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jueves, 17 de enero de 2019

El fin de las Dulces Mentiras, Rafael Herrero

EL FIN DE LAS DULCES MENTIRAS, de RAFAEL HERRERO


Nueva novela de Rafael Herrero tras La plaza del Silencio y Como un viento helado.

...Es el fin bella amiga, 
Es el fin, mi única amiga. 
Me duele dejarte libre, pero se que nunca me seguirás. 
El fin de las risas y las dulces mentiras. 
Es el fin, bella amiga, 
Es el fin, mi única amiga, 
Me duele dejarte libre, pero se que nunca me seguirás. 
El fin de las risas y las dulces mentiras, 
El fin de las noches que procuramos morir, 
Este el el fin...


(The End. The Doors)



reseña-critica-novela
Reseñas El Gato Trotero.

Hace ya bastante tiempo desde la novela anterior de Rafael Herrero, y aunque sus amigos y admiradores nos resarcimos con su obra teatral, necesitábamos leer de nuevo sus letras, es más, yo fui una "fan pesada" si, cansina donde las haya, pues cada vez que tenía oportunidad le preguntaba por su próxima novela, es más, le instaba a escribirla cuanto antes ¿para qué dormir o comer si se puede escribir? respirar está muy sobrevalorado, seguro que en apnea se puede vivir un tiempo...y al fin llegó el ansiado libro, creo que le dejé un comentario al autor sin palabras, solo con palmas aplaudiendo, confeti, globos y puede que alguna trompeta para anunciar las Buenas Nuevas ¿Para qué escribir felicitaciones si lo que quería era leerlo cuanto antes? además, el escritor es él, pues eso, a escribir y yo a leer, ea. 

Y a pesar de las dificultades visuales, temporales, por las que paso, aproveché un resfriado para no moverme de la cama y echarle un ojo al libro, si, un ojo solo, ya sabéis que el otro está en servicios mínimos de momento. Y el vistazo se convirtió en una lectura en toda regla, página tras página, capítulo tras capítulo, hasta el The End...


Nos encontramos algunos de los personajes de la novela anterior de Rafael Herrero, La Plaza del Silencio, ahondamos algo más en ellos y toman protagonismo otros secundarios; no temáis que ya estoy viendo caras de desconcierto y alguna mano inquieta ya está escribiendo eso de: si es una segunda parte no creo que pueda ponerme al día...lo se porque yo soy la primera que lo hago, la pereza ante la idea de leer una serie o saga o bi o trilogía me supera. Pero no será esta la ocasión para ello; el autor se encarga de ponernos en antecedentes de lo sucedido en la novela anterior, lo hará sin prisa, sin pausa, yendo hacia atrás y hacia adelante en la narración, de manera elegante, sin escalones bruscos que hagan que el lector tropiece y se corte la historia. Estamos hablando de Rafael Herrero, una de las plumas más elegantes y hábiles que he leído nunca, jamás nos haría algo así; iremos capítulo a capítulo adentrándonos no solo en la vida del protagonista y lo que lo rodea, sino en su torturada mente, en su inquietante alma, en su convulso pasado, y si necesitásemos algún detalle más, al final de la novela, el autor nos recuerda la sinopsis de su anterior novela. Pero repito, no os hará ninguna falta para adentraros y empatizar u odiar a los personajes de "El fin de las dulces mentiras", pero creedme, os perderíais una gran novela si no la leyeseis de verdad.


Nos encontramos con Alejandro, un hombre roto, torturado por su pasado y por una mente enferma a la cual le cuesta distinguir entre la realidad y las alucinaciones; cuarenta años después de los sucesos de la Plaza del Silencio, durante los últimos coletazos del Franquismo, años en los cuales murieron asesinados de manera brutal  varios homosexuales, Alejandro, martirizado por las imágenes que se reproducen una y otra vez en su cabeza y que le han impedido llevar una vida normal y feliz, fragua una venganza largamente masticada pero la cual no puede digerir sin el temor de atragantarse y morir asfixiado por los remordimientos, el miedo y la cobardía sin haber llevado a cabo su meditada aunque temida venganza. 

