"Hay
una gran guerra en mi boca
para no endurecerse y en mi mandíbula
para no ser como las puertas de una caja fuerte vacía
y para que no se llame a mi vida, pre-muerte.
Como
un periódico pegado a una valla por el viento
está pegada a mí mi alma.
Si el viento se calma
mi alma se caerá de mí….
…No
tengo nada que decir sobre la guerra
no tengo nada que añadir, me da vergüenza.
A los
conocimientos que asimilé en mi vida
renuncio ahora, como un desierto que renunció al agua.
Olvido nombres que nunca creí
que olvidaría.
Y a
causa de la guerra vuelvo a decir
en nombre de la simple y última dulzura:
el sol gira alrededor de la tierra, sí,
la tierra es plana como una tabla perdida y flotante, sí,
¿hay Dios en el cielo?...
… Ahora estoy en el paisaje
… Ahora estoy en el paisaje
que vimos juntos desde la colina:
los árboles se movían con el viento,
como gente moviéndose al final de los tiempos,
y la felicidad por estar cerca de ellos
se hizo insoportable, y dijimos, qué pena
que no tengamos tiempo. «Cuando estemos
la próxima vez, iremos allí.»
Estoy
allí.
Y tengo tiempo,
yo soy la próxima vez.
(Fragmentos
Sobre la Guerra y Jerusalén, poesías de Yehuda Amijaí)
Gato Trotero: Es inevitable que le haga esta pregunta, Gonzalo,
aunque no sé si será la más apropiada para comenzar nuestra charla, pero tengo
que hacérsela, aunque no sea la primera
y seguramente no sea la última vez que se la hagan ¿Cómo llega un
informático a novelista? para muchos esto representa mayor misterio que el que
copa sus novelas. No me negará que la idea que se tiene de un informático dista
bastante de la de un hombre de letras.
GONZALO PEÑA CASTELLOT: Buff,
empezamos fuerte… (risas). Veamos, la pregunta es interesante y lógica, pero ya
no estoy tan convencido de la idoneidad de la respuesta que le voy a dar. Pero
bueno, ahora que no nos oye nadie se lo voy a intentar explicar. Antes déjeme
que me haga de rogar y empiece por el final y rompa una lanza a favor de los
informáticos, aunque yo ya no sea uno de ellos desde hace más de siete años. Es
cierto que la imagen del informático es algo excéntrica; una especie de bicho
raro formado por una mezcla de friki y de un ser obsesionado por los
ordenadores y los unos y los ceros. Afortunadamente no todos son así, también
los hay que son (somos) personas normales y… (pausa). Caramba, ahora que lo
pienso me gustan las películas de Star Wars y Star Treck, y me siguen
apasionando los números y los acertijos… ¡Oh, no, sigo siendo un informático!...
No, ahora ya en serio. Verá, yo siempre tuve en mente escribir desde el
colegio, y aunque no es menos cierto que nunca jamás pensé que algún día iba a
publicar dos novelas, en los últimos tiempos la idea ya me rondaba en mi
cabeza. Pero, y ya me centro en su pregunta, ¿cómo es que un día saqué las
fuerzas necesarias o la determinación para vencer todos los reparos y ponerme a
escribir? La respuesta es sencilla: la necesidad. No me refiero a una necesidad
económica, ni mucho menos, ni por supuesto por afán de protagonismo, ya que
nunca me imaginaba llegar adonde he llegado. Ni por una necesidad intelectual
apremiante. Lo hice por… mis vecinos de abajo. Me estaba volviendo loco por
tantos golpes y tanto ruido que
producían, que necesitaba dedicar mi mente en exclusiva a algo que exigiera de
toda su atención. Y así un día empecé escribir unas primeras líneas con unas
primeras ideas básicas. Y al día siguiente otras más, y así sucesivamente, de
modo que en pocos días escribir se convirtió en una especie de droga (logrando
el objetivo que me propuse en gran medida); no podía estar un solo día sin
hacerlo, aunque fueran unas pocas líneas. Finalmente esas pocas líneas se
convirtieron en capítulos, y me pasaba el día dándole vueltas a todas las ideas
que me inundaban la cabeza.
