jueves, 31 de julio de 2014

Sueño de una noche de verano. Festival de Teatro Clásico de Olite


En ocasiones nos preguntamos acerca de qué es eso que algunos llaman Destino. Dicen los que en él creen, que el futuro de los hombres está escrito, y que por mucho que se haga, nada podrá impedir que se cumpla lo comprometido. Sin embargo, a veces ese destino, por las vueltas que nos hace dar, parece que se haya escrito de corridas, o que se esté escribiendo en el mismo momento en el que suceden las cosas, como si el encargado de transcribirlo improvisase en ese instante la mejor solución para nuestro día a día. Llegados a este punto, surge una duda. ¿Quién es ese escritor, quién escribe el Destino de los hombres a voluntad?


Las noches de verano en Olite no son como las que uno imagina: se les llama de verano porque transcurren en esa época del año, pero al menos en la antigua residencia de los Reyes de Navarra, el verano viene a ser un otoño convencional, en cuyas horas de luna bajan las temperaturas y el viento del norte se entretiene  jugando a colarse entre los muros del Castillo-Palacio. No es normal que a finales del mes de julio el público se deje ver con cazadoras y mantas, pero ya reza el dicho: ande yo caliente,... ¿Qué sería del Festival de Olite sin esas noches tan características? Yo las prefiero, pues es una más de las muchas señas que identifican las mágicas veladas en las que Olite se viste de Teatro. ¡Por muchos años tengamos que seguir llevando abrigos!


Representar El sueño de una noche de verano de Shakespeare debe suponer para cualquier actor una gran responsabilidad por tratarse de una de la obras más representadas en los últimos años. Si a ello se sumamos que no eres un actor profesional, sino que formas parte de un Taller de Teatro de una pequeña ciudad navarra, la presión sostenida no tiene que ser menuda. Sin embargo, cuando ofreces lo mejor de tí mismo, cuando sientes lo que haces y te crees el personaje que representas, nada podrá frenarte y el nivel que ofreces al espectador en nada desmerece al de una propuesta profesional. Es la grandeza de las tablas, que no entienden de reconocimientos previos sino que juzgan en el momento de forma implacable.


El martes, en el escenario de La Cava, el Rey Oberón y su esposa, la Reina Titania, señores del reino de las Hadas, volvieron a hacer de las suyas y el destino de los humanos, una vez más, fue el que a sus voluntades les apeteció. Al mismo tiempo, se tejen dos historias más: la de los duques que están a punto de celebrar su boda, y la de una compañía de actorzuelos de tercera que deben actuar en dicha boda. Amores confundidos, desamores, conjuros y encantamientos... Y en mitad de todo ello, el duendecillo Puck, el más astuto de los sirvientes de Oberón, que ejecuta las órdenes de su amo sin el acierto deseado, dando lugar a una trama vertiginosa y cambiante que no le concede al espectador un sólo segundo de respiro.


El grupo que conforma el Taller de Teatro de Kilkarrak, procedentes de Estella, consiguieron un alto nivel interpretativo durante los ciento diez minutos que duró el espectáculo. Además, gracias a la colaboración del Grupo Instrumental Klof, consiguieron enfantizar de un modo original y sencillo, siempre visible, las diferentes situaciones que se daban a medida que iba avanzando la obra. La pasión con la que se entregaron y el amor que derrocharon hacia el texto que interpretan consiguió hacer olvidar al espectador su condición amateur, así lo confirmó el extenso aplauso final que recibieron del público.
Al final de la obra, queda la sensación de lo poco que quizá significan nuestros propios actos, de la incertidumbre que genera pensar que, quién sabe, quizá nuestro Destino únicamente dependa del aburrimiento de un algo por encima de nosotros, o de las ganas de enredar que ese algo tenga. Somos, por tanto, esclavos de su voluntad y no nos queda otra que aguardar sus caprichos, y que éstos nos favorezcan. Y si no, al menos que nos perjudiquen lo menos posible. O, llegado el caso, si salimos trasquilados, que tengan a mano ese líquido milagroso que vierten sobre nosotros cuando dormimos, que no recordemos nada ni nada nos afecte de lo pasado, para hacer borrón y cuenta nueva si se les va la mano.



EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO de William Shakespeare

DIRECCIÓN 
Ion Barbarin
 
REPARTO 
Raúl Urriza 
Rakel Sampedro 
Pedro Echávarri 
Elsa Preciado 
Pablo Lisarri 
Angel Hervás 
Yolanda García 
Cristina Lisarri 
Javier Hernández 
Ander Osés 
Paola López 
Carlos García 
Judith López 
Barbara Zabalegui 
Lucia Echávarri 
Natalia Lisarri

COMPAÑÍA
Taller de Teatro Kilkarrak


Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

6 comentarios:

  1. Dices bien, El Gato Trotero, una gran cuestión has planteado ^_^
    Lo que es bien seguro ya, después de leer tu escrito, es que en Olite hay arte y las dos horitas de teatro se llevan lejos tan crudas preocupaciones a pesar de tener que ponernos el jersey o el abrigo ^_^ ^_^
    Gracias por compartir cosas tan estupendas ^_^

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    1. ¡Exacto! el Teatro siempre es disfrute y un poco de fresco no nos debe privar de ello ¡Peor sería aguantar un sol de justicia! y aún así, por una buena obra, se haría.

      Gracias por tu apoyo siempre, al Arte y al Gato.
      Un abrazo

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  2. La vida es puro teatro, magia y sueños.Me encanta la obra.
    Loli

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    1. En efecto, magia y sueños, solo que yo diría que el Teatro es pura Vida.

      Gracias por tus palabras Loli.
      Saludos

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  3. De parte de Kilkarrak, gracias por la reseña!!

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  4. Y de parte del equipo del Gato Trotero ¡Gracias por ofrecernos teatro del bueno!

    Saludos.

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