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domingo, 31 de julio de 2022

HOY PUEDE SER MI GRAN NOCHE - FESTIVAL DE TEATRO DE OLITE 2022

HOY PUEDE SER MI GRAN NOCHE

 

hoy-puede-gran-noche

En un momento de la obra, las dos protagonistas cantan con alegría imitando a Azúcar Moreno, entregadas... Tanto, que incluso bailan, y se abrazan, y rompen su coreografía como lo hacen los niños cuando, en una función del cole, de tan emocionados al verse sobre el escenario con todas las miradas de los padres contemplándolos, cada uno se desata el cordel que le une a lo establecido y hace lo que le viene en gana... Pues eso mismo se proyecta tras ellas, una imagen de video VHS, de esas grabaciones en cinta antigua de los ochenta que todos hemos puesto en casa rescatadas de los fondos de los cajones, olvidadas, de nuestros padres... Y es que esa grabación proyectada tras ellas, es su propia grabación siendo niñas de verdad, o eso parece, y al espectador, al contemplar la escena, se le remueve algo en el estómago, que es donde anidan los sentimientos más profundos, los más tristes, pero también los que guardan los pequeños destellos de felicidad... Aquellos que, en su mayoría, proceden de aquel niño, de aquella niña que fuimos y que, siempre, siempre, estará ahí para robarnos una sonrisa cuando la necesitemos. Esas sonrisas que nos ayudan a salvarnos de la amenaza de los naufragios con los que la vida nos pone a prueba.

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Hoy puede ser mi gran noche es eso, un dejarse llevar, un fluir de sensaciones, regresando a la niña que fuiste, porque con ella, la mayoría del público que se congregó en el escenario de La Cava del Castillo Palacio de Olite, también regresó a su niñez, identificándose con la historia que contaban las hermanas Rodríguez, Darlene y Noemi, sobre todo esta última que lleva la voz cantante, y nunca mejor dicho, de la función. Ambas erigen dos personajes que tocan el corazón de los espectadores, la primera por sus silencios, su risa contenida en segunda fila, sus miradas elocuentes... Ella se encarga de la coordinación de la parte técnica, o eso parece, al introducir la música en el espectáculo, las emisiones de distintos vídeos... La otra, es una increíble fiera que se come el escenario con su picardía, su agilidad mental, su arremolinada gestualidad y su impecable capacidad de improvisación.

 A través de un suerte de monólogo en el que nos cuenta su vida y la motivación que tuvo desde niña de cumplir el sueño que su padre le reservaba (el de ser una estrella de la canción), asistimos a un despliegue de humor y música a partes iguales, con un final emotivo que es pura magia. El mensaje que nos transmite esta propuesta de la compañía Teatro en Vilo a los espectadores, además del que se percibe de diversión y entretenimiento pasando un rato distendido, es el de soñar y luchar por materializar tus sueños, los consigas o no, los alcances o sean para siempre una meta inconquistada... Lo importante en la vida es encontrar motivaciones que te hagan crecer, que te aporten experiencias, pues serán estas las que, sin darte apenas cuenta, modelarán la persona que eres y que serás en el futuro...

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Fíjate que íbamos a reirnos y acabamos reflexionando más profundo de lo imaginado... Buena culpa de ello la tiene Andrea Jiménez, directora del montaje y cuya mano se adivina irreverente, pues esta quijotesca propuesta requiere de una desinhibición total para que la protagonista salte de un personaje a otro, y de una historia a la otra, con la facilidad que lo hace el personaje ¡Pues esta es la magia del teatro, que por el mismo dinero tiene tanto que aportarrte...! Vayan al teatro, y déjense llevar...

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REPARTO

Noemi Rodríguez y Darlene Rodríguez.

EQUIPO ARTÍSTICO Y TÉCNICO

Dirección: Andrea Jiménez 

Autoría: Noemi Rodríguez

Escenografía: Monica Borromello

Vestuario: Paola de Diego, Sigrid Blanco, Candela Ibañez

Vídeo: Ro Gotelé

Coreografía: Amaya galeote

Iluminación: Miguel Ruz

Ayudante de dirección: Macarena Sanz

Fotografía: Danilo Moroni

Asesoría dramatúrgica: Eva Redondo Llorente​

Prensa: María Díaz

Producción: Teatro En Vilo

Distribución: Proversus​

Más información: www.teatroenvilo.com

 

Redacción y fotografía: Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

sábado, 30 de julio de 2022

EN UN SOL AMARILLO - FESTIVAL DE TEATRO DE OLITE 2022

EN UN SOL AMARILLO

SOL-AMARILLO

Con el corazón encojido y un nudo en la garganta... así abandonamos la trasera del Castillo de Olite los que tuvimos la fortuna de asistir a este montaje imprescindible llegado desde los Andes y que, estrenado por la compañía Teatro de los Andes, lleva removiendo conciencias de manera ininterrumpida desde el año 2004, fecha en el que se estrenó. No será casualidad que siga representándose tantísimos años después...

SOL-AMARILLO

A pesar de que en el escenario apenas hay elementos decorativos, el inicio de la obra es sencillamente espectacular. Apararecen cogidos de varias cuerdas una mesa, una ventana, una puerta, el marco de algún cuadro que bien podría ilustrar la imagen de una familia feliz... Los actores entran en escena como surgidos de la nada y toman posiciones. Entonces comienzan a contar cómo fue la desgracia. La que ocurrió en Bolivia en el año 1998, cuando la tierra se quebró por completo y decidió tragarse las calles, y los parques, y los vehículos que aguardaban para trasladar a sus dueños cuando quiera que éstos los fueran a necesitar, y también engulló las casas, los enseres personales y centenares de muertos, de cuyos cuerpos se tuvo noticia en su mayoria horas después, de otros días, e incluso semanas... 

 SOL-AMARILLO

Fueron tantos los escombros y tan grande la devastación, que el mundo entero se volcó con los damnificados del país, cifrados en mas de 15.000 almas, y la ayuda internacional no tardó en llegar, al igual que los fondos para la reconstrucción de las zonas afectadas. Y aquí, llegó el problema... Aquel dinero pareció caer del cielo para los políticos del país, como si fuera un maná enviado por los dioses, y aquellos, en lugar de repartirlo de la manera más digna y equitativa posible, consideraron que el mejor destino era guardarlo en sus propios bolsillos o, si acaso, en el de sus amigos como método para pagar favores o cobrárselos en el futuro.

