Cursum Perficio de Irene R. Aseijas

 Cursum Preficio de Irene R. Aseijas.

Nada hay tan maravilloso como el verano de nuestros dieciséis años. Incluso para un adolescente con cierta minusvalía psíquica, incapaz de articular palabra ante la chica más bonita de la urbanización, con la que sabe, en lo más íntimo, que no tiene ninguna posibilidad. Nada hay, ni habrá, tan maravilloso como ese momento en la vida, a pesar de la violencia de un padre maltratador, e incluso de la conmoción de un crimen truculento que se cierne de pronto sobre los días de sol y piscina. Porque es precisamente en esos pequeños tintes sórdidos donde se impregna con más fuerza la huella de las cosas que nunca se olvidan.  

Narrada con una delicadeza única, que consigue abrirse paso entre la miseria, la codicia y otras bajezas, Cursum Perficio no es sino esa gran historia de amor que, una vez tras otra, se ha contado, pero que aun así nos sigue estremeciendo por su sencillez y su verdad. Aunque cambie el entorno, la época, los personajes, y hasta el marco de fondo, se trata de la misma, y mágica, historia de siempre.

   ¿Qué tiene la adolescencia, que intensifica no solo nuestras emociones sino nuestros recuerdos? tiene el poder de magnificarlo todo, de alterar la realidad y crear un vórtice por el cual el tiempo y el espacio se torna diferente al de los adultos, un universo paralelo que para bien o para mal nos señalará con muescas de triunfos, fracasos y algunos sueños que nunca se realizaron y arrastraremos en nuestra vida adulta, bien como una frustración, bien como una anécdota sin más; es lo que tiene la adolescencia, que una vez creces se cura, no sin dejar secuelas de la abstraída  convalecencia que sufrimos durante aquellos años. Algunos la recordarán como el momento más bonito pero difícil de sus vidas, otros, como lo peor que le podría haber pasado, unos cuantos como una etapa más por la que hay que pasar, sin más, y ciertos otros nunca serán capaces de abandonarla del todo, aferrados a un momento de sus vidas en el que se sintieron fuera de convencionalismos.Pero no se puede flotar eternamente, tarde o temprano tendremos que poner los pies en el suelo, aunque echemos la vista atrás de vez en cuando.   Fue precisamente esos ensalzados recuerdos de adolescencia los que me llevaron a fijarme en esta novela, y es que desde el primer momento que la vi no pude apartar mis ojos de ella, y su título; si, fue este el que me abrió de nuevo ese vórtice a un mundo que a veces parece tan lejano como otras podrías tocarlo con la punta de los dedos. Mi profesora de latín despedía el curso con esta frase, un final de trayecto en el que nos instaba a no olvidar lo aprendido y aprender que hasta el olvido nos recuerda lo aprendido, y es que según ella, por muchos años que pasasen, siempre habría una ocasión, un momento fortuito, no buscado, en el que una sola palabra nos subiría de nuevo al tren de los años feroces, un tren de eterno recorrido en nuestra memoria, máxime cuando los años nos fueran pesando y volver la vista atrás fuera un remanso de paz. Lo dicho, todos magnificamos aquellos feroces pero maravillosos años ¿Cómo si no iba a guardar buenos recuerdos de clases de latín?  si los verbos deponentes y semideponentes fueron una tortura...😝 creo que jugó a mi favor que me contaran que esta era la frase que Marilyn Monroe tenía escrita en su jardín, cosa que no solo me atrajo a mí, si no ahora se que también a la autora. Lo de la canción de Enya, he de reconocer que acabo de descubrirla...   Pero cuando la adolescencia se convierte en un callejón sin salida, en una pesadilla que parece no tener fin ¿Cómo sobrevivimos a ella? pues ahí están los hados de la niñez reciente para cubrirnos con el manto de la ilusión, esa capota que nos cubre de la lluvia pero no nos impide oler a tierra húmeda; esto es lo que hace Miguel, un chico descapacitado que sufre las befas y mofas de sus compañeros y las ofensas por parte de algunos de sus vecinos, olvida el chaparrón que se le viene encima día tras día dejándose envolver por el delicado olor a tierra mojada que se personifica en la figura de Lucía,  de la que se enamora perdidamente, un amor como solo la adolescencia hace sentir.No lo tiene fácil per se, pero si le sumamos un padre borracho, vago y maltratador, las papeletas para convertir su vida en un infierno son muchas; su madre tampoco es de gran ayuda, totalmente sometida al padre, sin voluntad ni criterio propio, culpabiliza a Miguel del comportamiento del padre; ante este panorama al joven no el queda más remedio que adquirir el rol de adulto mucho antes de lo que le corresponde, perdiendo parte de esa magia adolescente que todos deberíamos sufrir y disfrutar a partes iguales. Una bici y un amor platónico parecen ser las dos únicas válvulas de escape de una vida de dolor y abandono.   Pero la autora no nos lo pone tan fácil, no se queda en una historia de amor adolescente, en una vida triste, porque estamos hablando de una muy triste  historia, de una dureza y crueldad que te golpean el alma, y es que por si esto no fuera bastante,  un asesinato lo complica todo aún más. Surge aquí un nuevo hilo argumental que junto a la historia principal de Miguel y Lucía, nos mantendrá -aún más- enganchados a la trama, tanto que de que nos demos cuenta habremos devorado el libro, pues llegaremos a la última frase casi sin aliento y con una emoción que si no explotó hace mucho, ya no podrá ser contenida.     Si hay algo que me sedujo por completo en la novela fueron sus personajes, o mejor dicho, como nos los presenta; Irene no ha necesitado una página entera para describirnos al detalle cada uno de ellos, al contrario, nos faltan muchos pequeños detalles y aún así, podemos sentirlos, conocerlos a la perfección, parecen tomar vida y pulular a nuestro alrededor viviendo su historia sin importarles que estemos ahí mirándoles, escudriñándoles, incluso juzgándoles, se nos presentan tal como son y nos hacen partícipes sin esfuerzo alguno. El estilo narrativo es otro fuerte en la novela, cuya lectura resulta ágil, cómoda a pesar de ciertos duros temas y es que el lenguaje no es nada rebuscado ni usa florituras innecesarias, narración ligera y diálogos amenos, cortos, directos y como os decía antes, todo esto nos llevará hasta el final sin apenas darnos cuenta del paso del tiempo, para rematarnos la historia con un emocionante desenlace.

CONCLUSIÓN: Una novela de emociones, recuerdos, ilusiones y añoranzas, una historia de amor y lucha con los tintes justos de suspense y thriller para no convertirla en una novela negra al uso ni en una novela romántica sin más; una historia tan vieja como la humanidad, pero no por harto conocida dejará de sorprendernos y emocionarnos, pues las mejores historias son las que han sabido ser contadas. Con un título tan especial como su protagonista y tan enigmático como Marilyn Monroe.

...Y es que las pelirrojas, somos inolvidables...

  

CURSUM PERFICIO

Irene R. Aseijas

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