jueves, 18 de diciembre de 2014

Entrevista con... Luis Zueco


Luis Zueco, autor de Tierra sin Rey. Imagen: www.luiszueco.com

Inmerso de lleno en la creación de su última novela, Luis Zueco nos hace un hueco y tiene la amabilidad de responder a las preguntas de este Gato Trotero, curioso, soñador y amante de la Historia que siempre llega cargado de preguntas de todo tipo, pues la curiosidad de este felino no tiene límites, como tampoco parece limitada la pasión de este escritor cuando se involucra en un nuevo proyecto.


Es usted Ingeniero, Licenciado en Historia, responsable del hotel Castillo Medieval de Grisel, colaborador en distintos medios radiofónicos y digitales, da conferencias de Historia y Patrimonio, es aficionado a la fotografía… y además, es escritor. ¿Su día dura más que lo que nos dura al resto o es que los demás no sabemos exprimir el tiempo como usted?
Bueno, contado así parece una exageración, la realidad es que dependiendo de la época del año me dedico más a una cosa que otra. Tengo muchas inquietudes y también necesito cambiar a menudo de ocupación. De esta manera, después de escribir una novela me dedicó más a la fotografía o a la investigación histórica. Tras un etapa colaborando mucho en radio, paso a dedicarme más conferencias y charlas. Si el Castillo de Grisel me deja agotado, paramos un tiempo. Puedo estar largas temporadas sin apenas salir de casa y otras donde casi no paro. Creo que la clave es moverse, hace cosas distintas, leer y viajar mucho, hay que estar siempre en movimiento y con un nuevo proyecto en la cabeza ( o mejor dos).

De todas las labores que desempeña en la actualidad ¿Cuál le gratifica más? ¿Le llena una por encima de las demás o cada una le aporta pequeñas dosis que, en conjunto, crean un “todo” feliz?
Todas son importantes, si tengo bastante abandonada la ingeniera, que no el mundo científico, puesto que me apasionan las avances tecnológicos. También me gustaría tener más tiempo para la fotografía, pero todo influye, todo está relacionado. No me gusta las especializaciones, las etiquetas. Creo que cuanta más áreas conozcas y te interesen, más completo eres. La fotografía me ayuda a la hora de escribir, igual que la experiencia en conferencias me es útil para gestionar el Castillo de Grisel.

Usted es, además, vicepresidente de Amigos de los Castillos de Aragón. Háblenos un poco de esta asociación y qué actividades llevan a cabo.
La asociación nació hace más de siete años con el objetivo de dar a conocer los castillos de Aragón, ponerlos en valor y defenderlos del abandono. Ha realizado numerosas actividades y trabajos, entre ellos una magnifica web que recientemente ha sido hackeada y hemos perdido todo su contenido. Así que últimamente andamos pensando en hacer una nueva más potente y completa. La labor de las asociaciones es fundamental para la defensa del patrimonio.

A los lectores de novela histórica nos gusta viajar por la vieja Iberia y descubrir los innumerables tesoros (castillos, torres, fortalezas,…) que aún hoy se alzan en pie, majestuosos, desafiando al tiempo. Sin embargo, en muchas ocasiones los encontramos en situaciones complicadas, muchos en estado de semiruina, otros esperando una intervención que los salve del derrumbe debido al abandono. Teniendo en cuenta que constituyen una alternativa muy válida como oferta de turismo cultural, capaces de general empleo ¿Considera que las distintas administraciones públicas han apostado con decisión por impulsar su conservación y explotación?
Claro que no. España es un país de sol y playa. El centro de la Península está abandonado por las instituciones, que invierten mayormente en zonas más pobladas, porque son las que luego dan más votos. Si estos políticos leyeran un poco y conocieran más sobre historia medieval. Sabrían que en el medievo ya se otorgaban fueros con ventajas de todo tipo: fiscales, de libertad,… a las zonas menos pobladas, para atraer así habitantes y vertebrar los reinos. Es de sentido común. Y está claro que uno de los motores de desarrollo económico del interior es el turismo cultural, y ahí los castillos, palacios y monumentos religiosos son esenciales.

