El día en Sagunto no podía ser más satisfactorio de lo que ya era. Un sol radiante, buena compañía, recuerdos de niñez a flor de piel, y apenas gente visitando las ruinas lo que nos permitía a mi compañero y a mí, disfrutar casi por entero y a solas de estos magníficos pedazos de historia, de la Historia Grande de Arse. Cómo estaba disfrutando de esta pequeña excursión.
La hora de la comida ya estaba más que cerca,
mi estómago diría que esta ya pasó hacía un buen rato, pero me
resultaba imposible satisfacer sus ganas sin entrar de nuevo, como hacía
años, en el Teatro ¡si estábamos en la misma entrada! ¿Cómo marcharnos
sin sentarnos en las gradas, observar imaginativos el escenario y
empaparnos del espíritu que reinaba entre sus piedras, las de entonces y
las restauradas ahora? Imposible. Así que mi simpar fotógrafo y yo
decidimos disfrutar en silencio y prácticamente solos (a excepción de
unos gatos que pululaban por gradas y escenario, y es que parecía que en
esta ciudad hasta los felinos llevaban la historia y el arte en los
bigotes) de tan magna obra y tan artístico espíritu.
Las fotos
hablan por sí solas. Esta trotera se había vuelto a quedar muda ante tan
apabullante construcción. Ninguna historia podría en todo caso hacer
sombra a este instante grabado en la retina. Ni en una buena foto. Otra
vez será.
“Me ha costado mucho despedirme de mis
nuevos amigos, conquistados y conquistadores, héroes todos para mí, pero
he de aprovechar antes de tomarme mi merecido descanso y mover el
bigote con algún buen llantar de la zona, para visitar el Teatro Romano
¡Y es que yo siempre he tenido alma farandulera y ademanes tragicómicos!
hubiera sido un gran actor ¡lo que hubieran ganado las obras de
Eurípides en mi gatuna persona! que talento tan desaprovechado el mío…o
tal vez es que me equivoqué de época. Pudiera ser.
Desde lo alto
de las gradas, desde las más altas, las que formaron parte tantos
siglos atrás del Teatro original, se tiene una vista casi de pájaro
sobre el escenario ¡que magnífico tuvo que ser en sus mejores tiempos!
incluso ahora, reformado, sigue destilando aromas del pasado. Y voces.
¿Qué es ese griterío que asciende desde el coro hasta esta mi alta
grada? ¡Qué escándalo! Tres gatos maulladores están en el escenario
enzarzados en lo que parece una discusión o al menos un desacuerdo de
pareceres. Y cada uno parece encabezar a un grupo de mininos, algo
alborotadores también. Bajaré a ver qué es lo que pasa. Curioso que es
uno, para eso es Gato, si fuera perro, movería el rabo. Miau.
En
un rincón de las antiguas gradas superiores, observo a un gato de
grandes bigotes, orondo y vejete, pardo y con evidentes señales de
peleas antiguas. Mira al horizonte, en dirección contraria a la grada,
parece que le interesa poco lo que sucede en el escenario, y más bien se diría que otea en busca de quién esté por llegar. Demasiado
sumido en sus pensamientos y espera como para molestarle con mi
presencia. Bajaré al escenario, la curiosidad me está matando.
«Uno animo omnes socrus oderunt nurus»
-¡No
no no! ¿Quién crees que eres, el locuaz y astuto Parmenón o la
singustos de Filúmena? –gritaba un gato negro de grandes ojos oscuros
como un pozo − ¡Deberías dedicarte a rascarte las pulgas todo el día,
que es lo que mejor sabes hacer! que desastre de actores.
«Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit»
−¡Ese
actor es mío, ladronzuelo de poca monta! –gritaba alto y con maullido
grave un gato gris aunque de lomo y morro blanquecino, tanto este último
que parecía tener barba en lugar de bigotes− ¡Deja tranquilo a mi
Júpiter para que seduzca a la bella Alcmena, antes de que llegue su
esposo! ¡Actores que se venden al mejor postor! ¡Traidores!
