Cuando uno tiene siete vidas, la eternidad parece palparse, es como si al mirar hacia atrás el camino parezca interminable y al hacerlo hacia adelante, solo se vea el infinito. Y en medio Yo, un Gato. Al pensar en lo que he sido, en lo que fue la vida − o las vidas, no llevo la cuenta de cuantas he vivido y cuantas me quedan− esta me parece un suspiro; las imágenes se suceden en mi cabeza como burbujas que explotan al intentar tocarlas con el dedo, una tras otra, miles de burbujas que se amontonan unas sobre otras, que vuelan, que suben, que bajan y de repente, en cuestión de segundos ¡plop! estallan…tal vez sea porque he olvidado retraer mis uñas cuando las he intentado atrapar.
Pero el caso es que han pasado como un parpadeo, rápida y
fugazmente ante mí. Ahora están ahora no están. Como cualquiera de nosotros.
Esa es la verdad. Todo parece eterno, inmudable, perenne, estático, nos creemos
que las cosas siempre van a ser así y que nosotros estaremos siempre ahí para
verlas. Pero un buen día, la eternidad estalla ante nuestros ojos y dentro de
su burbuja solo hay oscuridad, y silencio, un terrible silencio que grita
nuestro nombre y nos lleva con él, y esta vez sí, Insecula seculorum.
No quiero ser eterno, no quiero sobrevivir a los que amo.
Tampoco quiero ser breve e irme antes de tiempo, dejando tras de mí tantas
cosas por vivir, a tantos seres queridos a los que tendría que haber querido
mucho más. El silencio me acompaña en mi divagar, los claroscuros me siguen en
mi trotar, y entre medias de ambos, escucho una voz que parece solo estar en mi
cabeza y que me hace pararme y cerrar los ojos para intentar oírla mejor.
Es la voz del escritor, del dramaturgo, del profesor, es la
voz que rompe los silencios y silencia los gritos rotos. Invita a sentarse, a
pararse y pensar, a dejarse llevar, a simplemente, escuchar…
1)Es inevitable empezar con una
enhorabuena por esta novela, Rafael, es realmente adictiva. Según un antiguo
profesor mío, catedrático de literatura, la palabra adicción unida a la
lectura, es la manera más exacta y rápida de definir una obra que engancha y atrapa
sin remisión, como debe ser, añadía. Y
así me he sentido desde prácticamente la primera página, enganchada sin
remisión, y como toda adicción, te
atrapa no solo dura durante la lectura, si no una vez cerrado el libro no
puedes dejar de pensar en lo que has leído y en lo que está por venir ¿Está
“adicción” en el lector, es recíproca en el escritor? ¿Se sintió atrapado por
su propia historia?
Cuando escribo una historia paso por distintos niveles de
adicción, o quizá sería más exacto decir, obsesión. Al principio puede ser una
idea vaga, muchas veces inconsistente; otras es una sensación, una imagen, algo
que he escuchado en el metro, o en una cafetería. Y este embrión a veces se
queda dentro de mí, me atrapa, y empieza a crecer. Aún no sé si escribiré un
cuento de una sola hoja, o si un día lo olvidaré… Pero, en el caso, de “La
plaza del silencio”, esa sensación se quedó para no marcharse. Y, poco a poco,
se fue desarrollando, cobro vida… Las imágenes se multiplicaban, las
conversaciones, los miedos. Surgieron los personajes, cada vez más definidos…
Y, sin darte cuenta, esa historia forma parte de tu vida; crece mientras das un
paseo por el monte con el perro, mientras desayunas, en clase escuchando a los
alumnos. Sí, ya es una obsesión… Muchas de las cosas que pasan a tu alrededor
cobran otra dimensión, las ves a través de los ojos de tu historia, de tus
personajes. Necesitas estar delante del ordenador dejando fluir todo ese mundo
que se agolpa en la puerta, atropelladamente. Y, algunas veces, esa conexión
entre las ideas, las palabras, las imágenes, que surgen a borbotones, y tus
dedos recorriendo el teclado, o garabateando pistas en un cuaderno, es
fructífera, y se produce un extraño equilibrio entre la emoción, el control, y
la tensión necesaria para que todo eso que escribes sea auténtico, sea verdad,
y no un sucedáneo… Pero no siempre es así… Y esa corriente, en muchas
ocasiones, se ve interrumpida, o salta por los aíres, o simplemente al pasar al
papel, al transformarse en pensamientos, en diálogos, en silencios, descubres
que todo es demasiado artificial, sin consistencia, banal… que has elegido las
mismas soluciones de otras veces, que
has recorrido un camino sin salida, convencional, que te has dejado arrastrar
por tu obsesión, sin controlarla, sin saberla comunicar.
