miércoles, 29 de julio de 2020

ANDANZAS Y ENTREMESES DE JUAN RANA - XXI FESTIVAL DE TEATRO DE OLITE

ANDANZAS Y ENTREMESES DE JUAN RANA

ANDANZAS-ENTREMESES-JUAN-RANA

Era una de las noches más esperadas del Festival de Teatro de Olite. Con las entradas agotadas apenas unas horas después de ponerse a la venta a través de la plataforma web, la compañía Ron Lalá desembarcaba sobre las tablas del escenario de La Cava con la decidida intención de mostrar su última creación de la mano de la Compañía Nacional de Teatro Clásico: Andanzas y Entremeses de Juan Rana. Los ronlaleros son una de las compañías fetiche de este festival (merced a trabajos anteriores de tan alta calidad como En un lugar del Quijote o Cervantina) y los espectadores los aguardan con devoción mariana.

Cuando el reloj marcaba las diez de la noche, y ésta aún no había caído del todo, pues el día todavía se resistía a marchar, la trasera del Castillo-Palacio de Olite se convirtió en sede de un tribunal del Santo Oficio para juzgar a un cómico: Juan Rana, afamado actor del siglo XVII que alcanzó fama tan notable que el anuncio de su sola presencia en una obra, aunque fuese una fake new de las de hoy en día, conseguía despertar el interés de los públicos y agotar los aforos de los corrales de comedias. Llegó a ser recomendado por María Calderón La Calderona, lo que equivalía a gozar del regio manto protector del amante de ésta, el monarca Felipe IV. Tanto es así, que Cosme Pérez (el verdadero nombre del actor batracio) se erigía como mediador cuando surgía algún tipo de conflicto que tuviese de por medio a actores o gentes del mundo de las escenas, tratando de darles solución gracias a sus buenas amistades en la corte.

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La trama gira, como decíamos, en torno al juicio secreto que la Inquisición planea sobre Juan Rana, ya que acumula pecados tales como "risa deshonesta, blasfemia, desacato, irreverencia, provocación, espíritu crítico, herejía y contumacia en el pecado nefando". En definitiva, un hombre que vivía a contracorriente en una España que controlaba a su sociedad a través del brazo del Santo Oficio para secuestrar ideas y dar tormento al que obrase, sintiese e incluso amase de modo distinto al establecido.

Así pues, al inicio de la obra aparece en escena  el Inquisidor General (extraordinariamente interpretado por Íñigo Echevarría, al que dota de un extravangante personalidad marcada por la inamovible entrega a la fe desde la represión si es necesaria, pero de confesados pecados que parecen acercarle a la normalidad humana) en el momento justo en el que se reune con el resto de inquisidores para dar comienzo al proceso. En él, irán pasando diferentes personas que han tenido contacto con el protagonista, como su esposa Bernarda (casquivana, desbordante y locuaz, un regalo para el siempre genial Daniel Rovalher), el pintor de cámara Diego Velázquez  o Calderón de la Barca (solemnes y clarificadores, a los que da vida el poliédrico Juan Cañas), uno de los más importantes dramaturgos del siglo de Oro y de cuyas manos surgieron algunos entremeses ideados para Juan Rana (y que además tuvieron cabida en el espectáculo de Ron Lalá). Y además, aparecerá también el Verdugo (interpretado por Fran García, recién llegado a la compañía pero al que no se le nota en absoluto la comunión que tienen el resto; es más, parece que lleva trabajando con ellos desde hace años), quién duda de si el acusado es merecedor de ser purificado en el fuego o debe ser librado de tan horrible castigo.

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Dicen los textos que guardan la vida y las obra de Juan Rana que poseía una personalidad tan arrebatadora (ayudada por un reconocible fisico "contrahecho") que sin pronunciar palabra, con apenas aparecer en el escenario frente al público, éste no podía evitar las carcajadas y comenzaban los aplausos de manera fortuita, tal era la potencia escénica del actor. Pues bien, Miguel Magdalena con su interpretación de Juan Rana consiguió despertar las mismas carcajadas al inicio en el público con su sola presencia al aparecer mirando al público de medio lado, con un gesto entre sonriente y pícaro. Desde entonces, y hasta el final, su trabajo fue siempre de tan altos vuelos que él también hubiese gozado del privilegio de comer en la mesa del Felipe IV de hoy en día, si el monarca Felipe VI tuviese a bien acercarse a la cultura tanto como lo hizo su antecesor hace ya casi cuatrocientos años. En la obra, a modo de coplilla, se canta ¿Quién es Cosme Pérez? ¿Juan Rana quién es?, a lo que ya desde hoy no queda otra que añadir: ¡Miguel Magdalena, el alma del entremés!

