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lunes, 11 de febrero de 2019

Llanto en la Tierra Baldía, de Toti Martínez de Lezea


Llanto en la Tierra Baldía, de Toti Martínez de Lezea


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Portada del libro Llanto en la Tierra Baldía

Si por algo me ha llamado siempre la atención la literatura de Toti Martínez de Lezea, es por el apego que le tiene a los desconocidos, a las personas de a pie de sus novelas. Es una autora que, pudiendo tomar la vida de grandes hombres importantes para ensalzar sus figuras (o también desnudarlas), tiende a poner su atención en aquellos a los que nadie conoce, ni reclama, ni serán sus nombres recordados (salvo por sus propias familias). Y quizá por eso, sus novelas me atraen tanto.

En el año 2015, la escritora vitoriana decidió dar voz a las gentes que padecieron las consecuencias de la Guerra Civil en España, e inició su andadura en ese camino publicando una fabulosa novela titulada Y todos callaron, en la que se buscaba a un hijo desconocido de una mujer fallecida y con una herencia pendiente de repartir.

Para su nueva novela, Toti nos conduce hasta hasta un pueblo de Extremadura a principios de los años 30. Son años llenos de agitación social en una tierra, un país, en el que la mayor parte de la población es iletrada y entrega su vida y su destino al trabajo de sol a sol en los campos de los amos. No hay lugar a escapar, a obtener un porvenir diferente que el que te reserva la cuna en la que naciste. La tierra, el principal soporte vital de las gentes, es propiedad de unos pocos terratenientes, latifundistas que poseen por lo tanto el control de su riqueza y la capacidad de dosificar la pobreza y el sobrevivir de sus sirvientes. Ante esta situación, y alentados por los vientos de cambio llegados desde la lejana Europa, algunos hombres, en reuniones clandestinas y hartos de no tener con qué alimentar decentemente a sus familias, se plantean tomar posesión de las tierras que los amos deciden no trabajar porque no les interesa hacerlo. Son tierras baldías obligadas a no alimentar a sus hijos. Ayer fueron unas, hoy son otras. Demasiados años pasaron demasiadas generaciones callando su hambre, llorando el lamento de sus estómagos contraídos en la soledad del páramo...

En este ambiente descubriremos a joven yuntero, de nombre Dámaso, que trabaja la tierra que trabajó su padre antes que él, llamada La Morena, un pedregal en el que emplea más tiempo retirando cantos que hoyando la tierra. Hacen uso de ella desde que el Menguao, padre del protagonista, salvó la vida del dueño de la inmensa mayoría de las tierras que rodean el pueblo: el Conde de Abejarones. La vida de Dámaso, como la del resto de personas del pueblo, dependen de las oportunidades que les ofrezca el Conde de trabajar sus tierras durante todo el año. Para ello, el amo encomienda la gestión diaria a alguien de su confianza en el pueblo, un cacique al que dicho poder transferido le confiere la potestad de decidir quién trabaja y quién no, y esto, en una época de carestía abrupta y familias amplias, significa quedar revestido de un poder singular, muy por encima del de los alcaldes incluso.

Cuando Dámaso se enamora de la hija del que poco después se convertirá en el cacique del pueblo (El Gallo), sin pretenderlo hará que su amor sea la mayor de sus desgracias, pues éstas no dejarán de abandonarlo mientras no persista en pretender algo con Lucía, una joven cuatro años menor que él y para cuyo porvenir su familia le tiene reservado una aspiración mayor: ser la próxima madre del futuro Conde de Abejarones. Sin embargo, Lucía corresponde a Dámaso el amor que éste siente por ella, y cuando su familia se entera, rompen su unión de una manera trágica: al joven yuntero le darán una paliza que casi acaba con su vida y a ella... la desposan con el Conde, un hombre mucho mayor que él y que se la llevará a la capital, alejándoles para que no puedan volver a verse.

A partir de entonces, la familia de los Gallos no perderá cualquier oportunidad que se les presente para seguir minando la vida de Dámaso. Cuando un día le despojan de La Morena alegando que no tienen documentos que acrediten ser los propietarios de la pequeña finca, el yuntero, ya casado y con algunos hijos que mantener, se verá obligado a buscarse la vida fuera mientras rumia su venganza lejos de su familia. Obtendrá dinero de donde pueda, trabajando el campo con grupos de hombres en su misma situación (con los que descubrirá que la esperanza llena de valentía sus corazones, pues ellos piensan que la tierra debe ser para quien la trabaja, y que las que no se trabajan, debería servir para el bien común y que nadie padeciese penalidades), o haciendo trabajos y encargos para otros, a menudo haciendo de porteador de mercancías a la capital (en donde se encontrará con alguien muy especial) o en el vecino Portugal, hasta una hacienda de un ricohombre a quien conoce desde muy niño.