2) No es justa, ni sería
precisa, la palabra Novela Negra para referirnos a su libro, Rafael, a pesar de
lo mucho que me gusta el género; La
plaza del silencio es una novela de gritos, a pesar del título, gritos en el alma, gritos enmascarados,
gritos de miedo y gritos de lucha. Los personajes mantienen una lucha encarnizada
consigo mismos, sin embargo, la lucha contra el mundo es una guerra de
guerrillas, rápida, brutal pero entre penumbras y voz baja. Me gusta pensar en
ella como en una novela negra costumbrista, historias oscuras de un pasado
cercano que sabiendo que existió, nos cuesta asimilar ¿Qué piensa usted de todo
eso Rafael, no son más que divagaciones de una “lletraferida”?
Creo que me quedo con esa idea del grito, del miedo, del
silencio… Del grito que sale hacia fuera y cobra vida, y del grito ahogado, que
quema por dentro. Quizá, La plaza del silencio, se mueve cerca de las
coordenadas de la Novela Negra, pero yo nunca fui consciente de eso. Utilicé el
suspense, la intriga, la incertidumbre, el azar, para entrar dentro de la vida
de unos personajes que me obsesionaban… Cobardes, héroes, mezquinos, asesinos,
frágiles, desorientados, perdidos… Lo que me interesaba, lo que me obsesionaba
era saber cómo eran, qué pasaba dentro de su alma, y de su cerebro… Al
principio no los conocía demasiado bien, pero con el paso del tiempo, empezaron
a ser parte de mí… Y eso era lo que me atraía: mi relación con ellos. Los amaba
y los detestaba, los comprendía, y me sacaban de quicio… Y ese amor odio, fue
creciendo hasta que puse, un día, fin a la novela. “La plaza del silencio”, es,
para mí, un viaje al centro de esos personajes.
3) Leyéndole, he vuelto a esas
historias de una España a medio camino entre la luz y las tinieblas, una España
que veía la luz al final del túnel pero que tenía un miedo atroz a cruzarlo por
si después de todo no era más que un
espejismo lo que nos esperaba; ese querer hacer las cosas de manera distinta
aún sabiendo que todo de momento seguía igual ¿La impronta de aquellos años de
oscurantismo y miedo, parte de nuestra historia nos guste o no, seguirá siempre
entre nosotros o las nuevas generaciones harán que desaparezca como huellas en
la orilla del mar? ¿Hemos hecho bien tratando de olvidar lo que tanto daño nos
causó, protegiendo a los jóvenes de todo aquello, nos hemos protegido a
nosotros mismos de algo que nos avergüenza terriblemente?
La plaza del silencio, nos lleva a los últimos días de la
vida de Franco. Los protagonistas de la historia sienten esa oscuridad, y
conviven con ella. Y, a veces, incluso se les olvida, o no abren los ojos, o no
escuchan, o se encierran en su mundo… Son expertos en sobrevivir, en adaptarse
a situaciones extremas… como la mayoría de nosotros. También, esos personajes,
se sumergen en su infancia, en su adolescencia. Ese mundo, dónde todo parece
posible. Y en el que vivimos, de algún modo, ajenos a la mezquindad, a la
sordidez, a la negrura de una época tan terrible como otras, tan miserable como
otras. Cada uno de nosotros convive con el niño que fuimos, que somos, y es
bueno no olvidarlo, y dejarle hablar. Y, sí, creo que es necesario saber qué
ocurrió en determinado momento… cómo nos afectó, de qué manera condicionó
nuestra vida, y también, cómo nos adaptamos, cómo, muchas veces, demasiadas,
ahogamos el grito dentro de nosotros, y nadie lo oyó.
4) Su novela es atemporal. La
imagino en imágenes en blanco y negro, retrocedo en el tiempo, a principios tal
vez del siglo XX, cambia la localización, los personajes visten de otra manera,
el futuro no es más que la prolongación del presente, pero en el fondo no ha
cambiado nada; las inquietudes, los miedos, el peso de la sociedad, de la
familia, el deber, lo sueños, los gritos y los silencios…y lo mismo ocurre si
nos adelantamos en el tiempo, si llegamos a nuestros días ¿Qué ha cambiado en
realidad en la sociedad, en las instituciones, en el poder, en el inconsciente
colectivo, en nosotros mismos? ¿No somos
un poco los mismos de antes, de siempre? Intolerancia, envidia, cobardía, negación…
Todo es cíclico… pero, la mayoría de las veces, nos
engañamos y pensamos que no. No somos capaces de darnos cuenta de que se está
repitiendo, otra vez, lo mismo. Sí, creo que hay que enfrentarse, conocer lo
que ocurrió para que no se vuelva a repetir. Pero, me temo, que de otro modo,
enmascarado, camuflado, puede volver a suceder. Es verdad que, desde el año
1975, hasta hoy, en nuestro país, han cambiado las cosas para ser mucho mejor.
