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miércoles, 27 de julio de 2022

PARA ACABAR CON EDDY BELLEGUEULE - FESTIVAL DE TEATRO DE OLITE 2022

 PARA ACABAR CON EDDY BELLEGUEULE

 


Hay días en un festival de teatro en los que lo que sientes que, además de hacerte disfrutar de una noche mágica en un entorno mágico, como lo es el escenario de La Cava en la trasera del Castillo Palacio de Olite, te cuelan un puñetazo directo a las entrañas, así, sin previo aviso, de esos que te dejan sin respiración, que te hacen toser no sabes si por el dolor o la falta de aire en tus pulmones. Un buen golpe. Un golpe bajo, si hablásemos en términos de boxeo o nos estuviésemos peleando con alguién. Si se tratase de boxeo, clarísimamente sería un golpe inapropiado, de esos que los jueces penalizarían sin necesidad de VAR. Pues eso, y sólo eso, ni más pero tampoco menos, es Para acabar con Eddy Bellegueule, el montaje que Gerardo Vera no pudo dirigir porque le llegó la muerte meses antes de su estreno.

Eddy Bellegueule es un joven francés cuya vida nos narra Édouard Louis, que es el propio Eddy pero con unos cuantos años de más y decenas de batallas ganadas de menos. Édouard es un escritor que ha triunfado en varios países contando sus vivencias y recuerdos desde que era niño. Aquel niño, Eddy, era un niño que se comportaba como una niña, y aquello, en una ciudad laboralmente deprimida y una sociedad empobrecida, escasa de futuro y sobrada de violencia, no termina de encajar. Es por ello que el interés de esa novela autobiográfica, que está llevada a los escenarios españoles por la compañía La Joven gracias a la dirección de José Luis Arellano, radica precisamente en conocer una historia de superación personal en el que todos los elementos que pueden condicionarla juegan contra ella para poder desarrollarse libremente.

Y es que Eddy no es un chico rudo, ni macho, ni juega a lo que se supone que juegan los chicos. Por ser diferente, lo es tanto que incluso su voz suena aflautada, sus manos revolotean al hablar de un modo femenino y, además, no siente atracción por las chicas. Y eso que, a pesar de tenerlo claro, intenta encajar en el molde interesándose por una chica, saliendo con ella, intentando sentir excitación al besarla... pero aquello no cuaja, y lo que se supone que tiene que sentir por los adentros y los abajos, no termina de despegar, o desplegar(se) o lo que se supone que tiene que pasar, como cuando los caballos huelen a distancia a una buena yegua... 

 

Así que el pobre chico se siente fuera de sitio, como una pelota roja rodeada de un millar de cubos azules... Y, como es lógico en una sociedad como la que vive, el rechazo llega de todas partes: los compañeros de clase, los amigos, tu familia... El sufrimiento es abrumador, y es probable que Eddy sienta que por qué él tiene que ser así, maricón, y se siente sucio, no se acepta porque no le aceptan, y busca refugio en alguna parte sin encontrarlo en ningún sitio. A medida que va pasando el tiempo, la mecánica de protección que se aplica va cambiando e irán sucediendo cosas que le ayuden a (re)descubrirse y a aceptarse. Con la aceptación acude de la mano la paz interior, y éstas, como desplegando unas alas que hasta entonces ni se intuían, empujan a emprender el vuelo a Eddy y a llevarlo tan lejos como pueda.

No obstante, Eddy es alguien del pasado, y arrastra consigo todo aquello negativo que aún le atormenta los sueños, y Édouard decide asesinarlo, cortar con él y abandonarlo en el barbecho de unos folios que, años después, verán la luz como forma de expiación final de sus pecados. La transformación de oruga a mariposa se ha completado, Édouard  Louis es un escritor joven que triunfa con sus libros que hablan sin tapujos de sexo, violencia, decadencia. Ese coctel molotov capaz de estallarle en la cara a una sociedad media acomodada que acostumbra a mirar para otro lado cuando, ante sus ojos, transita algún inadaptado. En lugar de prestarle ayuda para salir de su abandono, le premia con su indiferencia. Lo que queda es la duda de saber cómo se hubiese comportado una sociedad distinta, menos empobrecida, ni tan polarizada como en la que se desarrolla Eddy, que de tan pocas oportunidades, de tan poco tener, a lo único que puedes aspirar es a la sensación de pertenencia a un grupo, y si no te mimetizas, no eres nada. Y a Nada, nadie lo quiere.

