo han apreciado. Sin embargo, creo que lo que diferencia a uno de otro es la distancia desde la que se mira: quien lo observa de cerca, movido por un odio que se revuelve en las entrañas, probablemente tienda a la Venganza, que es una suerte de aplicación de un castigo a toda costa, un ojo por ojo en toda regla, la antigua Ley del Talión. Por el contrario, la Justicia se observa desde una distancia prudencial, analizando la situación, los ambientes y los hechos probados, con la intención de dar un castigo medido desde la razón.

Resulta tremendamente complicado hacerle entender a una persona cargada de ira que ésta sólo genera odio, y que con ese odio no se puede vivir toda la vida, pues genera amargor y sufrimiento en último término. Probablemente, la ira sea una de esas rémoras de nuestra condición más animal y primitiva con la que todavía cargamos, y que aún se alimenta de las sobras con las que alimentamos nuestra alma cada día. Por ello, la Justicia (y en consecuencia quienes son los encargados de aplicarla) debe obrar en tiempos y formas adecuadas, siempre de manera proporcionada. De esta manera, el ser humano civilizado, el que entendemos como ser social, ilustrado y moral, le ganará la partida al ser humano salvaje e irracional.

Una de las explicaciones a la Segunda Guerra Mundial, la encontramos en cómo se resolvió la paz una vez finalizada la Primera Gran Guerra. Además de ser condenada a pagar unas cantidades desorbitadas de dinero y de perder casi un diez por ciento de su territorio, Alemania fue declarada culpable de la guerra, lo que supuso un durísimo golpe moral, que fue aprovechado por el populismo para crecer en un enrarecido ambiente que mezclaba la crísis económica en la que quedó sumido el país con un sentimiento de derrota y humillación inauditos. Fue así como Hitler, alzando su voz y gritando aquello que un pueblo herido quería escuchar, consiguió ganar unas elecciones y hacerse con el mando del país. Lo que vino después, no fue si no el fruto de una venganza previamente planeada en la mente de un sádico criminal capaz de cualquier cosa por hacer pagar a sus enemigos (a todos los que consideraba culpables del desastre de 1918) las cuentas que habían quedado pendientes.

Siempre que cae en mis manos una novela de un autor que desconozco, más que buscar información biográfica de él, lo que me gusta es navegar en la red para descubrir su obra y leer opiniones sobre su novelas anteriores, su estilo... Es lo que hice con Félix García Hernán, un autor con varias novelas a sus espaldas al que he tenido la fortuna de descubrir gracias a la editorial Alrevés, una editorial muy vinculada al género negro que selecciona con mimo su catálogo para ofrecer un amplio abanico de novelas que destacan por la variedad de contextos y por su calidad literaria. Un buen ejemplo son El fin de las dulces mentiras o La plaza del silencio, ambas de Rafael Herrero.

Cava dos fosas, así es como se titula el último trabajo del escritor madrileño, nos presenta a Javier Gallardo, un comisario de policía con un amplio y reconocido currículum profesional que, cansado de las labores en el cuerpo y los sinsabores de la profesión, decide desconectar durante unos días ¿quizá para siempre? en una casa aislada en pleno pirineo leridano.

La novela presenta dos tramas entrelazadas con el protagonista como nexo de unión entre ambas. Por una parte, la que protagoniza Gallardo cuando está recién llegado al cuerpo de polícía (en los años en los que la democracía echaba a andar) y le toca investigar un asesinato con motivaciones homófobas. Fruto de esa investigación, darán el salto a otra relacionada con el asesinato de un líder sindical, y cuando se ponga a tirar de la manta, descubrirá que no se trata de un suceso relacionado con asesinos de poca monta, si no que una verdadera trama criminal que alcanza los estamentos más altos de la sociedad maneja los hilos para mantener el status quo anterior. Era una época de cambios, en la que algunas conductas aperturistas no terminaban de nacer y otras conductas casposas no terminaban de morir. El cuerpo de policía, al igual que el resto de fuerzas de seguridad del Estado, siempre había sido el brazo armado del régimen franquista, por lo que en todos sus estamentos se hallaba inoculado un ideario fascista que no veía con buenos ojos el avance decidido hacia la democracia a la que los jóvenes políticos habían puesto rumbo. Aquellos nostálgicos del brazo en alto y los vivas a cristo rey trataban de organizarse para mantener viva la llama del caudillo y su legado de orden y españoles de bien.

La segunda trama es una consecuencia de la resolución de la primera, en la que el comisario vivirá de manera traumática, cuando pensaba aislarse de todo su mundo, el desarrollo de un secuestro que acabará afectándole a él y a todos aquellos que más quiere, sin que pueda hacer nada por evitarlo. A partir de entonces, el lector será testigo de cómo van pasando las horas desde que aquellos adversarios que parecían olvidados reaparecen en la vida del protagonista de la novela para ponerlo contra las cuerdas y someterlo a un castigo psicológico extremo.

Además de Javier Gallardo, un tipo valiente, carismático y decidido siempre a defender sus valores y firme defensor de una policía democrática y al servicio del ciudadano, aparecen otros personajes que resultan también muy interesantes, como su leal compañero de aventuras Fernando Luengo, o la atractiva agente doble Carmen Nuñez-Quiroga, el sumiso Críspulo Manso de la Cerda, así como Raúl Olaya, el discípulo aventajado del protagonista. Resulta interesantísimo el personaje de Diego López de Arbeloa, hijo de un alto mando del ejército franquista que milita en una agrupación fascista, ya que posee una personalidad obsesiva que irá evolucionanto a lo largo de la novela hasta convertirse en un alma siniestra.

El ritmo de la novela es brutal, dividida en pequeños capítulos que se leen en un suspiro, pues apenas cuenta cosas accesorias, y continuamente pasan cosas que va acelerando las pulsaciones de los personajes y de los lectores. El autor utiliza un lenguaje sencillo, accesible, y se extiende lo necesario para explicar los contextos históricos en los que se desarrolla la obra para no resultar agobiante ni pesado.

Con Cava dos fosas, Félix García Hernán logra una gran novela negra, muy adictiva, manejada con inteligencia y concluída de manera magistral, y nos deja un sabor de boca tan intenso que ha despertado en nosotros las ganas de seguir leyendo sus novelas, pues si todas son como esta, estamos ante uno de los escritores del género más interesantes de los que hemos leído en los últimos años.


ISBN: 978-84-17847-45-6

Una reseña de Santiago Navascués

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