Pero, nosotros, no hemos cambiado tanto. La puesta en escena es distinta, los
decorados, el vestuario, el lenguaje… Pero si escarbas, descubrirás lo que hay
detrás de la tramoya. Y verás los hilos atados a nuestra espalda, a nuestras
manos, a nuestras piernas, a nuestra cabeza… Esos hilos que quieren controlar y
mover los de siempre… Pero la ventaja, la gran ventaja, es que ahora, podemos
romperlos, y darnos cuenta de que no los necesitamos, que se vive mejor sin
ellos.
5) En el fondo, su novela además
de una denuncia al silencio que nace del miedo, del terror, de la
intransigencia, de la intolerancia, de la ignorancia, la injusticia y del peso
de una cultura basada en el sentimiento de culpa, es una novela de grandes
amistades. De Amistad con mayúsculas. En una sociedad en la que la familia es
una institución fría, lejana, que el mundo exterior es cruel y desconfiado, el
poder y la educación están en manos de personas autoritarias con poca empatía,
la amistad se convierte en la tabla de salvación de unos personajes cuyas
carencias solo parecen verse suplidas por su grupo de amigos, de seres que al
igual que ellos están tan perdidos y necesitados de apoyo y comprensión. Hasta
los “malos” necesitan de sus amigos ¿Qué mueve al mundo en realidad, Rafael, la
amistad, el amor, la venganza o es solo supervivencia nata?
La amistad es un elemento clave de mi novela. Es un
sentimiento purificador, y lleno de vida… Te hace no sentirte solo y
desamparado. Te da fuerzas, te permite seguir adelante, ser tú mismo. Pero si
te la arrebatan, si la destruyen… puedes volverte loco. Chema, el protagonista
de la novela, siente ese terrible dolor, esa pérdida, y sí, quizá pierde la
cabeza, se vuelve loco. Pero un asesino a sueldo, un capo de la mafia, un
político corrupto, un pederasta, un maltratador, también necesita la amistad…
No ejerce su maldad durante todo el día, cada hora. Por la mañana firma la
orden de un desahucio, pone en marcha un
decreto ley injusto, le da una paliza a su mujer… Y luego, sale a la calle, y
es alguien normal, divertido, afectuoso… Y sus amigos le aprecian… La banalidad
del mal, Hannah Arendt, supo analizarla
con lucidez… Y sí, los personajes desalmados que aparecen en mi novela tienen
amigos, y los necesitan. Y puede que algunos lectores les odien y les
comprendan…
6) Chema, el protagonista, es un muchacho que lleva conviviendo con
el miedo toda su vida, desde un ruido en
la escalera, a una sombra en el cuarto por la noche, a tener que enfrentarse a
sus propios sentimientos ¿De quién es víctima en realidad Chema, de la sociedad, del tiempo que le ha tocado vivir, de él
mismo?
Cada persona, cada personaje, en las mismas circunstancias
responde de un modo diferente. Puedes ser testigo de un robo, ver cómo un grupo
de personas da una paliza a otra, darte cuenta de que alguien está en peligro y
que tú puedes ayudarlo, poniendo, quizá, en riesgo tu vida… ¿Qué harás? ¿Te
inmovilizará el miedo? ¿Te dejarás llevar por un impulso desconocido, y pondrás
en peligro tu vida, para ayudar a otro?
¿Dónde nace el miedo? ¿Cuándo se instala dentro de ti?
¿Podrás, algún día liberarte de él?
Miedo al dolor, a poner en riesgo tu forma de vida, al fracaso…
7) En su novela, Rafael, hay
mucho miedo en general, mucha cobardía en ocasiones disfrazada de superioridad.
