LA BATALLA DE LOS AUSENTES
En una guerra, como en la vida actual, rara vez se recuerdan las derrotas. Parece sólo importar las victorias, solo ellas concitan la espectación de las gentes y el interés por conocer sus detalles y a sus protagonistas. Todo lo demás queda relegado a un segundo, o tercero, incluso un cuarto plano, allí donde no mira nadie. Es precisamente en ese cuarto plano donde pone el foco la compañía La Zaranda en esta producción propia en colaboración con el Teatre Romea.
Cuando las luces de La Cava se apagan y los focos enfocan un cajón que se encuentra en el centro del escenario y la corona funeraria que se encuentra encima de este, aparecen en escena tres soldados como salidos de otra época, ancianos, alicaídos, con aspecto desdichado. Caminan con pasos cortos, arrastrando sus pies, como si estuviesen agotados de combatir y ya casi no les quedasen fuerzas. Uno de ellos arrastra una silla de ruedas en la que descansa un pelele que simula a un compañero herido que ya no puede servirse de sus propias piernas para acompañarles en tan deslucido desfile. Llegan para recordar una batalla, una que perdieron, que era la decisiva de una guerra que perderían por su derrota. Su intención es recuperar la memoria de los allí caídos, darles el homenaje que su patria les niega porque no ganaron, olvidando que su sacrificio, aunque fue en vano, fue un sacrificio al fin y al cabo. Las naciones pagan así a sus hombres, sobre todo a los que no se alzan victoriosos. Los ningunean y, si bien no muestran vergüenza, si que la indiferencia que manifiestan puede llegar a doler tanto como o más. Llega un momento en el que los soldados deciden pasar a la acción y toman la determinación de pasar de resistir a atarcar. Así, consiguen hacerse con el poder y crean un consejo de gobierno para dirigir el país con la firmeza que debieran.
Hasta aquí lo que se puede ver a simple vista. No obstante, La Zaranda es una compañía que destaca por crear metáforas con sus textos, por mostrar una cosa que simbolice otra... Así pues, ¿quién nos dice que esa batalla de la que hablan los protagonistas no es si no la propia vida? Buscan un enemigo constantemente, alguien al que enfrentarse para tener otra oportunidad de victoria, pero nunca aparece porque no está ahí afuera, si no dentro de sí mismos... Probablemente aquí cada uno deba hacer su propio análisis, una interpretación particular de lo que se ve para que cada espectador rellene los huecos vacíos que dejan los actores para completar la obra... Sea como fuere, de lo que no tenemos duda es de la capacidad escénica de los actores, del dominio de los espacios, de lo insuperable de sus gestos. Francisco Sánchez, Gaspar Campuzano y Enrique Bustos rellenan ellos sólos un espacio vacío casi en su totalidad, apenas acompañados de una horca que, en lugar de pender de ella una soga, sustenta una bombilla encendida de luz brillante, incombustible.
Toda la obra es un conjunto interesantísimo de dobles lecturas, lo que supone un reto para el espectador del que saldrá jubiloso tiempo después de haberla visto y de haber reflexionado sobre ella. No obstante, hay un pasaje formidable en el que, cuando se disponen a tratar lo asuntos de Cultura con el ministro de dicha cartera, el susodicho no se presenta por más que lo llaman. Desaparecido se encuentra, como perdida se haya la Cultura también aquí, en este país en el que sólo parecen importar los números, las ingenierías, los goles y los fueras de juego...
La batalla de los ausentes es uno de esos montajes necesarios cargados de crítica frente al sistema, frente a la sociedad y frente a nosotros mismos, que obliga a mirarnos al espejo y a hacernos preguntas incómodas, a buscar la luz entre tanta sombra, y a tener esperanza, a pesar de todo, por tener la oportunidad que nos brinden para cambiar nuestro destino. Tan sólo hay que estar espectantes y preparados para salir de nuestro refugio y pasar a la acción.
REPARTO
Francisco Sánchez, Gaspar Campuzano y Enrique Bustos.
EQUIPO ARTÍSTICO
Dirección: Paco de la Zaranda / Autoría: Eusebio Calonge / Ayudante de dirección: Andrea Delicado / Iluminación: Eusebio Calonge / Espacio escénico: Paco de la Zaranda / Vestuario: Encarnación Sancho / Técnica en gira: Peggy Bruzual / Sonido: Torsten Weber / Fotografía y cartel: Víctor Iglesias / Producción artística: Eduardo Martínez / Producción ejecutiva: Sergi Calleja-Focus.
La batalla de los ausentes es una coproducción de Teatre Romea y La Zaranda, Teatro inestable de ninguna parte.
Más información: www.focusdistribucion.es/es/ex/la-batalla-de-los-ausentes
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