miércoles, 18 de febrero de 2015

RELOJES MUERTOS de Eva María Medina





“En el oscuro jardín del manicomio
los locos maldicen a los hombres
las ratas afloran a la Cloaca Superior
buscando el beso de los Dementes.

Un loco tocado de la maldición del cielo
canta humillado en una esquina
sus canciones hablan de ángeles y cosas
que cuestan la vida al ojo humano
la vida se pudre a sus pies como una rosa
y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
una Princesa.

Los ángeles cabalgan a lomos de una tortuga
y el destino de los hombres es arrojar piedras a la rosa.
Mañana morirá otro loco:
de la sangre de sus ojos nadie sino la tumba
sabrá mañana nada.

El loquero sabe el sabor de mi orina
y yo el gusto de sus manos surcando mis mejillas
ello prueba que el destino de las ratas
es semejante al destino de los hombres”

(José María Panero. Poemas desde el manicomio de Mondragón)




RELOJES MUERTOS

Son muchas las ideas e imágenes, que la novela de Eva María Medina ha traído a mi mente desde el primer momento que comencé a leerla; yo diría incluso que las imágenes han superado con creces a las ideas, a los pensamientos, a las conjeturas. Relojes muertos es una historia visual, las palabras se tornan fotogramas para desfilar ante nosotros como el metraje de una película antigua, en blanco y negro, fotografías que se mueven por toda la gama de grises y blancos, algo desenfocadas o incluso envejecidas por el paso del tiempo y el desgaste que da la acumulación de visionados de la película. Un desenfoque  premeditado y meditado, como un retablo cincelado a mano y cuyo fin es el de hacer de cada muesca en la  madera, un surco que junto al de al lado, forme  una imagen en relieve  palpable bajo los dedos que la acaricia; y eso es lo que Eva María Medina, con su premeditada alevosía, hace con su novela y nosotros: a ella la cincela para que nuestros ojos la palpen, y la sintamos en cada poro de nuestra piel.

No es fácil enfrentarse a esta novela. Afino un poco más si digo que no es fácil enfrentarse a su protagonista, Gonzalo Márquez, y no lo es como tampoco lo es nunca enfrentarse a los miedos propios y al temor de vernos desnudos frente al mundo y frente a nosotros mismos.    Me dan miedo los locos decimos muchas veces nunca sabes por dónde van a salir ni cómo van a reaccionar, y ese es un temor que todos guardamos dentro nuestro. El miedo a la Locura.  Decimos asustarnos por la enajenación ajena, pero lo que en realidad nos asusta y mucho, es vernos reflejados en esas reacciones desaforadas y fuera de Sí de los locos. Si todo no es como se supone que debería ser, como los demás esperan que sea, incluso como nosotros queremos que sea, es una locura, y como tal, debe cortarse de raíz antes de que nos haga daño o dañemos a los demás, ¿pero qué es lo que realmente daña, esas supuestas acciones “antisociales” o el negarnos a nosotros mismos la opción de dejarlas salir y observarlas sin más, sin juzgar ni juzgarnos? Difícil juicio e injusto, al que nos sometemos y sometemos a aquellos que caminando a nuestro lado, lo hacen en paralelo, sin encontrar un punto de convergencia entre ambos caminos, y de haberlo, nos asusta tanto ese encuentro como un choque frontal entre dos trenes.

Relojes muertos es una novela sin género definido, porque de hacerlo, o al menos intentarlo, caeríamos en el error de querer  poner puertas al campo; catalogarla es como poner una sola etiqueta a todo un compendio de sentimientos, acciones y reacciones, miedos y angustias, deseos y anhelos, virtudes y pecados, todos tan distintos entre ellos que por separado forman un todo per se  y unidos, dan lugar a cientos de combinaciones, tantas como personas hay en el mundo…como personalidades encierra una sola persona.  A mí, particularmente, me gusta hablar de ella como una Novela Psicológicamente Intensa, porque encierra todo lo anterior y deja la puerta abierta a todo aquello que emocionalmente, está por llegar y a lo que tarde o temprano, tendremos que enfrentarnos.

