Caminaba un día, como tanto me gusta hacer, por mi ciudad, cuando, como suele pasar, me vi envuelto en una maraña de zapatos, carreras, empujones y algún que otro puntapié. No es cosa rara que esto suceda en plena calle de la urbe y que le ocurra a un trotero como yo, y es que es difícil para un gato moverse cómodamente por el suelo de la ciudad, entre tanto bullicio, tantas prisas y tanto ajetreo; la gente no repara en mi, y si eso me viene bien para ir a mi aire y no ser molestado en mi trotar, es una auténtica tortura cuando dar un paso se convierte en una odisea entre tanto pie y por las prisas de algunos, hasta parecen pezuñas desbocadas de jamelgos galopando.
Ese día en cuestión, hallábame trotando sin saber muy bien
porqué, por la Plaza del Ayuntamiento, no gusto de meterme en ciertos lugares a
ciertas horas y días debido al incesante tráfico y tránsito de algunas rúes,
pero es que mis patitas me llevaron hasta allá absorto por las luces que a última hora de la tarde
cubren el centro de Valencia, convirtiendo la ciudad en una Vía Láctea urbanita; pero es que ese
día, para ser miércoles, el centro estaba mucho más concurrido de lo habitual.
De repente, a pesar del frío de la noche y despidiendo prácticamente el mes de
enero, comencé a sudar en plena calle debido a una marabunta de gente que se
abalanzó hacia mí y me arrastraban entre sus pies sin darme opción a elegir mi
camino. De que me di cuenta me encontraba en las puertas del Ateneo Mercantil,
donde toda esa impaciente gente entró y me dejó a la entrada mirando
estupefacto, no solo tan soberbio edificio sino a la cantidad de personas que
seguían llegando y subiendo a las plantas superiores.
La curiosidad me puede, soy un Gato, y no voy a ser menos
que los demás, me dije. Así que ni corto ni perezoso subí tras todas esas
personas escalera arriba hasta la sala Sorolla, de la cual provenía un
delicioso vals ¡Qué suerte una vez más ser invisible al resto del mundo! y si
no lo era, al menos con todo aquel que me cruzaba parecía no importarle en
absoluto mi presencia, todo el mundo tenía algo más importante en que fijarse
que en mi. Y de repente, como si se hubiera desencadenado un Tsunami, todas
esas personas salieron en estampida del salón y se juntaron con otras tantas
que escalera arriba, escalera abajo, casi dan con mis bigotes en el suelo. Seguí a todas esas personas pues algo me
decía que valdría la pena lo que iba ver y escuchar, y si mi instinto lo decía…Llegamos
todos hasta las plantas tercera y cuarta, a un enorme salón de actos que
recordaba a un teatro de los de antaño, hasta por un momento me sentí Segismundo y casi comienzo a recitar unos
versos; entre tanta gente y tanto ir y venir de personas, cámaras fotográficas,
cámaras de video, prensa, saludos, abrazos, risas, vi entre la multitud a una
mujer de largos cabellos rubios y elegantes gafas de pasta que le daban aire de Decana universitaria. Bien mirada, me recordaba a una fallera mayor el día de
la Presentación. La bella Fallera-Decana, se sentó en el centro de una mesa
rectangular, en medio del salón de
actos, como una artista de teatro que de un momento a otro comenzará a declamar
para su atento público.
Y así lo hizo, la rubia Fallera-Decana-Artista era Marta
Querol, finalista del Planeta 2007, que presentaba su novela, Las Guerras de
Elena ¡Por eso me llevaron mis patitas hasta el Ateneo Mercantil! acababa de
leer su novela y el Destino quiso que estuviera presente en el acto ¡Ay, que
Gato más afortunado soy!; Marta comenzó a hablar, de fondo sonaba una suave melodía
al piano, la gente calló, escuchó y aplaudió, y los más ansiosos comenzaron a
hacer preguntas sobre lo que había leído y sobre todo oído…y claro, si, el
Destino hizo de las suyas otra vez, ahí estaba la pelirroja y como siempre,
tenía mucho que preguntar.
