A veces me pregunto si un
Trotero nace o se hace. Mi primer recuerdo soy Yo, con apenas un palmo de alto,
saltando sobre la barandilla de una terraza intentando ver que había más allá
de aquel, ya por entonces para mi, minúsculo espacio; había niños llorando, otros riendo, casi
todos corriendo y saltando, ancianos hablando en voz alta y andando con pasos
bajos, tanto, que la mayoría arrastraba los pies como si anduvieran sobre
culebras. Mujeres jóvenes con vestidos ajustados, mujeres ancianas con vestidos
floreados y pelos azulados, otras de negro y moño blanco y hasta gatos como yo
que correteaban bajo los coches aparcados y escalaban contenedores de basura
¡Eso es aventura y lo demás son tonterías! –pensé. Pero si hay algo que atrajo mi atención fueron los
colores. Tantos eran, que por haber había hasta gente de colores, colores que
hasta entonces yo solo había visto en otros de mi especie, pero jamás pensé que
los humanos pudieran lucir en sus pieles tan bello colorido.
Y no pude resistirme más tiempo.
Tuve que saltar esa barandilla en forma de reja y comenzar a trotar entre todas
esas gentes, querer saber de dónde venían, a dónde se dirigían, de que
hablaban, como olían ¿Qué me atrajo tanto de ellos para comenzar a trotar y
trotar y cada vez querer seguir más adelante? al principio la curiosidad, pero
luego descubrí que lo que de verdad me atraía eran ellos y esos mundos lejanos
que parecían habitar cada uno en sí mismo. Y ahora solo se que de no haber
nacido Trotero, hubiera terminado siéndolo igual, si los genes no me hubieran
hecho caminar, lo hubieran hecho las voces de aquellos que desde lejos, me
invitaban a trotar.
Trotar es vivir setenta veces
siete vidas.
“ YUPI KANKAY de Juan Pomponio, es mucho más que un poemario sobre
Sudamérica. Es un viaje más allá de las fronteras, del espacio marcado por el
hombre, del tiempo vivido y el tiempo que está por venir, más allá incluso de
uno mismo. Versos que recogen su Gira
Poética por tierras sudamericanas, viaje que emprendió modestamente en bus y
que durante dos años le llevó a vivir una experiencia que pronto sobrepasó lo
material para convertirse en todo un viaje sensorial y espiritual. Kilómetros convertidos en
suspiros, sinsabores transformados en aromas para el alma, bocas guardando
sonrisas y miradas enigmáticas que abrían las puertas de casas amigas; un viaje
cuyo final no pudo cambiar al hombre modesto que partió de Argentina en busca
de versos y lazos, pues la modestia jamás salió de su mochila en su largo
viajar y fue puente y abrazo entre poeta y ciudadanos, entre poeta y agricultores,
entre poeta e indios e incluso, entre poeta y poetas.
Son más los lazos que nos unen a
unos con otros, que las vastas tierras que nos separan; un poema, unas risas,
una noche estrellada, un fresco manantial, unas montañas punzando el cielo, una
comida compartida y unos tragos de licor entre amigos, todo ello es lo que hace
igual a unos hombres con otros, lo que nos une y sobre todo, lo que hará que
nunca nada nos separe. Eso es lo que Pomponio nos enseña con su poético
viaje, que solo hay límites y diferencias si uno mismo se los impone, pues de
lo contrario, con modestia y ansias de vivir, todos somos ciudadanos de un
mismo mundo.
Un viaje que empezó con un Todo y que caminando entre Desierto y Silencio, se Atraviesa la Nada y se llega a la Patria del Inca, y todo sin más
pretensión que Contemplar la Eternidad
mientras Duerme la Luna y sentirse
libre, por el Camino del Poeta.”
YUPI KANKAY
Juan Pomponio
Remolacha Ediciones
Una Reseña de Yolanda T. Villar
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