Yo siempre he
dicho que considero que para escribir una novela de acción, aventuras e
intriga, no así un tratado de física nuclear,
lo básico, lo fundamental e imprescindible es tener imaginación. A
partir de ahí y con un mínimo de cultura y un máximo de trabajo y dedicación
todo es posible.
Y ahora sí, déjeme darle
la enhorabuena por sus dos novelas, y metiéndome un poco en el terreno
de los números y datos, el orden de los factores no altera el producto, así que
hagamos como que esta es mi primera pregunta (risas). No se puede negar que aparte
de la informática, es usted un amante de la Historia ¿O tal vez debería decir,
de las historias secretas detrás de la Historia? ¿Era usted uno de esos alumnos
que se aprendían al dedillo los datos, fechas y hechos de la Historia, o tal
vez era de los que se imaginaban historias paralelas a lo que había en los
libros? le confieso que yo era de estas últimas y me trajo algún que otro
suspenso el tomarme las cosas tan “a mi manera”.
La historia
siempre me ha apasionado, y la historia militar y bélica en particular. Mis
lecturas habituales son novelas de acción e intriga y libros de historia. No
novelas históricas, sino libros de historia pura y dura. Me encantan incluso
los libros que narran batallas con todo lujo de detalles. Por eso mis dos
novelas están tan relacionadas con la historia.
Catalogar novelas
en un género literario es inevitable, ya sea por comodidad de libreros,
críticos, público, lectores, incluso del propio autor − aunque no a todos
les gusta que sus libros formen parte de un género exclusivo− una autora me dijo
hace poco que tenía la necesidad de tenerlo todo tan bajo control que hasta el
catalogar sus novelas en un género bien definido le daba seguridad. No sé si
usted se considera escritor de un cierto género, o tal vez pretenda abrir más su
abanico de posibilidades literarias, pero ante sus dos novelas, a mí me cuesta
un poco definirlas en una palabra, me quedo corta e imprecisa. Pongamos al
menos cuatro acepciones, menos no puedo: Novela de intriga y misterio, con un
fondo histórico y una base de novela negra. Ya le he dicho que me resultaba
dificilísimo ¿Qué opina usted al
respecto, cómo definiría su obra Gonzalo?
Pues creo que
ha dado en el blanco. No puedo expresarlo mejor que usted. Como le decía en mi
respuesta a su anterior pregunta, la historia y la acción e intriga son los
géneros literarios que prefiero y suelo leer, de ahí que mis novelas se encuadren
en esos géneros. Mis novelas van dirigidas a todos aquellos lectores a los que
les apasionen la acción, la intriga y por supuesto la historia. No pretenden
ser aleccionadoras ni demostrar ningún tipo de supuesta erudición (algo que
detesto de ciertos autores), sino simplemente entretener. Déjeme que le cuente
una cosa. Una de las primeras críticas “negativas”, que leí de mi primera novela
decía algo así como que era una novela de verano sin mayor pretensión que la de
hacerte pasar un buen rato y nada más. ¿Y nada más, yo me pregunto? ¿Acaso una
novela de acción, aventuras e intriga no está precisamente para eso, para
entretenerte y hacer que uno se olvide por unos minutos de sus problemas
cotidianos? Ojalá todas las críticas negativas fueran como ésta.
No hace mucho leí en un diario de tirada nacional, una
entrevista que varios escritores españoles se hacían unos a otros, digamos que
estaban más bien de charla entre amigos que de entrevista en sí; se dijeron
cosas muy interesantes pero una de las que más me llamó la atención fue la
cuestión de escribir o no escribir a la carta, pensando en lo que quiere la
mayoría del público, lo que vende en el mercado y lo que da más fama ¿Qué
piensa de esto Gonzalo? ¿Un autor debe ser fiel a sí mismo, o la fidelidad se
arrima al sol que más calienta? ¿Escribiría cualquier cosa que el público
reclamara o tendría sus límites? yo siempre pienso en el caso de Shakespeare, y sus obras de encargo,
aunque no sé si es un ejemplo adecuado hoy en día.