En Tierra sin Rey, su última novela publicada, encontramos castillos y fortalezas a ambos lados de los Pirineos, sobre todo en la denominada zona del Languedoc, hoy en tierras francesas. El siglo XIII es aún medieval, convulso y sangriento, trufado de guerras abiertas, corrupción, persecución religiosa,… Si uno mira los periódicos, parece que el paso del tiempo en el hombre no ha pulido las aristas que arrastramos desde entonces. ¿Qué diferencia a los hombres del siglo XXI de los protagonistas de su novela?
Hay tantas y, a la vez, existen también tantas similitudes. No cabe duda de que hemos avanzado mucho en ochocientos años. Pero nuestros instintos son los mismos que los de los hombres del Medievo, tendemos a caer en los mismos errores. Esa es una de las razones por las que debería potenciarse en mayor medida el aprendizaje de la historia. Si la conociéramos más, no cometeríamos los mismos errores una y otra vez. Igual que si leyéramos más, entenderíamos mejor al resto de personas.

Su novela parece estar escrita en relieve, pues los temas que aborda (la cuestión de la herejía cátara, las guerras santas o Cruzadas, e incluso el anhelo del Rey Pedro II de Aragón de crear un imperio) van saliendo y entrando en el foco de atención del lector, de tal manera, que se intenta buscar ofrecer una visión global de un tiempo en el que aún no existían los estados como tal, pero que ya existían en la mente de algunos de los grandes líderes de la vieja Europa. ¿Cómo fue la labor creativa de la novela? ¿Tiene diseñado un método de trabajo para sus novelas o tuvo que dar forma a uno propio dada la complejidad de la empresa?
A la hora de plantear la trama de cada novela, intento lo que tú bien comentas, que cada personaje tenga su espacio. En “Tierra sin rey”, además era importante que el lector tuviera una visión amplia de la sociedad de principios del sigo XIII. Para ello debía haber personajes de todo tipo, que mostraran los diferentes aspectos de esa sociedad. Yo siempre quiero sorprender al lector, que no se acomode, que no coja a un personaje como su favorito y vaya con él hasta el final de la historia. Yo pretendo plantearle dudas, deseo sorprenderle, que no sea capaz de adivinar que va a suceder. Hago desaparecer personajes que reaparecen cien páginas después, o los disfrazo o los hago ser como realmente no son. Todo al servicio de la trama, porque los personajes son importantes, pero lo verdaderamente importante es la trama, la historia que quieres contar, eso nunca hay que perderlo de vista.

Siguiendo en la línea del método de trabajo. ¿Qué importancia tiene para usted la labor de documentación en sus novelas? Existen autores que afirman que no necesitan documentarse para escribir sus novelas. Suelen ser autores capaces de escribir más de una novela al año. Dejando a un lado la novela histórica, para la que no se concibe un mínimo de documentación por una cuestión puramente de rigor, ¿Puede escribir más de una novela al año conforme al nivel de exigencia que usted mismo se impone para desarrollar historias, situaciones, personajes?
No, para mí no es posible más de una novela histórica al año. Si es de otro genero, entonces sí. Pero la literatura histórica exige una labor previa de documentación laboriosa, complicada y muy prolongada en el tiempo. Otra tema es si una tercera persona realiza esa labor de investigación y documentación, entonces ya el asunto cambia. Además, yo creo que es algo que cada vez se va a dar más en la literatura, libros escritos no por un autor, sino por un equipo.

Hablando de sus personajes… En su novela no existe un único protagonista absoluto, sino que reparte el peso de la historia sobre varios de ellos de toda condición: Desde Pedro II de Aragón, hasta Sébastien (un joven cruzado cuyo mayor bien es su honor) pasando por el joven espía Martín, o Arnaldo Amalarico, despiadado legado del Papa de Roma. ¿Por qué se decidió a ofrecer una visión poliédrica en lugar de esa visión que otros autores, fundamentalmente escritores en lengua inglesa, acostumbran a mostrar de un único protagonista enfrentado al mundo?
Porque esa visión es repetitiva, demasiado sencilla, poco real. No me gustan las novelas con un protagonista claro, con el que te identifiques desde el inicio. Prefiero una trama donde puedas llegar a empatizar con un ser tan despiadado como Simon de Montfort, o donde exijas más al que parece el protagonista, porque ves que no es lo que esperas de él. Donde dudes las verdaderas intenciones de todos y cada uno de los personajes.

