LA BANDA DE ARRUTI, de Jon Arretxe

Dicen que las amistades que uno hace siendo niño permanecen para siempre, que los lazos que establecemos durante el colegio no terminan de romperse nunca por aquello de que es entonces cuando nuestra forma de ser toma consistencia y nuestra personalidad se define según las situaciones que nos van sucediendo entonces. Es por ello que, aunque a veces nos lleve la vida por caminos diferentes (separándonos físicamente entre amigos), suelen darse con sorprendente hábito esas situaciones de reencuentro años después de habernos distanciado. Esos encuentros son increíblemente cercanos y, a pesar de que a tu amig@ le cuentas mil y una cosas que te han ocurrido desde la última vez, sientes que el tiempo parece haberse detenido en vuestra relación, pues vuestro trato es el mismo, las mismas bromas, las mismas miradas de complicidad, los mismos gestos.

Aquellas eran unas amistades forjadas en el colegio, pero también en las plazas, en los parques y en los callejones sin salida. Era la nuestra una época en la que ibas al colegio a aprender conocimientos de cultura general, y luego salías a la calle corriendo, alcanzabas el parque o la plaza más cercana, arrojábais la mochila allí donde no molestase, y se quedaba toda la tarde, aguardando tu regreso cuando burbujeo de tu estómago te soplaba que era la hora de ir a casa a cenar. 

Peleabas con alguna banda macarra rival por ver quienes eran los dueños del parque e imponer vuestra jerarquía (a manos desnudas, con piedras o tirachinas) pero nunca nadie llegaba a casa contando la verdad. Eran tantas las heridas abiertas en la rodilla, en el brazo, en la frente... que tu madre, que era santa pero no tonta, te cuestionaba abiertamente tu incansable interés por el fútbol cuando era evidente que tu torpeza con el esférico era más que manifiesta. Tu preferías callar, agachar la cabeza y asumir las insidias maternas mientras apretabas los dientes al sentir el escozor del alcohol de 98 grados. Cualquier cosa antes que confesar que tu orgullo de pandillero derrotado había sido mancillado. Aquello no quedaría así, en cuanto saliesen las postillas oportunas regresarías al parque con tus amigos y vengaríais vuestra afrenta. La mercromina se iba a encargar del resto.
Poco después vinieron los primeros cigarros a escondidas, las miradas furtivas a los traseros de las chicas, los trabajillos que tu padre te buscaba en el verano para que echases una mano en casa, las mentiras piadosas a tus amigos cuando fingías que no podías quedar un sábado por la tarde para hacer gamberradas porque, realmente, habías quedado con Yolanda para ir al cine y tratar de robarle un beso... Pero eso, es otra historia.


