Esta mañana me he levantado con
un terrible dolor de cabeza. Me siento como si me hubieran dado una paliza
tremenda, es más, tengo la sensación de que me he pasado la noche corriendo de
un lugar para otro, siendo perseguido ora, siendo perseguidor otrora…una
nochecita toledana. O Nibelunga. Les explico.
He soñado –o eso creo, que ha
sido un sueño−que yo era un aguerrido y apuesto guerrero germánico,
hijo de reyes, nada más y nada menos; el caso es que a pesar de tener un gran
castillo y ser un guapo heredero, vamos, no es porque lo diga yo, pero era todo un soltero de oro, pero la cuestión
es que dejo mi castillo y mi familia atrás y me voy a vivir con un enano a su
fragua, y no es que fuéramos pareja ni nada de eso, por si alguien ya está con
la risita suelta, no. Éramos una de esas extrañas parejas de amigos que se dan
alguna vez en la vida y duran para toda la eternidad. Bueno, no sé si tanto, pues
como si tuviera azogue, cojo y dejo a mi amigo Mimir –que así se llamaba mi pareja de techo, que no de hecho− y me voy a
enzarzarme en una pelea de muy señor mío con nada más y nada menos un enorme
dragón llamado Fafnir, que curraba
de segurata para los Nibelungos, unos
enanos muy ricos y muy tacaños. Yo que me sentía el Curro Jiménez teutón, me
lío a mamporros con el dragón en cuestión ¡Y menos mal que contaba con mi
espada Balmung, regalo de mi
amiguete Mimir, si no el bicho aquel
me da una paliza que me deja con las patas vueltas! pero nada, al final le
clavo la espada en el corazón y Fafnir
se queda más tieso que la mojama. A mí no hay quien me tosa, bueno a Sigfrido, que es como me llamo en el
sueño. Lo tengo todo, soy guapo, valiente y más listo que los ratones coloraos.
Además, me dio tiempo a ligarme
a una valquiria rubia que estaba de toma pan y moja, Brunilda, pero la cosa no cuajó, era demasiado posesiva y yo soy un
alma libre…así que me enamorisqué de
Crimilda, una princesa de las que quitan el sentido. Y hasta aquí puedo contar
¡Ay estas chicas celosas y vengativas!
Y de ahí viene hoy mi cansancio
y mi malestar. Que nochecita he pasado, menos mal que al fin y al cabo era solo
un sueño. Lo que no me explico es que hacía esta mañana una pequeña hoja de
tilo pegada a mi lomo, se que tiene algún significado, pero no lo recuerdo…seguro
que no es importante, además ¡Si solo era un sueño! ¿No?...
(Versión resumida y Trotera del Anillo de los Nibelungos, de Wargner)
Soy muy intensa, lo soy. Lo he
sido siempre. Cuando algo me apasiona lo doy todo, desde mi tiempo a mi
euforia; incluso mi penar, que se
intensifica cuando ese objeto de deseo ha dejado de cumplir su cometido, e
intento alargar al máximo la sensación que me invadía cuando le tenía a mi
plena disposición, dando por satisfechos cada uno de mis objetivos para con él.
Y me ha pasado de nuevo, por
segunda vez en muy poco tiempo. Creo que esta intensidad con la que vivo la
relación con un nuevo amante, exprime al máximo no solo a mi codiciada
posesión, si no a mí misma, dejándome agotada y exhausta.
¡Y que me quiten lo bailao!.
Tengo que reconocer que la
fidelidad, cuanto estoy ante un prometedor y excitante viaje junto a un nuevo
amante, no es mi fuerte ¿De verdad tengo que elegir, no puedo quedarme con lo
mejor de cada uno, o incluso con ambos a la vez? ¿No puede una chica que arde
en pasión, recibirla de dos amantes que a su vez tiene tanta que entregar? Pues
claro que puede, y para muestra, dos botones.