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De esta manera, del modo que nos tiene acostumbrados el maestro Yayo Cáceres al dirigirlos, y sirviéndose de los distinos entremeses compuestos para que Cosme Pérez hiciese las delicias del público (además de los de Calderón, también representaron textos de Agustín Moreto o Jerónimo de Cáncer), se impuso un ritmo vertiginoso de piezas breves y canciones compuestas para la ocasión cargadas de ingenio, humor y rimas y ritmos pegadizos.

Y en hablando de rimas pegadizas, y estando a estas alturas de transmisión de sensaciones al ver el montaje, muchos os preguntaréis que dónde está Álvaro Tato. Pues bien, Álvaro no está de cuerpo presente (sí de voz sonante en algún instante de la obra) pero su presencia dramatúrgica se siente desde el primer momento. Tanto es así, que el verso en el que se mece la obra al completo es reconocible en tanto que verso musical y alegre, juguetón e irreverente, que siempre va cargado de entretenimiento y de reflexión y crítica, pues si no, no serían de Tato. Con el paso de los años, el trabajo al otro lado de los focos del ronlalero de envidiable melena está alcanzando cotas muy altas, y su especialización en el verso clásico está a la altura de muy pocos en el panorama nacional.

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El espectáculo además está muy bien iluminado en todo momento, otorgando luz a las apariciones de Cosme Pérez y oscuridad a las ridículas confesiones del Inquisidor General. El vestuario de Tatiana de Sarabia continúa por la línea que mantiene desde hace años, la de dotar a cada uno de ellos de una indumentaria que los unifica pero, al mismo tiempo, otorgándoles detalles propios para darles singularidad a cada uno.

Con Andanzas y entremeses de Juan Rana, Ron Lalá demuestran una vez más que son una de las compañías que mejor saben interpretar a nuestros clásicos, pues con inteligencia han sabido desprenderles el polvo acumulado del transcurso de los siglos y nos los ofrecen con dinamismo, elegancia y un talento que se desborda por todo el escenario. Es necesario, más que nunca en estos tiempos de histeria y pandemias, el regreso de la risa, el advenimiento de la carcajada. Sólo con ella se es libre para pensar y para criticar, para dudar de todo cuanto nos rodea y para cuestionar aquello que nos amedranta. Es el mensaje que nos dejan los ronlaleros: la risa como catarsis, como principio y fin de nosotros mismos. Protejamos por tanto el derecho a ejercerla y a provocarla. Protejamos pues, a la tan castigada Cultura hoy más que nunca. Año a año, el ejército ronlalero suma nuevos y fieles soldados de a pie dispuestos a dejarse la vida por la carcajada. La batalla no ha hecho si no comenzar.


ANDANZAS-ENTREMESES-JUAN-RANA

REPARTO

Juan Cañas, Daniel Rovalher, Miguel Magdalena, Íñigo Echevarría y Fran García

EQUIPO ARTÍSTICO

Creación colectiva: Ron Lalá
Dramaturgia y versiones: Álvaro Tato
Composición y arreglos: Yayo Cáceres, Juan Cañas, Miguel Magdalena, Daniel Rovalher
Dirección: Yayo Cáceres
Dirección musical: Miguel Magdalena
Vestuario: Tatiana de Sarabia
Escenografía y atrezzo: Carolina González
Iluminación: Miguel Á. Camacho
Sonido: Eduardo Gandulfo
Foto del retrato Juan Rana: RAE, Archivo fotográfico: Pablo Linés
Asistente de ensayos: Javier Bernat
Jefe técnico: Eduardo Gandulfo
Técnico de luces: Javier Bernat
Maquinista: Elena Cañizares
Fotografía y audiovisuales: David Ruiz, Txus Jiménez
Redes: Ron Lalá
Prensa: María Díaz
Administración: Juan Cañas
Producción ejecutiva: Martín Vaamonde
Diseño de producción: Ron Lalá / Emilia Yagüe.
Andanzas y entremeses de Juan Rana es una coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y Ron Lalá.
Más información: www.ronlala.com

Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués


©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

4 comentarios:

  1. Es de agradecer toda la información de estos eventos que nos ofreces. No puedo asistir pero créeme que me gustaría.
    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias Marybel, te animo a que acudas a verla si pasa por tu ciudad o alguna próxima. Te aseguro que no te arrepentirás.
      Otro abrazo para tí también

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  2. Hola!
    La verdad es que se ha puesto de manifiesto lo importante que es la cultura durante esta pandemia. Sin libros, música o películas habría sido mucho más duro. Los festivales cómo éste son un tesoro.
    Besos!

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    1. Así es, Maria, la cultura alimenta el alma, y ésta es importante tenerla bien cuidada para estar en forma plenamente. Larga vida a los festivales que mantienen viva la llama.
      Besote

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