lunes, 3 de agosto de 2020

LA CASA MAS PEQUEÑA - XXI FESTIVAL DE TEATRO DE OLITE

LA CASA MÁS PEQUEÑA
CASA-MAS-PEQUEÑA-YARLEKU-TEATRO-OLITE
 

A veces ocurre que llega a tu ciudad una de esas obritas orientadas para el público familiar y te tocan el corazón. Es lo que pasó el pasado miércoles en La Cava, cuando Laura Villanueva y Eva Azpilikueta se subieron al escenario con su La Casa más pequeña, un espectáculo que se adentró en el interior de los espectadores que acudieron hasta Olite de una manera intensa, ingenua, dulce.

Desde Yarleku Teatro, han ideado un montaje que nos habla de los niños de la guerra, de esos niños olvidados que abandonan sus casas cuando todo su mundo se desmorona. Los niños refugiados comienzan a formar parte del paisaje cotidiano de los telediarios, y salvo que aparezcan como el pequeño Aylan, arrojado en una playa mientras su cuerpecillo inerte es lamido por las olas con timidez, su futuro cada vez es más incierto pues la indiferencia está creciendo en los fríos corazones de unas sociedades que podrían hacer más por evitar tanto desamparo.

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De esta manera, nos encontraremos a una niña de ocho años, de nombre Bettina, recién llegada a un campamento de refugiados. Porta con ella un pequeño bolso de piel y una gran maleta donde guarda lo poco que posee, y lo hace con celo. En ella, además, quedan encerrados sus recuerdos... Es una niña soñadora, de espíritu alegre, cargada de optimismo. Sus padres la enviaron allí en un bote cuando las cosas en la ciudad del puente de las mil luces se pusieron demasiado complicadas, las casas lloraban cristales rotos y un enorme gigante la arrasaba con cada paso que daba. Poético modo el de los padres de enfocar una alternativa digerible para explicar el efecto de las bombas y la dureza de la guerra... Allí conocerá a Norma, otra niña que vive sola y que, de la misma manera que Bettina, un buen día tuvo que buscarse la vida en un campamento de refugiados donde nadie se conoce entre sí y todos comparten la misma desesperación. Poco a poco, ambas irán tejiendo una bonita amistad y tratarán de hacer más llevaderos cada día que pasa, pues no están exentos de peligros, la comida escasea y además, al ser menores y no tener ningún adulto que se responsabilice de ellas, su futuro no importa lo suficiente...

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De la sensibilidad de Maialen Día (creadora del texto) y de Rosa Díaz (directora del montaje) y de la mano de ambas, el espectador asiste a la lucha por la supervivencia desde el punto de vista más frágil, el de los niños que aún no son conscientes de su situación y los por qués que atenazan sus mentes -¿por qué están solos? ¿por qué no se acaba todo? ¿por qué no regresan sus padres? ¿por qué las pesadillas no terminan nunca?- siguen sin encontrar respuestas. Desde lo angustioso de la situación que viven ambas niñas, componen un espectáculo cargado de belleza y ternura con la comicidad como argamasa para mantener vivo el más puro de los rayos de esperanza que brotan de sus corazones.

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Las dos actrices que protagonizan esta pieza realizan un gran trabajo, siendo la Norma de Laura Villanueva algo más madura y con una coraza anímica mejor dispuesta (coloca un nudo en la garganta al recordar el bullying que sufrió en el colegio), fruto de ser más veterana que la Bettina de Eva Azpilikueta en el campo (pura poesía su interpretación de la llegada al campamento al cruzar el mar en un bote, explicando el mar con una bolsa, con un peine haciendo las veces de un hombre que da órdenes, con un espejo como faro en mitad de la tormenta... simplemente precioso), pues ésta está recién llegada y su mente -toda ingenuidad- aún se encuentra a miles de kilómetros de allí, gozando del calor y la protección de su hogar, junto a sus padres y hermanos. Son por lo tanto las dos caras de una misma moneda golpeada, depositada sobre las vías de tren de un lugar olvidado, en el que se sabe que tarde o temprano pasará un convoy a toda velocidad cargado de personas y lujos que pasará por encima de la moneda sin detenerse, sin percatarse si quiera de su presencia, aplastándola y reduciéndola. Aún así, queda la esperanza de que alguien pase por allí y la rescate, la encuentre preciosa, la cuide, la limpie y la coloque en un lugar destacado de su casa, confiriéndole así, el lugar que siempre mereció.

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La casa más pequeña agradará a los más pequeños, les robará carcajadas y los sesenta minutos de espectáculo les sabrá a poco. Para los mayores será una pequeña fábula que narre el horror del abandono, la importancia de formar parte de un común, de la fidelidad, de la amistad y de sentirse queridos. Es probable que una casa o un hogar pueda tener muchas habitaciones y numerosos baños con los que agasajar a tus invitados... O puede que un hogar sea ese lugar desnudo, sin ventanas, protegido con plásticos que se filtran cuando llueve, pero que escuchan a diario un "te quiero" o asisten, mudos, a las nobles acciones de compartir la miseria o de ofrecer el más valioso tesoro que posee el ser humano: un abrazo.


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REPARTO

Laura Villanueva Arteaga y Eva Azpilikueta

EQUIPO ARTÍSTICO

Dirección: Rosa Díaz
Autoría: Maialen Día
Diseño de escenografía: David Lainez
Realización de escenografía: David Lainez y Raúl Arraiza
Vestuario: Aiora Ganuza, Hari & Ari
Música: Asier Fernández y Eneko Anaut
Iluminación: David Lainez y Livory Barbez
Fotografía y diseño gráfico: Laura Blázquez Macías
Traducciones: Maialen Díaz, Rachel Mastín y Harri Larunbe
Producción: Yarleku Teatro
Distribución: Quiero Teatro
La casa más pequeña es una producción de Yarleku Teatro
Más información: www.quieroteatro.com

Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués


©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

2 comentarios:

  1. También esta me gustaría verla. Leyendo tus reseñas, me ha entrado el mono. ¡Necesito teatro!

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  2. jejeje qué bueno que te abramos el apetito
    ¡Viva el teatro!

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