La mina de los cien cadáveres, de Alexander Copperwhite

La mina de los cien cadáveres, por Yolanda T. Villar

   Tras el tan anglosajón nombre de Alexander Copperwhite hay un escritor madrileño, de origen griego, que llevaba tiempo queriendo leer; es ese autor que te encuentras una y otra vez en las búsquedas de novelas de terror, que miras las sinopsis de sus libros, pero por un motivo u otro iba postergando debido a la escasez de tiempo y la bendita esclavitud de reseñar para el blog y en ocasiones, dejando de lado la lectura sin prisas ni cortapisas que ofrece el leer sin horario ni fecha en el calendario que dan las vacaciones o unos días de descanso, y dejarse de listas, de lecturas pendientes, programadas o como queramos llamarlo y que a mí, cada vez más a menudo, me estresan. Soy una hoja movida por el viento, un alma demasiado libre como para atarme, por gusto, eso si, a novelas preestablecidas en un listado que una misma se marca. Pues para eso me retiro un par de meses del blog y los compromisos literarios, para leer porque me da la gana lo que me da la gana, y me quedo tan ancha y tan fresca, por mucho calor que haga verano tras verano. 

   Mi gran amigo Víctor me había recomendado leer a Copperwhite en varias ocasiones, me lo había definido como un maestro del terror psicológico y la sorpresa,  y claro, con unas referencias así, las ganas de leer al autor ya se me habían hecho crónicas y había que matar el gusanillo de una vez. 

   Nos situamos en Montenegro, años 50, a pesar de la dureza de la postguerra, en el pueblo minero de Durmitor, trabajadores y familiares vivían tranquilos y contentos de contar con un trabajo que prometía durar años debido al filón encontrado bajo tierra, prosperaban sin dejar de trabajar duro, pero en esos tiempos era lo máximo a lo que un pequeño pueblo podía aspirar; pero entonces sucedió la gran tragedia, una chispa, un escape, y la mina se derrumbó sobre los 100 mineros que trabajaban en ella. Poco se supo de lo allí sucedido, la empresa tapó la desgracia y el terrible accidente fue olvidado; pero un gran misterio quedó en el aire ¿Qué ocurrió con el pueblo minero? ¿Dónde fueron sus habitantes? ¿Porqué no quedó ni rastro ni de ellos ni del propio pueblo? un enigma que podría ser resuelto en la actualidad de manos de la antropóloga Cintia Ceberny y un joven de nombre Kiro, que tiene en su poder pruebas que demuestran que el pueblo existió y dónde estaba situado; junto a unos expertos y con el apoyo de un filántropo adinerado, el misterio tiene los días contados ¿O no? 

   Para continuar, decir que, aunque el autor denomina novela a esta libro, yo lo calificaría de relato, es una historia breve que no llega a la cincuentena de páginas; pero género a parte, la narrativa es fabulosa, al autor sabe como contar una historia de suspense y meternos el miedo en el cuerpo con un estilo narrativo que nos recuerda a los grandes del género: King, Barker, Campbell e incluso Le Fanu o Lovecraft.

CONCLUSIÓN: Para los grandes amantes del terror el relato se nos queda algo corto, la historia es lo suficientemente buena para alargar la trama y una muy buena oportunidad para que el autor se luzca en giros, subtramas, sorpresas, nos haga dudar, nos haga confabular, incluso presagiar para luego dejarnos con la boca abierta; he echado en falta más detalle e hincapié en el misterio, escenas de terror psicológico, carnaza, para resumir.Una muy buena historia, con un final alucinante que podría haber sido excepcional como novela larga; perfecto como relato dentro de una antología. Me ha gustado la forma de narrar de Copperwhite y la historia en sí misma me ha parecido fantástica, así que seguiré leyendo al autor para ver su desarrollo en una novela más larga. 

LA MINA DE LOS CIEN CADÁVERES

Alexander Copperwhite

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