La pequeña Dorrit de Charles Dickens

La pequeña Dorrit 

   Tenía muy claro cual iba a ser el Clásico elegido en esta ocasión para cumplir la premisa: Clásico ambientado en Londres, dentro del Nivel 1 incluido en el Reto "Clásicos Grandes y Pequeños" de Las Inquilinas de Netherfield. 

La pequeña Dorrit de Charles Dickens. Mi segunda novela favorita del autor inglés. Como es habitual en las obras de Dickens, en la novela se plasman sin escatimar en crudeza, la incompetencia del gobierno victoriano y la hipocresía, los egoísmos y la crueldad de una sociedad podrida desde sus cimientos hasta la cúpula. Con un eje central en la trama, el autor inglés nos va presentando personajes y vinculándolos entre ellos para tejer subtramas, y todo ello con maestría y sin dejar cabos sueltos, convirtiendo la lectura en todo un despliegue de felonías, penurias y emociones; ya lo he dicho antes, pero tengo que repetirlo, para mí, la mejor de las novelas del escritor, aunque por motivos sentimentales esta ocupe el segundo lugar en mi corazón (Cuento de Navidad es mi debilidad)

     La mayor parte de la trama transcurre en la prisión de Marshalsea, en Londres, lugar descrito con intensidad y sin escatimar en detalles ya que el propio autor vivió allí de pequeño junto a su familia, lo que sin duda lo marcó y fue parte importante en la visión de Dickens sobre el gobierno y la sociedad victorianos que tan magníficamente plasma en sus novelas; la cárcel era en realidad una Prisión de Deudores, habituales en la época, en la que el reo cumplía condena por sus deudas, y permanecía allí hasta que estas eran saldadas, en pocas ocasiones era amnistiado y en demasiadas, moría esperando una liberación que no llegaba ¿Cómo podrían pagar sus deudas, si no podían trabajar para ganar dinero? absurdo. Dickens crea una ficticia sección gubernamental llamada "Negociado del Circunloquio", una sátira esperpéntica sobre el trabajo de los funcionarios a cargo del estado, para solucionar los problemas burocráticos, que lejos de resolver los incidentes los agravaban con su parsimonia e inutilidad. Como en el resto de Cárceles de Deudores, en Marshalea los convictos vivían con sus familias, y a diferencia de ellos, estos podían salir y entrar sin restricciones para seguir con sus trabajos y ocupaciones (si las tuvieran)

   En estas circunstancias conocemos a William Dorrit, encarcelado por sus numerosas deudas, con él viven sus hijos, que han crecido y se han criado en la prisión dado el largo tiempo que su padre lleva encarcelado; Tip, el varón, es un vago redomado, Fanny, la mayor, es una engreída con ínfulas de grandeza, y la pequeña Amy, conocida como "La pequeña Dorrit" por su tamaño, una muchacha trabajadora hasta la extenuación y de gran corazón. Amy trabaja extramuros para la inválida Señora Clennam, que vive a merced de su manipulador mayordomo Flintwinch; la Señora Clennam es la  madre de  Arthur, nuestro principal protagonista masculino, que tras dos décadas en China y sin haber logrado amasar fortuna alguna, regresa a casa. Antes de volver a Londres, y tras haber fallecido su padre,  el joven hace una parada en Marsella, Francia, lugar en el que también se encuentra un peligroso asesino de nombre Rigaud, cuyas vidas se cruzarán y sus tribulaciones no harán más que aumentar, sobre todo cuando Rigaud hinca el diente en Arthur.

   En el momento en que Arthur se encuentra con Amy en casa de su madre, la curiosidad por saber más de la muchacha le hace entablar amistad con ella, llegando a saber de todas las calamidades que la joven y su familia están sufriendo; inmediatamente decide hacer todo lo posible para ayudar a los Dorrit, en especial a la pequeña muchacha que tanta ternura le despierta. Amy se enamora perdidamente de su caballero protector ¡Ay, el amor en tiempos de penurias! 

      El trasiego de personajes, relaciones, secretos, mentiras, envidias, maldad, venganzas, traiciones, dinero, posesiones, ambición y lazos familiares, a partir de este momento, hacen de la novela un auténtico melodrama con cierto toque irónico y humorístico en contadas ocasiones que consiguen atrapar al lector y hacerlo girar en su torbellino de emociones y conflictos, una espiral de sorpresas y respingos que nos harán saltar de la silla y soltar algún que otro exabrupto durante la lectura, la cual no baja en intensidad tensional hasta el mismísimo final.
    Me quito el sombrero y derramo una lágrima, de nuevo, por Mi pequeña Dorrit. 

  ¿Qué más puedo deciros? es Dickens, las penurias y desgracias están garantizadas, pero la emoción y el sentimiento también, lo cortés, no quita lo valiente. No es una novela, es un viaje al pasado como observadores de primera fila, Dickens juega en la primera división, la Literatura se engrandece con sus letras y ni el tiempo puede arrasarlas con el olvido. 

LA PEQUEÑA DORRIT

Charles Dickens

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