miércoles, 24 de septiembre de 2014

YUPI KANKAY de Juan Pomponio



A veces me pregunto si un Trotero nace o se hace. Mi primer recuerdo soy Yo, con apenas un palmo de alto, saltando sobre la barandilla de una terraza intentando ver que había más allá de aquel, ya por entonces para mi, minúsculo espacio;  había niños llorando, otros riendo, casi todos corriendo y saltando, ancianos hablando en voz alta y andando con pasos bajos, tanto, que la mayoría arrastraba los pies como si anduvieran sobre culebras. Mujeres jóvenes con vestidos ajustados, mujeres ancianas con vestidos floreados y pelos azulados, otras de negro y moño blanco y hasta gatos como yo que correteaban bajo los coches aparcados y escalaban contenedores de basura ¡Eso es aventura y lo demás son tonterías! pensé. Pero si hay algo que atrajo mi atención fueron los colores. Tantos eran, que por haber había hasta gente de colores, colores que hasta entonces yo solo había visto en otros de mi especie, pero jamás pensé que los humanos pudieran lucir en sus pieles tan bello colorido.
Y no pude resistirme más tiempo. Tuve que saltar esa barandilla en forma de reja y comenzar a trotar entre todas esas gentes, querer saber de dónde venían, a dónde se dirigían, de que hablaban, como olían ¿Qué me atrajo tanto de ellos para comenzar a trotar y trotar y cada vez querer seguir más adelante? al principio la curiosidad, pero luego descubrí que lo que de verdad me atraía eran ellos y esos mundos lejanos que parecían habitar cada uno en sí mismo. Y ahora solo se que de no haber nacido Trotero, hubiera terminado siéndolo igual, si los genes no me hubieran hecho caminar, lo hubieran hecho las voces de aquellos que desde lejos, me invitaban a trotar.

Trotar es vivir setenta veces siete vidas.

YUPI KANKAY de Juan Pomponio, es mucho más que un poemario sobre Sudamérica. Es un viaje más allá de las fronteras, del espacio marcado por el hombre, del tiempo vivido y el tiempo que está por venir, más allá incluso de uno mismo. Versos  que recogen su Gira Poética por tierras sudamericanas, viaje que emprendió modestamente en bus y que durante dos años le llevó a vivir una experiencia que pronto sobrepasó lo material para convertirse en todo un viaje sensorial  y espiritual. Kilómetros convertidos en suspiros, sinsabores transformados en aromas para el alma, bocas guardando sonrisas y miradas enigmáticas que abrían las puertas de casas amigas; un viaje cuyo final no pudo cambiar al hombre modesto que partió de Argentina en busca de versos y lazos, pues la modestia jamás salió de su mochila en su largo viajar y fue puente y abrazo entre poeta y ciudadanos, entre poeta y agricultores, entre poeta e indios e incluso, entre poeta y poetas.
Son más los lazos que nos unen a unos con otros, que las vastas tierras que nos separan; un poema, unas risas, una noche estrellada, un fresco manantial, unas montañas punzando el cielo, una comida compartida y unos tragos de licor entre amigos, todo ello es lo que hace igual a unos hombres con otros, lo que nos une y sobre todo, lo que hará que nunca nada nos separe. Eso  es lo que Pomponio nos enseña con su poético viaje, que solo hay límites y diferencias si uno mismo se los impone, pues de lo contrario, con modestia y ansias de vivir, todos somos ciudadanos de un mismo mundo.


Un viaje que empezó con un Todo y que caminando entre Desierto y Silencio, se Atraviesa la Nada y se llega a la Patria del Inca, y todo sin más pretensión que Contemplar la Eternidad mientras Duerme la Luna y sentirse libre, por el Camino del Poeta.”














YUPI KANKAY

Juan Pomponio

Remolacha Ediciones








Una Reseña de Yolanda T. Villar

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