Yo siempre me he tenido por un Thomas O’Malley, uno de esos gatos callejeros y arrabaleros tan
pícaros como entrañables, y no es falta de modestia, entiéndanme por favor; soy
como soy, un gato trotero y poco amante de los barrotes y la vida aburrida, y
no por eso hago ascos a un buen colchón cerca de una chimenea, digamos que sé estar a la altura de las circunstancias. Si hay que ser un truhán, aquí estoy
yo. Si hay que ser señor, a caballero no me gana nadie. Pero ante todo, me
gusta ser libre y disfrutar de la vida todo lo que pueda.
Claro que nunca conté con que la rueda del destino girara
bruscamente y alterara el status quo
de la vida, o en mi caso, de las siete. ¿Qué
es lo peor que le puede pasar a un gato guapetón, pícaro y amante del jazz y
las noches de luna llena en un tejado? El amor. Si, ese dichoso gusanito que se
te mete en las venas y no para hasta llegar a tu corazón para volverlo loco, y
subir y subir y subir hasta tu cerebro y hacerle perder todo entendimiento y
razón.
Dichoso amor.
Pero aún hay algo peor para un gato de callejón y portal
como yo. Enamorarse de quien no debe. Perder esa poca razón que le queda por un
polo opuesto. Y es que hasta un machote como yo que se las sabe todas, cae
rendido a los pies, rabo y bigotes de una gatita mimada, consentida y dada al
capricho; ¿Qué pueden tener en común un gato arrabalero que persigue
ratoncillos y una dama sofisticada que come latas gourmet y duerme entre sedas?
¡Ay amor, amor, dichoso amor! ¿Puedes tú, bribón y juguetón sentimiento unir
dos almas opuestas o por el contrario, separarlas por siempre jamás?
¿Alguien puede contestarme a esto? ¿Hay alguien que pueda
asegurarme que el Amor triunfa ante todo? ¿Será este mi perdición?
Javier Romero, tú que todo lo sabes al
respecto dime ¿Hay esperanza para mí?...miauuuuuuuuuuu.
ÓDIAME Y YO TAMBIÉN TE QUERRÉ:
Yo no era muy fan de las novelas románticas. Sé que mucha
gente dice esto por no reconocer que en el fondo, se leía todas las historias
de esta índole habidas y por haber; no me importaría reconocerlo si así fuera,
de verdad, lo dice alguien que en su momento se reconoció friki del Señor de
los Anillos cuando Peter Jackson ni siquiera había rodado las películas, yo era
fan incondicional del libro, desde los 15 años. Y si tiempo después no tuve
ningún reparo en decir que no me perdía un capítulo de Dinastía ¿Porqué iba a
mentir ahora?
Pero es que es cierto. La culpa creo que la tenía que el
género había caído en una monotonía aburridísima, leías una novela y era como
leer todas las que había en el mercado, tan predecibles, tan estereotipadas,
tan exageradas, con esos protagonistas tan desmedidos en sus sentimientos, en
sus reacciones, y no digamos de las localizaciones, las mismas una y otra vez,
París, Roma, Venecia…¿Es que no hay amor ni romanticismo en el resto del mundo?
¿No se ponen románticos en una aldea africana o en un suburbio metropolitano de
las afueras? Era como si los autores hubieran tirado la toalla y escribieran
las mismas historias una y otra vez ¿Si funcionó en el pasado, para qué cambiarlo? No, no me gustaban esas novelas
porque exhalaban pereza, dejadez, falta de interés en investigar nuevos campos,
nuevos retos, nuevos personajes y lugares…
Pero entonces llegó una nueva generación de escritores de
romanticismo. Puede que al igual que yo, cansados de leer lo mismo una y otra
vez y en ese hastío literario, decidieron no dejarse arrastrar como sus
predecesores y dar un paso adelante ¿Porqué dejar que muera un género que bien
planteado puede llegar a millones de personas? Si, millones. En otros géneros
hay que tener cierta predisposición a su lectura, o incluso conocimientos del
mismo o te quedas sin entender una sola palabra del libro;
pero por el contrario, en el género romántico, bien traído y mejor llevado, tan
solo se necesita una buena historia de amor y la curiosidad y la empatía del
lector hacen el resto.
¿A quién no le gusta identificarse con una protagonista que
es tan normal como ella, y a pesar de eso, le pasan un sinfín de aventuras y
vive una pasión desmedida? Eso es
justamente lo que ha hecho que este género, que empezó a estar denostado en
otros tiempos, ahora resurja con fuerza y muchas ganas tanto por parte de
autores como lectores: la empatía. Sentirse identificados por lo que leemos y
poder soñar con que a ti, a mí, a nosotros también nos puede pasar.
Y entre esos escritores que han arriesgado y dado todo por
volver a situar al género romántico dónde se merece, está Javier Romero. Javier me
dejó totalmente convencida con su obra anterior, la cual ya reseñé en su
momento, Estaré dónde tú no estés, que comencé a leer un poco cautelosa
por lo que podría encontrarme, y acabé enganchadísima de tal forma que dejé mi comida a medias porque necesitaba saber
ya el final de la historia; y ahí es
dónde me di cuenta de que estaba ante un renacimiento del género romántico. Una
gran historia, personajes perfilados, humanos, no maniquíes estereotipados y me
dije ¡Este chico va a llegar lejos! y mirad, aquí estoy de nuevo con él y en
esta ocasión con su ya segunda novela.
