Acercarse a la figura de Hamlet es siempre un ejercicio de atrevimiento, pues dejando a un lado la complejidad propia del personaje y de la obra ideada por William Shakespeare, hay que tener en cuenta que es una de las tragedias más representadas de todos los tiempos a nivel internacional. Es por ello que, en casos así, resulta llamativo y hasta estimulante que el director cuya valentía le haga tomar las riendas de semejante potro salvaje, sea capaz de ofrecer novedad, originalidad, oportunidad, pero siempre, siempre, con respeto y sin pleitesía.
El Macbeth que trajo la compañía Alauda Teatro hasta el Festival de Teatro Clásico de Olite trajo consigo un viento enmarañado y fresco que llegó a molestar ligeramente durante toda la noche. Fue un viento oscuro, llegado desde algún impreciso lugar, quizá desde las imperecederas y lejanas tierras artúricas de Avalon, y todos los allí congregados esperábamos la aparición en cualquier momento de las tres brujas que pusiesen en marcha la máquina del destino de Macbeth, un valiente guerrero escocés que, llevado por la razón de una naturaleza sobrehumana, será empujado por su ambición a realizar acciones que no son dignas de los hombres: un baño de sangre motivado por el ansia de poder y las malas influencias que corrompen el alma del que pueda parecer hasta el más noble de los mortales.
William Shakespeare siempre fue un autor que buscó investigar e introducirse a fondo en lo más profundo del ser humano, y fue por ello que creó personajes oscuros, tenebrosos, poliédricos, siempre azorados por la quemazón de la conciencia frente a sus acciones. Siguiendo la estela del gran maestro del teatro inglés, Rafael Benito, que además de ser el director y encargado de adaptar la versión también es el actor principal que da vida al protagonista de la tragedia, se mete de lleno a recrear ese mundo interior de Macbeth y mostrarlo, en toda su esencia, ante el espectador. Para ello, crea un espectáculo basado en el Japón tardomedieval, mezclando actores de carne y hueso con distintos tipos de títeres y marionetas de la más pura tradición nipona, algunos de ellos de cuerpo completo, otros apenas una máscara de cuya base penden unas telas a modo de vestidos.
Alauda Teatro compone una propuesta muy estética y evocadora, con una cuidada iluminación que puntualiza al máximo las zonas iluminadas (en su justa medida) en las acciones mientras el resto del escenario queda cubierto por una oscuridad que lo dota de una atmósfera siniestra. Además, como elemento vertebrador de los distintos contextos en los que transcurre la obra, se sirven de un artilugio (la máquina de la guerra y el poder, como ellos mismos la definen) de cuerdas, listones de madera y poleas que recuerdan a la ingeniería naval, que se encargan de elevar un enorme lienzo que hace las veces de paisaje, de vivienda, de bosque embravecido. A su vez, el dúo que acompaña a los actores, y que se encargan de la cuestión musical, resuelven su encomienda con precisión, resaltando las cuestiones dramáticas y relajando el paso de una escena a otra haciendo uso de instrumentos de cuerda y percusión japoneses.
Dejando a un lado algunos momentos en la que las voces de los actores (el propio director y Estrella R. como esposa de Macbeth) no se escuchaban con la necesaria nitidez, su trabajo fue pulcro y muy cuidado, ajustado al carácter que el director buscaba para sus personajes, con los que quería destacar más el yo de cada uno, su lucha interna, por encima de todo lo demás. Gracias a ello, el Macbeth de Rafael Benito, se ofrece ante el espectador como una propuesta interesante a tener en cuenta en cualquier circunstancia, ya que se trata de un montaje versátil y atrevido en la puesta en escena, pero con toda la esencia shakespeariana inserta en el tuétano de sus protagonistas que será muy bien valorada por los conocedores de la obra del dramaturgo inglés, pero también por quienes quieran acercarse a la obra de éste por primera vez.