SOL-AMARILLO

Resultó que las gentes de a pie, los campesinos, los trabajadores, todos ellos humildes, apenas vieron resueltos sus problemas. Más bien al contrario. Inicialmente, sus testimonios servieron para cubrir la demanda internacional de titulares con los que abrir portadas y noticieros en los que el llanto y el desconsuelo todo lo protagonizaban. Tiempo después, cuando sucedieron otras cosas que suponían novedad y las noticias llegadas de Aiquile y Totora eran más de lo mismo, el interés desapareció y, con ellos, los periodistas que abestecían a los medios.

SOL-AMARILLO

Se suele decir que lo que no sale en televisión, no existe. Quizá por eso, cuando la tragedia del terremoto boliviano de 2008 dejó de aparecer en los medios, los políticos comenzaron a mover sus hilos de corrupción. Sin cámaras que enfocasen sus movimientos ni periodistas que hiciesen preguntas acerca de cómo se hacía el reparto o quién controlaba que fuese conforme a lo establecido, los políticos volvieron a perder una oportunidad, una más, de demostrar que se podían hacer las cosas distintas a lo de costumbre, que un mal tan trágico como el que había padecido el país implicaba un cambio de actitud... Ese cambio nunca llegó y, una vez más, el pueblo, pagó las consecuencias.

SOL-AMARILLO

El trabajo del elenco de actores es brutal, una auténtica clase magistral. Resulta sencillamente increible admirar su puesta en escena, la expresión de sus rostros, la amargura de su voz. Todos ellos van dando vida a distintos personajes, en su mayoría afectados por la catástrofe, en un intento de acercar el dolor y el vacío sufrido por todos ellos. Pero también realizan una crítica afilada de la manera en que los medios de comunicación, el ejército o el poder político afrontaron sus responsabilidades... Sin la intervención cuidada de César Brie, como director y autor del texto, difícilmente se hubiese conseguido una obra tan digna, honesta y cruda, no queda por lo tanto otra cosa que agradecerle todo el trabajo de documentación y recogida de testimonios orales tras la tragedia porque ha levantado con una pasmosa facilidad el mejor momumento a la memoria de todos los fallecidos. Destacar también los efectos en el escenario cargados de simbología, como el instante en el que se reproduce la sacudida del terremoto, o la representación de la pérdida de unos niños. Pura poesía.

SOL-AMARILLO

El público congregado frente al escenario de La Cava del Castillo de Olite, se entregó como pocas veces en un cerradísimo aplauso y puesto en pie, en una de las mayore ovaciones que se recuerdan en los últimos años de festival. Y es que aquella desgracia que rememoraron los miembros de la compañia Teatro de los Andes le puso rostro boliviano, pero la Desgracia es inmisericorde, no distingue de naciones ni credos, y el público, cuando es inteligente, entiende que está ante una obra universal. Entonces fue un terremoto en Bolivia, ayer fue un volcán en la Palma, pero el sufrimiento, es el mismo.

SOL-AMARILLO


REPARTO
Lucas Achirico, Gonzalo Callejas, Alice Guimarães y Dario Torres

EQUIPO ARTÍSTICO Y TÉCNICO

Dirección y autoría: César Brie

Música: Cergio Prudencio, Luzmila Carpio, Bolero de Caballería de Sipe Sipe, Himno “Sanos y Fuertes”

Arreglos musicales: Lucas Achirico y Pablo Brie

Escenografía: Lucas Achirico y Gonzalo Callejas

Vestuario: Soledad Ardaya y Danuta Zarzyka

Objetos escénicos: Gonzalo Callejas

Técnico de luces: Ariel Hurtado

Técnico de sonido: Fabiola Mendoza

Asistente de dirección: Mercedes Campos

Producción: Teatro de los Andes

Redacción y fotografía: Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

miércoles, 27 de julio de 2022

PARA ACABAR CON EDDY BELLEGUEULE - FESTIVAL DE TEATRO DE OLITE 2022

 PARA ACABAR CON EDDY BELLEGUEULE

 


Hay días en un festival de teatro en los que lo que sientes que, además de hacerte disfrutar de una noche mágica en un entorno mágico, como lo es el escenario de La Cava en la trasera del Castillo Palacio de Olite, te cuelan un puñetazo directo a las entrañas, así, sin previo aviso, de esos que te dejan sin respiración, que te hacen toser no sabes si por el dolor o la falta de aire en tus pulmones. Un buen golpe. Un golpe bajo, si hablásemos en términos de boxeo o nos estuviésemos peleando con alguién. Si se tratase de boxeo, clarísimamente sería un golpe inapropiado, de esos que los jueces penalizarían sin necesidad de VAR. Pues eso, y sólo eso, ni más pero tampoco menos, es Para acabar con Eddy Bellegueule, el montaje que Gerardo Vera no pudo dirigir porque le llegó la muerte meses antes de su estreno.

Eddy Bellegueule es un joven francés cuya vida nos narra Édouard Louis, que es el propio Eddy pero con unos cuantos años de más y decenas de batallas ganadas de menos. Édouard es un escritor que ha triunfado en varios países contando sus vivencias y recuerdos desde que era niño. Aquel niño, Eddy, era un niño que se comportaba como una niña, y aquello, en una ciudad laboralmente deprimida y una sociedad empobrecida, escasa de futuro y sobrada de violencia, no termina de encajar. Es por ello que el interés de esa novela autobiográfica, que está llevada a los escenarios españoles por la compañía La Joven gracias a la dirección de José Luis Arellano, radica precisamente en conocer una historia de superación personal en el que todos los elementos que pueden condicionarla juegan contra ella para poder desarrollarse libremente.

Y es que Eddy no es un chico rudo, ni macho, ni juega a lo que se supone que juegan los chicos. Por ser diferente, lo es tanto que incluso su voz suena aflautada, sus manos revolotean al hablar de un modo femenino y, además, no siente atracción por las chicas. Y eso que, a pesar de tenerlo claro, intenta encajar en el molde interesándose por una chica, saliendo con ella, intentando sentir excitación al besarla... pero aquello no cuaja, y lo que se supone que tiene que sentir por los adentros y los abajos, no termina de despegar, o desplegar(se) o lo que se supone que tiene que pasar, como cuando los caballos huelen a distancia a una buena yegua... 

 

Así que el pobre chico se siente fuera de sitio, como una pelota roja rodeada de un millar de cubos azules... Y, como es lógico en una sociedad como la que vive, el rechazo llega de todas partes: los compañeros de clase, los amigos, tu familia... El sufrimiento es abrumador, y es probable que Eddy sienta que por qué él tiene que ser así, maricón, y se siente sucio, no se acepta porque no le aceptan, y busca refugio en alguna parte sin encontrarlo en ningún sitio. A medida que va pasando el tiempo, la mecánica de protección que se aplica va cambiando e irán sucediendo cosas que le ayuden a (re)descubrirse y a aceptarse. Con la aceptación acude de la mano la paz interior, y éstas, como desplegando unas alas que hasta entonces ni se intuían, empujan a emprender el vuelo a Eddy y a llevarlo tan lejos como pueda.