«Quot homines, tot sententiae; suus cuique mos»
−¡Por
todos los dioses del Olimpo! ambos sois unos desvergonzados y unos
aprovechados ¡Yo contraté a los actores para que representaran una de
mis grandísimas obras! no como las patochadas que escribís vosotros.
Tú,Terencio el Berebere, y sus absurdas representaciones ¿Qué tiene de
interés una Suegra para que se le dedique una obra? Absurdo. Y tú,
Plauto, el Gran Plauto y sus retruécanos, chistes y parodias anodinas.
Ninguno tenéis ni idea de lo que es ser un dramaturgo. No como yo, Livio
Andrónico, escritor épico.
Y este último gato pareció
quedarse bien ancho al pronunciar estas palabras. Los otros dos le
miraban con recelo y hasta con cierta animadversión, diría yo. Pero el
que se hacía llamar Livio Andrónico, no parecía en absoluto amedrentado
por las aviesas miradas de los otros dos.
−¿Tú un gran
dramaturgo? poeta escaso ¡Pero si ni siquiera utilizas los Hexámetros
Dactílicos en tus obras ¿Te crees más que nosotros por escribir en
Saturnio? lo que eres es un pedante –dijo Plauto.
−¿A quién le
puede interesar hoy en día una obra épica sobre Achilles, Hermiona o los
Equos Troianus? estás fuera de onda Livio ¡Hay que modernizarse,
abuelete! –rió Terencio.
Al reparar en mi curiosa presencia, los
tres irascibles escritores decidieron utilizarme cual Paris en La
Manzana de la Discordia, eligiendo a la más bella entre las bellas y
salvando las distancias y fácilmente mejorando lo presente, me sentí
metido en un buen apuro. Es innegable la maestría de Terencio-Hera en
sus obras, siendo LA SUEGRA, mi favorita sin duda. Pero no puedo obviar
la genialidad de Plauto-Atenea en sus comedias de enredo, tan
cinematográficas hoy en día; sus chistes, sus parodias, sus bufones, sus
retruécanos ¡No me he reído ni nada con SU SOLDADO FANFARRÓN Y SU
AULULARIA! ¿Y cómo negar el talento y la majestuosidad de las épicas
obras de Livio-Afrodita? me gustó mucho leer sus ANDRÓMEDA Y GLADIOLUS.
Ya me veía en mi propio Juicio de Trotero-Paris, así que decidí
tomar el camino del medio, y no mediar en camino alguno, pues acabaría
como el de Morón, y ese no era Gato, sino Gallo.
−Imposible
elegir, mis queridas señoritas, digoooo, mis queridos caballeros –casi
meto la pata−tres grandes escritores y dramaturgos Romanos como ustedes,
que han llenado teatros y palacios con su arte, su genio, su talento,
su creatividad, su buen hacer y su magnífica presencia ¿cómo elegir
entre artista y humano? ambos perspicaces, espléndidos, extraordinarios,
de la misma manera que no se puede separar alma de cuerpo, no se puede
elegir entre lo más excelso y granado.
Dominando unos el
Hexámetro siempre entendible y a la vez peculiar, y siendo señor del
Saturnio, culto y elegante, a la par que hermoso y eterno, el otro. Tres
grandes maestros, para una gran escena. Por pequeña que esta fuera,
enorme la harían tres ingeniosos artistas y por grande que se imaginara,
cómoda y confortable igualmente la tornarían semejantes intelecto –e
hice una reverencia llegado a este punto.
−¡Este es
seguidor de Eurípides, Sofocles y el resto de la vieja escuela, sin
duda! malditos griegos, que siempre creen inventarlo todo y estar
delante nuestra –exlamó Afrodita, es decir, Livio−¡Pero me gusta lo que
ha dicho el blanquinegro! tiene mucha razón en ello, sus palabras están
llenas de certeza. Tan solo le ha faltado añadir que soy el Creador de
una gran Institución, LA ESCUELA. Afrodita va mucho con mi belleza sin
parangón, Gato travieso…
No pude evitar dar un respingo ¡Rebigotes que este Livio nos ha salido atrevido!