A mi juicio,
dependerá de si el escritor vive de lo que escribe. En mi caso, como no es así,
me puedo permitir el lujo de escribir lo que quiero. Para mí la escritura es un
hobby. Es cierto que el que le lean a uno te da una satisfacción difícil de
explicar y que, por tanto, cuantas más personas te lean mejor. Lo más bonito
para mí de todo esta empresa ha sido y será leer las opiniones positivas de los
lectores. El que una persona te diga que lo que has escrito le ha gustado y le
ha servido para entretenerse y evadirse por unos días de los problemas
cotidianos es lo más bonito que hay. También hay críticas
negativas, y duelen, pero es algo con lo que hay que convivir. Afortunadamente
en mi caso las críticas positivas son muy superiores a las negativas, y eso es
bonito y motivador. Me encantaría (y a mi editor) vender millones de ejemplares
de mis novelas. Supongo que me retiraría y me dedicaría únicamente a escribir,
pero hay que tener los pies en la tierra. Yo escribo porque disfruto haciéndolo
y haciendo disfrutar a otros.
No es fácil para un escritor que empieza ver sus obras
publicadas, es un duro camino, complicado, lleno de baches, rechazos,
decepciones, pero ante todo de mucha tenacidad, sin ella un escritor sería
devorado por las circunstancias adversas ¿Cómo lo ha vivido usted? ¿Hubo
momentos realmente amargos o los hados fueron favorables con su obra? Lo dicen
de los toreros, de los deportistas, pero yo creo que quien de verdad está hecho
de otra pasta, es el escritor ¿Hay que hacer oídos sordos muchas veces Gonzalo,
armarse de valor e ir a por su objetivo aunque caigan chuzos de punta?
Mi caso ha sido
supongo que como el de la gran mayoría, duro y amargo, pero afortunadamente con
final feliz. Conseguir que te publiquen un libro es una carrera de fondo
plagada de obstáculos. Y reconozco que estuve a punto de tirar la toalla. Por
dos motivos. En primer lugar por lo frustrante que supone tomarte el esfuerzo
de imprimir, encanutillar (no si existe esta palabra) y mandar a las editoriales
tu ejemplar para que luego ni te contesten. He leído alguna vez que algunas
editoriales se escudan en los cientos de manuscritos que reciben al día. Pero,
¿acaso está reñida la profesionalidad con la educación? ¿Tanto cuesta mandar un
correo electrónico o una simple carta tipo (como sí que hacen algunas pocas
editoriales) informando de la no idoneidad de tu manuscrito por la razón que
sea, aunque simplemente sea por falta de recursos o de tiempo para leerla? Y
por otro lado están todas aquellas editoriales o pseudo editoriales que juegan
con la ilusión de la gente y ensalzan tu novela justo antes de decirte que
tienes que correr tú con gran parte de los gastos de la edición. La gente que,
ilusionada, toma ese camino acaba frustrada normalmente.
Pero aguanté e
insistí, y finalmente di con una persona valiente que apuesta por los
escritores noveles y las novelas de calidad (modestia aparte), y aquí estoy.
Seguramente tuve suerte, pero no es menos cierto que luché, y mucho, por
conseguirlo.
¿Cómo ve el panorama literario actual, Gonzalo? ¿Hay
sangre nueva dispuesta a fluir por este difícil pero apasionante mundo? A veces
parece que la oferta sea mucho mayor que la demanda ¿Hay público suficiente
para tantos escritores? ¿Y editores, hay bastantes editores dispuestos a
jugársela por los escritores?
Creo que sí que
hay lectores suficientes para tanto escritor (aunque sólo sea porque los
escritores también leemos), pero no es menos cierto que sí que hay muy pocos
editores dispuestos a jugársela. Por eso cada vez más la gente se auto edita
(en Amazon, por ejemplo). Esto tiene el riesgo de que se puede publicar, y por
tanto llegar a las manos de cualquier lector, escritos o novelas de todo tipo
de calidad, pero por supuesto yo no soy quien para juzgar nada ni a nadie. Anda
que no me he comprado discos de mis grupos preferidos (¡viva el heavy!) que han
resultado ser una castaña. Ahí entramos en algo de lo que hablamos antes. Seguramente
hay escritores consagrados que se han visto obligados por sus editores a
escribir verdaderos bodrios (y podría, aunque no lo haré, darte algunos
ejemplos). Así que, en resumen, yo apuesto por la autoedición y por las
editoriales, en especial las pequeñas e independientes que apuestan más por la
calidad que por los números.