No obstante, Eddy es alguien del pasado, y arrastra consigo todo aquello negativo que aún le atormenta los sueños, y Édouard decide asesinarlo, cortar con él y abandonarlo en el barbecho de unos folios que, años después, verán la luz como forma de expiación final de sus pecados. La transformación de oruga a mariposa se ha completado, Édouard  Louis es un escritor joven que triunfa con sus libros que hablan sin tapujos de sexo, violencia, decadencia. Ese coctel molotov capaz de estallarle en la cara a una sociedad media acomodada que acostumbra a mirar para otro lado cuando, ante sus ojos, transita algún inadaptado. En lugar de prestarle ayuda para salir de su abandono, le premia con su indiferencia. Lo que queda es la duda de saber cómo se hubiese comportado una sociedad distinta, menos empobrecida, ni tan polarizada como en la que se desarrolla Eddy, que de tan pocas oportunidades, de tan poco tener, a lo único que puedes aspirar es a la sensación de pertenencia a un grupo, y si no te mimetizas, no eres nada. Y a Nada, nadie lo quiere.

Resulta imposible destacar los puntos fuertes de la obra sin mencionar a sus dos protagonistas, Raúl Pulido y Julio Montañana. Ambos son un despliegue de vitalidad, de energía extrema que son capaces de canalizar a través de sus gestos, sus miradas y un verbo ágil que les permite pasar a la velocidad de la luz del dolor a la risa, de ahí a la violencia, de ésta al amor callado... No se puede transmitir mejor hacia el público el recorrido vital del personaje sin caer en la exageración, pues podría invitar a ello. Apoyándose en la proyección de imágenes sobre una estructura en forma de tríptico que permitía configurar con habilidad las estructuras de los escenarios en los que se movían los personajes, la puesta en escena es correcta y apenas buscan elementos que distraigan al espectador, para que éste centre su atención en los protagonistas.

Se despidieron al cabo de noventa minutos del público que les aplaudía, entuiasmados. Y esperamos que no sea la última vez que podamos ver montajes frescos de La Joven, pues el propio nombre de la compañia ya es una clara declaración de intenciones, y su manera de acercar el teatro al gran público, y en especial a los adolescentes, es un buen método para que, cuando sean adultos, mantengan el interés por la cultura y por repetir la experiencia mágica que supone asistir a la interpretación en directo.

 

 

 REPARTO

Julio Montañana Hidalgo y Raúl Pulido Jordá

EQUIPO ARTÍSTICO Y TÉCNICO

Dirección: José Luis Arellano García

Autoría: Pamela Carter, a partir de la novela de Édouard Louis

Traducción: José Luis Collado

Videoescena y escenografía: Álvaro Luna

Iluminación: Juanjo Llorens

Vestuario: Ikerne Giménez y Lua Quiroga Paúl

Espacio sonoro: Alberto Granados

Asesoría movimiento escénico: Andoni Larrabeiti

Dirección de producción: Olga Reguilón Aguado

Dirección técnica: Paloma Cavilla

Regiduría: Daniel Villar

Ayudantía de dirección: Paco Gámez

Ayudantía de iluminación: Rodrigo Ortega

Ayudantía de escenografía: Lua Quiroga Paúl

Ayudantía de videoescena: Joel Valiente Vasco

Ayudantía de vestuario y sastrería: Gracia Collado Collado

Prácticas en videoescena: Alba Trapero

Prácticas en dirección (Erasmus): Christina Eleftheriadou

Cámara videoescena: David Girón

Fotografía: Ilde Sandrin

Realización escenografía: MAY Servicios

Ambientación sofá: Cristina Collado Collado, Gracia Collado Collado y Juan Carlos Rodríguez

Producción: Paloma Rodrigo y Daniel Villar

Gestión de públicos y administración: Rocío de Felipe

Comunicación: María Díaz, Laura Ginestar y Pedro Sánchez

Más información:  www.lajoven.es

Redacción y fotografía: Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

jueves, 21 de julio de 2022

WINNIPEG, EL BARCO DE NERUDA - FESTIVAL DE TEATRO DE OLITE 2022

WINNIPEG, EL BARCO DE NERUDA
 
La memoria de los exhiliados en la Guerra Civil atracó el pasado sábado en la trasera del Castillo Palacio de Olite en una tarde noche agosteña en pleno mes de julio. A pesar del calor reinante durante los ochenta minutos de espectáculo, hubo momentos de erizar el vello, pues la historia que allí se narraba, sobre las tablas del escenario de La Cava, hablaba de perdedores, de sufrimiento, de abandono, de padecimientos, de olvido.
 
 
Basada en una novela gráfica escrita en 2014 por Laura Martel e ilustrada por Antonio Santolaya, la obra que nos presentaron los chicos de Lapusa narra la historia de una niña, muy pequeña, que pierde a su madre en plena Guerra Civil Española, y a quien su padre decide sacar del país emigrando a Francia, con la intención de escapar al horror del conflicto y encontrar una esperanza para un futuro mejor. De este modo, los protagonistas atravesarán los Pirineos, se verán obligados a sobrevivir en un campo de refugiados en Francia, para más tarde, con la ayuda de algunos mandatarios chilenos, entre ellos el poeta Pablo Neruda. Gracias al apoyo de éste, el gobierno chileno fletó un barco, el Winnipeg, que arribó a las costas galas, embarcando en sus entrañas a dos mil seres humanos, dos mil vencidos, dos mil vidas rotas a las que buscaron una seguda oportunidad lejos de la tierra que los vió nacer.

Bajo la dirección de Norbert Martínez y con una puesta en escena dinámica y moderna, haciendo uso del directo con cámaras de mano que unas veces encaja bien y otras no tanto, los actores se desenvuelven de manera solvente en el desarrollo de sus personajes, y resulta todo un acierto la inclusión de pequeñas piezas musicales, interpretadas de manera maravillosa, como un método para adentrarnos en el sentimiento, los ideales o el desarraigo.

