Enhebrar la aguja sujetándola en alto,
justo por el filo donde el orificio.
Detrás del puerto se divisa a lo lejos,
a través del balcón.
El hilo ya ha pasado colgando de los dedos...
la aguja firme, sujeta,
por los dedos delicados que tiene la costurera.
Cosiendo para otros, pasó toda su vida,
para sustentar la suya entre mil puntadas,
hilvanes e hilos finos.
Sencilla y humilde su vida transcurre
entre los hilos revueltos y el puerto tranquilo,
de aquellos años remotos.
El costurero a sus pies y los sueños en las nubes.
El día comienza y termina entre la caja de hilos,
y un montón de telas tras la persiana tirada,
sobre la barandilla vieja del balcón donde vive
mi amiga la costurera.
Entre hilos de colores y la vista azul del puerto...
(La modista. Heras Vázquez)
Con el paso del tiempo los recuerdos tienden a magnificarse, ya sea para bien o para mal, aunque normalmente, cuando se trata de la niñez y la juventud algo nos lleva a olvidar lo malo para recrearnos en un pasado feliz y en ocasiones hasta iluso; en mi caso me cuesta creer que mis recuerdos no sean del todo ciertos, que mis momentos de felicidad y dicha estuvieran salpicados de más momentos tristes de los que me gustaría, pero es que no los recuerdo, al menos no los recuerdo como tal y eso no es malo, aunque no se hasta que punto es bueno. Echo la vista atrás y recuerdo risas en la cocina con mi abuela, cuchicheos y secretos en el patio trasero junto a mi abuelo, más risas y juegos con mis primos en el corral o por las eras del pueblo, disfraces, maquillajes y otros tantos juegos junto a mis amigos, correr junto a los perros, acariciar a los gatos, pasear conejos en el carrito de las muñecas y sobre todo ¡Merendar chocolate o natillas con magdalenas en el patio delantero de la casa de mis abuelos! ese olor, el color, la textura incluso y hasta el sabor, vienen a mí como si los estuviera saboreando ahora mismo.
Se que fueron días difíciles, que el miedo aún seguía pegado a los huesos de la gente, que todo cambio asusta, que había dificultades económicas, problemas de salud que atañían a mi familia, pero...en mi cabeza y mi corazón solo hay recuerdos felices. Y creo que así debe ser. A pesar de todo.
EL LIBRO.
En plena postguerra española, al norte de de Gran Canaria, una niña llamada Nina experimentará los cambios inevitables que sucederán en su vida, cambios personales, físicos y sociales. Los años se irán sucediendo llevando consigo la evolución de la protagonista, una joven canaria que a través de su experiencia y vivencias compartirá con nosotros su vida y la de sus allegados en tiempos convulsos y oscuros de una España que acaba de enfrentar a sus hijos unos con otros, que han derramado demasiada sangre en nombre de una nación y un pueblo que lejos de estar orgulloso del resultado, vive en el resquemor, el odio y la desconfianza entre sí. Nina nos relatará, desde su más tierna infancia hasta
su madurez, como su vida cambia al compás de los tiempos, dejando atrás a una niña asustadiza, anodina, callada y servil para convertirla en una mujer fuerte, luchadora, decidida y dueña de su propia vida. Arroz con leche es una novela de vivencias, de coraje, de sueños, de pesadillas, de lucha y de amor, mucho amor; asesinatos, envidias, robos, abusos, prostitución, homosexualidad, parafilias, infidelidad, todos los defectos y vicios humanos vistos y contados desde la perspectiva de una mujer de la postguerra para la cual lo más importante es su familia y la prosperidad de la misma, lo demás, queda relegado al plano que le corresponde, lo importante es salir adelante y hacer realidad los pequeños sueños.
Una historia apasionante, que aborda desde diferentes vertientes la naturaleza humana y que atrapa al lector desde el principio por su intensidad, realismo y sensualidad.
LA OPINIÓN DEL GATO
Esta vez y aunque cueste creerlo, no fue la portada lo que me atrajo del libro de Carmen Hernández Bolaños, y eso que es la mar de atrayente: fondo negro y resaltado en rojo, un corazón entre las manos de una mujer. El corazón lleva escrito en letras blancas el título de la novela, Arroz con leche. Y este fue el que me hipnotizó y susurró mi nombre desde la página de la Editorial Círculo Rojo. Arroz con leche. Y antes siquiera de leer la sinopsis ya esta evocando mi mente recuerdos de tiempos pasados, incluso en un momento dado y por cuestión de milésimas de segundo, noté en la boca de nuevo el sabor de un sabroso postre aromatizado con canela que hacía mis delicias de pequeña: el arroz con leche, por supuesto. Mi mente me trajo imágenes de un pueblo pequeño, calles embarradas y con suerte empedradas, aunque la suerte no era para las rodillas cuando caíamos de la bicicleta; recuerdos de mis abuelos, mis tías, mandiles de cuadros rojos de vichy, loza decorada en azul, cántaros y botijos de barro, cocina de leña, sartenes de patas a la lumbre...Ya lo había elegido antes de darle la vuelta para leer la sinopsis ¿O él me había elegido a
mí? hay muchas posibilidades que sea así. En cuanto leí el argumento supe que no sería capaz de esperar hasta acabar el libro que tenía entre manos en ese momento, así que me senté y comencé a leer el primer capítulo...el segundo, el tercero, el cuarto...y había llegado a la mitad de la novela antes incluso de la cena. No me quedó más remedio que terminar de leer esa misma noche el libro anterior porque Arroz con leche ya me había atrapado en sus redes. No había escapatoria.