Cuando uno se entera que, entre las novedades de la colección que Erein dedica a la novela negra bajo el título de Cosecha Roja, se encuentra un nuevo trabajo de Jon Arretxe, sin pretenderlo te viene a la cabeza el nombre de su protagonista fetiche: el detective Touré, el antihéroe del marginal barrio de San Francisco bilbaíno que lleva protagonizadas cinco novelas. Pero no, en esta ocasión el escritor basauritarra nos ha reservado una sorpresa: se ha desentendido por completo de los problemas del burkinés y del resto de sus amigos subsaharianos, y se ha centrado en saldar una cuenta pendiente. Y es que Arretxe recrea su nueva novela en Basauri, el pueblo donde nació y se crió. Un municipio vizcaíno, muy próximo a Bilbao, que se benefició de esta proximidad para convertirse en un punto industrial importante que atrajo varias oleadas de inmigrantes desde el último tercio del siglo XX (españoles primero, extranjeros décadas después).
La banda de Arruti (éste es el título de la novela) es un grupo de ladronzuelos, perdedores todos ellos, que comenzaron sus andanzas en los años 70, una época dominada por los vaqueros apretados o los pata de elefante, los estampados geométricos y los volantes, Baron Dandy y el pecho-lobo por bandera. Comandados por Arruti, Ereño, Delgado y Urrutxurtu formaron desde muy jóvenes un grupo singular y ecléctico que trató de buscarse la vida en una época de apertura. Imponían su ley en el barrio, en las discotecas... todos en Basauri conocían cómo se las gastaba La banda de Arruti y por eso les respetaban... o más bien les temían.
La historia comienza en la cárcel de la localidad y con el suicidio de un individuo que, poco antes de morir, le confiesa a su compañero de celda el lugar en el que se encuentra el botín de un robo a una joyería y por el que se encontraba en el trullo. Poco tiempo después, el compañero, de nombre Ereño, sale de la cárcel y decide recuperar ese botín. Para ello decide buscar ayuda en sus viejos compañeros de tropelías. Piensa que él sólo no va a ser capaz de conseguirlo, y decide que nadie mejor que su antigua banda para compartir semejante premio. La búsqueda de las joyas dará pie a que Delgado, ahora cura, deje a sus beatas feligresas olvidadas; a que Urrutxurtu, metido a policía, se despreocupe de patrullar las calles; a que Arruti amplíe su radio de acción a la gestión de la búsqueda de las joyas sin dejar de supervisar el trapicheo de droga en los barrios que controla. Sin embargo, no estarán solos, e irán apareciendo nuevos personajes, ninguno de ellos de pega, que terminarán por componer un curioso puzle en cuyo fondo se ve con total nitidez los Sanfaustos, las fiestas patronales de la localidad, que servirán para mostrar la personalidad de un pueblo, pues nada existe mejor para comprobar cómo es alguien que asistir al siempre curioso espectáculo de ver cómo se divierte.
Creo que si alguien me pidiese con quién comparar esta novela, si es que las novelas pueden compararse con personas, elegiría sin dudarlo a un personaje icónico de los 70: Muhammad Alí. El enorme campeón de los pesos pesados, como La banda de Arruti, se mueve como una mariposa, con suaves revoloteos que en la novela son pequeños capítulos, muy breves, conteniendo la información justa; como hace la mariposa, que apenas aletea para mantenerse en el aire, cada capítulo aporta lo necesario para mantener el hilo argumental y la continuidad de la atención del lector en la novela. Pero además, el gigante norteamericano picaba como una abeja, ¡pam!, de manera muy agil y directa, como sucede en cada final de capítulo ¡pam, pam!, con un ritmo vertiginoso, ¡pam, pam, pam!, sorprendiendo, trastocando los planes del lector respecto de la trayectoria de los impactos que le llegan sin tiempo para digerirlos. Sin olvidarnos del humor, pues la acidez era el estilo del púgil afroamericano, en la novela también lo encontramos en todo momento, aún en las situaciones más violentas o en los recuerdos menos gratos.
Jon Arretxe firma una estupenda novela de acción, humor e intriga que cumple holgadamente con la misión de entretener al lector, de obligarle a hacerse preguntas y da una lección magistral de cómo debe estructurarse una novela que, en todo momento, está pensada para que el lector la devore con auténtico frenesí. Con una estética muy quinqui, que seguro hará las delicias de Paco Gómez Escribano, La banda de Arruti es la demostración de que el número de páginas no otorga o define la categoría de una novela; que ésta se consigue únicamente, y no es poco, con una historia con tirón, con personajes potentes que tengan algo que contar, y estando bien narrada. Con este último trabajo, Arretxe demuestra que domina la técnica y que es capaz de salirse de su zona de confort en busca de nuevos horizontes. Los protagonistas de la novela arrastran un pasado turbio (nadie es fruto del azar), y si tuviese que destacar a alguno, sería a Arruti, un personaje para decubrir, muy digno (como la propia novela por las situaciones entre disparatadas y patéticas que van ocurriendo) de protagonizar una de esas locuras que erupcionan de la cabeza de Quentin Tarantino. Como ya nos tiene acostumbrados en sus novelas anteriores, los secundarios son importantísimos, nadie aparece de relleno y todos ellos jugarán un papel fundamental hasta el final.
Al autor se le nota cómodo en los retos que se plantea y eso, al final, es un regalo para quienes tienen la oportunidad de leerle. ¡Hacedlo!

LA BANDA DE ARRUTI

de Jon Arretxe

Colección Cosecha Roja

EREIN

ISBN 9788491092025

Puedes adquirirlo en papel, aquí