BELLA DONNA DE PARIS, de Minerva Gallofré

 BELLA DONNA DE PARIS, de Minerva Gallofré

Caía en nuestras manos una novela con una portada muy sugerente. En ella podíamos encontrar la figura de una joven de mirada enigmática y sostenida, dirigida a encontrarse sin ambages con la del lector que se atreviese a sondearla. Vestía un vestido de seda, que se adaptaba a su cuerpo como una segunda piel, y al mismo tiempo se encontraba salpicado por una fina capa de lo que parecía ser un plumaje de algún ave de ala negra, quizá un cuervo. La verdad es que el conjunto resultaba muy sugerente, y no pude hacer otra cosa que acceder al interior del libro, pasar la primera página, y ponerme a leer... Los tonos ocres que dominaban el conjunto le confería un halo antiguo, como invitándonos a viajar al pasado... Y, sin embargo, la potencia de aquella mujer de mirada rotunda y poderosa era tan actual...

Desde la Editorial Tres inviernos nos llega una novela cuyo título, Bella Donna de París, atrajo desde el primer momento nuestro interés. La verdad es que le teníamos ganas, ya que su autora, Minerva Gallofré, ya nos había sorprendido gratamente con otras propuestas anteriores (Boreas, viento del Norte o El café de Canterville). Para los que no conozcáis esta fabulosa editorial, se distingue por ofrecer novelas extremadamente cuidadas, pues sus portadas son pequeñas obras de arte y suelen incluir pequeñas ilustraciones que aparecen a lo largo de su extensión, y además incluyen un enlace a un cofre digital en el que poder descubrir un fantástico tesoro musical compuesto para describir distintos capítulos y acompañar la lectura de las novelas. En esta ocasión, Diego A. Bartolomé se erige como ilustrador, y Daniel G. Bardo, como compositor musical. Junto a Minerva, constituyen un triunvirato que se entiende y complementa a las mil maravillas, sólo hay que adentrarse en sus creaciones.

En esta ocasión, nos encontramos ante una novela totalmente independiente de sus predecesoras, si bien es cierto que su personaje principal aparece en la anterior de Boreas, viento del Norte, como un personaje de corte secundario pero que, ya en su momento, el lector avezado detectó como alguien con mucho potencial por poseer un encanto muy particular. En esta historia, Bella Donna de París, la protagonista, es aquella Camile Dubois del Petit Café que abría sus puertas a diario junto a la Estación del Norte, lugar de tránsito de miles de personas que deseaban viajar en tren desde la capital francesa a todos los puntos imaginables en la propia Francia o fuera de ella. Camile es aquí una bella joven, pues se trata de una novela ambientada unos años antes que en la novela anterior, y asistimos de su mano al desarrollo emocional y físico de una niña que se hace mujer.

Al inicio, Camile, una adolescente de dieciséis años procedente de Lyon donde vivía con su familia, convive con su abuela en un cementerio Père Lachaise de París, en el que la anciana posee una humilde casa y ejerce como cuidadora de las tumbas de los muertos que allí descansan a cambio de pequeñas retribuciones con las que sobrevivir. Allí descubre a una mujer sabia, conocedora de múltiples aspectos de la vida, que conoce tanto el cementerio que incluso parece tener la capacidad de escuchar a los moradores que descansan para la eternidad. Camile sin embargo se siente intranquila, y las noches las pasa nerviosa, sintiendo presencias a su alrededor sin poder verlas... ¡Pero son tan reales...! Entre tanto, tomará contacto con un joven al que conocerá y con el que dará inicio a su despertar hacia su feminidad y a todo aquello que duerme aletargado hasta que su cuerpo arroja el primer aviso carmesí que anuncia que la niña ha dejado de serlo: la picardía, los secretos, el deseo de gustar... Cuando la abuela fallece de manera repentina, su vida dará un giro, pues sus padres acuden a la capital para hacerse cargo de ella y emprender una nueva vida allí junto a su hermano menor Vincent. Su madre, una mujer acostumbrada a que sus decisiones sean ley, cada vez le irá estrangulando su propio espacio vital hasta hacer de esa situación algo insostenible. Y mientras tanto, la protagonista seguirá sintiendo presencias inquietantes, que parecen ser la misma... Una presencia tan intensa que va dejándole pequeñas señales, como pequeños guijarros blancos en el suelo que recoger y seguir para encontrar un camino a la Libertad... En este caso son plumas negras, plumas de cuervo negro, ese inquietante animal que encierra misterio, curiosidad e intriga en su negra mirada, en su oscuro graznido. ¿Qué o quién está detrás?