No vamos a desmerecer ningún medio de publicación, ni se
lo merecen ni somos jueces para ello, pero ¿Es cierto que todo autor necesita
al menos ver una vez en su vida su obra publicada en papel? es una experiencia
metafísica, que diría Cary Grant en
uno de sus personajes de novelista ¿Es por el tacto, el olor, el ver sus
palabras escritas sobre papel? ¿Es tal vez que así parece más real, más cierto,
más eterno?
Pues en mi caso
sí. Un libro en papel es distinto. Mi mujer lo primero que hace cuando se
compra un libro es olerlo (y me lo ha pegado). Yo tengo mis dos novelas en una
estantería en el salón de mi casa, y de vez en cuando las cojo, las toco y las
ojeo. Además, así recuerdo lo que he conseguido, que es muy fácil olvidar los
logros de uno (no así los fracasos). Pero reconozco que también miro a diario
Amazon para ver si he vendido algún ejemplar, no por el dinero (escaso) que me proporciona
dicha venta, sino porque eso supone que una persona más se ha molestado en
gastar su dinero para leerme, y eso es un honor para mí.
Por tanto, a mi
juicio sí que es una experiencia metafísica ver tu obra impresa en papel, pero
no es menos cierto que la potencia que da el formato electrónico (ebook), el
hecho de que puedan comprar tus libros en cualquier parte del mundo y al
instante, es, si me lo permites, la hostia.
¿Cuál es la batalla más cruenta en la que todo autor debe
pelear? ¿La publicación, la falta de ideas, la piratería, un lector poco
agradecido?
Siempre
hablamos, y yo lo acabo de hacer, de lo duro que es conseguir que publiquen tu
libro, pero no hay que olvidar lo duro que es escribirlo. Lo que pasa es que en
este caso, para gente como yo que lo hacemos por diversión, es además muy
reconfortante. Yo disfruto mucho cuando escribo. La gran diferencia es que
cuando por la razón que sea no estás inspirado o te faltan ideas, el problema y
la solución son tuyos. Sin embargo contra los problemas de la publicación y
demás, dependes de otras personas.
Tener lectores
poco agradecidos o descontentos con lo
que has escrito es inevitable. Y como le decía antes es doloroso. La primera
crítica que leí de mi primera novela me costó asimilarla, y fue ahí cuando me
di cuenta que no queda otra, que hay que aguantar e intentar mejorar con esas
críticas. Hay también críticas destructivas (anecdóticas afortunadamente), y de
esas hay que aprender a pasar.
Y en cuanto a
la piratería, esa es otra historia. Es cierto que es algo frustrante, pero creo
que también es inevitable. Las editoriales cuentan con ella, aunque intentan
luchar para erradicarla. Es como los grandes almacenes, que ya dan por
descontado que van a tener robos y así lo contemplan en sus cuentas. Lo único
que se puede hacer es minimizar esas pérdidas. ¿Cómo? Pues poniendo precios
bajos. Piratear un libro de 10€ o un disco de 18€ hasta se puede llegar a
entender en base a una economía maltrecha, pero piratear un libro electrónico
de 0,89€ ya, a mi juicio, carece de justificación. Por eso luché para que mi
segunda novela, El código secreto de Dios, tuviera desde el primer día un
precio bajo, 0,89€. Y aprovecho para decirte que, no sé si gracias a eso, las
ventas están siendo muy buenas, aunque desconozco si ha habido muchas descargas
ilegales.
¿Y la mejor de las recompensas? Musas y familia ¿Van de
la mano, o la segunda es la que más aprecia cuando aparecen las primeras? ¿Qué
sería de un autor, de usted como autor, sin su familia Gonzalo?
Déjeme que
aproveche esta pregunta para centrarme en alguien de mi familia para
responderte: mi mujer. Ella no ha sido sólo mi correctora particular, tanto
ortográfica como de estilo, sino que ha sido un apoyo constante. Cuando las
fuerzas flaqueaban ella estaba allí para animarme. Si necesitaba documentación
nunca me fallaba. Sin ella no habría podido escribir El sarcófago de Menkaura.
Con mi segunda novela ocurrió lo mismo, y aunque ella no participara casi en la
labor de documentación, sí que lo hizo en la de corrección y apoyo constante.
