Sin retorno de Susana Rodríguez Lezaun

Por La Pelipequirroja

Sin retorno

La vida no siempre es justa, en realidad la vida pocas veces lo es. A los buenos no solo les pasan cosas buenas, y por desgracia, a los malos no les pasan cosas malas casi nunca; creo que en demasiadas ocasiones la justicia divina -llamémosle divino, llamémosle karma-  es incluso más injusta que la humana, sobre todo para los fervorosos creyentes que confían sus sinos a un ente superior y todopoderoso. Y al final la sabiduría popular es la que se lleva el gato al agua: a Dios rogando y con el mazo dando.

Hacía mucho que tenía a esta autora en mente, pero sin estrenarme con ella,  demasiado ya, y aunque hacía poco que tenía su ultima novela en mi poder, tenía una deuda con ella, una cuenta pendiente que saldar:  Tres libros anteriores suyos que parecían condenados al ostracismo y que me miraban con desdén, e incluso en alguna ocasión creí escuchar susurros maldicientes hacia mi persona. Nunca es tarde si la dicha es buena. Y los hados nos han sido favorables a los cuatro. Bueno, al menos al primero.

A Irene Ochoa el mal fario le tocó de rebote. Si estuviéramos en un telediario lo denominarían "daño colateral", pues su vida hasta que el sino se le torció era casi idílica: dueña de una agencia de viajes, joven, guapa, viviendo en una magnífica casa en las afueras y casada con un exitoso y atractivo abogado...y he dejado al final lo del matrimonio porque el adjetivo perfecto brilla por su ausencia en este caso. O solo brilló hasta que Marcos, el gentil desposado, cayó en desgracia en el bufet de abogados en el que trabajaba. 

Irene sufre entonces los avatares del destino, aunque huelga decir para ser justos que Marcos cometió un error arriesgándose en pos de un éxito en potencia,  que costó caro no solo a los clientes si no también a la empresa, y cuando dinero y prestigio están en juego, alguien tiene que pagar los platos rotos (y los dineros perdidos) y es que la ambición no siempre es adalid de éxito. 

   Los daños colaterales de ese error y penitencia por parte de la empresa hacia Marcos, convierten a Irene en la diana del fracaso y la frustración de su marido, y los dardos, sus puños y pies. Irene quiere retomar su libertad, las riendas de su vida, y su marido no se lo va a poner fácil, al contrario. Una última borrachera, la última paliza y el primer paso hacia la libertad pues si al malo no le pasan cosas malas y a la buena todo son desgracias, habrá que ayudar al destino un poco.

Un botella de ron, un cigarro, un incendio y un cadáver.

   David Vázquez, inspector de policía, se encarga del caso el cual a todas luces parece un accidente, y de nuevo, el destino se encarga de poner en su camino a la mujer más hermosa que haya visto nunca. Pero no es el único caso al que tendrá que hacer frente, en realidad la novela se centra en unos terribles asesinatos ocurridos en  Roncesvalles, en el Camino de Santiago, donde unos peregrinos han sido cruelmente asesinados, no solo de manera escabrosa, además, lleva implícito un mensaje y todo parece indicar que alguien se ha tomado la justicia por su mano, impartiendo castigo y escarmiento a todo aquel que no camine por la senda de la virtud. 

Un asesino que ruega a Dios mientras con el mazo reparte justicia. 

   Dos hilos argumentales con un nexo en común, el inspector Vázquez, y aunque es la trama de Roncesvalles la  que lleva todo el peso de la historia, Irene Ochoa se convierte en un personaje de mucha fuerza y cuya narración te mantiene tan en vilo como la de Roncesvalles, incluso llegando un momento en que te deja sin respiración...vaya que si. 

   Una historia con una narración ágil, detallada sin aburrir en ningún momento, emocionante, vertiginosa en ocasiones y piano piano cuando la ocasión lo requiere, ayudando a centrarnos y tomar aire para seguir adelante.  La autora sabe manejar los hilos de la historia con maestría y destreza, llevándonos por donde quiere a través de sus personajes y sus actos, pues queridos lectores, somos lo que hacemos nos guste o no.

    Todos tenemos un pasado, somos lo que somos y estamos donde estamos debido a una serie de decisiones, acontecimientos y porqué no, del propio destino de cada uno y de los rebufos que nos llegan de los que en algún momento de nuestras vidas, se cruzan en nuestros caminos ¿Nunca os habéis preguntado que le ha ocurrido a una persona para llegar a ser lo que es, o donde se encuentra? tal vez es que mi alma de portera pesa mucho, pero yo si lo hago, y en ocasiones al saberlo, se despejan las dudas y se comprenden muchas cosas.
    Una novela que engancha y te tiene sumida en un "¡ay!" continuo, de las que te de van dejando ojiplática cuantas más cosas se van descubriendo, boquiabierta al ver como se va desarrollando la trama y con las patas vueltas cuando llegas al final. Eso si, aviso, es una trilogía. Ya sabéis lo poco dada que soy a ellas, pero hay ocasiones que hay que dejar de lado los prejuicios y la pereza. Y en mi caso, la pereza es mi mayor pecado. Que no el único. 

Sin Retorno

Susana Rodríguez Lezaun

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