NISE, LA TRAGEDIA DE INES DE CASTRO
¡Qué alegría que existan compañías como Nao d´amores para seguir investigando y redescubriéndonos ese teatro renacentista que tan olvidado tenemos! Es increíble el trabajo tan exhaustivo que llevan realizando desde hace años en esta compañía para llevar a cabo montajes basados en textos antiguos y olvidados pero que hoy en día adquieren una actualidad y una potencia argumental que para sí los quisiesen muchos de hoy en día. No es de extrañar, por lo tanto, que en un Festival de Teatro como es el de Olite, en el que se cuidan mucho las obras seleccionadas y nunca se olvidan de ese teatro clásico que fue su génesis, esta compañía adquiera un barniz que podríamos tildar de fetiche y nos siga trayendo sus propuestas cada vez que tienen algo nuevo que ofrecer.
En esta ocasión, nos presentan la historia de Inés de Castro a los ojos del fraile Jerónimo de Bermúdez, un hombre que quiso dejar constancia de la injusticia que padeció esta mujer que vivió realmente y a la que le dedicó dos obras: Nise lastimosa y Nise Laureada. Y es que la historia de esta mujer ya de por sí fue una tragedia en sí misma, y a decir verdad no fueron necesarios muchos elementos literarios para adornar el texto.
Inés era una dama de compañía que llegó a la corte de Alfonso IV de Portugal para acompañar a la prometida del hijo de éste, el infante Don Pedro. Sin embargo, el destino quiso que Pedro e Inés quedasen prendados y viviesen una relación oculta y apasionada que desembocó en varios hijos y un matrimonio en secreto. A consecuencia del escándalo que supuso en la época una relación extramatrimonial con alguien ajeno a la realeza, el rey Alfonso sucumbió a las presiones llegadas desde la corte y mandó ejecutar a Inés. Pedro, al enterarse de ello, se sublevará contra su padre, y cuando éste fallece, recuperará el cadáver de su amada y la coronará reina.
¿Qué hubiese sido del teatro español si hubiese triunfado este tipo de textos, reflexivos y críticos con el poder, demostrando las intrigas palaciegas y la podredumbre moral de quienes rodeaban al rey (cuando no del mismísimo rey) en lugar del teatro que vino poco después con Lope de Vega, mucho más sencillo y aséptico, sin intención de cuestionar casi nada, con el ánimo de divertir y agradar sin molestar? Probablemente hubiese sido un teatro más próximo al inglés, al practicado por Shakespeare como gran pope representativo de unos textos que alejan a los reyes y príncipes de las virtudes de la santidad y los muestran humanos, con sus desaciertos, con sus pesares, sus conciencias zaheridas y castigadas por sus propios actos.
A nivel interpretativo, los actores realizan un trabajo fabuloso, destacando por su carga dramática Alba Fresno como una dulce Inés que, inocente, muere por la codicia palaciega; o de José Luis Alcobendas como Rey Alfonso, que cuestiona constantemente el asesinato que le incitan a cometer pues lo considera injusto al matar a alguien que no lo merece, y aún así lo ordena porque no consigue domeñar las presiones que le llegan. También destaca José Hernández Pastor, como corifeo muy lírico en contratenor, protagonizando varios pasajes del montaje para acentuarlos y cargarlos de dramatismo. Con su sola voz, si cerraban los ojos, los espectadores podían viajar en el tiempo siete siglos atrás. Sencillamente mágica.
El trabajo de dirección de Ana Zamora se percibe desde el primer instante de la obra, ofreciendo un plano clásico y principal en el que se suceden las escenas, y otro secundario en el que se colocan los actores y los músicos que interpretan obras creadas para la ocasión pero con un sabor renacentista que se mimetiza perfectamente con el verso en el que se mueven los actores (introducir el verso original de un modo respetuoso pero sin someterse por completo a él es una condición indispensable en los trabajos de la directora) o con el fantástico vestuario que muestran los actores. En este último aspecto, el uso de los colores no es casualidad, utilizando el marrón sucio para los cortesanos, soldados, Rey y príncipe, y destinando exclusivamente el blanco puro para Inés y las músicos. El corifeo, que se mueve entrambos, tiene partida en dos su túnica con ambos colores, dotándolo así de un simbolismo especial.
No queda otra que recomendar encarecidamente a quienes tengan la oportunidad de verla, que acudan a presenciar una de las propuestas más atractivas del teatro producido en España en este año de pandemia, pues es tan diferente a lo habitual y tan extremadamente actual al mismo tiempo, que es de ese tipo de obras de las que hacen afición y crean nuevos espectadores asiduos. Buena falta hace.
REPARTO
José Luis Alcobendas, Javier Carramiñana, Alba Fresno, José Hernández Pastor, Natalia Huarte, Eduardo Mayo, Alejandro Saá y Isabel Zamora.
EQUIPO ARTÍSTICO
Dirección: Ana Zamora
Autoría: Jerónimo de Bermúdez
Dirección musical: Alicia Lázaro
Asesor de Verso: Vicente Fuentes y Fuentes de la Voz
Vestuario: Deborah Macías (AAPEE)
Escenografía: Ricardo Vergne
Iluminación: Miguel Ángel Camacho
Coreografía: Javier García Ávila / Asesor de máscaras: Fabio Mangolini
Ayudante de dirección: Verónica Morejón
Ayudante de escenografía y vestuario: Irma Martínez
Realización de vestuario: Ángeles Marín y Maribel Rodríguez
Realización tejidos artesanales: La Real Lana
Realización de escenografía: Purple Servicios Creativos
Realización de utilería: Ricardo Vergne / Miguel Ángel Infante
Dirección técnica: Fernando Herranz
Prensa: Josi Cortés
Producción ejecutiva: Germán H. Solís
Distribución: Nao d´amores
Nise, la tragedia de Inés de Castro es una producción de Nao d'amores y Comunidad de Madrid en colaboración con Teatro de La Abadía.
Más información: www.naodamores.com
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