La noche de plata de Elia Barceló

Hacía mucho tiempo que no me pasaba por aquí. Hacía tanto que incluso me he perdido, he llegado a pensar que me había equivocado de casa y todo, pues no podía entrar con mi llave, no es que me hubieran cambiado la cerradura, es que se había cambiado sola. Si, como os lo cuento. Cuando por fin he podido entrar no reconocía mi casa, todo estaba cambiado, muy cambiado. Me he quedado quieta, pensando, intentando buscar la salida o tal vez, recordar como moverme por mi casa. 

Y me ha costado volver a hacerme con ella, bueno, aún no lo he conseguido del todo, pero espero volver pronto para que no vuelva a pasarme y así poco a poco, volver a sentirme realmente en casa. Pero no estoy segura de lo que pasará mañana...

 Ya no tenga listas de pendientes, no me estresa la pila de libros sin leer ni la lista de favoritos de Kindle o de Audible (mi mejor aliado contra un problema visual que no se arregla ni a la de tres, ni cuatro, ni cinco) y no, no me he puesto al día porque ahora mi única lista de cosas pendientes son las de mi día a día, si quiero hacer algo, lo hago y no me quedo con las ganas, y si no puedo en ese momento, pronto llegará el suyo. Por eso ahora, sin listas, soy más feliz, me siento como un pájaro que canta.  De ahí que a pesar de ser de los últimos en llegar a casa, este libro, a lo sentencia bíblica, se ha convertido en el primero. 

   

   Carola Rey está en un impasse laboral, no está viviendo su mejor momento ni profesional ni personal; la policía y psicóloga no estuvo nada acertada en una intervención de secuestro infantil, lo que le produjo un trauma del que le está costando recuperarse. Enviudar hace unos años tampoco ayuda mucho a a su recuperación, se siente sola y sin salida, incapaz de hacer frente a sus fantasmas. 

   Pero la vida te sorprende cuando menos lo esperas, y tiene muchos recursos para hacerte salir de tu zona de confort, y en este caso podríamos decir, que los caminos del crimen son inescrutables; Carola decide aceptar el encargo del embajador de México en Austria para hacer inventario de la biblioteca del hermano recientemente fallecido del embajador, para lo cual viaje a la ciudad para realizar el trabajo. No puedo ser un trabajo más distinto al de policía, un encargo en apariencia tranquilo y sin sobresaltos. El volver a Austria la hará enfrentarse a su propio Golem, ese monstruo sin control que habita en la ciudad de leyenda y que ella siente como si se lo hubiera llevado con ella tras la desaparición hace décadas de su propia hija.

   

    En Austria, el Comisario Altmann se encuentra en un callejón sin salida, uno de esos casos que parecen una ratonera con diseño de laberinto en la que los ratones se asoman por encima de vez en cuando al no encontrar la salida, y cuando intentan volver por donde han venido, la entrada ha sido taponada. Unos huesos infantiles datados de hace bastantes años han sido hallados en un jardín, pero el comisario se encuentra como uno de esos ratones en un laberinto, sin encontrar ni la entrada ni la salida, pero con la sensación que un minotauro le espera en cada curva.

  Estas son las bases para una trama cargada de emoción, una historia esférica que se irá desarrollando en diferentes direcciones pero que irán a parar a un mismo punto, o mejor dicho, a un mismo laberinto: los niños desaparecidos y que nunca son encontrados. No olvidemos que los niños no se pierden o desaparecen, alguien los pierde y algunos los hacen desaparecer.  Llegados a este punto no puedo dejar de pensar en La noche de los desaparecidos, la película con un Nicolas Cage que pierde a su hijo en Halloween y la policía no parece tener ninguna pista; niños desaparecidos que parecen esfumarse, volatilizarse. Por desgracia la realidad es aún peor que la ficción, pues ni brujas ni fantasmas están tras la desaparición o muerte de un niño, siempre está la mano de un adulto, o de varios, detrás. Y no hay peor monstruo que el ser humano cuando se deshace de su humanidad. 

  No esperéis encontrar una historia de vértigo, un thriller sin respiro, es algo más calmado, más suspense que gritos ahogados, y aunque yo no he vivido algo así, y espero que no lo haga nunca, el perder a un niño, la desaparición de un hijo debe ser algo así, menos peliculero y más lento. 

 POSITIVO:  La localización y las descripciones son fabulosas, me atrevería a decir que lo mejor de la novela si no me hubiera atrapado la narrativa como lo hace siempre Elia, con tela de araña, delicadamente pero de la que no puedes escapar así como así.  El personaje de Carola me ha conquistado, sobre todo su fuerza y su debilidad, la de una mujer normal y corriente, a pesar de sus sombras a cuestas, y que sea una mujer madura me ha encantado, mucho, que también hay vida después de los veinte años. Ea.

NEGATIVO: Tal vez debería dejarlo en "Negasitivo" ni una cosa ni la otra o algo de ambas, y es que hay cosillas que me no me convencen en su planteamiento y desarrollo, demasiado fácil, demasiado mascado, esperaba algo más de "complicación"

Una historia oscura, muy bien narrada y con personajes cargados de fuerza. Elia Barceló me tiene en el bote. 

Por la Pelipequirroja.

LA NOCHE DE PLATA

Elia Barceló.

Roca Editorial

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