El rincón de trabajo del artista
Esta historia comenzó realmente hace más de dos décadas, tal
vez debiera recurrir al sempiterno “Érase una vez” para empezar a contarla, no
por parecer un cuento, en absoluto, pues aunque tiene parte de magia y sueños, el tiempo ha demostrado que hasta
los sueños pueden llegar a cumplirse. Pero no sería esa la razón por la que
utilizaría el “Érase una vez” en mi relato, no.
Lo haría porque fue la adolescente que un día fui la que empezó un largo
viaje por un sendero de baldosas amarillas, en busca de un corazón lleno de
sentimientos, un cerebro capaz de entender lo que me rodeaba y la valentía que
no tenía entonces para empezar a caminar y buscar lo que deseaba. El camino a
casa, era lo único que deseaba no volver a encontrar.
Érase que se era, que
lo que buscaba lo encontré en una pequeña galería de arte de una concurrida
calle de mi ciudad; lo encontré, pero no lo comprendía, no sabía qué hacer ni
por dónde empezar con aquello que acababa de descubrir: el Realismo Mágico. La
Magia de lo Real. La Realidad de la Magia. El Arte de un Mago.
Tras oníricos cuadros, tan reales que parecían un sueño, tan
ensoñadores que no parecían reales, me observaba quieto y atento un Hechicero
de ojos color bruma de mar y finos pinceles en lugar de largos dedos. Recién salida, mejor dicha, recién escapada
de clase, huyendo de lo de siempre y buscando algo que no hubiera visto nunca,
entré en aquella galería de una calle peatonal de mi ciudad, mirando las
baldosas que pisaba y haciendo caso omiso a lo que me rodeaba.
Un vórtice abierto en la pared principal de la planta baja
de la galería, me mostraba cual ventana
a un universo paralelo, una secuencia fija en el lienzo pero en sutil
movimiento en mi imaginación. No se le podía llamar cuadro, imposible. Yo había
visto muchos anteriormente y ninguno se parecía ni por asomo, a aquel que yo
tenía delante. Era la vida misma sin duda. La vida al otro lado de la vida
cotidiana. Otra Vida. Más vida. La Vida que yo buscaba.
Era un mundo de sueños, donde se podía tocar con las manos
las finas sábanas blancas que ondulaban entre los cuerpos desnudos; un lugar
donde podías subir y bajar escaleras que no tenían fin y su origen era
incierto, un universo de columnas que no sujetan más techo que el mismo cielo,
y entre el mar y el aire, vuelan palomas que baten sus alas como blancas
mariposas. Era un mundo tan irreal para mí, que hasta unos amantes se miraban
fijamente a los ojos estando estos ocultos tras finos pañuelos, tan finos que
se sujetaban solo acariciando la piel de los amantes, sin nudos, sin trabas,
sin esfuerzos…Y sin saber siquiera por aquel entonces que se puede amar con los
ojos cerrados y el corazón abierto, me invadió una fuerte oleada de auténtica
verdad.
PROYECTO PARA SER, rezaba mi mágica ventana. Y eso es lo que
era yo entonces, un proyecto, y buscaba con todas mis fuerzas Ser algún día. Ya
no pude nunca olvidar aquella secuencia, la grabé en mi mente para siempre,
para que a pesar de taparme los ojos aunque fuera con un fino velo, siempre
fuera capaz de verla tal cual.
Al girarme, el Hechicero de ojos color bruma de mar clavó su
“boira” marina en mis verdulagos faros de mar. Serenísima era su mirada,
Altísima su estampa, Aristocrática su blanca melena sujeta a la nuca, profunda y suave su voz. Al
verle allí de pie, firme, algo serio pero sereno, con camisa blanca y tan
vaporosa como la sábana ondulante del cuadro, vino a mi mente pobremente cultivada, la imagen de lo último que había
visto antes de marcharme presurosa de clase: un Príncipe, un Papa, un Dux, Un
Dogo.
"Cuando me llegue la inspiración, que me encuentre trabajando"
Pablo Picasso
En una Serenissima Galería de Arte, descubrí a Àlex
Alemany, el Dogo Valenciano, el Dux de Gandía. “Mi Facedor de Sueños”.
Veinte años no es nada, y veintiséis que son los pasados
desde aquel encantamiento, tan solo son nada y seis. Pero una nada de sueños, es un todo de
realidad.
Y colorín colorado…este cuento tan solo ha empezado.
“ De, no ser por ti,
compañera, amante y víscera
que ocupas las horas más sinceras,
todo mi ser, sin brújula,
erraría sin bandera…”
En esta ocasión no fueron las baldosas amarillas las que me
llevaron hasta mi Mago sin Oz, fue el Destino el que me puso en camino y la
insistencia la que guió mis pasos hasta él. Había llegado el momento de mirarle
de nuevo a los ojos y decirle: Gracias por enseñarme el otro lado de nuestro
mundo. Demasiado tiempo busqué el mundo
al otro lado de las escaleras sin fin, sin saber qué mundo solo hay uno, pero
formas de verlo, infinitas. Y aprendí a mirar tras un velo semitransparente y
ver todo lo que había al otro lado.
Llegamos mi simpar compañero de viaje y yo a casa del
Artista a primera hora de la tarde. El día era soleado, la calle estaba tranquila, olía a café y el
viento comenzó a levantarse indiscreto; Àlex nos recibió sereno y educado, yo
estaba emocionada y expectante, mi compañero
se mostraba tranquilo y afable, un gato nos miraba desde lo alto de un
banco de piedra y un pequeño perro
mestizo nos hizo las fiestas. Vistos desde fuera, debíamos parecer un cuadro la
mar de realista, hasta mi suave tropezón en las escaleras, me hizo sentir más
viva que nunca.