Si mi anterior amante, el que
llevaba una goleta tatuada en su piel lapislázuli, me hizo tan feliz que
durante varias noches fue mi compañero y guardián de mis sueños y delirios,
satisfizo muchos más deseos de los que le pedí en un principio –generoso que era el
muy truhán− este nuevo enamorado que
viste uniforme y luce una esvástica en su pecho, ha logrado rendirme a sus pies
¿Cómo puede una mujer enamorarse de semejante tipo, si se presenta de semejante
guisa y altanería, sin esconder su ideología? Pues porque como en un juego de
estrategia, nada es lo que parece y cada cual ha de saber mover sus fichas sin
levantar sospechas en el contrario…
El código secreto de Dios de Gonzalo Peña Castellot , consigue todas esas sensaciones y mucho más, es
sumergirse en una historia compuesta de distintas historias y sin embargo se
complementan, se apoyan, crecen y se desarrollan gracias las unas a las otras: aventuras, secretos, códigos, misterios,
asesinatos, traiciones, espionaje, desconfianza, temor, dolor y amor. Y todo
con un trasfondo tan bien perfilado y
estudiado, que nada pasa al azar y sobre todo, sin notas discordantes que
pongan en peligro la propia historia y la credibilidad de la misma. Hay que
haber trabajado muy duro y haber recopilado mucha información para obtener un
resultado como este, una novela que no deja cabos sueltos ni escalones mal
equilibrados entre su principio, su trama y su final. Eres bueno Gonzalo, muy bueno. La novela, cual
hilo de Ariadna, va llevándonos sin temor a perdernos por cada fase de la
misma, a pesar de hacernos dar pasos hacia adelante y atrás en el tiempo, como
un buen profesor que guía a sus alumnos por las etapas de la Historia de tal manera, que los
involucra en ella para mantenerlos alejarlos del tedio que supone no entender
lo que te están contando y peor aún, no entender que ningún suceso histórico
está aislado del resto de la Historia de la humanidad. Gonzalo con su novela logra esto mismo, que el lector no solo se
involucre en la trama, sino que además, disfrute con los aspectos técnicos y en
apariencia menos divertidos de esta sucesión de hechos que no es más que la
Historia del propio Hombre. Trabajo duro y talento lo del autor, vaya que no.
Si la Historia nos la
contaran novelada, años después de abandonar el colegio aún recordaríamos algo
de lo que se nos contó entonces. Bueno, si nos la novelaran tal y como aparece
en El código secreto de Dios, claro,
pues a pesar de haber estudiado Historia y haber sido buena estudiante,
desconocía hechos y datos que aquí se nos cuentan de manera tan brillante y
atrayente. Puede que si me los contaran, pero para entonces ya me había
dormido.
Al igual que en la novela
anterior del autor, aquí nos volvemos a encontrar con Patricia Calpe, la arqueóloga madrileña que una vez más vuelve a
vivir una apasionante aventura llena de peligros, mentiras, espías, secretos,
códigos, viejas heridas, antiguos rencores, ancianos que no son lo que parecen
y jóvenes que no son quienes dicen ser, misiones encubiertas y tapaderas de
algo realmente terrible. Un quien es quien complejo y sorprendente…muy muy
sorprendente. El lector no podrá ni querrá dejar de leer sin sentir el corazón
en un puño y miles de mariposas en su estómago, es lo que tienen las buenas
historias, que generan reacciones físicas. Me encanta. Desde el Jerusalén del
año 70 d.c, pasando por la Segunda Guerra Mundial hasta llegar a la más rabiosa actualidad, Patricia y compañía viajarán desde
Madrid a Hervás (Cáceres), Bruselas, Colonia y Jerusalén, haciéndonos vivir
junto a ellos la más trepidante de las historias. Tanto, que al acabar la
novela, el lector solo podrá decir ¿Y para cuando una tercera novela? Y eso le
pregunto al autor ¿Para cuándo? lo siento, pero además de acostumbrarme a tan
maravillosos amantes, me reconozco fan de Patricia Calpe.
Así somos los lectores
intensos y amantes de las buenas historias.
Por muy buena que sea una novela, siempre queremos más. Y más. Gonzalo, danos más.
EL CÓDIGO SECRETO DE DIOS
Gonzalo Peña Castellot
GoodBooks Editores S.L
ISBN: 978-84-940534-2-9
Una reseña de Yolanda T. Villar
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
Gracias Yolanda, no tengo palabras
ResponderEliminarYo si tengo una al menos para ti: Gracias!!!!
EliminarMil besos
Con una reseña semejante es imposible no leer el libro. Ya estoy dentro de Amazón.
ResponderEliminarUn abrazo a ambos.
Pau B.
Te encantará la novela desde el primer renglón. Es fabulosa.
EliminarGracias a ti, y un abrazo.
Igualmente. Espero que disfrutes leyendo la novela
Eliminar