En su novela aporta muchos argumentos del movimiento cátaro, en clara contraposición con la base teológica del Catolicismo. Dibuja una nueva religión, escindida de la católica, mucho más abierta y respetuosa que la que hoy conocemos ¿Cree que el mundo tal y como lo conocemos sería muy distinto si el desarrollo occidental hubiese sido espoleado desde la fe cátara? Si Luis Zueco fuese un hombre del medievo y tuviese que empuñar una espada en defensa de su fe: ¿en favor de qué credo lucharía?
Para mí, el problema del catarismo es que surgió demasiado pronto. Sus ideas eran demasiado avanzadas para el siglo XIII. Muchas de ellas, las vemos después reaparecer en el XVI con los protestantes, que si triunfaron. Si yo hubiera sido un campesino o una mujer del medievo, posiblemente hubiera empatizado con los cátaros. Pero si hubiera sido un noble o un hombres de armas, seguramente no. Lo importante del catarismo es que logró ganar para su causa a cierta parte de la nobleza del Languedoc. Esa es la clave, si hubiera alcanzado a más estamentos de poder, quién sabe que hubiera sucedido. La historia nos enseña que las revoluciones, tanto sociales como religiosas, no triunfan hasta que no llegan a lo más alto.

“Leer es el mayor de los dones del hombre. La lectura es lo único que puede salvarnos”. Esta reflexión nos la regala un personaje de su libro, un cátaro de quien no desvelaremos su nombre, pero que en sí misma puede encerrar gran parte del mensaje que transmitían aquellos hombres… ¿y también usted como autor? ¿Es usted capaz de alejarse de los textos que escribe sin implicarse en modo alguno con su propio modo de ver el mundo, o considera que un autor siempre deja parte de sí (ya sean ideales, pensamientos, valores…) en cada obra?
No tengo una visión tan romántica de los personajes. En la mayoría de las ocasiones, hay más en ellos de las personas que rodean al autor, que del propio autor. El escritor coge pinceladas personas reales, entrevistas, libros que lee, ideas que alimenta, etc. Y crea sus personajes. O al menos, es lo que yo hago. No me gusta poner mucho de mí en los personajes, ¿por qué? Porque si lo hago me es más difícil escribir, me limita. No quiero ser de ningún modo protagonista de mis novelas. Quiero personajes que se levanten del papel y puedan salir corriendo, que tengan vida propia, la suya.

Toti Martínez de Lezea, escritora vasca con muchos años de experiencia y éxito a sus espaldas, nos preguntaba acerca de qué era la llamada novela histórica (en la que ella es uno de los grandes valores del panorama nacional), pues toda novela, por el hecho de trascurrir en un tiempo u otro, ya contiene en sí misma reflejos de las costumbres, modos de vida de la época ambientada… A su modo de ver, todo es novela histórica. ¿Comparte su opinión?
Esta pregunta se hace muy a menudo. Yo he llegado a asistir a jornadas centradas en esta pregunta. Ya he dicho que estoy en contra de las etiquetas. En esta sociedad tenemos la necesidad de etiquetar todo. Como si un escritor solo pudiera escribir de un genero o una persona solo pudiera dedicarse a un trabajo. ¿Qué es la novela histórica? Pues yo creo que hay una ficción histórica clásica, fácil de definir. Pero luego hay literatura que toma muchos elementos de la novela histórica. Al fin y al cabo, la base de este género es la ambientación en un momento pasado real, a partir de ahí, hay muchas definiciones posibles. Pero yo si que creo que la novela histórica debe ser algo más que una ambientación. En la trama, el peso del contexto histórico debe tener una importancia esencial, de lo contrario no tiene sentido llamarlo novela histórica. Una historia, simplemente por suceder en el siglo XIII, no es para mí histórica. Debe haber algo más, debe ser una trama y unos personajes que solo podían existir en ese periodo histórico, tiene que haber una clara justificación, una causa-efecto de haber ambientado la trama en ese periodo concreto del pasado.

Usted es un escritor joven, miembro de la primera generación que se enfrentó con éxito al universo digital. Desde la comercialización del primer ordenador de sobremesa hasta hoy, la sociedad ha evolucionado enormemente a todos los niveles, y la literatura no podía serle ajena. Hoy, los libros pueden no oler a papel tintado y sí a plástico; hoy podemos leer un libro en un teléfono móvil o en los dispositivos creados específicamente para ello: los e-books. Usted cuenta con una obra, Rojo amanecer en Lepanto, publicada en formato digital. ¿Qué significó para usted dar a luz a una obra en un soporte moderno? ¿Cuáles son, a su modo de ver, las bondades de este formato?
Yo no soy lo que se llama un “nativo digital”, nací cuando todavía no había ordenadores ni mucho menos tablets ni móviles. Me he adaptado bien, pero precisamente me ha sucedido eso, me he tenido que adaptar, evolucionar. La generación siguiente a la mía ya no necesita adaptarse a nada, lo digital es su contexto de nacimiento. Esa generación no tiene perjuicios sobre el digital, no va a anhelar el papel a la hora de leer un libro. Podemos ser todo lo románticos que queramos, pero el presente de la literatura es digital, cuanto antes lo entendamos, mejor para todos. El papel quedará para nostálgicos, entre los que me incluyo, y seguramente para ediciones de lujo o libros especiales que, por alguna razón, deseamos tener de forma material.

