La importancia de Llamarse Ernesto de Oscar Wilde.

La importancia de llamarse Ernesto.

La Pelipequirroja.

    Tenía muy claro desde que me apunté al Reto del blog Cabalgando entre libros, que este sería mi primer clásico a reseñar, adoro esta obra y mi admiración por el autor es máxima, así que me pareció un estreno de reto, fabuloso. 

   Oscar Wilde es uno de esos autores que o te encandilan o te asustan hasta el punto de gritar ¡Vade Retro! no creo que haya término medio con él, y por fortuna, a mi me enamoró y me conquistó para los restos. Esta obra en concreto, publicada en 1895, la leí ya superada la adolescencia, que por lo general, fue la época de mi vida en la que descubrí a la mayoría de autores clásicos que hoy en día me siguen fascinando; en esta ocasión llegué a él por imposición, en clase de literatura inglesa, había oído hablar mucho de él, había algún libro suyo en casa, pero no lo había leído nunca. No sabía lo que me estaba perdiendo, fue leerle y amarle, sin freno, sin límites, dejarme llevar por sus letras, sus tramas, sus alecciones o regañinas entre lineas ¡Oh Wilde, Wilde, que me abriste las puertas a un mundo de farándulas, tablas, telones y aplausos! y exclamo con la cabeza bien alta ¡Mi vida es puro Teatro! 

    La comedia comienza de la mejor de las maneras posibles: con un lío de mucho cuidado y un juego de dobles identidades que muy pocos, además del gran Wilde y Lope de Vega, manejan con tanta soltura y desparpajo. El formal John lleva una doble vida, por un lado vive en el campo llevando una vida tranquila y de lo más formal como tutor de una jovencita llamada Cecily, y por otro, se escapa de vez en cuando a Londres adoptando la falsa identidad de Ernesto Whorting, su supuesto hermano, junto a su  amigo del alma, Algernon Montcrieff. 

   

  El lío está servido en bandeja en el momento en el que John, en uno de su viajes a Londres, tiene previsto pedir matrimonio a la prima de su compañero de correrías, Algernon, la joven Gwendolen Farfaix, que acepta ilusionada; pero su madre, Lady Bracknell, fría y malvada, tiene otros planes para su hija, y una vez descubre la verdad sobre John, está dispuesta a todo para que ese matrimonio no se celebre. Como a río revuelto, ganancia de pescadores, y entre pillos anda el juego, su amigo Algernon, aprovecha que John está ausente de su casa, para presentarse ante Cecily como el nombradísimo Ernesto, del cual la joven confiesa estar enamorada en secreto. Hasta que regresa John y la situación se desmadra absolutamente, todo se trastoca y las situaciones disparatadas y embrollos varios, se disparan. Una divertidísima locura de trama. 

   La obra es corta, no llega ni a las 100 páginas, pero es hilarante, jocosa, llena de ironía, tremendamente mordaz, ocurrente, un delirio absolutamente delicioso.  Se compone de tres actos, con una lectura ágil, liviana, pasa en un suspiro pero con cada uno de ellos se nos escapará una carcajada, realmente genial. Dicen que es su mejor obra, y yo no lo discuto, es más, llego a afirmarlo. Más que recomendada. 

   Tal y como aprendimos en clase de literatura, la obra original se titula:  "The Importance of Being Earnest", algo así como La importancia de ser formal o juicioso; la pronunciación de Earnest y el nombre Ernest, es prácticamente igual, lo que da lugar al juego de palabras, cosa que en castellano no sucede, y al leerlo en nuestro idioma nos perdemos varios juegos similares, aunque esto no resta grandeza a la obra, en absoluto. La diversión no cesa y la genialidad de Wilde queda más que patente en cada página.  Os la recomiendo encarecidamente. 

  

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO.

Oscar Wilde

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