Portada del libro
J.R.R. Tolkien imaginó el universo de El señor de los Anillos llevado por la atracción que sentía hacia las grandes composiciones épicas escritas por las más grandes civilizaciones antiguas europeas. Un buen ejemplo podría ser La Odisea griega.
Caballero inglés, oficial de comunicaciones en suelo francés durante la Primera Guerra Mundial, en su mente habitó hasta el fin de sus días la idea de concebir una obra que contase los grandes sucesos de los hombres sajones cuando aún compartían el mundo con los dioses y criaturas mágicas recogidas en la mitología anglosajona. Hasta entonces, y salvando la excepción del poema Beowulf, apenas quedaba testimonio escrito de los primeros habitantes que colonizaron las Islas Británicas. Sus testimonios se transmitían de manera oral, y muchos de ellos, la mayor parte, se perdieron con la expansión del cristianismo, que borró sin miramienos todo signo de cultura y tradición que pudiese hacerle sombra.
Caballero inglés, oficial de comunicaciones en suelo francés durante la Primera Guerra Mundial, en su mente habitó hasta el fin de sus días la idea de concebir una obra que contase los grandes sucesos de los hombres sajones cuando aún compartían el mundo con los dioses y criaturas mágicas recogidas en la mitología anglosajona. Hasta entonces, y salvando la excepción del poema Beowulf, apenas quedaba testimonio escrito de los primeros habitantes que colonizaron las Islas Británicas. Sus testimonios se transmitían de manera oral, y muchos de ellos, la mayor parte, se perdieron con la expansión del cristianismo, que borró sin miramienos todo signo de cultura y tradición que pudiese hacerle sombra.
La obra de Tolkien no representa de manera fiel a los primigenios pueblos britanos; puede que tampoco fuese esa la pretensión del famoso autor, pero sirve como un magnífico modo de mostrarle a un pueblo los beneficios de la unión entre distintos para combatir el mal común e impedir que la oscuridad y el caos se adueñe de las tierras de tus antepasados. Aquí radica el secreto de la universalidad del legado literario de Tolkien: componer un universo tan mágicamente alejado de nosotros como extraordinariamente cercano en los problemas a afrontar. Y si no es tal, sentir admiración y encontrar ejemplo en las acciones de unos pueblos heroicos del que todos, britanos o no, nos gustaría fomar parte de su linaje.
ENDA, en euskera, significa Linaje. Enda es el territorio indeterminado cuyo nombre, la Tierra de Enda, nos lleva a lo más arraigado, al origen, a la raiz de un pueblo. Enda es también el nombre de la nueva novela de Toti Martínez de Lezea, una de las plumas vascas más leídas en la actualidad, que nos ofrece a través de una doble edición muy cuidada (español y euskera), como acustumbra el sello Erein.
Cuando apenas llevaba varios capítulos leídos, me di cuenta de la importancia de la empresa en la que Toti se había adentrado por sí misma con su último trabajo. Quién tenga o haya tenido ocasión de charlar con la escritora vasca (a quien ya reseñamos obras anteriores como Itahisa o Mareas), sabe que es una mujer nada pretenciosa. De sus múltiples entrevistas, se desprenden varias confesiones: que huye del éxito por el éxito; que al éxito se llega trabajando; y que ama la Historia y la Mitología, especialmente la de su tierra. Estas tres cuestiones me llevan a pensar, como decía, que Toti, llevada por ese amor hacia lo mitológico y lo concerniente a la Historia del pueblo vasco, se armó de valor, de tiempo y de ilusión, y se sentó, hace al menos un centenar de semanas (pues este tipo de obras no se escriben en tres meses), a trabajar en una novela que rellenase ese hueco literario y social, esa narración épica de la que estaba huérfana la cultura vasca. Y es que esta cultura, cuyas raices hay que buscarlas en lo más profundo de sus montes, y que es anterior incluso a las invasiones que llegaron del continente europeo, se traspasaba de padres a hijos en forma de cuentos y leyendas narradas al calor de un fuego, sin que apenas quedase rastro escrito para perpetuarla lo más íntegramente posible.
Abrir las páginas de Enda es abrir las puertas a una tierra verde de vida, verde de pastos y verde de bosques, a una tierra en cuyos montes viven los dioses de los antiguos, y en cuyas simas, que se adentran en el interior de la oscuridad, en la ques acechan criaturas malignas, temibles, seres de otro mundo. Es una tierra de hombres laboriosos y trabajadores, dedicados a labrar los campos y a la crianza de los animales para obtener los recursos suficientes para vivir. Son unos hombres de trato duro, de fuertes convicciones, cabezotas pero leales, organizados en varios clanes, unidos por su lengua y sus creencias, y desunidos en lo demás.