Paco es uno de los personajes más
arriesgados de la novela; sabe que se enfrenta a un mundo despiadado, con
personas crueles y cobardes al frente, pero sigue adelante y no se esconde,
combate su miedo con sus ganas de ser quien es y como es. Don Francisco, Ricardo, son unos cobardes de tomo y lomo,
aterrorizados por perder su estatus ante el futuro incierto que se cierne sobre
todos al morir Franco, se agarran a
su posición como a un clavo ardiendo por tal de no caer con el régimen. Elena,
Paloma, Ciro, Jaime, Eugenio, solo quieren salir adelante sin tener que
mirar demasiado hacia atrás, por temor a encontrarse de nuevo con miedos del
pasado ¿De dónde salen todos estos personajes, Rafael, ellos y sus miedos, sus
angustias, sus sueños?
Creo que dentro de cada uno de nosotros está lo mejor y lo
peor… Tenemos algo de humildes, y de vanidosos,
de héroes, y de cobardes, de putas, y de monjas, de violentos y de
mansos, de generosos y de corruptos… Todas esas posibilidades viven dentro de
nosotros… unas están adormecidas, aletargadas, escondidas en lo más profundo, y
otras llenas de intensidad, se muestran a flor de piel, nos identifican… Cuando
escribes, cuando tratas de caracterizar a diferentes personajes entras en un
proceso, en un viaje al centro de tu alma, de tu conciencia… un viaje al cielo,
y al infierno, a los sótanos oscuros, y a las azoteas luminosas… Allí
encuentras a tus personajes, quizá no son corpóreos, pero entonces cuelgas en
su percha invisible, una cara, una manera de andar, de expresarse… alguien que
conoces personalmente, o a través de una fotografía, de una noticia.
8) Riquelme. No sé si se lo va a creer, pero para mí es uno de los
personajes más desagradables y mezquinos de su novela. Una rémora, una
sanguijuela, un oportunista, es de esas personas que se mueven tan solo por
interés, vendiéndose al mejor postor. ¿Cuántos Riquelmes se ha encontrado usted
en su camino, Rafael?
Hay muchos Riquelmes, pero también muchos se disfrazan, y
pasan desapercibidos, y tienen amigos, y son divertidos, y graciosos, y pueden
ser personajes públicos admirados… El Riquelme, de la novela, es igual de
malvado que los otros, pero se le ve venir. Para mí, es menos peligroso que los que se disfrazan,
aunque sea también repugnante.
9) Nos hemos puesto muy serios,
o tal vez solo he sido yo (risas), así que le preguntaré una de esas cosas que
solemos hacer en el Gato, para demostrar que no somos tan serios y formales
como parece (risas). Mi primer contacto con el teatro en tiempos de instituto,
fue con la obra Llama un Inspector, al encontrarme con ella en su novela, me
he llevado una grata sorpresa ¿Qué le une a esta obra, que significa para usted,
porqué la eligió para incluirla en su libro? Por cierto, no conseguí ningún papel, tuve que ser tramoyista…
Cuando era muy joven, dirigí esta obra. Y, de algún modo, me
dejó una huella profunda… una huella moral… Varios personajes de la alta
sociedad, de un modo u otro, son responsables de la desgracia de una persona,
de su muerte. Pero ninguno apretó el gatillo. Ninguno dio la orden de su
muerte. Y, sin embargo, son culpables… Y no lo saben, o no quieren saberlo…
Forman una familia ejemplar, respetuosa, y posiblemente caritativa, pero,
también son los culpables de que una pobre mujer encuentre la muerte.
10) En algunos momentos de la
novela, me he transportado hasta aquellas lecturas del fin de semana, en casa,
con viejos libros de mi padre sobre el inspector Plinio, el personaje de García
Pavón, por supuesto que su novela es totalmente distinta, pero la mente a veces
juega estas malas pasadas y nos hace viajar en el tiempo ¿Qué o quienes han
influido en usted, o le han servido de punto de partida como escritor?
La primera novela que me impactó, cuando era muy joven, fue La madre, de Gorki… Y antes, las novelas
de aventuras, que a veces escondían una fuerte dosis ética: valor, generosidad,
amistad. Más tarde encontré a Chejov,
y con él me he quedado… aunque se aceptan otras visitas que son muy bien
recibidas… Raymond Carver, Richard Ford,
Buero Vallejo, Valle Inclán, Javier Marías...
11) ¿Sobre qué o quienes no
escribiría nunca? y por el contrario ¿Sobre que o quien le gustaría algún día
escribir?
Creo que no sé contestar a esta pregunta…
12) Si le digo “No me hagas daño” o “Al escondite” ¿Qué
me diría usted, Rafael?
