ANIMALES HERIDOS, de Noelia Lorenzo Pino

ANIMALES HERIDOS, DE NOELIA LORENZO PINO

Portada de ANIMALES HERIDOS, de Noelia Lorenzo Pino

Es una suerte que la novela de la que vamos a hablar hoy haya caído en el catálogo de Travel Bug, la editorial que la publica. Y no es nada pretencioso ni una frase hecha, si no la constatación de una realidad, pues Animales heridos, el último trabajo de Noelia Lorenzo Pino, es un caramelo muy dulce y deseado por muchísimo paladares, ya que supone el cierre de un grupo de novelas que, si bien tienen inicio y fin en sí mismas, todas ellas comparten a unos protagonistas que ya nos pertenecen a todos. Es por ello que cualquier editorial que guste de tener buen género, mime con cariño un producto de esa condición, y decida lanzarlo en una edicion cuidada y moderna, de formato cómodo y buena calidad de papel, y con una portada (diseñada por Álvaro Hermida) que produce desasosiego con sólo mirarla ... A decir verdad, es la primera vez que trabajamos con los chicos de Travel Bug, pero por su buen hacer y buen tino, confiamos en que no será la última.

La novela comienza cuando Eider Chassereau, antigua agente de la Ertzainza y en esos momentos trabajando en  operaciones especiales del mismo cuerpo, descubre junto a su equipo, gracias a una anónima llamada que reciben, a un niño que llevaba secuestrado en un apartado caserío guipuzkoano. Desnutrido, temeroso, aturdido... cuando consiguen hablar con él (sólo habla con Eider), se identifica como Elías Gazmuri. Ese nombre coincide con el de un niño vasco que fue secuestrado hace años, cuyo rastro se perdió durante meses, y a quién se dió por muerto cuando, tiempo después, en una investigación posterior se encontró un enorme charco de sangre que le pertenecía según todos los informes periciales. ¿Había sobrevivido tantos años después? ¿Cómo pudo ser posible?

Cuando contactan con Clara, la hermana de Elías, ésta se presenta en comisaría junto a su pareja, Xabier, y finalmente consiguen llevárselo a casa para que pueda recuperarse en un ambiente familiar de la dureza extrema de su cautiverio. A pesar de los años transcurridos y del cambio físico en el muchacho, Clara muestra su dicha al sentir que de nuevo su hermano ha vuelto al hogar. Para ella, la página más oscura de su vida al fin puede quedar atrás... Sin embargo, lo que parece el final feliz de una historia amarga, se desvanece cuando Xabier, ofuscado por la situación, decide llamar a Eider Chassereau para informarle que el chico que duerme en su casa no tiene los ojos verdes, como verdes son los ojos de su pareja y los del niño Elías que pueden verse en las fotos familiares. ¿A quién han acogido entonces en su casa?

 Las primeras cien páginas de esta novela son una explosión de situaciones cargadas de emociones a cual más intensas. Dolor, pánico, crueldad, rabia, impotencia, tristeza, llantos desconsolados, lágrimas de alegría, paz, dudas... Los personajes, y los lectores con ellos, se adentran en una trama en la que se trata de investigar quién tuvo secuestrado al muchacho gracias al equipo del oficial Jon Ander Macua, compañero durante años de Chassereau. Juntos, deciden dar rienda a su experiencia y a su fino olfato para tratar de descubrir quién se esconde detrás de lo que parece ser una trama de tráfico de menores organizada desde niveles sociales muy altos y que pondrá a prueba a los protagonistas hasta límites insospechados.

Noelia Lorenzo decide en esta ocasión arrojarnos contra la cara los delitos más extremos, aquellos que atentan contra la integridad y la dignidad de los menores, que ni pueden ni saben defenderse de las jaurías humanas organizadas para saciar, con ellos como productos de ocio, sus depravaciones más abyectas. Por ello, sus personajes se muestran más atormentados que nunca, y en cada uno de ellos encontramos unos procesos propios con una elevada tensión emocional que les lleva, a cada uno de ellos, a comportarse de un modo que, quizá, nadie deberíamos juzgar sin ponernos antes en sus zapatos.

Con buen acierto, la autora sabe introducir nuevos elementos en la historía común de su universo Chassereau-Macua, hasta el punto de regalarnos un final para ellos que no dejará indiferente a nadie que haya leído todas sus novelas anteriores. Con el ritmo que le caracteriza, y siendo quizá la novela con más diálogos de toda la saga, la escritora irunesa reivindica su papel central como figura destacada de la novela negra no sólo vasca, sino una de las voces femeninas más determinantes del género a nivel nacional. Y eso, para nosotros, que la hemos visto crecer como escritora, es un motivo añadido de orgullo porque viene a confirmar lo que ya intuíamos hace años: que el talento, bien afilado y pulido, se abre paso sin solución de continuidad.

Animales heridos es una inquietante novela que te mantendrá en vilo durante sus más de trescientas cincuenta páginas, que te hará vibrar con los giros que introduce, y te llegarás a emocionar con sus personajes. La conclusión de la novela está muy bien hilvanada, sorprende en cuanto a la propia trama y cierra los últimos flecos pendientes de toda la saga con una sencillez que llega a parecer fácil cuando no lo es en absoluto. Noelia Lorenzo pone así fin (¿hasta siempre?) al encuentro de sus lectores con unos personajes carismáticos a los que ha hecho crecer y ha llenado de decenas de matices para hacerlos únicos. El balance final no puede ser más positivo. Ya sólo nos resta emplazarnos para su nueva novela, que esperemos que llegue pronto. Hasta entonces, dejemos que Noelia coseche los frutos de una buena siembra, y haga una buena mermelada, tan dulce como el buen momeno por el que atraviesa como escritora.

 

Una reseña de Santiago Navascués 
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