CUARENTA AÑOS DE FLAMENCO DE CARMEN LINARES
El pasado viernes se vestía de teatro Olite, y como cada año lo hacía apostando fuerte con una gran figura que atraviese a gran público. Para este año el director del festival, Luis Jiménez, pensó en una gran cantaora flamenca, coetánea de una irrepetible generación que revolucionó el flamenco (Camarón, Morente, Mercé) y que se codeó con todos ellos recorriendo los escenarios de medio mundo y desplegando su arte con una gallardía y un timbre de voz únicos: Carmen Linares.
La figura de Carmen, y su mirada clara y serena, apareció sobre el escenario de La Cava en la trasera del castillo-palacio de Olite cuatro minutos por encima de las diez de la noche. A partir de ese momento, como si de una magnética fuerza se tratase, sus intervenciones atraían las miradas cautivas de un público que llenó el aforo limitado por las circunstancias del COVID.
Para este espectáculo, que recoge lo más granado de su dilatada carrera (cuarenta años sobre los escenarios, ahí es ná, la contemplan) toca todos los palos, y lo convierte en una clase magistral de flamenco que permite conocer, al que lo desconozca, las distintas vertientes de un cante telúrico que desembocan en la conmoción, en ese vibrar de entrañas y en esos vellos erizados cuando es el alma el objetivo alcanzado.
La voz de Carmen Linares suena dulce y poderosa, queda y reivindicativa, y con ella elevó al cielo estrellado de Olite los versos de nuestros poetas: Juan Ramón Jimenez, Miguel Hernández, Lorca, Alberti… Dió un repaso por Pero no contenta con ello, regresó a su gran obra como artista, a su cumbre, a aquella antología que firmó a mediados de los noventa para recordar la indispensable participación de la mujer en el flamenco y la importancia capital que tuvieron a pesar del machismo imperante desde hace ya demasiados años.
A Carmen Linares se la siente dulce porque el dominio de la técnica que posee es tal, que le permite recrearse en su propia sensibilidad para regalarle al público una porción de si misma. Su buen hacer sobre el escenario contagió a Ana María Gonzalez y a Rosario Amador, que hicieron de coro y palmas y se arrancaron ambas con unos intensísimos sólos en el que dieron a entender el por qué son ellas las elegidas por Carmen, y no otras, para acompañarle en su espectáculo. Además, su inspiración también tocó a los guitarristas Salvador Gutierrez y Miguel Espín Pacheco, que tocaron con virtuosismo y perfectamente acompasados. No podemos olvidarnos de la bailaora Vanessa Aibar, cuyas apariciones sobre el escenario embrujaron de misterio y duende aquella noche ventosa de julio.
El espectáculo, aunque lo alargaron un poco más, nos supo a poco, y los espectadores despidieron a Carmen Linares puestos en pie, reconociendo el regalo que les había entregado aquella noche, al mismo tiempo que reconocían lo meritorio de una carrera tan dilatada como fecunda. Carmen se marchó dichosa, arrancándose a bailar al tiempo que abandonaba el escenario. Y la despedida, que acostumbran a ser tristes, dejó un gusto a fiesta, a alegría, a vida.
REPARTO
Carmen Linares (cantaora), Salvador Gutiérrez (guitarra), Eduardo Espín Pacheco (guitarra), Vanesa Aibar (baile), Ana María González (coros y palmas) y Rosario Amador (coros y palmas).
EQUIPO ARTÍSTICO
Dirección musical: Carmen Linares / Producción ejecutiva: Miguel Espín Pacheco / Técnico de sonido: Álvaro Barco / Técnica de luces: Olga García / Edición audiovisual: Cabofaro / Comunicación: Marta Sebastián / Producción: El Mandaito.
Más información: www.carmenlinares.net
Ya que estoy por aqui me lleno los ojos y oidos con tu entrada!! Me iré volando a su compas....luego de un ratito.
ResponderEliminarGracias por el regalo, saludosbuhos!!!
Me encantan las entradas sobre teatro que haces en verano, Yolanda. ¡Qué envidia me das! Hace tiempo que no oigo flamenco en vivo y tras leer tu magnífica reseña me han entrado unas ganas locas de hacerlo.
ResponderEliminarUn beso
No falláis ni un año. Estaré atenta a las entradas
ResponderEliminarYo no soy de flamenco, pero lo importante es que lo disfrutásteis.
ResponderEliminarUn beso.