Conozco a una joven llamada Nina que vive en el norte de Gran Canaria, finales de los años treinta, 1937 para ser exactos, todavía quedaban dos largos años para el final de la Guerra Civil y la muchacha en cuestión nos habla de la vida de sus convecinos de forma natural y sencilla, algo normal para ella que lo vivía día a día y para mi sorpresa, me encuentro con una historia de la guerra y postguerra y no se nombra la contienda.; lo siento pero he de decir que esto no me lo esperaba, me siento algo extrañada en ese momento. Ya sabéis, de tanto repetirlo que ya parece un mantra, que la Guerra y la postguerra son mi debilidad históricamente hablando, y no podía creer que a penas se hiciera alusión al enfrentamiento bélico que sacudió un país entero y esa niña paseara por las calles de su pueblo hablando con sus habitantes como si nada estuviera pasando a su alrededor. La vida continuaba "a pesar de" y la gente tenía que comer, beber, hablar, trabajar, dormir, y los niños jugar; Nina hacía pequeñas alusiones a lo ocurrido pero su prioridad era subsistir, vivir, convivir. Y te engancha, te atrapa, te embelesa, te embruja, te hechiza, te abduce esta muchacha con su inocencia, su candidez, su claridad, su sencillez, su bondad. Carmen H. Bolaños nos relata unos hechos cotidianos de manera natural, espontánea, franca, casi humilde, palabras puestas en boca de una joven cuyo mundo es tan reducido como la isla en la que vive y sin embargo sus sueños son amplios, vastos, interminables como el océano; una delicia absoluta la forma en la que la autora hace hablar a Nina y el resto de personajes, dotándoles de vida y credibilidad.
En un tiempo del que se decía que las paredes oían, que había ojos en todas partes, que el enemigo no portaba fusil pero dormía cerca tuyo, Carmen crea una novela de supervivencia en el día a día, en y con las cosas sencillas, una
historia hecha de pequeñas historias que se relacionan unas con otras dotando de movimiento a los personajes, haciendo que el reloj marque las horas como si este estuviera en la pared de nuestro salón, involucrándonos en la trama, haciéndonos tomar parte por uno u otro personaje, evolucionando con ellos, sufriendo a su lado, perdonando culpas junto a ellos, sintiendo su dicha y su dolor. Carmen H. Bolaños nos da las herramientas para vivir su novela como si fuéramos personajes de la misma. Como si ellos fueran personas reales como nosotros. Nos funde y nunca confunde. Maravillosa.
Zacarías, Jacinta, Antonia, Martina, Rita, Sole, Esteban, Juan, Juana, Gonzalo... todos y cada uno de ellos llegan a nuestro corazón y nos hacen sentir lo que sienten, despiertan nuestra empatía mostrando nuestra más sincera simpatía o nuestro más absoluto rechazo.
Una manera diferente de enfocar la postguerra española, haciendo hincapié en la normalidad dentro de lo excepcional, pues la vida sigue mientras la muerte acecha.
Una novela tan deliciosa como su propio título.
Lo que más me ha gustado de la novela: La naturalidad con la que nos cuenta hechos de entonces que ahora nos parecen horribles, y viceversa.
Lo que menos me ha gustado de la novela: El exceso de interrogaciones en toda la historia. Las frases interrogativas son excesivas y no vienen a cuento, hacen algo incómoda en ocasiones su lectura al cambiar drásticamente el sentido de la frase al usar el interrogante.
ARROZ CON LECHE
Carmen Hernández Bolaños
ISBN: 978-84-9126-782-9
Editorial Círculo Rojo
Para adquirir la novela pinchad Aquí
Imágenes: ©Yolanda T. Villar
©TODOS LOS DERECHOS
RESERVADOS
©Yolanda T. Villar
Me encantan las historias de la Guerra y la postguerra, y yo tampoco he leído nunca nada sobre lo que ocurría en Canarias mientras la península estaba en guerra.
ResponderEliminarLo tendré muy en cuenta.
Un besito reina mora.
A mi las historias de la Guerra civil y la postguerra son las que menos me llaman. Pero tu reseña como siempre magnífica, y cada vez que leo las introducciones que haces contando retozos de tu infancia, siempre acabo preguntándome, y preguntándote, cuándo escribirás un libro. Con tu lenguaje tan poético y evocador... aquí tendrías a tu primera lectora.
ResponderEliminarUn besazo
No lo descarto, me gusta leer sobre esta época ^^
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