PINCELADAS DE HARMONÌA de José Luis Fernández Juan.

Quiero regalarte un mundo de colores

para que puedas vivir en él

verte bailar en los rojos

dormir en los azules

jugar en los grises

besarte en los verdes....

Que seas la reina de corona violeta

con un collar de petalos rosas,

un baston de cedro anaranjado

y vivas en un castillo de cristal

Quiero que cada dia sea de un color diferente

y en las noches

el brillo de tu mirada

me ilumine solo a mi.

(Un mundo de colores. Gux)

¡Ser Hippie es lo mejor del mundo mundial! y lo psicodélico lo más de lo más, bueno, no teníamos muy claro que era eso de la psicodelia, pero todo lo que fuera de colores y formara círculos lo era para nosotros ¡Qué bien se estaba en el campo tumbados en la hierba, viendo las nubes rosas con formas de unicornios...no, no estábamos locos, es que nos habíamos tomado una sobredosis de "alajú" y un tazón de chocolate, y claro, toda esa azúcar hubiera podido cubrir el Himalaya entero, y es que el Himalaya era para nosotros como una meta a alcanzar a través del misticismo y la paz con los dioses y seres de la tierra, aunque años después nos enteramos que no era el Himalaya, si no el Nirvana lo que había que alcanzar. Entra tanta montaña una se perdía. A mi abuela el "hipismo" no le hacía tanta gracia como a nosotros, sobre todo porque los geranios y los rosales del patio terminaban "escamochados" para hacernos guirnaldas para el pelo; éramos unos incomprendidos y encima mi abuela utilizó la casette de Janice Joplin para apoyar una maceta y se nos acabó "el Himalayismo" de sopetón. Tras la última ración de alpargata por el "escamocheo geranil" mi abuela nos castigó a mis primos y a mi a todo lo castigable y nos prohibió todo lo prohibible, y terminamos confinados a la antigua cuadra de las mulas en la que tan solo había un viejo camastro, aperos, dos pesebres de madera y...¡Pinturaaaaaaa! había "titanlux" verde de pintar las puertas, el rojo de la sillas de enea, azul y blanco de la última vez que los mayores pintaron "la caja" del camión de mi tío, "minio naranja" contra el óxido y las tres mega brochas de paja de encalar la fachada ¡El Himalaya era nuestroooooooo! y sin pensárnoslo dos veces, mis primos y yo convertimos aquella triste cuadra en un  auténtico Woodstock ¡qué maravilla, qué derroche de fantasía, de alegría, de magia...! y de alpargatazos. No necesitamos pintura lila para el culo, pues nos los dejaron morados. 
Y ahí, ante la intransigencia y el tirano poder establecido, acabó nuestro "Himalayismo" para los restos, demasiado caro el precio que había que pagar por la libertad. 

...Esa misma noche despertó en mí el espíritu  de la farándula ¡Iba a ser Actriz y cantante!...pero esto, ya es otra historia...

¿Quedaba por desenmascarar en pleno siglo XXI algún estilo literario inédito? Sí, y florece en Pinceladas de Harmonía. Con su inusitada prosa poética, José Luis Fernández Juan apuesta por un inolvidable lienzo, cosido con sedosas redes de conceptismo, reflexión, surrealismo y humor. En diecisiete pinceladas, José Luis te invita a conocer el fascinante mundo de Harmonía con su cielo de violines y sus efervescentes habitantes vestidos de estrellas. Cuanto más los vayas conociendo, más los irás queriendo. Cuando cierres el libro, te seguirán acompañando.
Aquí nada es gratuito. Todo tiene sentido. Cada frase es una fiesta. En cualquier momento puedes encontrar la expresión más bella. Las palabras son mágicas, como sus juegos.
Por su continente y contenido, Pinceladas de Harmonía se convierte en un libro eterno. Siempre podrás volver a releerlo para descubrir sorprendentes matices que lo convertirán en un texto nuevo. Y así sucesivamente. Si te animas, a buen seguro, disfrutarás del arco iris de sus páginas con su refulgente gama de risueños colores.