Tras muchos inviernos cuya mayor preocupación era el ataque de los lobos que bajan a alimentarse desde las montañas, tantos que algunos ancianos ni lo recuerdan ya, un ejército invasor procedente del norte ataca Tierra de Enda. Los frei, que así se llaman, destruyen los poblados, asesinan a hombres, ancianos, niños, y a sus mujeres después de violarlas... Roban las cosechas, se adueñan de sus posesiones y ponen rumbo a la siguiente aldea. Si nadie pone freno a su violencia, nada quedará en pie que recuerde a los hombres que moraron en Enda.
Con este inicio, Toti nos conduce, de la mano de distintos personajes (la joven Enda, que emprenderá un viaje para encontrarse a sí misma; el sombrío Baladaste, lanzado a la conquista de la Tierra de Enda;el valiente Ihabar, determinado a hacerle frente al invasor hasta el final; el Dragón Bermejo, la gran bestia alada que aguarda en la oscuridad; el gran Ozen, deseoso de hacerle frente a su destino, que baila con la muerte...) y en diferentes tramas, a través de una turbulenta narración que muestra la debilidad de los hombres, su atracción fatal hacia el poder, pero también los valores de la amistad, de la lealtad, el amor... Y todo ello bajo la supervisión de Amari, la gran diosa de la luz, y de Inguma el Tenebroso, señor de la oscuridad, que se servirán de los mortales para establecer una nueva batalla que dirima cual de los dos es más poderoso. Y entre ellos, como un vínculo silencioso entre lo divino y lo humano, aparecerán seres mágicos como los gentiles, las lamias, el guardián del bosque, el dragón bermejo... Seres en los que ya nadie creía.
Quizá, tratando una historia tan compleja repleta de diferentes tramas, se podría haber ahondado con más detenimiento en contar el pasado de los protagonistas, pues hay capítulos en cargados de mucha información condensados en pocas páginas. Esto, a buen seguro, hubiese provocado una novela que seguramente hubiese duplicado su volumen, pero teniendo en cuenta que ronda las quinientas... ¡A Toti no le hubiese quedado otra que apuntarse a la moda de las trilogías!
Sea como fuere, Enda es una novela que gustará a jóvenes y adultos porque agrupa varios elementos esenciales: encierra en sus páginas el clamor por la libertad y destaca con ahínco la importancia de la unión como método para superar cualquier obstáculo; contiene una equilibrada dosis de acción, drama, aventuras y humor; y se desarrolla en una tierra con una personalidad y una cultura tan potente y singular que atrapa desde la primera página.
A mí, personalmente, después de su lectura, sólo me queda devanarme los sesos buscando los enclaves reales en los que se ambienta la novela para visitarlos. ¿Que por qué? Porque seguro que Toti les ha cambiado el nombre, pero existen realmente. Ya lo dice un antiguo proverbio vasco: "Todo lo que tiene nombre, es".
Sea como fuere, Enda es una novela que gustará a jóvenes y adultos porque agrupa varios elementos esenciales: encierra en sus páginas el clamor por la libertad y destaca con ahínco la importancia de la unión como método para superar cualquier obstáculo; contiene una equilibrada dosis de acción, drama, aventuras y humor; y se desarrolla en una tierra con una personalidad y una cultura tan potente y singular que atrapa desde la primera página.
A mí, personalmente, después de su lectura, sólo me queda devanarme los sesos buscando los enclaves reales en los que se ambienta la novela para visitarlos. ¿Que por qué? Porque seguro que Toti les ha cambiado el nombre, pero existen realmente. Ya lo dice un antiguo proverbio vasco: "Todo lo que tiene nombre, es".
ENDA
de Toti Martínez de Lezea
de Toti Martínez de Lezea
ISBN 9788497469388
Una reseña de Santiago Navascués
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
Que grande siempre Toti, cada LIBRO es una perla. Admirada y admirable.
ResponderEliminarSaludos
Cierto! no hay obra suya que pase inadvertida!
Eliminarsaludos!
Algunos sitios los he podido descubrir. Lescar está a 5 km de Pau, en el Bearn ( Biarnos). Iluro es Olorón, también en el Bearn y Torba es Tarbes.
ResponderEliminarIturo creo que es Ituren, en el Baztan (Nafarroa) e Ilun podría ser Iruña o Pamplona.
La zona del Desfiladero podría ser el paso de Ronvesvalles.
Si, posiblemente así sea. Toti no puede nunca alejarse de su tierra, ni en los libros, así que hemos de pensar que todos los emplazamientos están cerca de ella.
EliminarSaludos!