Mostrando entradas con la etiqueta Después del banquete. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Después del banquete. Mostrar todas las entradas

jueves, 18 de junio de 2020

Después del banquete, Yushio Mishima

Después del banquete.


Por la Pelipequirroja.


   Mi pasión por la cultura oriental me viene de muy joven, pero no fue por un libro, eso vino mucho después; primero me enamoré de un cuadro que había en la consulta del cardiólogo (el de pago, no el de la seguridad social que tan solo tenían la enfermera pidiendo silencio en un cartel, como bien recalcaba mi madre a las vecinas) Era un cuadro precioso, enorme, lleno de colores; representaba la vida en una ciudad oriental, había un mercado, una escuela, un "bar" donde una mujer de cara blanca y pelo negro, con un vestido parecido a una bata, servía cuencos con líquido amarillo, y arriba del todo, en una montaña nevada, un templo (yo lo llamaba iglesia roja) donde unos monjes rezaban en el jardín, eso si, un jardín lleno de flores y árboles de colores. Aquel cuadro me hipnotizaba, me tenía loca perdida. Me inventaba historias y ponía nombres a los personajes que aparecían en aquel cuadro, que para mí representaba una especie de ventana a un mundo maravilloso y fantástico, donde los perros dormían en las iglesias y los árboles eran rosas y morados. Ese fue mi primer contacto con la cultura asiática, algo básico e insustancial, que sin embargo me hizo con el tiempo buscar imágenes primero, libros después.  Me cautivó primero el cine, y aún tuvieron que pasar unos años más para caer rendida ante la literatura nipona en particular, asiática en general.  Pero cuando lo hizo, se llevó el gato al agua. Esa forma de escribir me atrapó como en una tela de araña.

    Después del banquete, de Mishima (1960) es una de esas novelas que has de leer al menos dos veces en la vida: una de joven, cuando todo te impacta pero no te rompe, y otra ya con unos añitos, cuando ya te has roto varias veces pero has craquelado tu alma para que tu cuerpo siga en pie. La lectura en uno y otro tiempo, no tiene nada que ver, es como si el autor hubiera cambiado la obra y la hubiera transformado para que se fuera craquelando y recomponiendo al mismo tiempo que lo haces tú.  Y este segundo impacto es brutal, demoledor, pero tan sumamente bello, narrativamente hablando. No es que antes no lo fuera, es que con los años, la belleza te llega de otra manera.
    Me gusta mucho leer a autores malditos, rotos por completo, algunos hasta trastornados por sus propios fantasmas creados por sí mismos, autores consumidos por la angustia de vivir y viviendo esperando siempre la muerte, como un desahogo para sus torturadas mentes y almas. No me malinterpretéis, no me gusta ver así a nadie, más espectro que humano, es la grandiosidad literaria que surge de ello, la hermosura infinita de lo triste, del desgarro, las letras nacidas tras un número incontable de días en pena y noches en vela.  Es como  El jardín de la delicias del Bosco ¿Qué sería del Infierno y su belleza pictórica en esta obra, si  el autor no se hubiera sentido tentado y arrastrado por mil demonios? sus fantasmas, son nuestros tesoros. 

    Con esta obra, Mishima nos hace viajar hasta el Japón de hace medio siglo, y lo hace de una manera muy sencilla, a través de sus dos personajes principales, Kazu y Noguchi,  cargando sobre ellos el peso y la intensidad narrativa; con la ambición como fondo y fin, nos retrata la época, la sociedad, las costumbres y la política, de una manera armónica, como si fueran indisolubles las unas de las otras, como si un paso te llevara al siguiente irremediablemente. A la belleza de las imágenes que logra crear en nuestra mente, Mishima suma unas descripciones tangibles a la par que oníricas, solo haz de cerrar los ojos y dejarte llevar por lo que tu mente recrea párrafo a párrafo, y tocarás esa belleza con tus dedos. 
    Kazu, mujer de mediana edad, dueña del Setsugoan en donde una noche conoce a Noguchi, un anciano que a pesar de su edad, sigue en contacto con el mundo de la política que tanto le dio y quitó en otros tiempos;  Ella tiene una personalidad carismática, sociable y su talento no pasa desapercibido entre sus importantes clientes, ella sabe de sus dones y se enorgullece de ello. Ha pasado toda su vida sola, luchando por conseguir sus sueños, por salir adelante sin un hombre al lado, demostrando al mundo entero que una mujer vale mucho más de lo que te enseñan desde niña. Pero cuando aparece el anciano en su vida, con una fuerza arrolladora en sus palabras, en sus gestos, en sus ideas, Kazu se enamora de él, y es un sentimiento que pronto se verá correspondido. Entre platos de comida, bellos jardines, productivas y satisfactorias charlas,  se forja una relación amorosa que en algunos puntos llega a ser hasta cómica debido a algunos desaciertos, una inexperiencia en algunos temas que humaniza a dos personajes que a simple vista parecen perfectos, y así lo creen ellos. 
   Pero esta casi idílica relación a edad madura, se ve seriamente amenazada cuando la ambición hace acto de presencia, cuando fin y medios se justifican el uno al otro aunque sus actos sean deleznables; cuando Yuken Noguchi es propuesto para el puesto de gobernador, Kazu ve la posibilidad de ser eso que siempre ha querido, llegar a donde una mujer no puede ni le permiten: ostentar el poder y alcanzar un estatus superior viniendo de la nada.  Aquí nacen dos nuevos personajes surgidos de los anteriores, una nueva Kazu, manipuladora y confabuladora, y un nuevo ¿o no tanto? Noguchi, inquebrantable  e íntegro, que sin embargo no duda en mirar hacia otro lado para no ser él quien se manche las manos, a la vez que la fuerte y ambiciosa mujer, se tambalea entre cierta ingenuidad  e incluso puritanismo. Entre ambos equilibran una relación que de otra manera, ya se hubiera caído por su propio peso.

     Política, ambición, amor, sociedad, un lienzo perfecto en el cual el paisaje y las costumbres japonesas son dos personajes más, tan importantes como las propias personas, un cuadro magnífico al que darle vida haciendo hablar a sus personajes, como en aquel cuadro de la consulta del médico. 


  La historia es redonda, parece que con el cambio en los personajes todo gire 180º, pero cuando llegamos al final nos damos cuenta que a pesar de que todo ha cambiado, todo sigue igual, parece contradictorio, es cierto, pero tras un largo recorrido en el que ambos han aprendido mucho, han cometido errores, y han sido varios los fracasos, a pesar de sus edades respectivas, ambos han aprendido una lección: se han descubierto a sí mismos y saben donde están las lindes de su ambición, su deseo y su amor.    MARAVILLOSA. 


Clásicos. Mishima.

DESPUÉS DEL BANQUETE
Yushio Mishima.
Adquirir la novela en Amazon

©Todos los derechos reservados