A partir de entonces, la joven Camile vivirá en primera persona unas situaciones azarosas, a veces agradables, las más complicadas, que pondrán a prueba su capacidad de supervivencia, y su inquebrantable deseo de ser ella misma, más allá de convencionalismos y procupar realizar aquello que se espera de una chica de su edad... Desea encontrar el amor a toda costa, o puede que al menos su deseo sea el sentirse querida, y llevada por ese anhelo descubrirá un París no del todo noble, ese París nocturno imbuído en la Belle Époque, un París repleto de cabarets, de cafés y de galerías de arte a las que acudía la burguesía y una incipiente clase media para distraerse y disfrutar de la noche, donde los límites de la libertad se ampliaban durante unas horas. Será en uno de esos cabarets, en el recién abierto Le Chat Noir, en el que la protagonista emergerá como una diosa ante los ojos de decenas de parisinos, pues la joven y desconocida Camile Dubois se convertirá en la deseada Bella Donna de París, cuyo nombre da título a la novela.

Minerva Gallofré crea un personaje realmente interesante, pues al mismo tiempo de ser una joven astuta, valiente y luchadora, también se muestra como temerosa, celosa de carácter inestable. Es una chica indómita, incapaz de hacerle caso a cualquiera que no sea su corazón, aún cuando este yerre. Siente que el amor le salvará la vida, y con la intención de colmar la sed que este tiene, se entrega de manera imprudente a saciarle, sin valorar las repercusiones que de sus consecuencias puedan afectarle. Todo ello lo hace la autora con ese estilo tan peculiar, haciendo uso de una pluma aterciopelada que compone una historia larga (son casi setecientas páginas las que dan forma a la novela) sin que resulte pesada ( si bien es cierto que en algunos pasajes se podría haber abreviado quizá algo más, aunque esto es una opinión personal).

El final se ofrece de manera vertiginosa en las últimas páginas, y lo hace atando todos los cabos que la autora había ido dejando durante el transcurso de la novela, otorgándole a ese ambiente mágico que tan bien diseñado la escritora una importancia esencial para comprender (si es que somos capaces del todo de entender aquello que es mágico y que se sale del plano de los sentidos) un final que es definitivo, pero que al mismo tiempo, y de manera elegante y sutil, enlaza con Boreas, Viento del Norte.

Bella Donna de París es una novela destinada a aquellas personas que disfruten leyendo una novela en la que el amor sea capaz de mostrar lo mejor y lo peor de sus protagonistas, y en la que una fina neblina de magia impregne los rincones y el ambiente dándole al conjunto un aspecto onírico, como de ensueño, que pueda incluso convertirse en pesadilla. Con esta novela, Minerva Gallofré sigue mostrándonos un París al que clarísimamente admira, una sociedad de la que conoce bien todos sus secretos y una ambientación tan bien descrita que parece que ella misma, en alguna otra vida, se movió por aquellas calles y cafés como un parisino más, quizá como gata callejera saltando de tejado en tejado, maullándole a la luna o a otros gatos artistas.

 EDITORIAL TRES INVIERNOS

ISBN-13: 978-8494932847

Una Reseña de Santiago Navascués

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