A través de la mirada de una niña de cinco años, iluminada por la ilusión que únicamente los niños pueden encontrar en las cosas más triviales que les rodean y sustentada por unos lápices de colores con los que pintar de azules, rojos, verdes o marrones un presente en blanco y negro, el público pudo asistir a un espectáculo que busca acercar para recordar, porque lo que se conoce no se olvida, y nunca jamás, mientras haya sentido común y de la dignidad en esta España nuestra, debería quedar en el limbo de lo desconocido el pesar de miles de compatriotas que puede que salvaran su vida, pero tuvieron que vivir otra. A la fuerza.

 



REPARTO

Laia Alberch, Laura María González, Martí Salvat y Edu Tudela
 

EQUIPO ARTÍSTICO Y TÉCNICO

Dramaturgia: Laura Martel

Dirección: Norbert Martínez

Dirección de producción: Ôscar García y Recuenco

Espacio sonoro: Nacho López

Escenografía: Anna Tantull

Vestuario: Maria del Mar Grañena

Iluminación: Yuri Plana

Diseño audiovisual: Clara Guixé i Viedma, Núria Planes llull y Jordi Soler Quintana

Arte conceptual: Òscar Climent

Ayudante de dirección: Diana Díaz y Eduard García Oñate

Ayudante de producción: Marina Guarch

Asistencia técnica: Jofre Toledano

Fotografía: Cristina Raso

Vídeo: Arnau Macià e Iuris 

Diseño gráfico: Mancha

Duración: 65’

Más información:  www.lapusa.com

 

Redacción y fotografía: Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

 

miércoles, 20 de julio de 2022

LA PANADERA - FESTIVAL DE TEATRO DE OLITE 2022

LA PANADERA

 



Un año más y fieles a la cita, este gato trotero va saltando de tejado en tejado en busca de un nuevo encuentro con la cultura teatral, y como no podía ser de otro modo, nos hemos mudado hasta Olite, ese bellísimo pueblo medieval, tocado con un imponente castillo de hadas elegido por los antiguos reyes del Reino de Navarra como residencia veraniega, para disfrutar de uno de los festivales teatrales más longevos y consolidados del norte de España. En su edición número veintitrés, debutan como directoras artísticas las bilbaínas Ane Pikaza y María Goiricelaya, y para mostrarse al público a través de una obra, decidieron debutar con La Panadera, una propuesta de la directora Sandra Ferrús, recientemente galardonada con el Premio Max al la Mejor Autoría Revelación.

La historia que nos ocupa cuenta la desdichada sorpresa que se lleva Concha, una mujer panadera, esposa y madre de dos hijos, al conocer que un antiguo novio, participante en un programa de televisión italiano, filtra un antiguo video de contenido sexual que ambos grabaron consensuadamente hace quince años. A partir de entonces, el mundo que ella misma gobierna se vendrá abajo, pues tanto ella misma como su entorno carga con el peso del señalamiento social, cuando no la burla o, directamente, la ofensa. La gente del barrio murmulla, se oyen comentarios a sus espaldas, risas y miradas acusadoras la acosan cada vez que sale a la calle o ejerce su trabajo... En el colegio, su hijo sufre el bochorno del ataque de sus amigos: tu madre es..., pues anda que tu madre que... El padre, criado en unos valores morales que ya no son los de este tiempo, sufre tratando de asimilar lo que para él es un golpe durísimo... El marido, aún sabiendo que nada tiene que ver con su relación, sufre al verse incapaz de soportar el bochorno que le supone ser el marido de la del video... Una vez más, la mujer carga con unas consecuencias sociales acerca de un video que, conteniendo únicamente una relación íntima entre dos protagonistas, cuando la sociedad decide juzgar, rápidamente sigue sacando conclusiones rápidas: puta ella, culpable ella, fresca ella... y él... de él nada se dice, apenas se comenta, la otra parte parece no importar.

La Panadera es una obra que busca convertirse en un bálsamo, una suerte de refugio en el que guarecerse de la tormenta que arrecia ahí afuera, en la calle y en las redes sociales; todos ellos ataques con frecuencia impersonales, sin rostro, pero que causan un dolor lacerante que va anulando con firmeza y constancia la capacidad de resilencia de quien lo padece. Es por ello que Sandra Ferrús, actriz protagonista, autora del texto y directora del montaje, ha edificado una cubierta sólida en la que los personajes, asolados por un ataque directo a su línea de flotación vital, y tras haber recorrido un pesaroso camino cargado de culpas, tristeza, llantos, rabia e impotencia, finalmente consiguen recomponerse con el amparo de la palabra, la ternura, el abrazo, el roce de una piel que escucha y alienta aunque esta ni tenga oídos ni voz.

 

El trabajo de los actores es perfecto, mostrando cada uno de ellos sus propios miedos que convergerán en torno a Concha, la víctima de toda la historia y sobre la que recaerá la responsabilidad de soportar su carga y la que, de manera rebotada, le llega de los demás. Sandra Ferrús la dota de una vitalidad y un arrojo imposibles, que sólo llevándolos al extremo se consigue entender cómo llega a manenerse estable en ese mar embravecido de olas que se afanan en destruirla. El equipo técnico cumple son sobriedad su cometido, y todos ellos buscan provocar la atmósfera adecuada sin distracciones, con el claro empeño de dotar a los sentimientos de los personajes del protagonismo que merecen, que es Todo.


Con este montaje, queda la sensación de que las directoras del festival no seleccionaron al azar esta potente propuesta como inicio de la nueva etapa que pretenden iniciar, y les sirve para reinvindicar la figura fenemina al otro lado del escenario, otorgándole la importancia que no siempre ha tenido, al mismo tiempo que buscan puestas en escena modernas, adaptadas a los nuevos medios técnicos que han llegado al teatro para quedarse aunque todavía aún rechinen a muchos.

El público ovacionó al finalizar los noventa minutos de duración de La Panadera a sus actores y actrices, así como a los técnicos presentes, y lo hicieron con convicción e ilusionados, pues esta era la primera de las noches del festival, y si esta obra daba inicio a este menú degustación propuesto como novedad para este año, el banquete se adivinaba más que suculento.