Siempre digo que si algún lector encuentra algún tipo de error la
responsabilidad es suya por no haberlo detectado antes…
Una mención
especial merecen también mis padres. Mi madre porque fue la primera persona que
leyó la novela terminada (el manuscrito) sin saber que la había escrito yo.
Cuando me dijo que le había gustado bastante no encuentro palabras para
expresar lo que sentí, al igual que ella no encontró palabras cuando se enteró
que la había escrito yo. Y no quiero olvidarme de mi padre, que desde que leyó
mi primera novela no ha dejado de leer (¡y no sólo las mías!). Me siento muy
orgulloso por la parte que me toca.
Por último,
espero que mi hijo algún día esté orgulloso de su padre, porque la mayor
lección que puede darle el hecho de que yo haya publicado mis novelas es que
con tesón, determinación, constancia y apoyo de tus seres queridos todo o casi
todo puede conseguirse.
Con el Sarcófago
de Menkaura, nos presentó a una protagonista tan atractiva como inteligente
y valiente, una mujer que no teme a nada, ni a la dureza de su profesión ni a
la incertidumbre de su vida privada; Patricia
Calpe, es una mujer de hoy en día,
profesional, amante, amiga, una Indiana Jones ibérica y de apariencia delicada
¿Porqué una mujer como heroína de sus novelas, Gonzalo, que tiene una mujer de
especial para convertirla en protagonista de una historia de intriga, aventuras y mucho riesgo?
Déjeme que le
responda con otra pregunta. ¿Qué otra manera mejor tengo para ponerme en el
pellejo de una mujer, y encima guapa e inteligente? Ahora en serio, para mí ha
sido divertido intentar interpretar como piensa una mujer. Hay muchas bromas
acerca de los estereotipos de una mujer (y un hombre, claro), y he intentado
plasmar de alguna manera cómo yo creo que pensáis las mujeres en algunos aspectos. No sé si habré acertado,
pero me ha resultado muy gratificante. Mucha gente cree que Patricia Calpe es
la reencarnación en papel de mi mujer, Paloma (y además ven reflejado en mí a
Gustavo). No es así, pero es divertido. Lo que sí que es cierto es que uno
refleja en sus personajes ciertas cosas de sí mismo o de sus seres queridos o
más cercanos.
La novela es impecable, de principio a fin. Su comienzo
es así, de entrada, como una palmada que atrae la atención del lector desde la
primera línea − permítame que como valenciana que soy la iguale a ese
primer masclét que anuncia el
comienzo de una explosión fabulosa y atronadora que es la mascletá, ese aviso
de que lo mejor está por venir y desde esa primera llamada de atención, ya no
puedes dejar de mirar al cielo expectante, o en este caso, al libro− y que capítulo a
capítulo va in crescendo, tanto en la
trama actual como en esos descubrimientos que poco a poco el lector va haciendo
sobre el pasado y que son claves para entender el presente. Historia pura y dura, el presente no es más
que la impregnación de todo lo pasado.
Aquí no hay solo documentación, largas horas buscando y consultando,
acumular datos, hechos, cribar entre todos ellos, aquí hay pasión, mucha pasión
por lo que se está contando y como se quiere contar ¿Me equivoco? ¿Cómo fue su
trabajo en esta novela? ¿Llegó a quitarle el sueño?
Una vez más da usted
en el clavo y es poco lo que puedo añadir. Para mí escribir esta novela (y la
siguiente) ha sido un ejercicio de elección de escenas y situaciones de entre
una gran cantidad y variedad de ellas que llenaban mi cabeza. Como ya dije en
una ocasión durante una presentación que hice en Logroño, para mí escribir es
algo parecido a lo que decía Miguel Ángel a propósito de la escultura, es
decir, la figura ya está dentro del bloque de piedra o madera, y solo hay que quitar
el material sobrante. Y le digo más, es como si los principales protagonistas
me indicasen ellos mismos lo que tenía que escribir. Simplemente tenía que
plasmar por escrito las historias que ellos mismos me contaban. Suena a estar
un poco perturbado, pero es así…
Pero si hay
algo que caracteriza a mis dos novelas es su nivel de detalle, lo amenas y
entretenidas que son. Novelas verídicas y con todos sus detalles pensados y
cuidados al máximo. Historias trepidantes, llenas de pistas y enigmas, con
continuos saltos en el tiempo y el espacio, en las que la acción e intriga
están garantizadas gracias a la pericia y la perspicacia de sus protagonistas
principales. Todo ello requiere de un arduo trabajo, que sin pasión no sería
posible conseguir.
