SOSPECHOSOS, DE JUAN INFANTE

Portada de Sospechosos, de Juan Infante

Hay novelas a las que nos acercamos por su título, por lo que nos sugiere, por lo que nos transmite. Es el caso del nuevo trabajo de Juan Infante, el autor bilbaíno al que ya reseñamos sus dos anteriores novelas y que con esta, Sospechosos, nos deja bien a las claras lo que nos vamos a encontrar.

La verdad es que se agradece enormemente encontrarse con un autor transparente, que de inicio a fin no trate de engañarte, ni pretenda volverte loco con cambios insospechados de guión con resoluciones que, por tratar de rizar el rizo, resulten totalmente inverosímiles. No es el caso de esta historia, cuya trama gira en torno al asesinato de un miembro de una familia de la alta sociedad bilbaína, y para cuya resolución el escritor nos guiará a través de dos miradas: la del protagonista, Tomás Garrincha, un antiguo gánster que guarda relación con dicha familia y que posee una intuición y amplia experiencia en el lado oscuro del mundo; y por otra parte la de Sara Cohen y Miguel Fabretti, una pareja de inspectores de la Ertzaintza que tratarán de descubrir al asesino.

La novela comienza con una lujosa fiesta en un club naútico para celebrar el enlace matrimonial entre Lucía, una joven con la que Garrincha mantiene una estrecha relación de profunda amistad heredada de su padre (otro antiguo líder de una banda mafiosa), y Eduardo Echeverría, uno de los jugadores estrella del Athletic y miembro de una de las familias más reputadas de Neguri, el tradicional barrio rico de la ciudad del Nervión. Cuando poco después de la boda alguien asesina a uno de los Echeverría, a más señas tío de Eduardo, la familia decide contactar con Garrincha para que trate de obtener información entra oficial a parte de la que pueda derivarse de la investigación policial, ya que les ha llegado un mensaje que busca extorsionarles amenazándoles con nuevas muertes si no realizan un pago que compense las cuentas pendientes que dejó el finado.

La situación se complica cuando, tanto los ertzainas como el protagonista Garrincha, van tejiendo sus pesquisas y encontrándose con numerosos sospechosos potenciales de ser responsables del asesinato que da inicio a este libro.A medida que nos adentran en el pasado del tío de Eduardo, descubrimos que era un personaje con negocios turbios que se movía en el alambre que separa lo legal de lo ilegal, por lo que las relaciones que mantenía en su círculo abarcaba lo más alto de la sociedad como cónsules o empresarios de postín, muy alejado del hampa al que otras novelas anteriores del escritor bilbaíno nos ha acercado. Lejos de encontrarnos con delitos más habituales como el mercado de las drogas, en esta ocasión nos encontramos con el tráfico de influencias o el cobro de comisiones.

Poco a poco iremos avanzando en la investigación y se irán sucediendo algunas muertes más, lo que genera mucha más presión tanto en Garrincha como en los inspectores de la Ertzainza, deseosos de poner fin a un caso que se va complicando a medida que pasan los días. Por si fuera poco, tanto Sara Cohen y Miguel Fabretti como Tomás Garrincha mantienen una extraña y por momentos cómica relación, ya que éste último, al haber sido un delicuente hace años fichado por la policía al que nunca pudieron echarle el guante, se cruza en su camino con la intención de aclarar lo sucedido al tiempo que trata de moverse en la ambigüedad y las medias verdades con el fin de ayudar en la resolución del conflicto pero sin verse salpicado a nivel personal. Garrincha no dudará en usar todos los resortes a su disposición, legales o ilegales, para terminar el trabajo que le han encomendado cubriéndose las espaldas.

Juan Infante compone una novela clásica de género negro en la que descubrir quién está detrás del asesinato, tanto material como intelectual del mismo, compone el atractivo principal por el que leerás esta novela. El autor nos lleva en volandas hasta el final a través de las miradas de las distintas partes, saltando de sospechoso en sospechoso, viajando entre Bilbao y Madrid con frecuencia, sin importar gastos, hasta conducirnos a un final que se intuye, pero del que sólo te enteras del cómo y el por qué en las últimas páginas. Cuando llegas al final, entiendes por qué no debes fiarte de nadie, ni de tu propia sombra, pues como dice el dicho: quién más te quiere, te hará llorar... O quién sabe, incluso algo más.

Una reseña de Santiago Navascués 
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