LUCES DE BOHEMIA - XIX FESTIVAL DE TEATRO DE OLITE 2018

De nuevo está aquí el Gato empeñado en teatralizaros a todos y sacar vuestro lado más farandulero, y es que ya conocéis al Trotero, tragicómico y melodramático hasta los bigotes.
Me marcho unos días dispuesta a descansar y ponerme al día con ciertos asuntos pendientes, y si, entre ellos hay unos cuantos libros, pero os dejo en la mejor de las compañías, la de mi compañero de Trotes, Santiago, y la del Festival de Teatro de Olite. 
Disfrutad, imaginad, desconectad y nos vemos tras estos días de tablas, telón y patio de butacas. 

Besitos. 

No pudo imaginar Luis Jiménez, el director del Festival de Teatro de Olite, un mejor inicio para la programación de este año que la decidida apuesta por Valle-Inclán y su insuperable Luces de Bohemia. De esta manera, quien gestiona lo que vamos a ver en este marco incomparable como es el escenario de La Cava - en la trasera del Castillo-Palacio de los antiguos reyes de Navarra - quiso dejar bien claro, y sin lugar a la más mínima duda, que el paso que ya dió el pasado año desprendiendo del título del festival la palabra Clásico, era un paso firme y definitivo. No obstante, y a pesar de que la obra se representó por primera vez a comienzos de los años 70, es ya un clásico tanto por el número de veces que se ha representado dentro de España y fuera de sus fronteras, así como por su contenido: totalmente atemporal y vivo hoy más que nunca.

De manera inteligente, y avalado por los números de la edición anterior - en los que había cosechado mejores resultados que en 2016 -, se decidió por traer ante el público llegado hasta Olite una apuesta segura: una obra ampliamente reconocida tanto por público como por crítica, así como nominada y ganadora de premios tan prestigiosos como los Lorca o los Max. De la mano del autor y director Alfonso Zurro - que será el invitado del festival, ya que además de abrir la programación de este año también la cerrará con su aclamada versión de Hamlet - pudimos asistir a la representación de la vida de Max Estrella, el mejor de los poetas de su tiempo si su tiempo se hubiese detenido en él para valorarlo.

La obra comienza de un modo completamente distinto al libreto original, pues nos muestra el entierro del genial poeta, el llanto de su hija Claudinita sobre el féretro de su padre, el adiós de su mujer Madame Colette, de Rubén Darío, del marqués de Bradomín... De este modo, plantea al público cómo se llegó hasta allí, de qué manera vivió aquel hombre, quién era ese que reune a personas de toda condicion para darle su último adiós.

A partir de entonces, la obra discurre por la senda ideada por Valle-Inclán, alterando personajes - en el ministerio de Gobernación hay una ministra y no un ministro; en el café Colón se encontrarán con el propio Valle-Inclán y no con Rubén Darío - con virtuosismo, dotando a la obra de un punto extra de modernidad para poder reflejarnos aún más en ella. Así, Max Estrella, un poeta genial, un adelantado a la época en la que le tocó vivir, que de tan lúcido padece una ceguera, disertará sobre la vida, la muerte, los problemas de una España atada a la tradición religiosa y rural que se muestra incapaz de subir al tren del desarrollo industrial y científico como ya están haciendo otras naciones europeas. España, un país donde no se valora la cultura, donde las letras son sinónimo de hambre; una tierra cuya capital se encuentra colmada de ladrones, haraganes, presos antisistema y hembras de mal vivir que asolan la noche por subsistencia y cuya lealtad a su estómago prima por encima de la amistad, el amor o la fidelidad a la norma establecida.

Junto con su inseparable amigo Don Latino de Hispalis, que permanecerá a su lado en su desnortado caminar por la noche más sórdida madrileña, recorrerán borrachos tabernas, buñolerías, calabozos, la sede de un periódico, un paseo repleto de prostitutas... Y entre tanto, algunas disputas obreras alteraban la realidad de un lienzo costumbrista que muestra la decadencia de una sociedad que no daba más de si, rápidamente acalladas por el cortante y seco crepitar de  los huesos cuando las balas van alojándose en los cuerpos de los inocentes.

El público aplaudió el enorme trabajo actoral al completo, aunque lógicamente entregado de manera más rotunda a los dos actores que dan vida a Max y Don Latino, Roberto Quintana y Manuel Monteagudo, pues encargar a estos dos personajes ya universales no es tarea fácil y ellos fueron capaces de dotarlos de mil matices que van desde la ternura a la decepción. Destaca tambien por lo singular y acertado, la participación de los personajes secundarios como una suerte de corifeo griego en el uso de las introducciones de Valle a cada una de las escenas y siempre ricas en lenguaje para describir lugares y rincones marginales y lúgubres.

Desde el punto de vista técnico, merece la pena destacar la encomiable labor de luces y escenografía durante toda la obra, que junto con el equipo de vestuario y maquillaje - trajes plomizos aparentemente acartonados, rostros cerosos como los de los protagonistas de las obras de El Greco - logran una atmósfera oscura y sombría, por momentos grotesca, por momentos parece que estamos viendo viñetas de un cómic, puro esperpento no sólo de personalidades, si no también de lo tangible.

Con esta obra, Ramón María del Valle-Inclán inventó un nuevo género liteario, el esperpento, a través del cual se deforma la realidad de una sociedad y a sus personajes para ofrecer una visión crítica de sí misma, sin ambajes y con valentía. Nadie quería más a España que el propio Valle. Por eso fue su crítico más feroz. Y con esta propuesta, la compañía de Teatro Clásico de Sevilla viene a certificar que está en plena madurez productiva y que caminan con paso firme sin intención todavía de tocar techo.

Les esperamos con ganas al final de este Festival de Teatro de Olite.

COMPAÑÍA

Teatro Clásico de Sevilla
DIRECCIÓN Y VERSIÓN
 Alfonso Zurro

REPARTO
  Roberto Quintana, Manuel Monteagudo, Juan Motilla, Amparo Marín, Antonio Campos, Rebeca Torres, Juanfra Juarez, Silvia Beaterio, José Luis Bustillo

 
EQUIPO ARTÍSTICO/ TÉCNICO 

Distribución: César Arias "Marmone"

Producción: Juan Motilla y Noelia Diez

Diseño de escenografía y vestuario: Curt Allen Wilmer (AAPEE)

Diseño de iluminación: Florencio Ortiz (AAI)

Música, espacio sonoro: Jasio Velasco

Realización vestuario: Rosalía Lago

Ayudante de dirección: Verónica Rodríguez

Ayudante de vestuario y escenografía: Mar Aguilar

Diseño gráfico: Manolo Cuervo

Fotografía: Luis Castilla

Maquillaje y peluquería: Manolo Cortés

Equipo técnico: Tito Tenorio, Antonio Villar, Rafael Calderón

Realización escenografía: Mambo, Teatro Clásico de Sevilla

Distribución y comunicación: Noelia Diez

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Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués

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