No fue un problema para mí…a este Gato blanquinegro, le
encanta escuchar hablar a una mujer, mejor si son dos…y calladito calladito,
escuché sin mover ni un bigote.
1)Una de las cosas que sorprende
de su novela, Marta, aunque no debería,
es la ubicación de dicha novela: Valencia. Me explico. Parece como si hoy en
día para que una novela tenga cierto interés entre el público, esta debería
discurrir por ciudades como Barcelona o Madrid. Como valenciana estoy encantada
¿Cómo surgió la idea, fue premeditada o fortuita?
Cuando comencé a escribir la trilogía trabajaba a jornada
completa en una empresa y no tenía mucho tiempo. Elegí Valencia porque era mi
ciudad, la conocía bien y las lagunas podía resolverlas con facilidad, además
de que soy una enamorada de ella. Por eso se convirtió, en cierta forma, en
protagonista, y curiosamente a la gente que no es valenciana le ha gustado ese
cambio respecto a los escenarios habituales. Creo que Valencia da mucho juego.
2) Otra de las cosas que sorprende y atrae al mismo tiempo de Las Guerras de Elena, es que cuesta etiquetarla en un género concreto, y a alguien como a mí, a la que no le gustan las etiquetas, esto le encanta. El lector disfruta de romanticismo, de costumbrismo, de historia, de intriga, de acción… ¿Cómo la denominaría usted?
Pues tengo el mismo problema. Escribí lo que me apeteció,
sin pensar en clasificaciones o etiquetas. Me la han catalogado como de intriga
social y creo que es lo más acertado, y esto no aparece en las etiquetas de los
anaqueles. Pero lo que dices es cierto, es un realismo costumbrista con toques
de intriga y, como no puede faltar, de relaciones amorosas.
3) Los viajes son una constante en su obra ¿Viajar incita a escribir o es el escribir lo que empuja a viajar?
Me gusta viajar, viajé mucho en el pasado y, tal vez, ahora
viajo a través de mis novelas. Viajar te enriquece y desde luego es un vivero
de historias. Además, creo que le da movimiento a la novela y les aporta atractivo,
siempre que esté bien engarzado en la trama.
4) Hay lectoras que dicen tan solo leer libros escritos por mujeres sobre mujeres y para mujeres ¿Pero, y las escritoras, las hay que escriben solo para y sobre mujeres? ¿Es una buena idea centrarse tan solo en un tipo de público?
Curiosamente yo hice un estudio que se incluye en mi blog en
el cuál se ponía de manifiesto que en general las mujeres leemos de todo. Yo no
escribo para mujeres. Me hizo gracia una reseña reciente en la que el autor
catalogaba mi novela de «unisex» como si eso fuera extraordinario. Yo no creo
que escriba para mujeres, aunque mis protagonistas lo sean, pero tampoco veo
mal que se haga literatura con un público objetivo claro, aunque no sea mi
caso. Creo que mis propios gustos literarios, muy variados en cuanto a géneros
o autores, influyen en que mi literatura sea abierta y llegue a un amplio
espectro de lectores.
5) ¿Alguna vez se ha planteado qué tipo de libro no escribiría nunca, o que género no leería jamás? yo soy muy bocazas y más de una vez he tenido que repetirme lo de: no digas nunca de esta agua no beberé ¿Le ha ocurrido Marta?
La vida me ha enseñado que nunca hay que decir nunca. No me
pongo límites a priori aunque sí hay géneros que es poco probable que lea y
todavía menos que los escriba. E incluso en esos géneros que no me atraen,
zombis por ejemplo, tengo libros en espera de algún amigo escritor.
6) ¿La Inspiración surge cuando menos se la espera, o una tiene que trabajarse la visita de las musas?
No lo digo yo, creo que fue Picasso, quién dijo que la
inspiración te pille trabajando. La inspiración llega cuando menos te lo
esperas si estás sentado al teclado. También en otros momentos, pero hay que
estar preparado para que te visiten y aprovechar ese momento.
7) Todos los que escribimos, en un momento dado, al volver la vista atrás solemos acordarnos de un libro, un autor o incluso un maestro que nos marcara y nos guiara hacia el mundo de las letras ¿Cuál o quien fue el suyo, Marta?