 


REPARTO

Felipe Vélez, Sandra Ferrús, Elías González, Susana Hernández y Martxelo Rubio

EQUIPO ARTÍSTICO Y TÉCNICO

Autoría y dirección: Sandra Ferrús

Ayudante de dirección: Concha Delgado

Escenografía y vestuario: Elisa Sanz (AAPEE)

Iluminación: Paloma Parra

Música y espacio sonoro: Antonio de Cos

Videoescena: Elvira Ruiz

Ayudante de escenografía y vestuario: Paula Castellano

Fotos: Luz Soria

Tráiler: Bárbara Sánchez Palomero

Diseño de cartel: Equipo Sopa

Distribución: A priori Gestión teatral

Más información:  https://iriaproducciones.com/

 

Redacción y fotografía: Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

 

 

martes, 13 de abril de 2021

LAS CUATRO ESTACIONES... YA NO SON LO QUE ERAN

LAS CUATRO ESTACIONES... YA NO SON LO QUE ERAN, COMICOS 2021

 
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Las cuatro estaciones ya no son lo que eran de Cheymoche Producciones
 

Qué bueno que todavía existan padres que crean en en el teatro como un modo de entretenimiento para sus hijos más allá de videoconsolas, tabletas y ordenadores. Y qué bueno que se prodiguen por la salas de nuestro país esas compañías que encuentran en el teatro un modo para acercar la música clásica al gran público, sobre todo a los más jóvenes.

El pasado fin de semana en la Muestra Nacional de Teatro Cómicos de Alfaro (La Rioja), tuvimos la oportunidad de conocer Las cuatro estaciones de Vivaldi de un modo divertido, lúdico, huracanado y, por momentos, mágico. La compañía aragonesa Che y Moche regresó a Alfaro después de triunfar en la pasada edición con su espectáculo El funeral (del que dimos buena cuenta, aquí), y en esta ocasión se dispusieron a representar de una forma atrevida y limpia su visión de Las cuatro estaciones, la composición más conocida del genial compositor veneciano: Antonio Vivaldi.

Durante algo más de hora y media, el sexteto de actores que aparecieron en escena se dedicaron a contarnos una historia del mundo y de cómo se ve afectado por el transcurso de las estaciones y el cambio climático. Los personajes están encabezados por un cocinero histriónico e inclasificable, su ayudante y cuatro músicos que van entrando y saliendo con participación directa o indirecta según lo requiere el guión. Su trabajo cómico es bastante notable, pero donde destacan muy especialmente es en su labor musical: todos ellos suenan muy brillantes y la calidad sonora es muy alta. Pese a que la música que escuchamos, en mayor o menor medida, a todos nos suena, los Che y Moche han conseguido unos giros en los arreglos muy originales, que hacen sonar a Vivaldi con un deje de música del Este europeo, como si un carromato de gitanos zíngaros llegados de más allá de los Cárpatos hubiesen inspirado al compositor italiano. Buena parte de culpa en este sentido la tiene Tereza Polyvka, que en esta ocasión se encarga de las labores de dirección y adaptación musical.

Además de todo ello, la obra también destaca por su potencia visual y los efectos que se reproducen gracias al videomapping, una técnica que consiste en proyectar imágenes sobre el fondo del escenario, o adaptadas a algunos volúmenes de los decorados. Así, sobre un fondo en el que vemos una vivienda, un pequeño lago y las ruinas de un antiguo edificio (puede que un templo romano) observamos cómo se sucede la primavera radiante de luz y colores vivos, el verano cálido y árido, el otoño con la caída de las hojas por doquier y el invierno frío y cargado de nieve. También una pequeña roulotte se transforma en un barco a la deriva o arde en llamas cuando el cocinero se olvida que tiene en el fuego unos conejos cocinando... Pero además, la compañía imagina una quinta estación, el veroño que añadirá un punto de genialidad a esta receta rompedora con la que la compañía aragonesa consiguió encandilar una vez más al público alfareño.

Tuve la suerte de tener cerca de mí, distancias antiCovid mediante, a un padre y a un hijo de unos ocho años. Durante toda la obra, aquel niño se estuvo riendo a cada momento, con cada gag y golpes de efecto visuales de los actores. Probablemente aquella tarde era su primera vez en el teatro, y puede que también fuese su primera vez escuchando música clásica en directo. Pues bien, el buen trabajo realizado por los Cheymoche quedaron reflejados en cada sonrisa, en cada carcajada, en esa mirada risueña y viva, brillante porque la risa llegó a desbordarse de sus ojos en forma de lágrimas, cuando se encendieron las luces del teatro que anunciaban el fin de la obra. Ese niño descubrió que un teatro es divertido, que cuando el telón se abre, todo puede suceder. Y, además, que estaban equivocados esos amigos de clase que decían que la música clásica era un rollo.

Todo depende del cristal que alguien, con buen criterio, sepa administrarte para que puedas mirarla a través de él. ¡Con compañías capaces de acercar a los niños la magia del teatro y de la música, este fabuoso arte tiene el recambio de espectadores asegurado!

 
 

FICHA ARTÍSTICA

Músico Actores: Fernando Lleida, Elva Trullén, Tereza Polyvka, Kike Lera, Fran Gazol y Joaquín Murillo

Vestuario: Arancha Ezquerro

Vídeo Creación: Pedro Santero

Realización de espacio escénico: Agustín Pardo

Diseño Gráfico: Cristina Castel

Fotografía y vídeo del espectáculo: Víctor Izquierdo

Diseño de iluminación y Dirección técnica: Tatoño Perales

Dirección musical: Teresa Polyvka

Producción: Marian Pueo

Equipo de dirección: Marion Pueo y Joaquín Murillo

Distribución: Raquel Anadón

 

Redacción:
Santiago Navascués


©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

miércoles, 7 de abril de 2021

GREENPISS, MUESTRA DE TEATRO COMICOS DE ALFARO

 GREENPISS, COMICOS 2021

GREENPISS YLLANA
Greenpiss, de Yllana

No fue el de este año un lleno similar al que nos acostumbraba la compañía Yllana cada vez que se ha anunciado en la Sala Matiné de Alfaro desde hace ya veintitrés años. Y es que, debido a la pandemia que nos afecta y a las medias impuestas para combatirla, el aforo de la sala se redujo al cincuenta por ciento, lo que hizo que aquel que consiguió una entrada para ver su nuevo espectáculo, se sintió aún más afortunado que de costumbre. Aún con todo, tiene que ser muy estimulante saber que, después de tanto tiempo presentes de manera ininterrumpida en esta muestra de teatro, el público alfareño les sigue esperando con la misma devoción que la primera vez.

Quizá por eso los actores pisaron el escenario con la misma energía que hace treinta años (cuando crearon esta compañía). Con este nuevo montaje ideado en tiempos de pandemia con el título de Greenpiss, hacen del humor gestual un arte que se eleva por encima de la risa por la risa, en un intento conseguido por tocar además las conciencias de los espectadores. Bajo ese juego de palabras del nombre (a medio camino entre la ONG ecologista más famosa del mundo y lo asquerosillo del meado), los Yllana realizan una ácida crítica de la degradación del planeta, la manipulación animal o la contaminación del medio ambiente a través de distintos sketches que se van sucediendo sin solución de continuidad.

