La muerte espera en Herons Park, Christianna Brand.

La muerte espera en Herons Park

Por La Pelipequirroja

   Casi todos sabréis ya de mi pasión por el cine clásico, tanto o más que por la novela clásica; si ambos son del género policial o negro, podréis verme hasta con las patas vueltas de la emoción. Solo la vi en una ocasión, hace ya mucho, cuando nos llevaban de clase de lengua extranjera a ver películas en versión original a los Cines Albatros, pero fue suficiente para encandilarme con la bellísima Sally Gray y caer rendida ante la interpretación de Alastair Sim (mi Ebenezer Scrooge favorito de todos los tiempos) pero Green for danger  (Verde era el peligro) se convirtió en una de mis películas inglesas favoritas del género. Pero cosas de la vida, no la volví a ver, ni siquiera en español, y aunque sabía de la existencia del libro, al no estar traducido al castellano por entonces, ni me lo planteé, pues una cosa es el cine en inglés y otra una novela, temo perderme tantas cosas importantes sin el apoyo de la interpretación de los actores, que una vez más, dejé pasar de largo una lectura en este idioma.

  Mucho ha habido que esperar para poder leer tan magnífica novela en castellano, y de nuevo, gracias a Siruela (aunque parezca que llevo comisión por publicidad, que ya me gustaría, de eso nada, solo soy una lectora muy satisfecha) una larga espera que me ha dejado algo desconcertada, y no es porque haya sido una mala lectura, es que el recuerdo que tenía yo de la película, sin duda se magnificó por la edad en la que la vi y por el paso de los años, ya sabéis, recuerdos trampa.

  Mejor me explico.

    La muerte espera en Herons Park (1943) publicada por Siruela en 2017, se desarrolla en un hospital militar inglés en plena Segunda Guerra Mundial, un lugar en plena campiña inglesa que sería un lugar idílico de no ser por el terrible momento vivido; un hospital repleto de   heridos de guerra, en el que médicos y enfermeras, así como voluntarios, no dan abasto para atenderlos a todos, y sin embargo, siempre hay tiempo entre sutura y sutura para las relaciones personales, sobre todo amorosas. Sin embargo no será la guerra la que lleve la muerte hasta el quirófano del hospital, donde la muerte de un cartero herido en un bombardeo, cuando tan solo presentaba una fractura, resulta demasiado sospechosa. Más si cabe, cuando el cartero Higgins, tiempo antes había entregado unas cartas en el hospital, las cuales despiertan su interés y sirven para que la escritora nos presente a los personajes clave de la historia,  y tras ello, la autora cierra el capítulo con una sentencia que consigue que el lector quede atrapado en la trama y solo quiera seguir leyendo: "En aquel momento -el cartero-no podía saber que, justo un año después, una de las siete personas que habían escrito aquellas cartas moriría tras confesarse culpable de asesinato"  Menuda bomba nos suelta.

   

   Entonces conocemos al Inspector Cockrill,  rudo, antipático y cuya presencia física es bastante desastrada, claro que como no podía ser de otra manera, su perspicacia y experiencia lo convierten en un crack. Lo cortés no quita lo valiente. Llega para investigar la muerte del cartero, muy formal y rutinario todo al principio, pero que poco a poco va dejando paso a un enmarañado ovillo -como si un gato hubiera estado jugando con él- de amoríos, envidias, rivalidades, errores y un pasado que vuelve para cobrar sus deudas; pronto la muerte del cartero no será la única que deba investigar Cockrill.

   Sospechosos, tramas entrecruzadas, secretos, misterios y una Gran Guerra como telón de fondo. Llegaremos al desenlace casi exhaustos tras semejante trasiego ¿Y el final?  bueno dentro de su falta de sorpresa, y algo decepcionante para lectores ávidos y amantes del género. 

   Os comentaba al principio que mi recuerdo de la película era muy bueno, que al leer el libro me había sentido desconcertada. Los recuerdos trampa son sin duda espejismos peligrosos, llevaba décadas hablando de una película maravillosa que vi una vez y ahora, tantos años después me topo con la realidad. Debe ser la edad  y el transcurrir de los tiempos. 

   Mi maravilloso inspector de la película es un machista de tomo y lomo, tan rudo y bruto, que sus métodos son puro acoso psicológico, de tan listillo y sobrado, llega a caerme realmente mal. Vaya por Dios. Pero no se vayan todavía, aún hay más: el papel de la  mujer es tan ornamental y vacuo, que a parte de hacer bonito en el hospital y servir de apoyo logístico a los médicos, para poco más sirve. Enfermeras cualificadas, que se juegan la vida en un conflicto armado, que ven todos los días los desastres de la guerra, y ven esta como una oportunidad de encontrar marido en un hospital. Un sitio tan válido como cualquier otro, podrían pensar. 

   Eran otros tiempos, no hay que olvidarlo,  otra mentalidad, las guerras sacan lo peor y lo mejor de cada cual, un día acabarán y habrá que retomar la vida donde la dejamos, o si puede ser, traumas a parte, mejorarla, y un marido es una mejora sustancial. Vaya plan.  Esto es lo desconcertante de la novela para mí, ojo, la Historia es lo que es, y no se puede juzgar con ojos del presente los hechos y comportamientos del pasado, no es eso lo que me ha desconcertado. Me ha turbado la sensación de ensoñación hacia esta historia, por mi parte, por supuesto. No vi tantas cosas, no sentí otras tantas, no me impliqué en casi ninguna. Tal vez debería volver a ver la película ahora que ya he leído el libro, tal vez la culpa no sea de mi falta de apreciación real, sino de un film que no fue nada fiel al libro. Pudiera ser. 

   Una novela magnífica en su género, últimos coletazos de la edad dorada del mismo que dejó muy alto el listón para los que vendrían después con sus soplos de aire frescos, en un intento de renovar el género sin que este perdiese un ápice de su espíritu. Muy recomendable aunque tal vez el final no sea el que se espere. 
   Por cierto, a modo de huevo de pascua: el título original guarda una pista importante para resolver el caso. Muy whodunit.

LA MUERTE ESPERA EN HERONS PARK

Christianna Brand.

Editorial Siruela.

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