Cuando uno acude al Teatro, debería hacerlo con la sana intención de dejarse sorprender, de desear ser atrapado por una buena historia, sea drama, comedia o tragedia. Sin embargo, siento una gran tristeza cuando en la butaca de al lado alguien da cabezadas y respira de forma sonora, con esa bocanadas de aire que se desalojan con fuerza y que no es más que el sonido del trance que conduce al sueño. Tristeza por no ser capaz de discernir la oportunidad que tiene ante sí; por no saber aprovechar los 90 minutos de un espectáculo único y singular, pues no hay dos iguales a pesar de ser representados por la misma compañía en una misma gira; por dejar escapar esa oportunidad de liberarte de la vida cotidiana y sumergirte en otro mundo de la mano de los protagonistas y ser uno más a bordo de un barco pirata, de formar parte de una corte medieval europea, de sobrevivir en el apocalíptico futuro posnuclear de NeoTokio. ¡Lástima de materia gris desperdiciada!
El pasado viernes el Festival de Teatro Clásico de Olite enfilaba su recta final dando espacio a una propuesta diferente en las formas pero rotunda en el fondo: Así es, así fue. España: de los Trastámara a los Austrias, de la afamada compañía de Andrea D´odorico. Nada más cautivador para el espectador de Teatro Clásico que dejarse llevar por el ingenio de Don Miguel de Cervantes, del Marqués de Santillana, del maestro Calderón, del gran Lope de Vega... pero también de Cristobal Colón o de Fray Bartolomé de las Casas. Ofreciéndolos en pequeñas píldoras concentradas a modo de pasajes de nuestra Historia, Juan Asperilla, el autor de la propuesta, es capaz de conjugar coronaciones y perversiones de la realeza, jácaras populares y lírica religiosa, heróicas y vergonzantes azañas en las Españas del otro lado del mundo... Todo ello con una sutil inteligencia que consigue que las casi dos horas de un espectáculo a priori del gusto de los amantes de la historia, se convierta en un (re)descubrimiento que se hizo ligero y capturó el beneplácito del patio de butacas (lleno), al que le costó implicarse inicialmente en la obra.
Y es que no hay nada mejor que desmontar los mitos heredados con talento. Nada mejor para ello que una dirección amable y rotunda, la de Laila Ripoll, controlando los tiempos y la escena con maestría. Conviene no olvidarse de los actores (Juan Fernández, Verónica Forqué, Joaquín Notario y José Manuel Seda, además de los dos músicos), camaleónica asociación de actores que acarrean a sus espaldas cientos, miles de horas sobre las tablas, sobrevolando el cielo mortal sobre la finísima cuerda del directo. Su experiencia les confiere una seguridad que apabulla, y les permite embarcarse en los diferentes personajes a los que cada uno de ellos da vida con una facilidad que genera envidia y reconocimiento a un tiempo.
En estos tiempos que vivimos de cuestión y menoscabo de derechos, nunca está de más recordar que el consolidador de la Casa de los Trastámara, Juan II, amaba a un puto a quién el rey nombraría su valido; que el hijo de éste, Enrique IV, amó como reina a Juan Pacheco; que los judíos fueron injustamente expulsados de una España que sentían propia; que la población indígena del Nuevo Mundo puso el Mundo en bandeja a la monarquía hispana y que ésta llevó allí su cultura, pero también la espada y la cruz inquisidora... El Teatro como vehículo de las emociones del Hombre, pero también el Teatro como Guardián y Guía de su alma...
El pasado viernes el Festival de Teatro Clásico de Olite enfilaba su recta final dando espacio a una propuesta diferente en las formas pero rotunda en el fondo: Así es, así fue. España: de los Trastámara a los Austrias, de la afamada compañía de Andrea D´odorico. Nada más cautivador para el espectador de Teatro Clásico que dejarse llevar por el ingenio de Don Miguel de Cervantes, del Marqués de Santillana, del maestro Calderón, del gran Lope de Vega... pero también de Cristobal Colón o de Fray Bartolomé de las Casas. Ofreciéndolos en pequeñas píldoras concentradas a modo de pasajes de nuestra Historia, Juan Asperilla, el autor de la propuesta, es capaz de conjugar coronaciones y perversiones de la realeza, jácaras populares y lírica religiosa, heróicas y vergonzantes azañas en las Españas del otro lado del mundo... Todo ello con una sutil inteligencia que consigue que las casi dos horas de un espectáculo a priori del gusto de los amantes de la historia, se convierta en un (re)descubrimiento que se hizo ligero y capturó el beneplácito del patio de butacas (lleno), al que le costó implicarse inicialmente en la obra.
Y es que no hay nada mejor que desmontar los mitos heredados con talento. Nada mejor para ello que una dirección amable y rotunda, la de Laila Ripoll, controlando los tiempos y la escena con maestría. Conviene no olvidarse de los actores (Juan Fernández, Verónica Forqué, Joaquín Notario y José Manuel Seda, además de los dos músicos), camaleónica asociación de actores que acarrean a sus espaldas cientos, miles de horas sobre las tablas, sobrevolando el cielo mortal sobre la finísima cuerda del directo. Su experiencia les confiere una seguridad que apabulla, y les permite embarcarse en los diferentes personajes a los que cada uno de ellos da vida con una facilidad que genera envidia y reconocimiento a un tiempo.
En estos tiempos que vivimos de cuestión y menoscabo de derechos, nunca está de más recordar que el consolidador de la Casa de los Trastámara, Juan II, amaba a un puto a quién el rey nombraría su valido; que el hijo de éste, Enrique IV, amó como reina a Juan Pacheco; que los judíos fueron injustamente expulsados de una España que sentían propia; que la población indígena del Nuevo Mundo puso el Mundo en bandeja a la monarquía hispana y que ésta llevó allí su cultura, pero también la espada y la cruz inquisidora... El Teatro como vehículo de las emociones del Hombre, pero también el Teatro como Guardián y Guía de su alma...
ASÍ ES, ASÍ FUE.
ESPAÑA, DE LOS TRASTÁMARA A LOS AUSTRIAS
AUTOR
Juan Asperilla
(Sobre textos clásicos)
(Sobre textos clásicos)
DIRECCIÓN
Laila Ripoll
COMPAÑÍA
Producciones Andrea D'Odorico
REPARTO
Juan Fernández
Verónica Forqué
Joaquín Notario
José Manuel Seda
Redacción:
Santiago Navascués
Fotografía:
Web Oficial Andrea D´Odorico
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
Santiago Navascués
Fotografía:
Web Oficial Andrea D´Odorico
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
Tan importante es contar con un buen reparto como un buen director de escena, una obra perfectamente escrita puede venirse a bajo si las personas que le dan vida no están a la altura. No es el caso, una obra bien escrita, dirigida, interpretada y además, reseñada.
ResponderEliminarFelicitaciones
Y no menos importante es un buen público, que sepa apreciar el esfuerzo del equipo y sepa disfrutar con él.
EliminarGracias por tus palabras Antonio.