La producción estuvo muy cuidada, y en la parte técnica se nota el buen hacer tanto en iluminación (con Fernando Rodriguez creando ambientes muy dispares y enfocando con maestría la acción) como en un genial vestuario de lo más variopinto (Tatiana de Sarabia sería en la jerga de las apuestas: un caballo ganador por el que yo siempre empeñaría toda mi bolsa). Los actores encarnan a distintos personajes, animales e incluso árboles durante el espectáculo, demostranto todos ellos que su capacidad mimética sigue en plena forma después de tantos años. El hilo conductor que manejan es el del enfrentamiento entre un alto directivo de una gran multinacional y unos activistas que luchan por conseguir pruebas para demostrar frente a la justicia que a esa empresa no le importa nada y que es capaz de cualquier cosa con tal de seguir engordando su cuenta de resultados.

Durante noventa minutos consiguen arrancar una y otra vez una infinitud de carcajadas, con un ritmo frenético y escenas alocadas que aún hubiesen dado todavía más juego si los Yllana hubiesen podido derribar la cuarta pared para interactuar con el público como acostumbran. Ojalá pase pronto la pandemia porque algo me dice que ese pollo multivitaminado tan apuesto y dispuesto seguro que encuentra en la platea una buena pieza con la que aliviarse...

Gran trabajo, pues, el de esta compañía, la fetiche del festival, que volvió a Alfaro en su cita anual para desplegar toda su artillería de gestos y expresiones ininteligibles (esa magia tan suya) y recoger los halagos y aplausos del público. Se siguen reinventando, la frescura de sus montajes y la pasión que muestran en todo lo que hacen nos hacen presagiar que tenemos Yllana para muchísimos años más. Y ojalá que aquí, en este pequeño rincón de La Rioja, podamos seguir disfrutándolos.

FICHA ARTISTICA

Intérpretes: Fidel Fernández, Luis Cao, Juanfran Dorado y Jony Elías

Autor: Producciones Yllana

Dirección: David Ottone

Diseño de escenografía: Carlos Braida

Diseño de vestuario: Tatiana De Sarabia

Diseño de iluminación:Fernando Rodríguez Berzosa

Redacción:
Santiago Navascués


©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

domingo, 21 de marzo de 2021

PUTAS RANCHERAS, MUESTRA DE TEATRO COMICOS DE ALFARO

PUTAS RANCHERAS

Putas rancheras
Putas Rancheras

Cuando apenas hace unas semanas apareció por las redes sociales el anuncio de la presentación de una nueva edición del Cómicos, muchos sentimos una inmensa alegría, como si nos fuesen a vacunar contra alguna complicada enfermedad de transmisión aérea, o como si nos anunciaran que nos iban a regalar un pequeño frasco con el que administrarnos el Bálsamo de Fierabrás, ese quijotesco unguento que todo lo cura. Y es que no es para menos, pues tras un año de pandemia, con el miedo interiorizado en el cuerpo y la desgana haciendo mella en el estado de ánimo, que tengamos la oportunidad de evadirnos es una oportunidad imprescindible para poder mantener una buena higiene mental.

Los amigos de Cuatre Cats, organizadores de la muestra, nos regalaron una propuesta ganadora: Putas Rancheras, un espectáculo de música en directo que desnudaba el mundo de la prostitución haciendo un repaso a través de algunas de algunas de las rancheras más famosas. Así, y con un buen trabajo de iluminación, los espectadores que nos congregamos respetando las distancias y la normativa antiCovid pudimos sumergirnos en ese ambiente de cantina mexicana, en la que al calor de una guitarra, un trompeta y un piano (interpretados con gusto por Álex Tatnell y Melina Liapi), la actriz y cantante manchega Gloria Albalate fue desnudando a esos clientes que acuden a aliviarse y a esas mujeres que ejercen la prostitución y que cuentan sus historias, sus tristezas, las miserias de quienes las frecuentan, desde personajes importantes a soldados anónimos. Apoyándose en las letras de las canciones, esta propuesta indaga sin prejuicios (precísamente para romperlos) y deja pinceladas acerca del machismo de las letras del género, de la cosificación de la mujer o su explotación sexual, incluso llega a cuestionar el mensaje oficial del feminismo actual que reivindica el derecho a decidir sobre su propio cuerpo de cada mujer cuando se trata de abordar la cuestión del aborto, pero no se le reconoce el mismo derecho de decisión sobre una misma cuando, libremente, una mujer decide hacer uso de su sexo para ganarse la vida.

Gloria Albalate se mimetiza en cada uno de los personajes que adopta, y lo hace con una capacidad asombrosa. Moviéndose entre todas esas mujeres olvidadas, o negadas, a las que nadie quiere mirar porque el mundo las sigue estigmatizando, lanza reflexiones al público con irreverencia y deslenguado acierto, y se nutre del dolor silente de todas ellas para atacar los pilares de una sociedad a la que todavía le queda mucho camino por recorrer para normalizar y, sobre todo, proteger a millones de mujeres cubiertas únicamente por el desamparo.

Para desplazarse de una orilla a otra de este río de llantos, tristezas y ajuste de cuentas, rancheras del calado de Paloma Negra, Volver volver, El rey, Tres veces te engañé o La llorona suenan a través de una voz que parece forjada para este género. Adaptando cada pieza con una interpretación adecuada a cada momento, Gloria Albalate consigue un trabajo lleno de matices (y recordando a las grandes voces de la ranchera, sobre todo a Chavela Vargas), alcanzando al público desde el inicio hasta el final. Todo en el montaje está muy medido, nada sobra ni falta, por lo que es justo reconocer en ello el trabajo de dirección de Jorge Gonzalo.

Los noventa minutos del espectáculo se pasaron en un suspiro, el público aplaudió entregado con el último acorde, y su final supone el pistoletazo de salida a cuatro citas más, en total cinco píldoras para combatir el mal de humores con la fórmula del teatro en sus múltiples vertientes, pues es un arte vivo y poliédrico donde todo tiene encaje. ¡Gracias por venir! ¡El teatro es seguro!, exhalaba Gloria desde el escenario.

Y también es Salud Mental, y Alimento del Alma. Que todo esto a menudo se nos olvida, y ahora es más necesario que nunca.