Como he dicho antes, impecable de principio a fin. Y es
que una de las cosas que más me atraen de una novela, es su final, mejor dicho,
el saber darle un final adecuado, coherente, en su justa medida de intensidad,
extensión y emoción. Y el final −¿o no? –del Sarcófago de Menkaura está a la altura
del resto de la novela. Ahí terminó usted de conquistarme Gonzalo. Pero si el
principio es de palmada, el final es de aplauso, no me cuesta reconocerlo, y es
que no solo soy una apasionada de la novela de intriga y misterio, si no de la
Historia, y una de mis épocas favoritas es el Antiguo Egipto. Imagínese, conquistada y fiel, casi nada. Pero lo
mejor de todo es ese trabajo duro e impoluto sobre Egipto, tanto, que incluso
avisándonos de que no todos los datos son verídicos, yo, discutiría con
cualquier egiptólogo que me dijera que lo que usted nos cuenta en su novela no
es 100% exacto ¿Cuánto trabajo le costó hacer que lo incierto, acabara
pareciendo lo contrario? ¿De nuevo un trabajo de campo o una pasión auténtica?
¿Qué costó más, arrancar la novela o darle ese fin pulcro y elegante?
Me encanta esta
pregunta, tanto que ni sé por dónde empezar. A ver, en primer lugar debo
reconocer que tuve (y tengo) la suerte de contar con una auténtica experta en
la cultura Egipcia; mi mujer. No solo por los conocimientos que tiene
(incluidos tres años de curso de jeroglíficos), sino por la pasión que
transmite, y contagia, al hablar de Egipto. Eso, unido al viaje que hicimos
años atrás a Egipto, facilita la tarea. Todos los detalles de la novela, y por
tanto todo lo relacionado con Egipto también, están cuidados al máximo. Los
trayectos en coche, sólo por ponerle un ejemplo, están verificados por google
maps. Las localizaciones son exactas y verídicas, etc. Pero lo realmente
difícil es hacer encajar tu historia en la historia real, y no al revés, porque
eso es a mi juicio lo fundamental a la hora de escribir una novela histórica o
con ciertas dosis de historia. Confieso que yo mismo me sorprendí mucho cuando
realmente descubría un hecho verídico, o un objeto real, o un lugar existente
que se adaptaba a mi historia sin necesidad de inventármelo. Tengo que morderme
la lengua para no ponerle un par de ejemplos y desvelar con ello algún dato
relevante a algún futuro lector que esté leyendo (y espero que disfrutando con)
estas líneas. Como anécdota le diré que mi propia mujer a menudo me preguntaba
si lo que iba leyendo era verídico o era una invención mía. Por eso puse las
notas históricas al final de ambas novelas.
No obstante sí
que hubo momentos en los que me encontré en un callejón sin salida. En ese
punto te planteas si tirar por la calle de en medio y salir del atolladero a
cualquier precio, pero al final, y para pura satisfacción mía y espero que de
los lectores, la cosa salió bien. Ahí es cuando toma especial importancia la
documentación y el trabajo de campo.
También
aprovecho esta pregunta para explicar un poco mi método de trabajo. Y lo hago
porque así retomo con la primera pregunta, en relación con la informática.
Desconozco cómo lo hacen los demás escritores, pero en mi caso la forma de
escribir mis dos novelas ha sido la misma. Quizás por deformación profesional,
a los pocos días de ponerme a escribir no sólo tenía ya en la cabeza (y por
escrito) el esqueleto de la novela, sino también más o menos el contenido de la
misma. Hasta el punto que tenía claro, aunque eso sí, de manera aproximada, el
número y la naturaleza de cada capítulo. A partir de ahí escribir la novela
consistía en ir dando contenido a cada capítulo, no necesariamente de forma
ordenada, pero poniendo mucho cuidado en que todo estuviera perfectamente
conectado y cohesionado. Esto se asemeja mucho a la programación, donde se
utiliza (o yo al menos utilizaba) el método denominado Top/Down, que consiste
en dividir un problema o tarea compleja en tareas más pequeñas y sencillas. No
sé si es ortodoxo o no, desconozco lo que hacen los demás escritores, pero
tiene una ventaja fundamental, y es que antes de empezar a escribir de verdad
la novela ya tienes la certeza de que todo tiene sentido de principio a fin.
