Todo creador sueña con que, un día, su obra alcance a los demás. Cuantos más, mejor; que el peso de su talento pueda ser evaluado por el mayor número de personas. Hoy en día cada vez resulta más complicado que los nuevos valores muestren lo que son capaces de hacer: en la literatura, en la pintura, en la música…
También en el cine.
Sin dejar de olvidarnos del elevado coste de realización de un proyecto cinematográfico, nos encontramos con que el futuro de los nuevos valores pasa por realizar ficciones o experimentos técnicos que les permitan mostrar su potencial a través de los cortometrajes, pequeñas obras que condensen una idea y la exhiba de una manera potente, sin distracciones, directas al espectador.
Afortunadamente, la creatividad artística a veces se encuentra de imprevisto con la creatividad de mercado y, juntos, consiguen romper las barreras de un sistema gobernado por unos pocos que apuestan siempre a caballo ganador. Así, en los últimos años se han creado plataformas de exhibición de cortos como por ejemplo Cortoespaña, que permiten alcanzar a un amplio espectro de población mediante un concurso nacional y una muestra itinerante que recorrer varias decenas de ciudades españolas. De manera gratuita y abierto a todo tipo de público, se trata de una selección de cortos que compiten en cada una de esas ciudades exhibiéndose ante un público que será el encargado de juzgar y dictaminar cuál es el más valorado por los espectadores.
Una buena muestra de ello pudo verse el pasado fin de semana en el II Festival de Cortometrajes de Alfaro. El público, en las tardes del viernes y del sábado, pudo asistir a la muestra de 16 cortos de la selección oficial, con una temática de lo más variopinta (amor, humor, drama…), además de recurrir, por qué no, a la libertad creativa de la animación, demostrando que una buena historia no tiene límites ni circunscripciones de ningún tipo.
Y, por si fuera poco, el sábado incluso se presentó de manera oficial un corto creado por un vecino de la ciudad, José Luis Cordón Cuesta, que en presencia de la actriz protagonista, Sandra Landín, y de varios miembros del equipo, mostraron en primicia para sus vecinos “Nada es tan fácil”, una historia que nos habla de las consecuencias del uso de la violencia cuando se recurre a ella para solucionar los problemas cotidianos en lugar de recurrir al diálogo.
Sala llena y satisfacción en los rostros del numeroso público que llenó la sala del Ayuntamiento de Alfaro. Una prueba evidente, un mensaje a quien quiera entender que la cultura, ofrecida de un modo atractivo y cuidando su calidad, es símbolo inequívoco de éxito.
Por muchos más años.
UN ARTÍCULO DE
Santiago Navascués
Santiago Navascués
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