Ficha artística
Dirección: Jorge Gonzalo
Ayudante de dirección: Fernando Roca
Piano: Melina Liapi
Guitarra/trompeta: Alex Tatnell
Actriz/cantante: Gloria Albalate
Ficha técnica
Diseño de iluminación: Jorge Gonzalo
Arreglos musicales: Alex Tatnell y Melina Liapi
Producción ejecutiva: Gloria Albalate

Redacción:
Santiago Navascués


©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

martes, 11 de agosto de 2020

MADRE CORAJE - FESTIVAL DE TEATRO DE OLITE

 MADRE CORAJE

MADRE-CORAJE-BRECHT-ATALAYA-TNT-OLITE

Para cerrar el Festival de Teatro de Olite 2020, la organización seleccionó a la solvente compañía Atalaya TNT, que sin ir más lejos, el año pasado nos regalaron una maravillosa versión de El Rey Lear que encandiló al público asistente, o la recordadísima La Casa de Bernarda Alba, que fue interpretada en el verano de 2017 por actrices no profesionales seleccionadas del barrio chabolista de El Vacie en Sevilla. En esta ocasión, nos hicieron viajar a la Europa Central para descubrir la historia ideada por el famoso dramaturgo alemán Bertolt Brecht titulada para esta adaptación Madre Coraje.

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Aunque la adaptación de Ricardo Iniesta (que también ejerce con maestría como director de la misma) nos aventura a imaginar una época reciente por el vestuario seleccionado y confeccionado por Carmen Siles (podría ser del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX),  lo cierto es que la obra original está ambientada en el siglo XVII, en plena Guerra de los Treinta Años, que enfrentó con la excusa de imponer la supremacía religiosa entre Reformistas luteranos y Contrarreformistas católicos a toda potencia europea que tuviese algo que decir en el tablero geoestratégico de la época. Así, podremos descubrir a Anna Fierling, Madre Coraje, que viaja con sus tres hijos tras los pasos del ejército sueco en un carromato que es casa familiar y centro comercial de todo cuando sea susceptible de ser vendido. Es una mujer dura, extremadamente fría (según el avance del frente se pone de un lado u otro de los ejércitos confrontados para seguir haciendo negocio: su bandera es la del dinero, y por ello luce tantas como que sea menester), quien sobrevive y hace negocio con la ruina, el hambre y las penurias que la contienda en la que se hayan ha provocado en una población atemorizada. A río revuelto... ganancia de pescadores. A medida que avance la obra y la guerra, sus consecuencias serán muy duras, y lo podrá sentir en sus propias carnes la protagonista.

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Estrenada en su día poco tiempo antes de estallar la Segunda Guerra Mundial, este montaje sirvió para adelantarse a las funestas consecuencias de este hito marcado en negro en la historia de la humanidad y sirve, hoy en día, como potentísima arma antibelicista en tanto que muestra la miseria humana a varios niveles: desde la corrupción al pillaje, desde el soborno al sometimiento de los más desguarnecidos, y por encima de todo ello, sobrevolando como un buitre ávido de carroña, el golpe sistémico de la muerte, que va tiñendo de sangre el escenario y los recuerdos de los supervivientes. Es por ello que se ha convertido en una propuesta atemporal y, por lo tanto, en un clásico que nunca pasará de moda, pues el enfrentamiento entre hombres siempre encontrará una excusa en algún momento para producirse, y en torno a él, como si de pegajosas rémoras se tratase, viajarán próximos todos aquellos que puedan sacar partido del mal ajeno.

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El trabajo de los actores, de todos ellos, está a la altura del montaje, pues realizan una puesta en escena creíble, bien coordinada, moviéndose con soltura en una trama despiadada. Carmen Gallardo carga con el peso de dar vida a Madre Coraje, y lo hace con una esforzada capacidad para mostrar los lados de una personalidad compleja: madre protectora de sus hijos, pero al mismo tiempo mujer aviesa cuando es movida por su avaricia desmedida, tanto que llega a desear que se retome la guerra cuando, por un instante, parece que la paz se había alzado tímidamente en el campo de batalla. Su gran drama es caminar sobre el alambre entre ambos lados y no caerse, o dejarlos caer... También destaca la interpretación de la hija muda Catalina por parte de Lidia Mauduit, a quien dota de ternura, comicidad, ingenuidad y miedo.

MADRE-CORAJE-BRECHT-ATALAYA-TNT-OLITE

En lo referente a la parte técnica, al anteriormente mencionado buen trabajo de vestuario de Carmen Giles, es de justicia añadir la cuidada iluminación de las escenas de Alejandro Conesa, que además sirve para resaltar el esfuerzo en el maquillaje ideado por Manolo Cortés con el fin de mostrar sin menoscabos las consecuencias de una contienda en el rostro humano, con la demacración como seña de identidad en todos ellos.

De entre todas las que la componen, hay dos escenas que sobrecogen por encima de cualquier otra (y eso que las hay realmente duras, como la muerte de todos los hijos de Madre Coraje por culpa de una guerra que les alimentaba a todos ellos): Una, la de decenas de hombres y mujeres anónimos que son asesinados, unos de cuyo nombre se tiene constancia, otros, la mayoría, se denominan a sí mismos sin nombre. Entre todos ellos, en un guiño de reflexión a todos aquellos hombres que siguen muertos y abandonados a consecuencia de guerras fraticidas, se elevan nombres con nombres y apellidos españoles, pues quiere la Atalaya TNT que nunca se olvide a ninguno de ellos, sobre todo a aquellos que yacen en cunetas abandonadas y fosas desconocidas aquí cerca, muy próximas de tí, que lees esto. Y la otra, la que cierra el montaje, lúgubre, tenebrosa, en la que Madre Coraje, repuesta del dolor terrible por la pérdida de sus hijos, que lo eran todo, se incorpora, busca el carromato que porta lo poco que le queda y su propio futuro, se aferra con fuerza al pértigo y tira de él con decisión, como si estuviese tirando de sí misma para salir adelante a pesar de todo, a pesar de que tiempo antes iba acompañada por la sangre de su sangre, y en ese momento únicamente se tiene a ella, y poco más.

Con este espectáculo que ofrece con toda crudeza cómo actúa la Guerra, esa guerra que todo te lo da y todo te lo quita, la Atalaya TNT consigue despertar en muchos momentos la reflexión del espectador a través del dolor y el sufrimiento de una madre, pero también de la podredumbre ética que se haya en la batalla, en la que la dignidad humana ni está ni se la espera. Una pieza muy recomendable, estrenada hace varios años pero que se encuentra de perfecta actualidad. Si tienen oportunidad, véanla.