En otra vida debí habitar en un reino muy muy lejano plagado de color y alegría, pues desde que tengo uso de razón soy una especie de buscadora de colores, da igual que esté en una tienda de ropa, en un frutería o en una librería, una especie de radar me avisa de que entre un mar de tonos neutros y anodinos me espera un mundo de colores solo para mi; no es broma, soy capaz de "oler" una blusa rosa entre un maremagnum de tonalidades oscuras o sobrias, voy a comprar y mi carro está lleno de colores verdes, rojos, rosados, morados, naranjas, amarillos ¿Y en una librería o biblioteca? si la portada está cuajada de colorines, ahí irán mis ojos y mis manos. cuando vi la portada de Pinceladas de Harmonía, sentí que iba por el buen camino hacia el Nirvana, y a Bastet  pongo por testigo cuando digo que sabiendo la larguísima lista de libros pendientes que tenía por delante, me hice la sueca totalmente y me lancé a leer este libro sin remordimiento alguno, ea, ya habrá tiempo para lo demás. 

Desde el prólogo supe que me iba a embarcar en un extraño viaje hacia un mundo singular, y llegué al primer capítulo con mis maletas en la mano pero vacías por completo para poder llenarlas de experiencias durante este viaje; me encuentro con 17 paradas, visitas o capítulos, cada cual que los llame como quiera, recibo una cordial bienvenida a Harmonía, un mundo en el que no cabe la intolerancia, la estrechez de miras o la falta de respeto entre otras bajezas humanas; pero no vayamos a creer que es una especie de Brigadoon al que podemos llegar por casualidad solo por estar en el lugar adecuado en el momento adecuado, sin más, un capricho del Destino, no no. Para vivir en Harmonía tenemos que "currárnoslo" nadie nos va a regalar nada ni nos va a pasar por alto "deslices" sociales o de mala convivencia; no es un lugar mágico que aparece de la nada y que nos tocará con una varita para hacernos seres felices y dotarnos de una vida maravillosa, esto es como la layenda de Merlín y el Trébol de cuatro hojas, si quieres encontrar uno procura crear las condiciones necesarias para que nazca, así de sencillo.

Preparaos para realizar 16 visitas rápidas pero intensas a otros tantos habitantes, o hogares pues en algunas "casas" encontraremos más de uno, como en nuestro mundo cotidiano; personaje y un oficio, una función, un cometido en la vida de Harmonía, personajes curiosos, sorprendentes, peculiares, extravagantes, raros en particular y extraordinarios en general: Anivderaleva, Enzía y Paz, Cloe, Yalinka, la Pandilla de Mepomucena, son tan solo un ramillete del fabuloso ramo de personajes que encontramos en Harmonía, destaco estos porque han sido mis favoritos, pero no puedo contar mucho más de ellos porque cualquier dato destaparía demasiado, ya que el autor, y aquí se lo agradezco enormemente, no nos ha apabullado con descripciones absurdas y meticulosas que no hacen más que alargar una historia que contada en menos pero precisas palabras, nos dice mucho más que mil recovecos léxicos que tan solo abultan un camino que es más recto de lo que pensamos. 

Hay que llegar a Harmonía con la mente abierta, el corazón exultante y el sentido del humor al mismo nivel que el sentido común, pinceladas de una sociedad ideal que no idealizada, pues en cada uno de nosotros hay un ciudadano social, no asocial como rezaban en una zarzuela, que el hombre quiere vivir en sociedad pero no sabe, pues hagámosle saber predicando con el ejemplo.

CONCLUSIÓN: Un libro diferente que nos desvela un mundo inusual y raro porque no estamos acostumbrados a mirar por los demás, a pensar en plural y a empatizar mientras simpatizamos hasta con lo que nos resulta antipático por desconocido; una visita a diferentes personajes que nos mostrarán que si algo parece fácil, es que lo es, solo hay que querer no enreversarlo.  Con un lenguaje cargado de chispas filosóficas, pensamientos, ideas, una llamarada de clarividencia que nos cegará si no solemos mirar con los ojos que no ven y que nos enseñará en pocas palabras y muchos actos, que si queremos, lo lograremos. José Luis Fernández Juan nos muestra una realidad que no está tan alejada de la nuestra, solo que esta segunda, suele "acogotar" a la primera. Seamos valientes y caminemos sin miedo por el arcoíris. 

Yolanda T. Villar

PUNTUACIÓN: 

PINCELADAS DE HARMONÍA

José Luis Fernández Juan

Editorial Círculo Rojo

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