Podrás atascarte en un capítulo, podrán faltarte argumentos, pero la trama
general está clara y sabes que es cuestión de tiempo el dar con lo mejor que
cada situación requiere. Luego hay cosas que cambias y hasta puedas dar un
vuelco a ciertas tramas, pero la base fundamental la tienes. No sé si me
explico.
Bueno, como ya me había conquistado, puse a prueba mi
fidelidad con su segunda novela. Que me gusta a mí andar por terreno peligroso
de vez en cuando. Y de nuevo me encuentro con una novela rotunda, intachable
literariamente hablando, y otra vez la palabra impecable inundándolo todo. Con El
Código secreto de Dios, vuelve a presentarnos una novela tan magistral como
la primera pero aun rizando más el rizo; nueva trama, nuevas intrigas, más
peligro y una hecatombe histórico-literaria de nuevo entre páginas. Ahora Patricia Calpe se mueve entre códigos
secretos, el Templo de Salomón, nazis, Jerusalén ¿Qué más se puede pedir para
una segunda novela, es más, para cualquier novela? ¿De nuevo recopilación y
pasión? Cuéntenos Gonzalo ¿Qué pasa por esa cabecita suya para acabar creando
una novela de este calibre?
Si bien en la
primera novela la trama relacionada con el Antiguo Egipto es la que tiene mayor
peso, en el caso de mi segunda novela confieso que me dejé llevar por mi gusto
por la Segunda Guerra Mundial, de la que además he leído bastante y conozco en
profundidad. Como le decía al principio de la entrevista los temas bélicos me
apasionan, y sobre todo (aunque no de manera única) los relacionados con esa
terrible guerra. Todo lo relacionado con los nazis, al margen de la barbarie
que supusieron, es un tema muy interesante que da mucho juego dada la gran
cantidad de secretos que alberga. Antes de continuar le cuento una pequeña
anécdota. Cuando salió esta novela a la venta puse un pequeño cartel en el
tablón de anuncios de mi comunidad de vecinos, que es muy grande. A los pocos
días me llamó el portero para decirme que tenía que quitarlo porque en la
portada de la novela sale una esvástica nazi y había algún vecino al que le
resultaba ofensivo (no sé si a él o por temor a sus hijos). Igual estoy
equivocado, pero la gente confunde la apología del nazismo con la memoria
histórica. A mí no me alarma ver un símbolo nazi en una novela, o en una
película, me preocupa mucho verla pintada en una pared, quizás por ignorancia
del que la pintó. Creo que son dos cosas totalmente distintas. No hay que
olvidar que existieron los nazis (que no hay que confundir con todos los
alemanes que participaron en la Segundo Guerra Mundial ni mucho menos con el
pueblo alemán en su conjunto), y hay que saber lo que hicieron y todas las
atrocidades que cometieron (también en el bando contrario), para no olvidarlo y
que no se vuelva a repetir nunca. Dicho esto, está claro que todo lo
relacionado con los nazis da pie a infinidad de enigmas susceptibles de ser
utilizados en una novela de intriga. Si a esto le sumas los templarios y otras
cosas más que salen en esta novela pues la diversión está garantizada. Así
pues, en este caso también cabe hablar de pasión, además de una buena dosis de
plácida documentación.
Algo que tienen en común sus dos novelas es que tras todo
hecho histórico, se esconde un secreto numérico ¿Toda palabra tiene su
correspondiente numérico, nada pasa al azar, es cierto que el Universo es pura
matemática? no puedo evitar pensar en ello desde que leí sus dos novelas ¿Somos
los de letras en el fondo, un compendio de números de los que ni siquiera somos
conscientes? (risas)
Como buen
informático que fui… los números y los códigos me gustan, eso está claro. Para
que se haga una idea y a nivel anecdótico hace unos cuantos años ya cree un
pequeño programa informático para servir de base del famoso juego del amigo
invisible, que se encargaba de agrupar por parejas a los distintos
participantes y codificar sus nombres de modo que el que usara el programa no
pudiera ver esos nombres. Dichos emparejamientos se enviaban a los distintos
participantes junto con las instrucciones para decodificar el nombre de su
amigo invisible (para los más lanzados) o la herramienta que lo hiciera por él.
