Tragedia en el tribunal, Cyril Hare.

Tragedia en el tribunal.

Portada de la novela

Por la Pelipequirroja.

   Entrar en la página de Siruela es la crónica de una compra anunciada. Cuando busco algo bueno para leer y no quiero arriesgarme a tener suerte, cuando quiero ir sobre seguro, ahí está el catálogo de Siruela; fijaros que estoy pensando en si algún día vuelvo a casarme, la pondré como lista de bodas ¿Existen las listas de "qué guapa soy y qué culito tengo"? vamos, las listas de porqué si y punto. Tendré que animarme a instaurarlas y que cada cierto tiempo, nuestros amigos y los familiares a los que les caemos bien (vaya, aquí acabo pronto) entrarán en nuestra lista y nos regalarán los libros que tengamos en la misma.  Mmmmm, tal vez una lista de cumpleaños y fiestas de guardar sí sea posible, porque te regalan de casa truño literario o de cada trasto decorativo (algún día os subiré una foto de un artefacto para hacer queso, cuya tapa simula una ubre, que no tiene desperdicio y que me regaló una supuesta amiga tras un viaje a Holanda. Afortunadamente la amiga se enfadó conmigo por un regalo de Comunión de su hijo -que no le hice, básicamente- y dejó de hablarme; "la quesadora" la guardo para reírme cuando me da un bajón o para enfadarme más cuando discuto con alguien, gano siempre.) 

   El caso es que en una de mis visitas al catálogo de la Editorial se saldó con una media docena de libros, entre  los que estaba este y al cual llevaba años queriendo leer, cuanto más reseñas leía de él, mi ansia crecía en progresión geométrica; y aunque he tardado en leerlo porque "vaya usted a saber porqué", de nuevo, una espera literaria ha valido la pena. 

    Tragedia en el tribunal (1942) es sin duda la obra cumbre de este juez y abogado, Cyril Hare es el seudónimo del letrado Alfred Alexander Gordon Clarke el cual ha plasmado en sus novelas, y en esta en concreto, todo su saber y experiencia profesional. Es el Rey de la ficción judicial, y este libro es buena muestra de ello.

    Sir William Hereward es un juez ceremonial, serio y reservado, como corresponde a un juez de comisión, representante del Rey Jorge VI, lo que le otorgó bastantes privilegios y unos protocolos rancios y obsoletos pero apreciadísimos por su generación, pues hasta suenan las trompetas a su paso. Nos encontramos en el año 1939, aunque ya había comenzado la Segunda Gran Guerra , el ambiente crispado y tenso de otros lugares parecía no haber llegado aún a Gran Bretaña y la mayor preocupación de los "honorables hombres de bien" ingleses era conservar su status y no perder su poder. Sir William, juez metódico en su proceder e intachable en sus juicios, comete un error. Si, un buen día, el perfecto Sir Hereward mete la pata hasta el fondo. 

  Él intenta correr un tupido velo sobre el asunto, pero hay quien no está dispuesto a que se salga con la suya y no duda en enviarle serias amenazas; aquí descubriremos poco a poco y sin paños calientes lo que tantas personas de bien esconden bajo sus togas y pelucas; y es que en esta marabunta de jueces, letrados, acusados, víctimas, familiares y demás satélites, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, entre pillos anda el juego, por muy señor que uno parezca.

   Dicen, con muy mal tino por lo que a mi respecta, que tras un gran hombre siempre hay una gran mujer (es que lo de detrás, bajo, cabe, con, contra...no) y en este caso parece cumplirse a la perfección; Hilda, Lady Barber, es la esposa de Sir William, una mujer inteligente y resuelta que aunque quiso ser abogada, dada su condición de mujer no fue tomada en serio y tuvo que abandonar la idea para convertirse simplemente en la esposa del juez. Pero es astuta, su memoria es prodigiosa y gracias a ello no solo colabora con su esposo en muchos de los casos a los que se enfrenta, también logra evitar que se meta en líos y les acarreen problemas. 

   Un buen grupo de personajes secundarios rodean a los protagonistas, y no es una palabra que escojo al azar, pues todos ellos parecen orbitar alrededor del Juez, completando y complementando una historia que de otro manera no hubiera tenido el mismo impacto en el lector. 

   Derek Mlarshal, cuya coincidencia de apellido y puesto (es el marshal, guardaespaldas del juez) lo convierten en en centro de chistes y chascarrillos, víctima perfecta de las bromas del resto.  También tenemos al secretario del juez, que tras media vida juntos no siente ningún afecto por la esposa de este; la cocinera y el mayordomo no faltan en este elenco de dispares personajes, sin olvidarnos del hermano de Hilda, el cual, intentará ayudar a su cuñado en "el error". Juntos a otros cuantos más, forman un  ramillete variopinto y heterogéneo que darán forma a una historia en la que nadie debe fiarse de nadie y la mayoría vendería a su madre por sacar tajada.

   Puede parecernos que estamos ante una comedia de situación típica inglesa, con humor ácido, satírico,  crítica a la justicia y la sociedad, haciendo de jueces, abogados, secretarios, policías  y demás mundillo  judicial, un puñado de sinvergüenzas que trapichean con la Dama de ojos vendados y balanza en mano, sin olvidar que también porta una espada, implacable y justiciera en sí misma. Pero en realidad es una tragedia, nos lo reza el título, por mucha maestría y mano izquierda con ciertos temas, del cual hace buen uso el autor, la novela encierra un tremendo siniestro, es un drama judicial absoluto. 

   El final está bien resuelto, la narración es fluida y continua en todo momento, pero he de reconocer que el culpable -por desgracia- se veía venir muy a pesar mío, y algo me dice que del lector en general.  El tema de la Segunda Guerra Mundial está presente, es obvio que nadie permanece impasible ante algo así, pero todavía no es un "problema" ni de abastecimiento ni de vidas perdidas, se cumplen las normas del gobierno y se tiene "cuidado" con no llamar la atención de bombarderos, pero la vida normal sigue imperando en la sociedad y es ella la que todavía manda. 

   Me ha gustado mucho la novela, la lectura me ha atrapado por completo, me he reído, sonreído, torcido el gesto ante ciertas posturas e ideas, pero ha sido una lectura rápida y fluida, la narración me ha cautivado por completo. Tengo que seguir leyendo al autor. Muy recomendables ambos, novela y escritor. 

    TRAGEDIA EN EL TRIBUNAL

Cyril Hare

Editorial Siruela.

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