−Bueno,
los de la vieja escuela tampoco son tan rechazables, cada uno tuvo su
tiempo. Pero nosotros no hemos copiado nada de los griegos, hemos,
“romanizado” –añadió Plauto− Y también se ha olvidado decir sobre mí
este guapo vagabundo, que nadie como yo dominó LA CONTAMINATIO, el arte
de mezclar dos obras o más en una sola. Bribón.
Un nuevo
respingo. Uno sale de su casa y nunca sabe lo que se va a encontrar,
pero es que tengo un sex-appeal, que no se puede aguantar. Mira que soy
guapo.
−¡Vale! lo admito, este seguidor de Eurípides tiene razón.
Somos los mejores ¡Y pensar que casi os araño por esto! ¡Un abrazo en
grupo, chicas, digo, caballeros! –dijo Terencio−Pero no has dicho nada
de mis Paremias, género que dominé como ninguno. Te perdono por tener
esos ojazos, negro.
Nada, que voy a tener que ir al
veterinario a ver si me da algo para aplacar esta furia atrayente que
despierto con mi mirada, mis bigotes y mi perfil apolíneo. Al menos se
pudo evitar que la sangre llegara al río y las zarpas al morro, y aunque
los tres genios decidieron seguir con sus ensayos repartiéndose los
actores, algo me decía que tarde o temprano, los Egos volverían a verse
los bigotes...
Me marchaba ya en busca de algo que llevarme a los
colmillos, cuando el gato curtido por mil batallas que se hallaba en
las gradas altas, pareció verme por primera vez desde que llegué al
Teatro. No sé que le empujó a venir hacia mí, pero algo lo hizo y fuera
lo que fuera parecía que se trataba de un cohete puesto en salva sea la
parte, pues bajo raudo y veloz, mucho más de lo que hubiera imaginado en
un gato de su edad, a mi encuentro.
−¿Sois vos, majestad? –me dijo− ¿Alfonso? ¿Habéis llegado al fin a esta vuestra última morada? ¿Sois vos?
−Siento defraudarle, amigo, pero ni soy Alfonso, ni tengo nada de real. Vagamundo y Trotero soy, de hecho, así me llamo.
−Pensé
que al fin, tras tantos años, Él había vuelto en espíritu a reunirse
conmigo aquí, en el lugar que su sueño, el mío, el de tantos, se hizo
realidad. ¿Dónde “estás” Alfonso XII, donde estás triste de ti…?
–canturreó el anciano−Si le ve, dígale que Arsenio le sigue esperando.
−¿Arsenio?
¿Martínez Campos? –pregunté incrédulo−Siento decirle que la
restauración borbónica no salió como usted esperaba…si yo le
contara…pero tranquilo, si le veo, yo le digo.
¡Hasta más maullar amigos! General…
Mi
estómago me anunciaba que la hora de la manduca había llegado, y uno,
aún Trotero y Vagamundo, gusta de seguir las costumbres y protocolos a
la hora gustar de viandas y buenos caldos.
Que ustedes lo
maúllen bien. Este Gato, tras llenar su estómago y afinar sus bigotes,
seguirá su trotar. Por cierto, se me había olvidado decirles que los
tres dramaturgos me ofrecieron un pequeño papel en cada una de sus
representaciones ensayadas; pero tuve que declinar tan irresistible
oferta, el tiempo es oro y el día pasa.
Además yo siempre quise ser…La Medea de Eurípides. “
TEATRO ROMANO DE SAGUNTO
C/ Castell s/n
Télf.: 962665581 Fax: 96266558
FOTOGRAFÍAS: Santiago Navascués Ladrón.
TEXTO: Yolanda T. Villar.
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
¡Bravo! original como siempre, me encantó precioso gato.
ResponderEliminarNos encanta que hayas disfrutado con este reportaje, la verdad es que es un sitio maravilloso.
EliminarGracias por visitarnos!!