Y si llegué a pensar durante una milésima de segundo que
tal vez esta segunda novela podría no estar a la altura de la primera, las
dudas se disiparon al acabar el primer capítulo de Ódiame y yo también te querré, pues ya estaba
enganchada y necesitaba saber qué pasaría con Susana, una cabezota y algo “marimacho”
sanitaria con un carácter de mil demonios -en ocasiones demasiado vulgar y bastante ruda- , y cómo se cruzaría su camino con el de un
adinerado y remilgado empresario francés, Alain. Para que veías a lo que me refiero ¿con tan solo estas
frases no se ha despertado ya en vosotros una curiosidad incipiente por saber
qué pasará con estos dos, en principio, tan distintos personajes? os digo que
sí y pongo mi mano en el fuego por la seguridad de mi afirmación, pues conforme
escribo estas líneas en mi ordenador, un aliento en mi nuca y una mirada
furtiva están poniendo el interés y los ojos en el texto.
Y tan segura estoy de lo buena que es la novela, que creo
que con tan solo unas frases más y sin desvelar demasiado, muchos de vosotros
estaréis ya mirando en internet como conseguir el libro. Seguro. Pero dejad eso
ahora que no hace falta, ya os lo digo yo al final, ahora prestadme atención
que vale la pena. Tres generaciones por parte de cada protagonista, cruzarán
sus caminos y sus vidas, se mezclarán entre ellos, por momentos esta mezcla
será explosiva cual cóctel molotov, en
otros será hasta cruel e injusta, y en la mayoría, una montaña rusa de
emociones que nos llenarán y desbordarán de sentimientos hasta el punto de leer
levantándonos del sillón una y otra vez, como si viéramos una final entre
Madrid-Barça, y eso que no me gusta el fútbol. Entre medias, las situaciones se
tornarán enrevesadas, personajes secundarios pondrán al límite a cada uno de
los protagonistas, en ocasiones el pasado parecerá volver y no querer irse y en
otras el futuro estará tan cerca que parecerá Hoy.
Solo un apunte para el autor ¿No podría asistir Susana a clases de protocolo y buenas costumbres? el personaje sería perfecto si no resultase tan salvaje en ocasiones...¡Hay un momento para cada cosa, querida Susana, modérate un poco! Ups.
Pero lo mejor de todo, y aquí estoy convencidísima de mi
afirmación, es el final. No solo sorprendente, que lo es y mucho –preparaos para
devorar una paquete de galletas entero por la emoción o una pastilla de
chocolate, y en el mejor de los casos, ambas cosas− si no bien
ejecutado y valga la redundancia, finalizado. Una de las peores cosas al que ha
de enfrentarse un autor es en dar un final apropiado, justo, tanto en su
extensión como en su desarrollo y dejar al lector con la sensación de que lo ha
vivido junto a los protagonistas en lugar de preguntarse, ¿ya, eso es todo,
tanto para esto? Javier Romero, no
solo nos presenta una historia perfecta, es que además lo es de principio a
fin, y queridos gatroteros, con los panfletos que circulan por ahí en este
mundillo ¿Estaremos ante una generación literaria que marcará un hito en la literatura romántica?
Ódiame y
también te querré de Javier Romero. Un nuevo rumbo en la novela romántica.
ÓDIAME Y YO TAMBIÉN
TE QUERRÉ
Javier Romero
Editorial Cristal
ISBN: 978-84-15611-15-8
Una reseña de Yolanda T. Villar
©TODOS LOS DERECHOS
RESERVADOS
Has hecho una notable selección al cerrar el año 2014 con la novela de Javier Romero, El Gato Trotero.
ResponderEliminarMis mejores deseos de éxito para el escritor, un achuchón cariñoso para ti, El Gato Trotero y un abrazo muy fuerte para la creativa y portentosa, Yolanda T. Villar.
FELIZ 2015
P.D. :Comparto
¡Mi mejor selección sois todos vosotros, Vicenta! Mi madrina de excepción en este blog y mi hada madrina en la vida...
EliminarPortentosa si, en amigas.
Mil besos y Feliz Año 2015!!!
Una gran reseña, enhorabuena al autor por conseguir que tan incisiva gatita haya caído rendida a sus pies, y no es fácil conseguirlo. Ha sido muy dura con otros autores que no han tenido la suerte de llegarle al corazón o a su mente, cosa aún más difícil que la primera.
ResponderEliminarEnhorabuena pues a ambos.
Es fácil caer rendida ante un buen libro, cuando una se encuentra con una lectura que la absorbe tanto como atrae y le permite adentrarse en las letras como si fueran puertas que se abren a otros mundos, lo difícil es no ser honesta y decir lo que el libro te ha hecho sentir. Rendición es otra cosa.
EliminarEs mérito del autor, una buena pluma no necesita más.
Un saludo
Me la apunto! Gracias!
ResponderEliminarTe encantará Susy!! espero leer la reseña pronto en tu blog...un besito!!
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