Resulta imposible destacar los puntos fuertes de la obra sin mencionar a sus dos protagonistas, Raúl Pulido y Julio Montañana. Ambos son un despliegue de vitalidad, de energía extrema que son capaces de canalizar a través de sus gestos, sus miradas y un verbo ágil que les permite pasar a la velocidad de la luz del dolor a la risa, de ahí a la violencia, de ésta al amor callado... No se puede transmitir mejor hacia el público el recorrido vital del personaje sin caer en la exageración, pues podría invitar a ello. Apoyándose en la proyección de imágenes sobre una estructura en forma de tríptico que permitía configurar con habilidad las estructuras de los escenarios en los que se movían los personajes, la puesta en escena es correcta y apenas buscan elementos que distraigan al espectador, para que éste centre su atención en los protagonistas.

Se despidieron al cabo de noventa minutos del público que les aplaudía, entuiasmados. Y esperamos que no sea la última vez que podamos ver montajes frescos de La Joven, pues el propio nombre de la compañia ya es una clara declaración de intenciones, y su manera de acercar el teatro al gran público, y en especial a los adolescentes, es un buen método para que, cuando sean adultos, mantengan el interés por la cultura y por repetir la experiencia mágica que supone asistir a la interpretación en directo.

 

 

 REPARTO

Julio Montañana Hidalgo y Raúl Pulido Jordá

EQUIPO ARTÍSTICO Y TÉCNICO

Dirección: José Luis Arellano García

Autoría: Pamela Carter, a partir de la novela de Édouard Louis

Traducción: José Luis Collado

Videoescena y escenografía: Álvaro Luna

Iluminación: Juanjo Llorens

Vestuario: Ikerne Giménez y Lua Quiroga Paúl

Espacio sonoro: Alberto Granados

Asesoría movimiento escénico: Andoni Larrabeiti

Dirección de producción: Olga Reguilón Aguado

Dirección técnica: Paloma Cavilla

Regiduría: Daniel Villar

Ayudantía de dirección: Paco Gámez

Ayudantía de iluminación: Rodrigo Ortega

Ayudantía de escenografía: Lua Quiroga Paúl

Ayudantía de videoescena: Joel Valiente Vasco

Ayudantía de vestuario y sastrería: Gracia Collado Collado

Prácticas en videoescena: Alba Trapero

Prácticas en dirección (Erasmus): Christina Eleftheriadou

Cámara videoescena: David Girón

Fotografía: Ilde Sandrin

Realización escenografía: MAY Servicios

Ambientación sofá: Cristina Collado Collado, Gracia Collado Collado y Juan Carlos Rodríguez

Producción: Paloma Rodrigo y Daniel Villar

Gestión de públicos y administración: Rocío de Felipe

Comunicación: María Díaz, Laura Ginestar y Pedro Sánchez

Más información:  www.lajoven.es

Redacción y fotografía: Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

domingo, 20 de marzo de 2022

No todos los chicos son azules, George M. Johnson.

 

No todos los chicos son azules
Diferente. Diverso, distinto. Un adjetivo que la RAE define así, con otros adjetivos. En ningún momento nos dice que sea un adjetivo peyorativo. También dice que se trata de lo que no es igual  o tiene otras cualidades o características. Cuando se trata de un adverbio lo define como: de forma diferente. 
Y ahí acaba la definición según el diccionario. 
Pero lo cierto es que cuando lo escuchamos en boca ajena nos pone en alerta, y en la propia esconde otra definición que no nos atrevemos o no queremos usar. Si alguien dice de mí: es buena chica, solo que diferente, pienso seguido ¿diferente a quién o qué? ¿Qué me estás contando? no me suena algo bueno, tal vez condescendiente, pero no bueno, aunque tampoco malo. Ser diferente te deja en tierra de nadie, y aunque quieras verlo como algo bueno, tu cerebro enciende un pilotito de sobre aviso. Pero si soy yo la que te digo que este libro no es malo, no es bueno, solo que diferente, instintivamente piensas que estoy siendo amable al definirlo, pero que al adjetivo le falta fuerza o contundencia ¿pero es bueno o malo, te ha gustado o no? y lo más normal es que no te sientas atraída por él. Hay cierta vaguedad en el término, lo reconozco. Nos sentimos más seguros cuando lo que nos rodea está definido, clasificado, etiquetado...


Antes de la reseña he de deciros: 

   No suelo comenzar mis reseñas con la sinopsis de la editorial, por varias razones, una de ellas es que hay más spoilers de lo que una quisiera, otra que te crea falsas expectativas, pero la principal es que no me gusta "reedireccionar" al lector sobre lo que va a leer. Para eso ya está la propia sinopsis, solo hay que entrar en la web y ya lo tenemos. Pero en esta ocasión tengo que hacerlo para que entendáis porqué diré en mi reseña lo que voy a decir.
"En estas rompedoras memorias para jóvenes adultes, George M. Johnson, destacade escritore y activista LGTBQIAP+ comparte recuerdos desgarradores a la par que gloriosos sobre lo que supone crecer como persona Negra y queer en Estados Unidos. El elemento principal del viaje de Johnson es cómo compaginar su identidad Negra y queer; identidades que a menudo entran en conflicto en la historia. La respuesta es un convincente testimonio para los hombres queer Negros: son partes iguales que componen a una persona completa y perfectamente construida.La valentía con la que Johnson comparte su historia es sobrecogedora. No todos los chicos son azules consolida su legado como una voz esencial entre jóvenes adultes de generaciones venideras. «Unas memorias críticas, cautivadoras y compasivas sobre lo que supone crecer como persona Negra y queer hoy en día.»

