RETRATO DE LUDMILLA EN NINA SIMONE
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Ludmila Dabo, en plena interpretación |
Hay mujeres que tuvieron que luchar infinitamente para reivindicar su condición femenina como igual frente a los hombres. Mujeres que entregaron su esfuerzo a la defensa de unos derechos igualitarios para todos los seres humanos. Todas ellas A lo largo del mundo merecen el requerimiento de todos nosotros, pues aquella lucha es hoy una serie de derechos a queridos reales. Atrás quedaron en forma de ideales y se materializaron para que otras mujeres, hoy, disfruten de ellos plenamente.
Existen además una serie de mujeres que no se conformaron exclusivamente con luchar por sus derechos como mujeres, sino que lo hicieron para lograr sus derechos como mujeres negras, pues el color de su piel, y en esto compartían suerte con los hombres, coartaba sus aspiraciones y limitaba su potencial. Solo por el hecho de ser negras no podían acceder a determinadas esferas sociales, ni tomar alcance de estudios universitarios. Es por ello, que aquellas mujeres que lo hicieron, Tiene un doble reconocimiento: su lucha fue doble mente digna, por lo que pueden estar doblemente satisfechas del esfuerzo titánico que emplearon para vencer en su particular lucha vital.
Para la penúltima noche del festival de teatro clásico de Olite, su director Luis Jiménez volvió a concedernos la posibilidad de tomar contacto con el teatro francés nativo y lo que en su salas se ofrece. Ya el año pasado tuvimos oportunidad de descubrir y alucinar con la obra francesa en versión original subtitulada Arlequín Pulido por Amor, y en esta ocasión pudimos deleitarnos con una noche mágica en la que Luzmilla Dabo y David Lescot ejercieron de maestros de ceremonias de un espectáculo que aunaba la música y la conversación, los recuerdos de unas vidas de lucha con el jazz, el soul y el rhythm and blues, con el alma de la música más racial y reivindicativa de los años 60 y 70. Renació sobre las tablas de la cava, la gran dama luchadora por los derechos civiles afroamericanos, Nina Simone.
El montaje es una suerte de diálogo entre dos mujeres, Nina Simone y Ludmila Dabo, cuyas vidas a pesar de la distancia en el tiempo guardan ciertas relaciones y lo pondrán de manifiesto a medida que avance la obra. Estos recuerdos llegarán de la mano de la propia Luzmila, que se da vida a si misma y se mimetiza en la propia Nina Simone, y contará con la ayuda de David Lescot para ir desentrañando las personalidades de ambas mujeres, sus misterios y las intensidades vitales que fusionan sus caminos.
Así, mediante un diga logo entre los dos actores que llenan el escenario, decorado éste con apenas unos instrumentos musicales, y un maniquí que viste uno de los vestidos singulares de la gran sacerdotisa del Soul, como se le llego a conocer a Nina Simone, el público tuvo oportunidad de conocer que la vida de la gran artista estadounidense estuvo marcada por un gran don que recibió desde bien niña, cuando a los dos años se inició en la aventura de la música, y poco después, con apenas seis, ya era la pianista oficial de la pequeña iglesia a la que acudía con su familia todos los domingos. Su madre, muy religiosa y con un fervor hacia Dios excedido, creía que era un don divino lo que su hija poseía y por lo tanto, quedaba en el deseo del Todopoderoso que el futuro musical de su hija llegase o no a buen puerto. Cuando crece y se hace mayor, también lo hace su pericia y su virtuosismo con el piano, hasta el punto de tener la oportunidad de presentarse a una audiencia con pase a uno de los mejores centros de su país. Sin embargo, y a pesar de llevar a cabo una prueba de selección impecable, el color de su piel le descalificaba de ese acceso sin contar con su valía. Su condición de mujer negra la invalidaba y, por lo tanto, fue rechazada sin ningún pudor. Esta circunstancia marcó a la joven que luego asombraría al mundo, que llenaría todos los conciertos que ofrecía, que deslumbraría con su voz y su capacidad instrumental. Aquella mujer que lo tuvo todo y que lo consiguió todo: reconocimiento, dinero y fama, siempre guardó dentro de ella las múltiples espinas que se clavaron en su corazón por el rechazo que sufrió constantemente por ser negra, de ahí que su música y sus letras fuesen una constante reivindicativa de la lucha por los derechos y la igualdad civil, y protagonizó junto con otros líderes destacados de la sociedad afroamericana de la época una etapa en la que definitivamente, y a pesar de las bajas que sufrieron como asesinato de Martin Luter King, lograron derribar lo más alto del muro que lo separaba de la igualdad y de la dignidad.
Poco a poco, Ludmila desgranará su propia vida y la de Nina, y para hacerlo recurrirá a varios de los grandes éxitos de la cantante norteamericana, interpretándolos con una fuerza, una entrega y una pasión tan grande como el mensaje cristalino que brotaba de las entrañas de unas mujeres que no quisieron permanecer ajenas ni ser condescendientes con su discriminación ni las de sus semejantes, seguramente porque no la deseaban para sus hijos.
Con Retrado de Ludmila en Nina Simone, el director y actor David Lescot ofrece un óleo musical muy rico en matices, con el que poder reflexionar y emocionarse a través de la música gracias a la figura emblemática de una mujer sin igual y de una actriz, Ludmila Dabo, que maravilló a los espectadores que se congregaron en una noche cálida para disfrutar de su voz poderosa y cadenciosa, dulce y brutal, de la música popular estadounidense que iguala a todas las almas sean de donde sean, pues éstas no tienen color ni piel. En Olite fue el estreno en España, pero no nos cabe duda de que no muy tarde volverán a cruzar los Pirineos porque este talento debe ser conocido en todo el país. Debería ser una obligación para todos los que creen en el arte del espectáculo como arma para concienciar conciencias.
EQUIPO ARTÍSTICO
Ludmilla Dabo y David Lescot
Retrato de Ludmilla en Nina Simone es una producción de La Comédie de Caen
Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
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