Gonzalo Márquez, recién salido de un hospital psiquiátrico, se ve de nuevo solo ante el mundo real, una “realidad” que se le muestra desconocida y que le mira con ojos de desconfianza mientras le muestra sus afilados colmillos; como recién nacido, Gonzalo, ha sido parido y echado desnudo ante el mundo, un mundo que le resulta abstracto, descolorido, incongruente, incluso cruel pues le incita a jugar sin enseñarle primero las reglas del juego. Inmerso en una espiral de locura, en la que solo se atisba ya al final una breve cordura, tan efímera  como un suspiro, un parpadeo, una estrella fugaz de la que solo nos da tiempo a ver  su estela impresa en el cielo, un despertar  tan breve, que cabe preguntarse si en realidad fue un destello de cordura o un ensayo de Iluminaria en la pesadilla de su vida. El protagonista se mueve a lo largo de toda la novela entre delirios, recuerdos, angustia, miedos, anhelos y deseo de conseguir una normalidad que ve en los demás y que ansía para él, pero que a pesar de sus intentos, tan solo consigue rozar, sin atraparla; se encuentra en un Universo paralelo del cual no puede salir, pero desde el que se ve ese otro Universo, el de la normalidad, la felicidad…tan solo tiene que saltar de uno a otro y sus deseos se harán realidad. Imposible, Gonzalo, atrapado en su mundo de delirios y confusión, ni tan siquiera lograr tomar impulso para dar el salto, y queda atrapado sin remisión entre ambos, en una Tierra de Nadie que cada vez acrecenta más su esquizofrenia y desestabiliza “el falso equilibrio” de su mundo irreal, en el cual ni siquiera está ya seguro.
Encontramos en la novela de Eva María Medina,  unos personajes secundarios que se convierten en “alternativos” al protagonista, con el único fin de dar sentido a su “sinsentido”, una amalgama de estereotipos con pocas virtudes y bastantes defectos, un “elenco” a la medida del  protagonista,  secundarios que tan solo se salen junto a Gonzalo del guión para enfatizar esa “sinrazón” en la que están inmersos: Sara, la añorada. Ángela, su clavo ardiendo. Herminia, la pena. Gregorio, la ansiedad. Gerardo, su anhelo. Manuel, la envidia. Mimo, un sueño. Todos y cada uno de ellos, junto a Gonzalo, no son más que pequeños monstruos vistos a través de un espejo, ese espejo de Feria que tan solo muestra seres grotescos y deformes ante sus propios ojos, como la anoréxica que incapaz de ver la realidad a pesar de tenerla ante sus ojos, solo ve la imagen que refleja su mente trastornada.

Una novela tan intensa en su lectura como intenso es el sabor que deja en tu paladar la propia historia del protagonista, al cual llegas a sentir muy cerca, a veces por su propia angustia y otras, por ser testigo en primera línea de una caída anunciada, pero ¿La suya, o la nuestra?
Ya he dicho al inicio que la novela ha despertado imágenes en mi mente desde el primer momento, una de ellas, la de ese “Bufalo Bill” del Silencio de los Corderos, ese individuo que incapaz de vivir en su piel, viste con la piel de víctimas indefensas, personas ajenas que colman sus insatisfacciones aunque solo sea un espejismo; y salvando las distancias que hay muchas, Gonzalo harto de su propia piel, desearía mudarla como lo hace una serpiente. Y no he dejado todavía de pensar en lo que Relojes muertos ha movida en mi tras su lectura, y pienso en los poemas de José María Panero,  casi todos escritos bajo la sombra de su esquizofrenia, y en las notas del músico de Jazz  Tom Harrell, un esquizofrénico paranoide que sin embargo es capaz de hacernos estremecer ante la genialidad de su música y su trompeta…
¿Qué es pues la locura? ¿Qué significa vivir al otro lado? ¿Quién vive entonces a un lado y a otro de todo espejo?

Relojes muertos de Eva María Medina, cuando la imagen que vemos en el espejo, más que una distorsión de nosotros mismos, puede llegar a ser un destello de cordura que los llamados locos, se niegan a aceptar, y un paso a la locura que los cuerdos, temen ver en su reflejo.


Una locura de Novela, bendita locura.




(Tom Harrell, Roman Nights)




Eva María Medina

Relojes muertos



Editorial Playa de Ákaba



ISBN: 978-84-16216-25-3
ISBN Epub: 978-84-16216-26-0


Puedes adquirirlo, aquí


Una Reseña de Yolanda T. Villar

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4 comentarios:

  1. Magnífica reseña querida Yolanda, todavía estoy en estado de shock.
    Mi inmensa gratitud.
    Eva.

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    1. Gracias Eva, muchas gracias!!
      El mérito es tuyo y de tu novela, con materia prima así es fácil hacer mi trabajo.

      He disfrutado muchísimo!!
      Un abrazo. Yolanda

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  2. Muy buena reseña. A mi también me impactó esta novela.

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    1. Gracias Pedro!
      Es una novela impactante no solo por el tema a tratar, sino, por la manera en la que Eva nos la hace llegar, con una prosa sencilla y un estilo tan natural que hace que te olvides de que estás leyendo una novela...es como verlo con tus propios ojos

      Un abrazo

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