Con esto le quiero decir que mi pasión por los códigos y los acertijos viene ya
de hace tiempo. Y respondiendo más concretamente a su pregunta, sí, los números
nos rodean y están en la naturaleza. ¿Se ha preguntado alguna vez por qué los
panales de las abejas tienen forma hexagonal y no, por ejemplo son
cuadrados? Ahí lo dejo…
Otro punto en común entre ambas son las localizaciones,
si bien distintas entre una novela y otra, si es cierto que en ambas los
protagonistas viajan de punta a punta por lugares tan distantes como dispares
entre sí ¿Qué representan para usted los viajes, a nivel tanto personal como
literario?
En la primera
novela, tan íntimamente relacionada con Egipto, está claro.; el viaje que mi
mujer y yo hicimos a ese país nos marcó para siempre. Un país precioso, de
contrastes, con una cultura milenaria inigualable. Por eso sufro tanto de ver
cómo está ahora ese país.
Eso no quiere
decir que haya estado en todos y cada uno de los lugares que aparecen en mis
dos novelas, pero sí que lo he hecho en la gran mayoría de ellos. Por ejemplo,
en El código secreto de Dios una de las principales localizaciones es Hervás,
el pueblo de mi padre. Un pueblo encantador que animo a todo el mundo a que lo
visite. He recorrido todos los rincones que salen en la novela, los he tocado,
he respirado su aire, olido sus olores. En definitiva, me he impregnado de ese
maravilloso lugar. Incluso a veces denomino la novela como una pequeña guía de
viajes de Hervás. Es cierto que ahora internet y las aplicaciones de
cartografía te permiten ver un lugar con un grado de precisión increíble, y
muchas veces no te queda otra, pero no hay nada como estar en los lugares en
los que se centra tu novela.
Y no puedo despedirme sin preguntarle, deseando que la
respuesta sea positiva ¿Tendremos una nueva entrega con Patricia Calpe al frente? ¿Qué nuevos misterios históricos están
revoloteando ya por su mente? Le confieso
que no soy partidaria de trilogías según que historias se cuenten, pero en su
caso, me encantaría que nos obsequiase con una enciclopedia entera sobre el
tema, volumen a volumen. Ansiosa e intensa que es una. ¿Con que nos sorprenderá
próximamente Gonzalo? sin desvelar ni gafar nada, por supuesto.
Me temo que mi
respuesta no es tan positiva como desearía. Mi segunda novela, El código
secreto de Dios, terminé de escribirla un par de meses antes de que naciera mi
hijo Iván. Ahora, con algo más de dos añitos, disfruta aporreando las teclas
del ordenador en cuanto lo saco. Si a eso le añadimos el escaso, escasísimo
tiempo que me queda libre al día, hace imposible actualmente que pueda ponerme
a escribir. Pero sí que le digo que alguna idea tengo para una tercera novela;
Patricia Calpe seguirá dando guerra. Cuándo me podré poner con ella es algo que
ahora mismo desconozco.
Gracias por esta charla y enhorabuena mil veces. Hasta
pronto y espero que sea una breve espera.
Una entrevista de Yolanda T. Villar
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
No conocía al autor Gonzalo Pena Castellot, pero la entrevista es fabulosa sin duda demuestra una gran profesionalidad por ambas partes y desde luego, es inevitable no leer ahora sus novelas.
ResponderEliminarEnhorabuena a los dos, y Gato, tus entrevistas son geniales, disfrutamos enormemente leyéndolas.
Un cordial saludo de Pau Baldoví
Pues ahora no hay excusa para conocer también su obra, dos fantásticas novelas que te encantarán de principio a fin.
EliminarUn abrazo!
Gracias por la parte que me toca :-)
EliminarFantástica, muchas gracias Yolanda
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