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miércoles, 28 de abril de 2021

El detective nostálgico, José Luis Correa

 El Detective nostálgico

El detective nostálgico


   Hacía mucho que quería traer al blog a uno de mis escritores de cabecera, pero decidirme por alguna de sus novelas me estaba costando "lo que no está en los escritos"  pues son muchas y buenas; mi gusto por la novela negra no hace más que aumentar (y hasta perpetuarse) con novelistas como Correa. Es uno de esos descubrimientos de librería que todos tenemos de vez en cuando, buscas una cosa y mirando por las estanterías un libro te observa, te silba y acudes presto a sus deseos que son órdenes para tí. 
   Se trata en esta ocasión de una serie de novelas detectivescas con el curioso personaje de Ricardo Blanco al frente de una agencia de detectives, personaje que me enamoró desde la primera novela que leí (que no coincidía con la primera de la serie, cosa que suele ocurrirme normalmente, empezar la casa por el tejado)  y que continuó con nuestro idilio leyendo sus peripecias a veces en orden, otras como iba comprando sus novelas. Y es que si bien es una larga serie (11 libros, de momento) se pueden leer perfectamente por separado, aunque bien es cierto que hay ciertos detalles que se nos pueden escapar a pesar de no ser fundamentales. 
   
   Ricardo es detective en Gran Canaria, y junto a su amigo Miguel Moyano crearon la Agencia de Detectives Blanco y Moyano,  y cuentan con la inestimable ayuda de Inés, la eficiente secretaria. Blanco es ya casi sesentón,  su afición a los puros y el café le dejan casi tan mal sabor de boca como el que le queda tras ser abondonado por sus conquistas, pues las mujeres no son su punto fuerte, ni débil, no se entiende con ellas. Su relación más duradera es con Mildred, su verdadero amor, fieles el uno con el otro, al menos hasta que Mildred siga pasando la ITV ¡Exacto! es un Wolksvagen y del 83, añitos ya tiene el amorcito, ya.  Ricardo es buen detective, cree en la justicia y detesta las tropelías y los abusos, no duda en llevar hasta el fin sus quijotescas ideas, aunque su linea de investigación es caótica y nada habitual; pero a cabezota no hay quien le gane.  Sin mantener una buena amistad ni una estrecha colaboración con la policía, en ocasiones suele colaborar con el Inspector Álvarez. 
  Con estas premisas ya conocemos lo esencial para leer las aventuras y desventuras de este detective canario, ahora solo queda disfrutar con la lectura de esta historia, o con cualquiera de ellas. 

   Ricardo es atacado  en las primeras páginas, tres disparos en el zaguán de su casa casi le cuestan la vida, aunque por fortuna, solo una de las balas le alcanza en la clávicula; Blanco se convierte en víctima. Pero no deja de ser detective, y tras el susto y reflexionar sobre los hechos llega a una conclusión: el atacante es un aficionado. Lo que le lleva a otro pensamiento: ¿Venganza personal? 
Vale, todo eso está muy bien, pero ¿Y por dónde comenzar ahora con todo eso? son ya muchos años de profesión y muchos casos archivados, encontrar al agresor no va a ser nada fácil. 
   Nuestro protagonista va a iniciar un viaje interior para el que no estaba preparado, pero ver la muerte de frente es lo que tiene, que te trastoca el presente, te cuestiona tu futuro y te vuelve nostálgico de un pasado que solemos idealizar ¿Es esto la vida? ¿Es esta la vida que soñé? ¿He vivido en realidad? ¿Qué estoy haciendo con mi vida?

   Si he elegido esta novela para daros a conocer a uno de mis detectives preferidos y uno de mis autores de cabecera, ha sido justamente por estas cuestiones, esta mezcla entre viaje interior y pesquisas detectivescas, un hombre en plena madurez que mira hacia atrás cuando pensó que había llegado el final y arrastrado por la nostalgia de lo que fue, llega a pensar que todo pasado fue mejor: la playa de su infancia, su abuelo Colacho... Este viaje del detective nos lleva a nosotros como lectores a viajar con él disfrutando de una isla maravillosa, con sus sombras y sus luces,  un paraíso que al igual que el interior de Ricardo, también tiene sus infiernos. 

