ELECTRA
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Los tres actores, inmersos en Electra |
En ocasiones sucede que, en un teatro, el público que se congrega para asistir a un espectáculo, llega pronto, con tiempo suficiente para ubicarse en su butaca y no perderse nada hasta el comienzo de la función. Esto suele darse cuando el espectador llega con cierto interés, ya que de lo contrario, acostumbra a llegar con el tiempo mucho más justo, pues no sabe que le espera y no le preocupa demasiado. Los que llegan con tiempo suficiente suelen ser aquellos que ya tienen referencias de la obra: bien porque han asistido previamente a espectáculos previos de la compañía, bien porque alguien les ha hablado de manera favorable del espectáculo, bien porque los actores son de su gusto y no se pierden nada de lo que realizan… Estos son los espectadores que a mí más me gustan y a los que trato de emular cada día pues no hay nada mejor cuando uno asiste al teatro que informarse previamente sobre lo que uno va a ver y sentir ese cosquilleo previo al inicio de la obra cuando anuncian que no está permitido usar el móvil ni tomar fotografías, porque eso quiere decir que lo que tanto estabas esperando está a la vuelta de la esquina, al otro lado del telón.
Llegaba a la trasera del Castillo-Palacio de Olite una de las obras y de las compañías más esperadas de esta edición del XX Festival de Teatro de Olite: la compañía portuguesa Companhia do Chapitô con su aclamada Electra. Y no era para menos, ya que esta compañía debutó en Olite hace dos años, el primero en el que Luis Jiménez tomaba las riendas del festival y emprendió una renovación del mismo. En aquella ocasión los portugueses nos trajeron a Macbeth la conocidísima tragedia de William Shakespeare, pero en esta era renovadísima puesta en escena que conseguía obtener risas de las escenas más trágicas, quizá sea ese el punto más potente de aquel montaje y que tan buen recuerdo dejó entonces entre todos los que tuvimos la oportunidad de poder disfrutar de su talento.
De nuevo, y siguiendo la estela del éxito de Macbeth, vuelven a la tragedia para enfrentar al espectador con las miserias del ser humano, ya que se trata de una obra griega que narra los sucesos que se desencadenan en la familia de Agamenón, rey de Micenas, cuando éste decide ir a la guerra contra Troya al enterarse de que han secuestrado a su cuñada Helena. Cuando convoca a su flota para zarpar y atacar a los troyanos, los vientos no soplan a su favor y sus barcos no tienen la ayuda suficiente para desplazarse. En ese momento, Agamenón decide sacrificar a su hija Ifigenia porque así lo han pedido los dioses para ayudarle en su empresa guerrera. A partir de entonces, y tras una ausencia de diez años, su mujer, Clitemnestra quedará en Micenas planeando una venganza contra Agamenón cuando regrese, ya que encontrar el cadáver de su hija muerta a manos de su esposo genera en ella una ira imposible de reprimir. Cuando Agamenón regrese victorioso y su mujer lo tenga al alcance, ésta no durará en asesinarlo, continuando así con el arrebato sangriento. Entre tanto, su hija Electra, favorita de Agamenón y que tras la partida de éste quedó obviada por su madre y su amante Egisto, decidirá vengarse de ambos, asesinos de su padre, y lo hará con la ayuda de su hermano Orestes, a quien había desterrado su propia madre nada más partir Agamenón a la guerra.
Con este argumento, por todos conocido ya que es una obra que se interpretado en diferentes ocasiones en los últimos años, la Companhía do Chapitô realiza una interpretación que recoge toda la esencia del texto griego, pero le añade el disparate, marca de la casa, con el que consiguen que cada escena brille con luz propia, y consiguiendo así un conjunto espectacular, hilarante y, en ocasiones, muy corrosivo.
Los tres actores, Jorge Cruz, Susana Nunes y Tiago Viegas, dan un nivel altísimo en su interpretación gestual, pues la capacidad de comunicación de muecas, gestos y movimientos simulados están al alcance de muy pocos. Sin olvidar el acertadísimo uso de unas cucharillas, dicen que doscientas, con las que darán rostro a los distintos personajes que cada uno de ellos interpreta con un método tan genial como sencillo: colocándose dos cucharas como pendientes para distinguir a la madre, una sobre la nariz simulando el yelmo de Agamenón, dos cruzadas sobre la cabeza a modo de moño de Ifigenia, una reposada sobre la barbilla como si la barba de Egisto se tratase... y así, hasta completar los distintos personajes de la obra... ¡sencillamente magistral!
Pero las cucharillas no solo definen personajes y personalidades, además de para comer ¡que también ese uso les reservan en la obra! Sirven para tejer lana mientras se cuentan habladurías, se convierten en la patas nerviosas de un perro con un papel destacado, o se convertirán en puñales con los que dar muerte a los de tu sangre.
Una vez más, esta compañia portuguesa consigue alzarse a lo más alto de lo ofrecido hasta el momento en el Festival de Teatro Clásico de Olite, de donde será complicado bajarlos. Y lo hace con la ayuda de un público entregado que les regaló varios vises de aplausos encadenados mientras ellos seguían bailando un sirtaki en torno al cadáver, aún caliente, del traidor Egisto... La tragedia celebrada por los espectadores, servida en bandeja de plata de un humor que ya ha robado el corazón de Olite. ¡Qué siga el idilio! Sólo con pensar que siguen girando con Edipo... se nos ponen los dientes largos para el próximo año.
REPARTO
Jorge Cruz, Susana Nunes y Tiago Viegas
EQUIPO ARTÍSTICO
Dirección: Cláudia Nóvoa y José Carlos García
Asistentes de dirección: Ariana Silva y Daniela Andana
Dirección técnica: Paulo Cunha
Texto en castellano: María Guerrero y César Arias
Sonoplastia: Sílvio Rosado y Samuel Rodrigues
Vestuario: Glória Mendes
Diseño de luz: Samuel Rodrigues
Diseño gráfico: Sílvio Rosado
Prensa: Catarina Beja
Fotografía: Susana Chicó
Audiovisuales: Bruno Gascon, Joana Domingues, Nádia Santos y Simao Anahory
Producción: Tânia Melo Rodrigues
Distribución-contratación: César Arias- MARMORE
Electra es una producción de Companhia Do Chapitô - MARMORE
Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
Buenos días:
ResponderEliminarCreo que ya lo comenté en una entrada anterior tuya, pero me repito :) El pasado año estuve viendo en Merida Electra, y quedé alucinada con la obra, la ambientación...la magia. Me alegra que las tragedias clásicas se difundan por la Península, y que no sean sólo tema de conversación de tres intelectuales aislados. Leer y disfrutar de la interpretación de los clásicos es nutritivo, algo que la sociedad debería adoptar como dieta habitual.
Un beso, y muchas gracias por tus crónicas teatrales!!
Hola Undine.
EliminarCreo que tienes toda la razón, que estas obras deben universalizarse y no quedarse para cuatro intelectuales y alguna tertulia de salón con olor a naftalina... Por eso, son tan necesarias estas obras, porque dan acceso de una manera moderna a los clásicos eternos. Buena parte de la solución la tienen los políticos y la manera de llevar la cultura a los jóvenes. Se aprende más en 90 minutos en el teatro que en una semana de clases aburridas.
Un beso enorme y gracias por tus palabras hacia nuestro trabajo, que te guste es nuestra mayor recomensa