Reprimido en su sexualidad y sometido durante toda su vida a un padre militar, intransigente, cruel, un sicópata neurótico, un asesino sin escrúpulos, Alejandro vive alejado del mundo en una vieja casa que perteneció a su abuelo, al que quiso con todo su corazón, y a caballo entre el mundo real y el que origina su trastornada mente y sobre todo, el recuerdo de una madre que un bien día les abandonó y les dejó a su hermana Paloma y a él, a merced de su terrible padre; fantasmas del pasado y alucinaciones de tiempos pretéritos como presentes, miedo, frustración, venganza, dolor, incomprensión, dudas, temores, todo forma un cóctel explosivo en la mente de Alejandro a punto de detonar y prender la mecha de una bomba hongo que arrasará con todo lo que se le ponga por delante, bueno y malo, aniquilando lo que encuentre a su paso. 

Se puede ser cómplice de un delito de muchas maneras, permaneciendo en silencio y convirtiéndose en un mero espectador también lo es, y nuestro protagonista lo sabe con creces, lo vive y lo sufre día a día, porque no siempre fue un simple observador, y hay conciencias que no resisten tales avatares y se consumen podridas por los remordimientos y la culpa. 

Chema,  el que antaño fue su amigo, le tortura con llamadas amenazantes; sus antiguos colegas de correrías lo siguen de cerca para que no olvide que el que habla más de la cuenta, ese, acaba muerto; Paloma, su hermana, al igual que su madre, se fue un buen día y ya nada se supo de ella, algo que le hiere más que las amenazas abiertas de sus viejos amigos. Silvia, su mujer y Tania, su hija. le abandonaron hace tiempo incapaces de entender ni al hombre ni al artista ¿O fue él quién las abandonó a ellas, una vez más, sin hacer nada más que limitarse a observar?  Alex, un niño sin cuya compañía le arrastraría irremisiblemente a la locura total, tal vez a la propia muerte,  cuando su vida parece más caótica que nunca, sus esperanzas a punto de fenecer en un mar de pesadillas y alcohol, aparecen en su vida dos mujeres, una anciana, Isabel, y una joven, Lucía, y su vida tras ser sacudida de nuevo, comenzará a tomar sentido al fin, al menos, su pasado comienza a cerrarse  dejando paso a un incierto pero probable futuro, ahora si, ahora tal vez pueda existir algo más para él que una vida de delirios y angustias.

Conocer a Carlos, un joven periodista y fotógrafo, le dará el impulso definitivo a acabar con toda esa vida de secretos, mentiras, muertes, cuadernos de colores  y pinturas tenebrosas. Ya no hay marcha atrás, llegó el momento de El fin de las dulces mentiras, la Plaza del silencio ya no volverá a estar callada, llegará la venganza como Un Viento helado, inmisericorde. 


CONCLUSIÓN: Una novela de sueños truncados, de pesadillas diurnas, de dolor, pecados y penitencias, de fanatismo, de miedo a lo desconocido,  pero ante todo, una historia de superación, de autoconocimiento, de perdón, de esperanza; una narración elegante, precisa, una exhibición de prestidigitación literaria, convirtiendo en hermosa una historia dura, terrible, alucinógena. Un guiño continuo perfecto, sin caer en tics nerviosos, a canciones -tal y como reza el título y que sirvió de despedida a Jim Morrison- películas, obras teatrales, frases y retazos de una vida dedicada a todas las Artes por parte del autor, lo que nos sitúa en escena, nos acerca a los personajes y crea un ambiente emocional idóneo para lectores y protagonistas. Como Nicanor Parra nos enseñó en uno de los programas de La Mandrágora:   En la actualidad no se puede construir una frase que se defienda por sí misma, frases que aspiren a un sentido, hoy en día no es posible, busquemos entonces el sentido en los objetos, ellos irradian energía, enfoquemos sobre ellos un chorro de palabras y démosles sentido a ambos...en este caso, un niño tras una puerta, con los labios pintados de rojo, corrido el carmín, los ojos llorosos, ese niño, esa imagen, el título sobre ella, nos dice todo lo que las palabras no pueden o no saben precisar. Antes del  leer el libro, querido lector, mira esta imagen, detente en ella y deja que te hable sobre lo que vas a encontrar en realidad dentro de esta novela, al margen de la historia, o tras ella...



EL FIN DE LAS DULCES MENTIRAS

Rafael Herrero


Editorial Alrevés


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