El día en el que los militares se alzan en armas contra el Gobierno, Dámaso se encuentra realizando uno de esos encargos, y poco después se verá envuelto en mitad de la contienda que se produce en la ciudad de Badajoz, donde se produjo una de las mayores matanzas más trágicas y dolorosas (¿alguna no lo es?) de todo el período de la Guerra Civil. El olor de la sangre y de la muerte, de los cuerpos hacinados unos sobre otros; el sonido del crepitar de los músculos quemados al distendirse; la nube metálica de humo que se levanta por encima de los cadáveres por encima de las cabezas, no mucho más, como si las almas de los inocentes se negasen a ascender al cielo que les corresponde... Como lectores no nos veremos envueltos en mitad de ninguna batalla, pero no será necesaria ver la guerra para sentir su peso desproporcionado sobre nuestros hombros...

Una vez más, al igual que con su anterior novela que mencionábamos al principio de esta entrada, nos encontramos con una novela dura de leer en algunos de sus fragmentos, pues durísimas fueron las vivencias de aquellas gentes que, sin saber por qué ocurría eso, lo padecieron en sus carnes o lo pagaron con sus vidas. Y es que la gente de a pie, los que aglutinan el mayor número de las listas de muertos de la guerra, como de costumbre en cualquier guerra sucedida hasta entonces, nada apenas conocían de los entresijos que la habían provocado: no conocían las ideologías pues eran incapaces de leer un libro (ya se habían preocupado de manera conveniente sus amos de que no lo consiguiesen). A partir de entonces, se inicia un relato por la supervivencia, la de Dámaso y la de tantos y tantos Dámasos que tuvieron que dejarlo todo para seguir con vida. De su suerte nos dará buena cuenta Toti, que nos trasladará con el corazón en un puño en cada página.

Pero la novela no termina ahí. Tres décadas más tarde, conoceremos a Manuel, un joven de origen extremeño que trabaja en la minería cerca de Bilbao, que verá peligrar su trabajo cuando éstas comienzan a dejar de ser rentables. Cuando se une a un grupo de trabajadores que pretenden organizarse para no perder su pan, sufrirá en sus carnes la fuerza de un gobierno acostumbrado al uso de la fuerza para resolver los problemas, pues vino al mundo del mismo modo. Al igual que hace treinta años, unos pocos controlan la riqueza de todos, y éstos, que están arriba, deciden el futuro de los de abajo sin importarles poco más que los balances de resultados. No había cambiado tanto la vida después de todo...

Esta es una novela que habla en su mayor parte de los inocentes que pagan las consecuencias de una guerra; de aquellos que se ven envueltos en una vorágine de locura y destrucción sin venirles a cuento y son obligados a combatir; de aquellos hijos que quedaron huérfanos a la fuerza, de aquellos hermanos que ejercieron de padres o madres de familia cuando debieron haberse dedicado a gastarles bromas a los más pequeños o a enseñarles lo poco que sabían. Es también una novela que habla de la las mujeres y de las distintas condiciones que manifiestan como ser humanos. Ahí está Jacinta la Sorda, casada con Dámaso porque era viuda pero aún tenía edad para retornar al rol preestablecido, que aguarda en silencio las ausencias de un marido que no la ama porque ama a otra, y que trabaja como un animal de tiro para sacar a sus hijos adelante; es quizá el personaje más potente de la novela sin pretenderlo, y lo es por su absoluta abnegación, por una entrega hacia los suyos tal que jamás hará levantar su voz aún teniendo innumerables ocasiones de justicia para hacerlo. Además, destacan otros personajes que, si bien en la novela son secundarios, tienen una importancia crucial en el desarrollo de los acontecimientos: Atilano, un hombre que controla la actividad del pueblo desde la sombra, y que mueve los hilos antes, durante y después de la Guerra para que las cosas sucediesen como sucedieron y no de otra manera; y el cura del pueblo, un hombre sin demasiada seso como para enardecer a las gentes antes de la contienda, pero que después, a medida que se van produciendo los acontecimientos, se mimetiza con el nuevo ambiente al calor de los vencedores que gritan un seductor ¡Viva Cristo Rey!

Una vez más, Toti Martínez de Lezea lo vuelve a conseguir: de nuevo nos brinda la oportunidad de conocer la trastienda de la Historia que todos conocemos, que es la vida del que pudo ser tu abuelo, tu tío, tu tatarabuelo. No ha pasado tanto tiempo y muchos quizá no conozcan que lo que sucede en la novela, sucedió realmente. Y es por ello que novelas como Llanto en la tierra baldía, narrada con la naturalidad y la cercanía con la que siempre escribe la escritora vitoriana, sirve para no dejar que el recuerdo de todo ello y de todos ellos, caiga en el olvido. Como herederos suyos que somos, estamos obligados mantener viva nuestra historia, por lo que sólo nos resta agradecerle a Toti aportaciones como la suya, y le animamos a que continúe el camino y lo ensanche con cuantas nuevas novelas considere oportuno que contribuye a ello, si lo hace mirándonos a los ojos, desde la claridad y la sinceridad con la que ha andado esta.



LLANTO EN LA TIERRA BALDÍA

Toti Martínez de Lezea





ISBN: 978-84-9109-340-4


Blog de la autora
 http://martinezdelezea.com
 

Para adquirir el libro, pinchad para comprar Llanto en la Tierra Baldía
Puede leer el primer capítulo, de Llanto en la Tierra Baldía



 Una Reseña de Santiago Navascués


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