     Una novela de detectives que desnuda el alma del protagonista, nos enfrenta a nuestras propias nostalgias, nos descubre una isla llena de luz en la que destacan más si cabe las sombras de sus personajes, y algo habitual en Correa: el lenguaje personal y particular de los canarios. Ese español aspirado en sus jotas, esos tús convertidos en ustedes, vocablos únicos y curiosos para los oídos peninsulares, el cambio del perfecto por el indefinido en sus verbos, un abanico lingüistico y morfológico que convierte al autor en uno de los más prestigiosos del panorama literario español.  Una novela, y una serie en general, más que recomendada para los amantes del género y un descubrimiento fabuloso para los que buscan un cambio de registro en sus lecturas.
   Si la novela negra española tiene apellidos vascos, el nombre de pila es sin duda canario: José Luis Correa.


EL DETECTIVE NOSTÁLGICO
José Luis Correa.

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viernes, 10 de abril de 2020

Mi Ántonia, Willa Cather

Mi Ántonia


Reseñas

Por La Pelipequirroja.


   Este es uno de esos libros que encuentras cuando buscas otro, y de repente sientes que estabais predestinados, porque no ha podido ser casualidad el encontrarlo. Y además me recuerda a mí abuela, si, exacto, se llamaba Antonia la mujer, muy llana ella, no como esta que es esdrújula (me moría de ganas de soltar esta ocurrencia, graciosilla que es una 🤤😅)


    Publicada en 1918, la novela nos cuenta la historia de Ántonia Shimerda, hija de una familia de pioneros del medio oeste americano; la historia nos la cuenta Jim Burden, que conoce a Ántonia en un viaje hacia Nebraska, cuando el muchacho con solo diez años, pierde a sus padres y marcha con los colonos hacia casa de su abuela. A pesar de ser cuatro años más pequeño que la muchacha, se convierte en su mejor amigo; la vida de la joven, distinta a la suya, más dura e inestable, llama su atención poderosamente, y siente que debe protegerla, a pesar de la diferencia de edad.
   Jim ya es adulto cuando nos cuenta la historia de su querida amiga, pero lo hace con los mismos ojos que la conocieron siendo ambos niños, con la inocencia y el cariño que se profesaban. Ántonia deja pronto la niñez para sobrevivir en las hostiles praderas del oeste, con un clima rudo, la feroz pobreza que da dentelladas inmisericordes y una infelicidad casi perpetua que parece cebarse siempre en los más desgraciados. Ántonia y su familia provienen de muy lejos, de Bohemia, han cruzado dos continentes y un océano, en busca de una vida mejor, y la barrera del idioma será la más insignificante que tendrán que derribar.
   
   Con los años, Ántonia, ya convertida en madre y granjera, representa sin ser consciente de ello, a esos primeros colonos que con su trabajo de sol a sol y su cultura extranjera, hicieron grande a un país nacido del mestizaje y los sueños de personas que dejaron un día sus casas, para crear un hogar muy muy lejos de sus lugares de origen.  
   Es Mi Ántonia un retrato sencillo y realista de unas personas que nunca perdieron la esperanza, que dieron todo y se dieron del todo, por un sueño, por una ilusión, por un futuro para ellos mismos y para los que vendrían después. 
Inmigración, sociedad, educación, el papel femenino tanto en la colonización como en la propia época, siempre subestimadas y la mayoría de las veces, olvidadas.

 La autora plasma sus propios recuerdos en esta historia, dándole un dulce aroma de nostalgia a la narración, envolviéndola de un cariño que plasma cuando describe las praderas, el sol, los árboles, los personajes... diríamos que los mima para contrarrestar las tragedias que viven, nos los muestra  tan humanos, tan honestos en su ignorancia, te hace respetarlos, comprenderlos, no los juzga, les deja ser como son.
    


 Llevo tiempo releyendo y descubriendo Clásicos en busca de sensaciones que tuve hace mucho, cuando su lectura me abrió un universo inmenso y desconocido hasta entonces, necesitaba sentir esa chispa que las lecturas de los últimos tiempos habían apagado, y he leído más de una docena de libros que me han recordado porqué amo leer, incluso por encima de muchas cosas. Pero ha sido Mi Ántonia, de Wilella Sibert Cather, la que me ha pellizcado el corazón como hace décadas no lo hacía ninguna lectura; me he emocionado, mucho, he llorado y lo he abrazado al acabarlo, me costaba separarme de él.   Se que esto es muy subjetivo, tal vez no haya sido solo el libro, sino el momento, pero no puedo más que recomendarlo efusivamente y que sean otros lectores los que lean y juzguen la novela tal y como la sientan.


  Y así llego a la premisa: Clásico en el que aparezca el nombre de uno de los protagonistas en el título.
   

   
     MI ÁNTONIA
Willa Cather.
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