 

El libro:

   Esta es una dulce historia salpicada de gotas ácidas y granos de sal. Es la historia real de un niño de New Jersey desde su primer y más nítido recuerdo a los cinco años, hasta los 33 que tiene en el momento en el que escribe esta novela. El niño se llama Mathew, Mat, podría ser un niño cualquiera de cualquier lugar del mundo, pero Mat es norteamericano, y es negro. Y "queer", aunque este término no lo descubrió hasta bien pasada la adolescencia. Mathew nos habla de su familia, un padre policía y una madre administrativa, ambos cariñosos y pendientes de sus hijos. Pero su familia es mucho más grande, desde sus abuelas hasta el más pequeño de sus primos, una familia unida y protectora con sus miembros. Viaja junto a sus primos y su abuela cada verano por todo el país, en avión, tren, autobús, viajes que crea lazos y afianza cariños. Un lujo sin duda, viajar por los EEUU en avión todos los años no es moco de pavo. Sus primos mayores cuidan de él y lo defienden frente a los otros niños, blancos y negros, sin distinción; la familia es lo primero. Su abuela daría la vida por todos sus hijos y nietos, mujer abierta y comprensiva, tolerante, cariñosa y protectora donde las haya.
   Mat no habla abiertamente de su condición, se niega a sí mismo a reconocerse como lo que es, aunque no está seguro qué o quién es. Juega con niñas y se obliga a jugar con niños. Nos habla de su paso por el colegio, el instituto y la universidad, nos cuenta su primer amor, su primera y su segunda experiencia, sus decepciones, sus fracasos, sus temores, pero también sus alegrías, sus risas, sus logros, sus holas y sus adiós. Amor, sexo, pareja, familia, vida y muerte. 


Lo mejor:  

   Una historia dulce, una historia que aún salpicada por gotas amargas te deja en la boca un buen sabor de boca, y en el alma, calma y tranquilidad. Sonríes, incluso te has reído de su inocencia en algunos casos, y te has cabreado por su ignorancia ¿Impostada? en otras. Una historia que podría ser la de cualquier persona, blanco o negro, hetero o LGTBQIAP+, un niño que nos habla de su infancia, sus juegos, su familia, el colegio. Una dulce historia.

   
Lo peor:

   Una historia que se nos presenta como dura, casi terrible, un muchacho homosexual y negro, una combinación explosiva siempre y en USA más si cabe. Pero me topo con una historia casi amable, y digo casi porque ninguna historia real lo es en su totalidad; yo, como mujer, blanca y hetero, me he encontrado en mi vida con más machismo y falta de respeto que Mat en su condición y circunstancias, yo y cualquiera de vosotros. Si esta es la historia real, conozco muchas más terribles, terroríficas en torno al colectivo, todos las conocemos seguro. Si quieres huir de las etiquetas no te pongas un post it en la frente, no quieres ser catalogado pero buscas entrar en un grupo por encima de todo. Post it en la frente, y bien grande. 
   Creo que el autor quería reflejar un drama que muchas personas en sus mismas circunstancias han sufrido, pero que en su caso no existen, o no no las ha contado ¿El corazón me ha hecho callo de tanta injusticia alrededor, día a día? ¿Soy incapaz de ver un drama cuando lo tengo delante? puede que no lo vea, pero sé lo que siento. Y leer "No todos los chicos son azules" me ha sabido melifluo, me ha parecido una historia emotiva, cargada de sentimientos, cariño y amor a la familia, una historia de búsqueda de uno mismo...como la de cualquier niño que tras la adolescencia, busca su lugar en el mundo adulto.

¿La recomiendo?

   Por supuesto que si. Como una historia real de un muchacho desde que es niño hasta que alcanza la edad adulta, con sus luces y sombras, sus errores y aciertos, sus dudas y sus temores. Incluso destacaría la relación del protagonista con su abuela, madre, primos, tías, como algo envidiable, ser querido por todos y corresponderles desde la verdad y la certeza de lo que sientes y sienten por ti. Envidiable sin duda alguna. 
   Si buscas una historia que sirva de bandera, no es esta. Sigo pensando que el autor no ha plasmado lo que realmente pretendía, y el resultado ha sido una bella aunque triste en ocasiones historia de un chico de New Jersey. 

Por la Pelipequirroja.


No todos los chicos son azules
George M. Johnson.

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