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REPARTO

Carmen Gallardo, Marga Reyes, Lidia Mauduit, Raúl Vera, Jerónimo Arenal, Silvia Garzón, Manuel Asensio y María Sanz

EQUIPO ARTÍSTICO

Adaptación y dirección: Ricardo Iniesta
Composición musical: Paul Dessau
Arreglos musicales: Luis Navarro
Coros: Esperanza Abad
Espacio escénico: Ricardo Iniesta
Construcción escenografía: La Fragua
Vestuario: Carmen Giles
Ayudante de dirección: Asier Etxaniz
Ayudantes Interpretación: Marga Reyes y Sario Téllez
Maquillaje y peluquería: Manolo Cortés
Coreografía: Actores de Atalaya
Diseño de luz: Alejandro Conesa
Espacio sonoro: Emilio Morales
Utillería: Sergio Bellido
Distribución: Victoria Villalta
Comunicación: Mª Paz López
Administración: Rocío de los Reyes
Secretaría: Macarena Gutiérrez
Madre Coraje es una producción de Atalaya TNT
Más información: www.atalaya-tnt.com

Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués


©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

domingo, 9 de agosto de 2020

BURDINA/HIERRO - XXI FESTIVAL DE TEATRO DE OLITE

 BURDINA/ HIERRO

BURDINA-HIERRO-OLITE-FLAMENCO-ADRIANA-BILBAO-BEÑAT-ACHIARY

Como viene siendo habitual en los últimos años, el Festival de Teatro de Olite nos regala año a año el contacto con el flamenco,  acercándonos de esta manera un arte tan nuestro como universal. En esta ocasión, recaló sobre las tablas del escenario de La Cava el espectáculo Burdina/ Hierro (traducción simultánea del euskera al castellano), ideado y dirigido por Adriana Bilbao, quien es además la bailaora sobre la que recae el peso fundamental del espectáculo que pudo ver un aforo que desde hace días había agotado sus localidades.


BURDINA-HIERRO-OLITE-FLAMENCO-ADRIANA-BILBAO-BEÑAT-ACHIARY

El montaje es una mezcla original que trata de experimentar y aunar la tradición vasca más arcaica con el flamenco llegado desde las tierras del sur de España, mostrándonos la importancia que tuvo esa fusión en los pueblos de las minas de Euskadi en la que se trabajaba la piedra con el hierro haciendo uso de la fuerza y a precisión de cientos de hombres que ejercían de barrenadores. Así, Adriana Bilbao representa a una mujer que al inicio de la propuesta sufre una pérdida y sufre, dejando al descubierto una pena desgarradora que le arrebata por dentro. Poco a poco, y a medida que va avanzando, podremos ver su evolución y su avance, y encontraremos a una mujer que se va adaptando a una tierra agreste, dura como la piedra que cincelan a un lado del escenario con un continuo repiqueteo, como si la constancia de los barrenadores fuese una metáfora de la perseverancia de la mujer que danza y se mueve sobre el escenario, llenándolo todo con su magia y su misterio...

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Mientras, y a lo largo de todo el espectáculo el quejío de Raúl Micó protagoniza espacios dedicados a mostrar las pasiones que mueven al personaje de la protagonista,que le sirven para mostrar sus estados de ánimo y para experimentar su catarsis particular. Sensacional el cantaor, que cautiva desde el inicio hasta el final de su participación. Así mismo, la potencia del mar embravecido y el fluir de los sones más telúricos de una tierra milenaria se manifiestan en la increíble voz de Beñat Achiary, un auténtico portento vocal, todo un descubrimiento para quien esto escribe y con cuya interpretación fue posible la conexión de la protagonista, de origen flamenco, con el corazon de la música popular vasca. Tampoco queremos olvidarnos de Guillermo Guillén, Michel Queuille, Luis Mariano Casillas, Ander Eceiza y Koldo Plaza, tocaor, pianista y barreneros respectivamente, que ponen calor, color, percusión y luminosidad con su participación.

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Por su parte, Adriana Bilbao demuestra que es capaz de buscar el riesgo, que no trata de esquivarlo, y se adentra en un mundo desconocido en el que quizá, a bote pronto, pueda parecer complejo conjugar lenguajes tan distintos como es el flamenco y la música tradicional vasca. Sin embargo, consigue algo diferente, en absoluto discordante, que presenta un componente emotivo hacia lo que pueden representar todas aquellas personas que tuvieron que desplazarse de sus viviendas en Andalucía o Extremadura, que migraron al norte a trabajar en busca de una vida mejor, sí, pero también muy distinta que les puso a prueba y nunca resultó fácil. Es también un homenaje a la mujer en una una tierra en la que el matriarcado ha sido muy importante en el desarrollo de una cultura que se mantuvo viva y arraigada a la tierra desde hace miles de años. Como bailaora, consigue coreografías que transportan al espectador al duelo, al quebranto, al dolor, pero también al resurgimiento, a la lucha, a la reivindicación y al "aquí estoy yo".

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Con el movimiento de su cuerpo se desborda por todo el escenario y se erige como epicentro de un oleaje de pasión que encendió los aplausos de un público entregado. Con este tributo a tantas gentes anónimas cuyos hijos hoy hablan euskera pero sienten como propio el flamenco que define sus orígenes, Adriana Bilbao ha imaginado Burdina/ Hierro, un espectáculo genuino, libre y lleno de vida, que hará las delicias de quienes aman la danza y la música en directo, y también de todos aquellos que quieran sorprenderse con un talento increíble de voces, música y baile dedicados a contar cuán lejos llega el arte cuando no se le ponen trabes ni límites.

BURDINA-HIERRO-OLITE-FLAMENCO-ADRIANA-BILBAO-BEÑAT-ACHIARY

REPARTO

Beñat Achiary, Adriana Bilbao, Raúl Micó, Guillermo Guillén, Michel Queuille, Luis Mariano Casillas, Ander Eceiza y Koldo Plazas

EQUIPO ARTÍSTICO

Dirección escénica: Adriana Bilbao y Beñat Achiary
Coreografía: Adriana Bilbao
Ayudante de dirección: María Ibarretxe
Textos: Itxaro Borda, Raúl Micó y Gabriel Aresti
Música: Beñat Achiary, Guillermo Guillén, Michel Queuille y Raúl Micó
Dirección musical: Beñat Achiary
Diseño escenografía: Adriana Bilbao y Fran López del Cerro
Fotografía: Jass Photography, Jasone Ortiz y Jon Etxezarraga
Diseño iluminación: Álvaro Estrada
Realización escenográfica y diseño vestuario: Fran López del Cerro
Realización vestuario: Mariví Redoli
Sonido: Didier Teillagorry
Producción: Peio Mentxaka, Ezkandrai e Imajik
Hierro es una producción transfronteriza entre Adriana Bilbao, Beñat Achiary e Imajik
Más información: www.adrianabilbao.com

Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués


©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS