LA PASION YERMA
Volvía la influencia de Federico García Lorca a la trasera del Castillo Palacio de Olite. Y lo hizo en una versión libérrima de la tragedia Yerma, esa obra teatral que, junto a Bodas de Sangre y La casa de Bernarda Alba, retratan dramas familiares en entornos rurales para visibilizar las tradiciones sociales y las leyes morales ancladas en un pasado del que la España de la época no había conseguido desprenderse. En esta ocasión, aún manteniendo la esencia del texto imaginado por Federico, Lola Blasco imagina a una Yerma mucho más actual, y amplía las posibilidades de un texto adherido a la necesidad vital de la mujer por ser madre, por encajar en el rol que la sociedad le tiene comprometido.
En el texto de Lorca, Yerma es una joven que lleva casada varios años con Juan, un hombre de campo más preocupado por sus labores cotidianas con las yuntas y los animales que en sus obligaciones maritales. Yerma es una mujer joven y vital agobiada por continuar sin hijos desde su boda por la presión de su entorno y por sentir que ella misma no cumple con su obligación como madre (no tiene hijos) como amante (no percibe que su marido la desee) y como mujer (no se siente dueña de su propio destino). Por ello decide acudir a una anciana con ciertas dotes adivinatorias que pueda ayudarle para resolver los problemas que atenazan su alma.
En este texto, que busca un lenguaje más cercano, alejándose del original, e introduciendo anécdotas que introduzcan la ambientación de la historia en plena actualidad (un tren AVE ha arrollado a un rebaño de ovejas), nos muestra a esa misma Yerma, con esos mismos problemas para ser madre, por no sentirse deseada ni ser una mujer como las demás. Y también a Juan, su marido, que se muestra frío, distante con su mujer, violento en ocasiones, súmamente arrogante cuando bombardea una y otra vez a Yerma con el qué dirán los vecinos y los cuentos que va escuchando a sus espaldas sobre ella y que le dejan a él en mal lugar.
Sin embargo, y aquí amplía la historia Lola Blasco bajo la aceptable dirección de Pepa Gamboa, nada cuenta de sí mismo, ni siquiera una posible relación homosexual que puede tener al vérsele, en la oscuridad de la noche, besándose con un apuesto joven. Quizá por aquí se podría haber explorado la profundidad del personaje del marido desde un punto de vista más actual, justificar al menos su falta de deseo y su obcecación, para tapar bocas y alejar las sospechas de su hombría, porque su mujer se quede siempre en casa y no se junte con nadie ni se relacione con ningún hombre.
A nivel técnico, todo cumple escrupulosamente con lo exigido: buena iluminación, buena escenografía, una música perfectamente encajada (fruto de la colaboración con Rosario La Tremendita) y un vestuario acorde a lo esperado.
El trabajo actoral es probablemente lo más destacado de esta propuesta. María León interpreta a una Yerma actual de una manera soberbia, recorriendo las etapas del personaje de forma creíble, desde la inocencia inicial, al deseo, el pesar, la tristeza, la impotencia, la rabia, el desgarro... múltiples aristas de las que sale victoriosa dándole a cada Yerma su espacio, su tiempo, su timbre, su energía... Lucía Espín, como amiga fiel de Yerma, consigue un personaje creíble, ejerciendo de contrapeso de la protagonista, animándola y apoyándola y tratando siempre de otogarle una visión optimista. Mari Paz Sayago, como adivina, realiza esa doble aportación entre lo cómico y lo trágico, y se mueve por el escenario con una suficiencia, acentuando la expresividad corporal de su personaje tullido. Suyos son los momentos más hilarantes de la obra. Jorge Monge interpreta con crudeza a Juan, marido de Yerma, y lo hace dotándole de todos los matices necesarios para que el público lo sienta como lo siente Yerma. Diego Garrido cumple con su pequeño papel, y debido a esta particularidad tampoco puede brillar.
El público que llenó el aforo de La Cava, despidió al elenco puesto en pie, agradecido por el espectáculo, y se encontró con un avance de la celebración de cumpleaños de María León, pues casualmente cumplía años esa día. Tanto los miembros de su compañía como el director del Festival de Teatro de Olite le obsequiaron con unos bonitos ramos de flores, y ella se despidió del respetable plena de dicha por sorprenderle por su cumpleaños, y por saber que su interpretación de Yerma había arañado las entrañas del público ¿qué más puede pedir una actriz?.
REPARTO
EQUIPO ARTÍSTICO
Dramaturgia: Lola Blasco a partir de “Yerma”, de Federico G. Lorca
Dirección: Pepa Gamboa
Ayudante de dirección: Paco Pena
Asistente de dirección: Julen Guerrero
Diseño de escenografía: Antonio Marín
Diseño de vestuario: Lupe Valero
Dirección musical: Rosario La Tremendita
Producción musical: Rosario La Tremendita y Pablo Martín Jone
Movimiento escénico: María Cabeza de Vaca
Diseño de iluminación: Joaquín Navamuel
Diseño de imagen: Aida Argüelles
Regidor: Carlos Dorrego
Producción ejecutiva: Triana Lorite y Lope García
Dirección de producción: Carmen Almirante
Jefe de producción: Hugo López
Ayudante de producción: Nuria Hernando.
La pasión de Yerma es una producción de SEDA en colaboración con el Centro Federico García Lorca, la Fundación Federico García Lorca y CaixaBank.
Más información: www.comolaseda.com
¡Hola!
ResponderEliminarno me importaría disfrutar de esta obra de teatro si la trajeran, me parece una vuelte de tuerca muy interesante al clásico.
Besos :)