En el patio de butacas bullía el gentío. Se comentaba, se decía, se bromeaba y aguardaba con paciencia. Los acomodadores no daban abasto. Subían y bajaban escaleras, indicando asientos concretos con precisión robótica. La obra estaba anunciada para las diez y media de la noche, y llevábamos veinte minutos de retraso. Más al público poco le importó: las tablas aguardaban a los Ron Lalá, las gradas les esperaban con quijotesca devoción, los ronlaleros son la Dulcinea de cientos de espectadores que acuden a su encuentro dispuestos a batirse contra los elementos si es preciso tan sólo por mirarla.
Debido a unos problemas técnicos en el espectáculo de luces LUCEM, DIEM, FESTUM que se proyectaba sobre la fachada principal del Parador de Olite (que era la antesala a la función de ayer viernes en el escenario de La Cava), Alonso Quijano apareció en escena con casi media hora de retraso. A decir verdad, quién principió saliendo al escenario fue Don Miguel de Cervantes, debatiendo consigo mismo acerca de su máxima creación, cumbre de la literatura universal y fuente eterna de inspiración: Don Quijote de la Mancha.
Sobre un paisaje accidentado de libros, y con un horizonte de legajos suspendidos en el tiempo y el espacio a modo de colllage, descubrimos la figura del escritor, quizá no tan triste como la de su afamado hijo literario, pero sí tan ajada como la de un genio español que gusta distinguirse del resto y combatir el mundo mediante el uso de su intelecto en cualquier era. Y es que pensar, en España, de costumbre ha resultado ser cosa mal vista, y quien lo ha intentado, si ha sido a su albedrío, ha salido mal parado, castigado, condenado e incluso quemado.
El manco de Lepanto, de quién se dice que era tal por mor de cobrar un pecunio como lisiado de guerra, nos introduce en la novela y da paso a DYon Quijote y Sancho al pedirle a unos amigos que se introduzcan en la trama para que ayuden a su héroe a salir airoso de las desventuras en las que encaya. Y así, con un ritmo frenético sin apenas descanso, los ronlaleros narran gracias a un guión alegre y dinámico varios de los momentos clave que sirven para ilustrar las andanzas del Caballero de la Triste Figura, que no por ser por todos conocidos deja de sorprender y levantar, aún hoy, admiración y reflexión en el espectador.
El trabajo de los Ron Lalá una vez más, es magistral. Su talento desbordante para emprender cualquier tipo de reto que se les presente, incluso la complicadísima empresa de teatralizar la Novela de novelas, se manifiesta durante los noventa minutos de duración de la función. Tal es así que, entre los cinco, dan vida a dos docenas de personajes sin despeinarse. Yayo Cáceres realiza desde la dirección un estupendo trabajo para concretar una obra inmensa, y lo hace a sabiendas de la tarea encomendada por la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Es por ello que cuida hasta el último detalle, demostrando un respeto total hacia la más formidable de las novelas de caballería.
Nos encontramos, por tanto, ante uno de los montajes más recomendables del año, tanto por la calidad de los intérpretes como por lo universal del contenido, pues si bien han pasado ya más de 400 años desde que un viejo loco se estampó junto a su rocín flaco contra unos molinos de viento que parecían gigantes, hoy seguimos viendo gigantes donde no los hay y los molinos, de antiguo moldeados como Sancho Panza, hoy, de tan enjutos, siguen peinando el horizonte cual Quijotes obnubilados.
Ahora más que nunca, en unos tiempos oscuros, necesitados de referentes, sigamos la senda que un loco abrió a lo largo y ancho de las tierras de Castilla. Continuemos, pues, cabalgando con ese toque de locura necesaria para emprender nuevas aventuras, pues en ella radica también la libertad que tanto ansiamos y a la que no somos capaces de llegar por miedo a ser tildados de Quijotes. Y ya puestos, hagámoslo desde la irreverencia ronlalera, pues seremos locos, pero con talento.
Título
EN UN LUGAR DEL QUIJOTE
Compañía
RON LALÁ
ACTORES
Juan Cañas
Íñigo
Echevarría
Miguel Magdalena
Daniel Rovalher
Álvaro Tato
DIRECCIÓN
Yayo Cáceres
COPRODUCCIÓN
Ron Lalá y Compañía Nacional de Teatro Clásico
DIRECCIÓN
Yayo Cáceres
COPRODUCCIÓN
Ron Lalá y Compañía Nacional de Teatro Clásico
http://ronlalaweb.blogspot.com.es/
Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
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