Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Vicente Blasco Ibáñez.

Los cuatro jinetes del Apocalipsis

La Pelipequirroja.

   En casa de mi mejor amiga tenían las obras completas de Vicente Blasco Ibáñez, lucían soberbias y altaneras desde la librería del salón, ediciones de cuero y letras doradas que te miraban desde su atalaya como diciendo: mírame y no me toques. Y eso es justo lo que ocurría, nadie en su casa las había leído, excepto su hermana mayor que se atrevió a sacar de su pedestal "Sónnica la cortesana" para según ella, "llevarse un chafón" pues en Religión habían prohibido su lectura y resulta que allí no pasaba nada inmoral "solo cosas de romanos" dijo. Cañas y barro la emitieron bajo la censura de los dos rombos, así que cuando llegamos a la adolescencia nos lanzamos a por esos tomos prohibidos a ver qué indecencias eran esas que hacían "El Tonet y la Neleta"

  Sobra decir que aquellas historias de la Valencia rural, de amoríos, familias enfrentadas, penurias mil y abusos sociales me calaron hondo, ya me conocéis; así que en los años siguientes me dediqué a ir leyendo sus obras. No sabría decir cuál es mi obra favorita, pero si a la que tengo un cariño especial porque fue la primera que me compraron en casa: Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1916) 

   Es esta la historia de dos familias, que un día fueron una sola; y es también la historia de una Gran Guerra que desató otras más pequeñas, pero igualmente destructivas. Pero esta novela es ante todo un retrato fiel, descrito desde las entrañas y sin el paño que vela las miradas por la distancia, de esa parte de todo conflicto bélico que no sale en los libros ni las crónicas, la de los que las sufren, y por una vez, se convierten en protagonistas a su pesar.  Escombros de una vida edificada sobre paja.
   Las hermanas Luisa y Elena, hijas de Don Julio Madariaga, rico hacendado argentino de origen español, se casan respectivamente con Marcelo Desnoyers y Karl Von Hartrott, de origen francés el primero, alemán el segundo; la vida en Argentina es placentera y la familia no pasa apuro alguno, todo parece marchar como la seda. Al menos mientras vive el patriarca. Una vez fallece, ambas familias deciden trasladarse a Europa, un comienzo de siglo XX que promete dicha y prosperidad, nuevos tiempos se avecinan; los Desnoyers se instalan en París, y los Hartrott en Berlín, nada augura la terrible tragedia que se avecina en la vieja Europa.
   Julio Desnoyers, nieto del difunto hacendado argentino, artista bohemio y acostumbrado a la buena vida, acaba de desembarcar en París donde se las promete venturosas, y es que tiene un cita secreta con Margarita, a la que hace unos meses que no ha visto; en la ciudad, el rumor de una posible guerra corre como la pólvora, pero el joven pintor no da mucha credibilidad a estas habladurías, en el siglo XX la gente ya no se mata por absurdas ideas y la tecnología está a servicio de la sociedad, no al del belicismo. Un idealista acostumbrado a vivir sin sobresaltos ni penurias. Pero la Gran Guerra estalla, y las dos familias quedarán no solo separadas geográficamente, sino escindidas por ideas contrarias y patriotismos exacerbados. 
     Blasco Ibáñez no da puntada sin hilo, sus personajes representan a la perfección la metamorfosis que sufren aquellos a los que el destino zarandea y convierte en escombros, al igual que el mundo que los rodea se viene abajo y sepulta toda una vida. Julio Desnoyers, vividor y malcriado, sacudido fuertemente por los acontecimientos irá dejando atrás a ese despreocupado egoísta y se irá transformando en alguien más fuerte pero también descreído; Pepe Argensola, amigo de Julio y que vive a su costa, descubre de la peor manera posible que nada dura eternamente, y que en la vida, el que parasita, muere sin su huésped. Los varones de la familia están dispuestos a llevar sus ideales y sus banderas hasta el final, solo ellos poseen la razón y son portadores de la verdad, los otros, errados y siguiendo el camino equivocado; Luisa Madariaga, la madre del joven Julio, sufre no solo por su familia, sino por la de su hermana y la de tantas madres "del otro bando" que ven como sus hombres parten y tal vez no regresen. La Guerra no solo destruye ciudades y mata personas, mata hijos, esposos, familias y la mismísima Fe en el ser humano. Margarita y Chichí -hermana de Julio- dan los primeros pasos hacia un feminismo aún embrionario, la Guerra es cosa de hombres, una mujer puede que no, muchas, sin el yugo masculino, podrían evitarlas. 

      Un  narrador en tercera persona nos va adentrando en esta dura historia de guerra, intransigencias y juicios de valor; personajes hilvanados entre sí, ya sean principales o secundarios, que hablan sin filtro  e incluso sin razón, pero con convencimiento, y esto, junto a la ignorancia, los convierte en peligrosos. No solo se muere por una idea, lo importante es matar por ella.  
   Es obvia la impronta del propia autor en la novela. Escrita en un París en guerra, Blasco Ibañez deja patente la desolación física del campo de batalla y las ciudades demolidas tanto estructural como emocionalmente: frío, hambre, suciedad, desolación. Llega el jinete a lomos de su Caballo Blanco,  comienza la Conquista; le sigue el que monta al Rojo Alazán, se inicia la Guerra. El jinete sobre el Caballo Negro trae el hambre, la miseria, la enfermedad, la desolación; el Jinete y su Pálido Caballo Bayo siembran la Muerte. Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis cabalgan juntos, como no saben hacerlo los hombres. 

RESUMIENDO: Una novela magistral escrita originalmente en castellano, y traducida a una decena de idiomas, llevada al cine en un par de ocasiones, y que por desgracia tuvo más éxito fuera que dentro de nuestro país. Una narrativa tan hermosa como dura, la cruda y espeluznante realidad de la Guerra, campos teñidos de sangre y cuerpos en tierra, mientras los poderosos siguen viviendo sobre una nueva sociedad hecha sobre los huesos de los muertos. Es tan poderosa la Guerra y su destrucción, que ni el amor puede sobresalir en tiempos bélicos. Realmente estamos ante un libro soberbio. Soberbio. 

   Nivel 2, premisa: Libro escrito originalmente en español.

LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS

Vicente Blasco Ibáñez.

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