En la actualidad existe un debate acerca de, por un lado, la dificultad de acceder a publicar de manera tradicional, y por otro la puerta que se abrió hace pocos años y que permite a cualquiera editarse uno mismo sus propios textos. Hay quien piensa que éste último es un método  muy válido para que surjan nuevas promesas, pero también los hay que piensan que aquello es como un cajón de sastre en el que cabe de todo y no existe filtro alguno de calidad, derivando en que hoy por hoy, cualquiera se hace llamar escritor porque tiene un libro en papel que puede vender a sus amigos o en la librería del barrio. ¿Cuál es su opinión respecto a este debate? ¿Podría definir la palabra escritor? ¿Cuál es la línea que hay que pasar para ser considerado como tal?
Esa pregunta es más fácil de responder de lo que parece. Por ejemplo, yo terminé mi carrera de ingeniera, por lo tanto, pase lo que pase, parece ser que puedo decir sin problema que soy ingeniero, aunque no hubiera trabajado nunca de ello, aunque no pudiera ganarme la vida con ese oficio. En cambio, un escritor escribe un libro, logra vender los ejemplares de su edición y dudamos todavía de si es escritor o no. ¿Por qué tantos problemas para decir que alguien es escritor? Es más, yo diría que un autor no debería ser un escritor profesional. No creo en la literatura a tiempo completo, al menos no toda la vida. En mi opinión, la escritura no es un trabajo, es una expresión artística, y lo peor para el arte es limitarlo, rodearlo de correas laborales. Yo creo que cuando un autor logra escribir varios libros, es un escritor, otra cosa es que sea de éxito o no. Igualmente, creo que alguien que ha escribe un solo libro, no es escritor todavía, por mucho éxito de ventas que tenga.

Para finalizar, y teniendo en cuenta el vínculo que existe en este lugar con los viajes, queríamos proponerle que recomiende a nuestros lectores esa ciudad, pueblo, edificio y enclave natural que son imprescindibles para usted, y cuáles son los motivos por los que elige cada uno de ellos y no otros.
Ciudad:Zaragoza, hasta que no viví en el extranjero no me di cuenta de lo fantástica que es esta ciudad. 
Pueblo: Borja, nací allí y la única patria de cada uno es aquel lugar donde pasó su niñez. Además, cuenta con muchos de los elementos que me gustan: historia, patrimonio, cultura, gastronomía.
Edificio: El Castillo de Grisel, este es obligado. Pero a la vez creo que también podría elegirlo aunque no tuviera lazos afectivos con él. Es un tremendo ejemplo de cómo sacar un monumento del más absoluto olvido y devolverle la vida. Además, ¿a quién no le gustan los castillos?
Enclave Natural: El Moncayo, estoy barajando seriamente ambientar mi próxima novela en esta montaña. Tiene algo especial, el hecho de que surja de repente, sola, frente la gran llanura del valle del Ebro, le da aire de romanticismo, de héroe abandonado. Es un paraje de una belleza serena, con una enorme personalidad.

Muchas gracias por sus respuestas y por su novela, una interesantísima historia desconocida para el gran público a la que, quizá por eso, todo lector de novela histórica debería acercarse. Desconocemos cuáles son sus planes futuros, si trabaja ya en un próximo proyecto, si continuará por los mismos caminos literarios que le han traído hasta aquí… Lo que sí sabemos es que será muy esperada y que muchos, como este Gato Trotero que escribe, estaremos muy ilusionados y expectantes por volver a leerle. Suerte.
Gracias a usted por esta estupenda entrevista, ha sido un placer contestar a todas sus preguntas. Felicidades por su trabajo, espero volver muy pronto con nueva novela, que le puedo adelantar que tendrá mucho que ver con uno de los mejores castillos de España.

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