Buñuel en verano es el claro ejemplo de pueblo de la ribera del Ebro: temperaturas altas y calor seco. Sus gentes, para las doce del medio día, ya han realizado las compras diarias y se encuentran en sus casas preparando el calderete que se comerán en familia cuando todos se sienten a la mesa.
Los que trabajan los campos apuran el tiempo y miran con buenos ojos el estado de la cosecha que ya está próxima. Los hay también ociosos que se sientan en una de las terrazas de la plaza del pueblo a tomar unas cervezas mientras charlan con los amigos.
Mientras el sol calienta las calles y algún gato busca el cobijo de una sombra para tumbarse a lamerse las patas, recorremos el pueblo con el escritor Pedro José Francés en un agradable paseo por sus calles, visitando las casas y conociendo la historia que encierran tras sus fachadas. Algunas de ellas están abandonadas y mal conservadas, a pesar de tener apariencia de haber sido en otros tiempos viviendas de familias adineradas. Otras, por el contrario, son mucho más modestas que las anteriores, de fachadas más estrechas y materiales humildes, pero varias están siendo reformadas y quizá logren escapar en el futuro del mortal abrazo de las retroescavadoras.
Resulta curioso analizar que, a medida que vas comprendiendo el reparto de las calles, se distribuyen los sectores "ricos" de los "pobres". La historia, si la sabemos mirar con atención, también se encuentra en el inocuo callejero de un pueblo.
- De ésta casa - indica Pedro aproximándose a la puerta de entrada - sacaron a uno de ellos. Lo sacaron con extrema frialdad, engañado, y lo subieron al camión que lo conduciría a la muerte.
En ese momento, un vecino se asoma a la ventana, y permanece atento a lo que Pedro cuenta.
- Y de esas dos casas próximas, en la acera de enfrente, también se llevaron a otros dos. Y tres más de la calle a la vuelta de la esquina... - El silencio se adueña de la calle. Y del vecino que se asoma a la ventana, de mi voz, y de los pájaros que trinaban por encima de nuestras cabezas.
Con los ojos vidriosos, emocionado, Pedro afirma, indignado: ¡Y aún hoy, el alcalde de este pueblo, dice que son inventos...!
A continuación podréis encontrar la entrevista que quise realizarle a Pedro José Francés con motivo de la publicación de su último libro "La canalla del 36. El terror que escardó la esperanza". Nuestra intención era realizarla en la Casa de Cultura o algún salón municipal del que disponga el pueblo de Buñuel para presentar la obra de uno de sus hijos, pero meses después de su publicación, le siguen negando presentarla al resto de vecinos.
Yo, que soy gato de mundo, acostumbrado a viajar y conocer infinidad de gentes y lugares, es la primera vez que me encuentro con un hecho similar. He asistido a presentaciones de libros similares en su fondo y jamás se ha impedido llevarlo a cabo, pues en mayor o menor acuerdo, las corporaciones municipales han entendido que los espacios gestionados por los ayuntamientos o en dependencia de éstos siempre deben estar abiertos a los ciudadanos, y bajo ningún concepto, mucho menos el ideológico, se negará hacer uso de él a ningún vecino.
Sea como fuere, soy gato de mundo, pero además gato cabezota, así que si había llegado hasta Buñuel no me iría de allí sin poder acercaros a todos los que nos seguís la entrevista que tenía en mente. Confío en que algún día pueda hacerla desde ese salón de actos o esa Casa de Cultura en la que quise hacerla inicialmente, que es donde estas cosas deben hacerse. El día en el que el pensamiento diferente no represente una amenaza insalvable para nadie, allí estaré.
Troteros, os debo una. Prometido queda.
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