Pues no puedo citar a nadie en concreto. Mi aterrizaje en el
mundo literario no ha sido, creo, por los cauces habituales. Pero sí creo que
todas mis lecturas previas me han enseñado algo. Siempre me gustó la novela
realista francesa, Stendhal, Balzac, Flaubert, tal vez porque en casa eran
libros que tenía al alcance de la mano y me trasladaban a otra época con
personajes que me subyugaban y ambientes que veía como si estuviera allí. Me
impresionaba también el teatro y leía obras clásicas de Lope de Vega o Calderón.
También de Valle Inclán, Ibsen o Jardiel Poncela. Pero literariamente me
impresionó “Cien años de soledad”, los libros de Ana María Matute y, por la forma en que me transmitió
emociones, una obra de Toni Morrison (Nobel de Literatura 1993), Beloved.
Como he comentado no me centro en un estilo o autor, creo
que es lo que enriquece y forma un criterio propio.
8) Si no hubiera sido escritora ¿A que le hubiera gustado dedicarse? Tal vez ni siquiera haya contemplado esta opción…
En realidad lo que nunca se me ocurrió fue que llegaría a
publicar. He hecho muchas cosas antes de dedicarme a la
escritura, siempre relacionadas con el mundo de la empresa, y espero poder
seguir trabajando en otras cosas porque este oficio es duro y muy pocos
consiguen dedicarse sólo a ello.
9) Imagine una pesadilla terrible, algo que la atenazara. Tan solo al escribirla en un papel y destruirlo después desapareciera…si en lugar de un papel estuviera escrita en un libro entero ¿Sería capaz de destruirlo? ¿O tan solo con escribirlo desaparecería esa desazón?
Creo que no lo destruiría, la escritura tiene un poder
catárquico y una vez dejas sobre el papel tus fantasmas es muy posible que no
vuelvan a molestarte. De hecho, en el prólogo de «El final del ave Fénix» vacié
algunos de esos fantasmas y se convirtió en el inicio de la novela.
10) Y por último Marta ¿Alguna vez imaginó a un Gato interesándose por su obra? ¿Sería una locura pensar algo así o tan solo un loco no pensaría que en los libros todo puede ser posible? Esta loca se despide y espera su próxima novela con impaciencia, esa tercera parte prometida…Gracias Marta.
En el mundo de las letras, como en el de los sueños, todo es
posible y los gatos tienen fama de ser inteligentes y avispados.
Muchas gracias por el interés y espero que las próximas
novelas sean tan bien recibidas como las anteriores.
Costaba salir del Ateneo, el público se fue yendo poco a
poco, aunque costó vaciar el salón, pero no fue esta vez el vaivén del
movimiento de la gente, es que se estaba muy a gustito en el salón, dónde aún
resonaba la música de un piano y una voz de mujer. Marta y Elena, Elena y Marta…las
guerras de una, son la lucha de la otra.
Me quedé un buen rato aún entre la penumbra del salón.
Una Entrevista de
Yolanda T. Villar
Yolanda T. Villar
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De nuevo un gran trabajo gatos. Un saludo a ambos y a la autora.
ResponderEliminarMuchas gracias, en el Gato Trotero siempre intentamos que los lectores disfruten tanto con las obras de los autores, como con nuestro pequeño grano de arena.
EliminarUn saludo
Siempre me maravilla, minino hermoso, la que llegan a ve tus ojitos de Gato Trotero y, hoy, nuevamente, que he prendado de tus descripciones.
ResponderEliminarYolanda T. Villar, una entrevista de altura y tan interesante como ya es habitual en tus publicaciones, señora escritora.
Un placer saber más de Marta Querol ^_^ Aguardando su nueva entrega literaria.
Saludos muy cordiales.
Un placer Aurea contar con una gran escritora comentando el trabajo de otra grande, y para el Gato, contar con ambas, es un inmenso placer, y un honor.
EliminarEl día que el Gato deje de verlo todo con esos ojos de pupilas verticales, los Troteros habrán fracasado en su empeño de enseñaros el mundo desde otra perspectiva.
Un abrazo