William Shakespeare siempre fue un autor que buscó investigar e introducirse a fondo en lo más profundo del ser humano, y fue por ello que creó personajes oscuros, tenebrosos, poliédricos, siempre azorados por la quemazón de la conciencia frente a sus acciones. Siguiendo la estela del gran maestro del teatro inglés, Rafael Benito, que además de ser el director y encargado de adaptar la versión también es el actor principal que da vida al protagonista de la tragedia, se mete de lleno a recrear ese mundo interior de Macbeth y mostrarlo, en toda su esencia, ante el espectador. Para ello, crea un espectáculo basado en el Japón tardomedieval, mezclando actores de carne y hueso con distintos tipos de títeres y marionetas de la más pura tradición nipona, algunos de ellos de cuerpo completo, otros apenas una máscara de cuya base penden unas telas a modo de vestidos.
Alauda Teatro compone una propuesta muy estética y evocadora, con una cuidada iluminación que puntualiza al máximo las zonas iluminadas (en su justa medida) en las acciones mientras el resto del escenario queda cubierto por una oscuridad que lo dota de una atmósfera siniestra. Además, como elemento vertebrador de los distintos contextos en los que transcurre la obra, se sirven de un artilugio (la máquina de la guerra y el poder, como ellos mismos la definen) de cuerdas, listones de madera y poleas que recuerdan a la ingeniería naval, que se encargan de elevar un enorme lienzo que hace las veces de paisaje, de vivienda, de bosque embravecido. A su vez, el dúo que acompaña a los actores, y que se encargan de la cuestión musical, resuelven su encomienda con precisión, resaltando las cuestiones dramáticas y relajando el paso de una escena a otra haciendo uso de instrumentos de cuerda y percusión japoneses.
Dejando a un lado algunos momentos en la que las voces de los actores (el propio director y Estrella R. como esposa de Macbeth) no se escuchaban con la necesaria nitidez, su trabajo fue pulcro y muy cuidado, ajustado al carácter que el director buscaba para sus personajes, con los que quería destacar más el yo de cada uno, su lucha interna, por encima de todo lo demás. Gracias a ello, el Macbeth de Rafael Benito, se ofrece ante el espectador como una propuesta interesante a tener en cuenta en cualquier circunstancia, ya que se trata de un montaje versátil y atrevido en la puesta en escena, pero con toda la esencia shakespeariana inserta en el tuétano de sus protagonistas que será muy bien valorada por los conocedores de la obra del dramaturgo inglés, pero también por quienes quieran acercarse a la obra de éste por primera vez.
COMPAÑÍA
REPARTO
Rafael Benito
Estrella R.
Actor-músico: Carlos Ghiringhelli
Músico: Isabel Sobrino
Rafael Benito
Estrella R.
Actor-músico: Carlos Ghiringhelli
Músico: Isabel Sobrino
EQUIPO ARTÍSTICO/ TÉCNICO
Iluminación: Jairo Fuentes
Vestuario: Efi Vázquez
Escenografía: T.A.T. , Gabriel Benito y Andrés Benito
Construcción de marionetas: Rafael Benito
Composición musical: Isabel Sobrino y Carlos Ghiringhelli
Vídeo: Dafne Cinema
Fotografía: Andrés Benito y Gabriel Benito
Producción: Alondra producciones S.L.
Ayudante de dirección: Isabel Sobrino
Dirección y versión: Rafael Benito
Iluminación: Jairo Fuentes
Vestuario: Efi Vázquez
Escenografía: T.A.T. , Gabriel Benito y Andrés Benito
Construcción de marionetas: Rafael Benito
Composición musical: Isabel Sobrino y Carlos Ghiringhelli
Vídeo: Dafne Cinema
Fotografía: Andrés Benito y Gabriel Benito
Producción: Alondra producciones S.L.
Ayudante de dirección: Isabel Sobrino
Dirección y versión: Rafael Benito
guau
ResponderEliminarMIauuuuuu!
EliminarUn abrazo