No me hagas daño,
fue otra obsesión que se instaló dentro de mí: los malos tratos, la violencia
de género. Primero escribí un cuento muy breve, luego otro, y otro… Finalmente,
se transformó en una obra de teatro. Y, el azar, que tan presente está en las historias
que escribo, hizo que me dieran el Premio
de Literatura Dramática, Kutxa, Ciudad de San Sebastián… Y que un directo
de gran talento y creatividad, Fernando
Bernués, se enamorase de ella, y la estrenara, y así, llegase al público…
Un pequeño milagro inesperado.
AL ESCONDITE, fue un texto teatral, que escribí a través de
improvisaciones. Encerrados en el tercer piso del Teatro Español de Madrid,
durante muchas semanas, un grupo de actores y yo, nos enfrentamos a la idea del
miedo… Nuevamente, el miedo… Partí de una imagen, de una fuerte sensación… El sirviente, de Joseph Losey… Y los
protagonistas jugando “al escondite”… Un pasillo largo, alguien se esconde
dentro de un armario… Miedo, terror… dominante y dominado.
13) Para acabar, y es una pena,
porque yo estaría hablando con usted horas, o días. ¿Alguna vez imaginó su obra
vista por los ojos de un gato? ¿Locura por nuestra parte o locura sin
más?
Los gatos son muy silenciosos, y muy observadores… Están
ahí, casi pasan desapercibidos, pero son unos espectadores muy especiales. Me
gustan los gatos. De niño tuve uno que se llamaba Tormenta. Lo que no sabía es
que también leían novelas… Interesante.
Muchas gracias Rafael, ha sido
un placer inmenso. Gracias por su tiempo, y solo me queda desearle con su
novela ¡Mucha mierda!
Y de nuevo el silencio tras sus sabias palabras…me levanto
y sigo mi trotar, pero esta vez me siento menos solo, pues me acompaña el
ulular de un búho ¿o tal vez es el viento? como dijo Elsa Triolet: El silencio es
como el viento: atiza los grandes malentendidos y no extingue más que los
pequeños.
Una Entrevista de Yolanda T. Villar
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
^_^ Solo queda compartir una entrevista tan estupenda ^_^
ResponderEliminarMuchísimo éxito a Rafael Herrero y un abrazo grande para la entrevistadora.
Gracias Aurea, es siempre un placer inmenso leer y compartir buenas lecturas y grandes autores.
EliminarUn fuerte abrazo para ti, escritora.
Interesante entrevista. Me ha encantado leerla y conocer un poquito más a Rafael Herrero.
ResponderEliminarRafa, gracias por desvelarnos cosas de tu novela y por supuesto de ti a traves de este gato que sabe pregunatr muy bien.
Un abrazo para ti, una carica para ese gatito y un abrazo muy grande para nuestra querida Yolanda.
Bárbara.
Rafael es todo un hombre del Renacimiento, un artista, un genio...lo descubrí como presentador y dramaturgo, pero me ha terminado de conquistar como escritor.
EliminarMe ha encantado compartir contigo, con vosotros, Bárbara, tan inmenso placer.
Un abrazo enorme
Una entrevista Impresionante, por ambas partes. Felicidades a ambos por su excelente trabajo gracias al cual disfrutamos doblemente los lectores.
ResponderEliminarDoblemente disfruto yo, una con el.autor, otra con el lector.
EliminarGracias por trotar con nosotros.
También yo disfruto doblemente. Una, con el autor, dos, con el lector.
EliminarGracias por trotar con nosotros.
Estupenda entrevista y el descubrimiento para mí de este nuevo autor. Me quedo con aquello de la banalidad del mal de Hanna Arendt y esa simpatía por el valor de la amistad. Esther Llull
ResponderEliminarSoy una privilegiada Esther, poder disfrutar de libros y autores magníficos y poder luego compartirlos con vosotros.
EliminarEste gato tan especial preparó la entrevista de un modo muy inteligente, profundizando en los rincones más oscuros de La plaza del silencio, y llevándome a un territorio en el que era fácil decir lo que sientes y lo que piensas. Gracias gato, y gracias a todos vosotros por vuestras opiniones.
ResponderEliminarEste Gato lo tuvo fácil, tu novela, al igual que un buen profesor, me guió sin oprimir, y las ideas, surgían solas.
EliminarGracias por permitirme pensar sin barreras, Rafael.
Nunca es tarde para nada, y menos para descubrir joyitas como esta dónde el autor nos abre su alma. Esta entrevista es mucho más que eso.
ResponderEliminarGracias Gato por ser tan Trotero.
El autor, además de grande en sus letras, es inmenso en su persona Luisa. Para este Gato ha sido un honor y una satisfacción enorme conocerle.
EliminarUn abrazo!!