En el momento en que puse los pies en el Taller del Artista,
volví a sentirme la adolescente que fui. De pie en el centro de aquel Sancta Sanctorum, decenas de ojos me
observaban a través de otras tantas
ventanas mágicas, vórtices que unen mundos paralelos, secuencias estáticas que
esconden historias interminables llenas de acción. Yo giraba y giraba y aquellos
mundos giraban conmigo. Retratos de personajes tan variopintos como auténticos.
Retratos tan cargados de realismo como caricaturizados, como la cara y cruz de
una moneda, uno mismo y su otro Yo.
− Me gustan las caricaturas
–dijo una voz tras de mí−por una parte nos adentra en el aspecto crítico del
personaje, y por otra es la clave maestra para entrar en su fisonomía.
Me di la vuelta
hacia mi interlocutor, sobrecogida por la emoción de encontrarme en el centro
de aquel privilegiado lugar y embargada por estar de nuevo frente a mi hacedor
de sueños, tantos años después. Pero allí no había nadie excepto yo. Los
cuadros y yo. El pequeño perro mestizo y yo. Y frente a mí, un enorme Dogo
blanquinegro. Solos los cuadros, el pequeño mestizo, el Dogo y yo.
"Una pintura es una fotografía hecha a mano"
Salvador Dalí
¿Cuánto tiempo
llevaba observando ojiplática aquellos cuadros? ¿Existiría de verdad un vórtice
y fui engullida por él? Ya no tenía edad de ser una Alicia maravillada tras
conejos blancos, corría el riesgo de atravesar un espejo y tener siete años de
mala suerte por haberlo hecho añicos con el golpe. Pero allí estábamos el Dogo y yo, y ninguna
explicación lógica a lo que estaba pasando.
“…De no ser por ti,
caja de hermosas sorpresas,
que despiertas mis sentidos
más sutiles,
no tendría identidad
mi alma quieta…”
−¿Dónde están Àlex y
Santiago? –dije mirando al Dogo, esperando que no me contestara−creo que no me
encuentro muy bien…
El Dogo se
levantó y se acercó hasta el sillón donde descansaba el pequeño perro mestizo,
me miró una vez más con sus brumosos ojos claros, mitad azul niebla, mitad gris
mar al alba. Y me sentí aliviada de que el gran danés no me hubiera contestado,
por mucho que lo hubiera deseado durante años, estar al otro lado de una de
esas oníricas ventanas, me daba bastante miedo.
Como no sabía
dónde buscar a mi anfitrión y a mi compañero, decidí esperar en el taller a que volvieran, y
seguir disfrutando de aquel maravilloso Templo de Salomón. Me hubiera gustado
saber tocar el piano para acariciar aquella joya que aún presidiendo el salón,
no lograba hacer sombra a ninguno de aquellos maravillosos cuadros; pero al
igual que me pasó con aquella voz que oí
y parecía no tener dueño, aquel piano llenaba de suave música el taller
sin mover una sola tecla…y sonaba a Sinatra, a Jazz, a Soul…y todos aquellos
personajes me miraban e incluso diría que algunos, sonreían.
Resultaba difícil
creer viendo todas aquellas maravillosas
obras de arte, que para Àlex Alemany, su mejor cuadro, era siempre el próximo.
Aunque bien pensado, no dista tanto un pintor de un escritor, pues nosotros
tampoco estamos nunca satisfechos con lo último que escribimos, algo nos dice,
que lo mejor, está por llegar.
−Cada vez que firmo un
cuadro, es siempre el reconocimiento de que perdí una batalla y mi rival me
hinchó un ojo…−dijo de nuevo la voz.
Mi corazón empezó a latir desbocado, empezaba a sentirme
realmente asustada ¿Tenía la oportunidad de mi vida de volver a estar cara a
cara con mi hacedor de sueños, y me estaba dando una embolia, o un ictus? no
podía tener tan mala suerte. Tal vez era
el momento de tener muy en cuenta la posibilidad de haber cruzado, como tanto
había soñado de joven, a un universo paralelo.
"El que no ha tenido un perro no sabe qué es querer y ser querido"
Arthur Schopenhauer
¿Sería Jack Nicholson que me miraba burlón y cínico tras el
cuadro, el dueño de aquella voz? ¿Tal vez el serio y tierno García Berlanga?
¡Si era la Merkel me hubiera llevado una gran decepción! O tal vez el
caricaturesco Felipe González o la bellísima Marilyn. La cuestión es que
empezaba a gustarme aquel extraño juego de quien es quien “paralelo”. Y
entonces mis ojos se fijaron en un maravilloso cuadro que parecía tener voz
propia, pues sentía en mis oídos su poética voz llamándome…
“…hoy quiero renovar mi voto
rebautizar el amor,
reforzar mi entrega.
Siento un temor de no merecer
la feliz fusión con tu forma plena,
y es que en ti…lo tengo todo…”
Una maleta antigua, tal vez de cartón, semiabierta, llena de
olas y espuma de mar, un pañuelo blanco, arena y una rosa durmiente.
−Es el equipaje de un
poeta. Retener, guardar el azul del mar, el amor al mar –se
oyó de nuevo a mi espalda.
No había la menor duda, era el Dogo el que me hablaba. No
había duda pero ya tampoco había temor. Durante dos décadas miré los cuadros
del Artista imaginándome dentro de ellos, viviendo la realidad a través de los
pinceles que pintan sueños, creciendo de adolescente a mujer con cada
exposición de mi “Facedor “de sueños,
superando barreras con la fortaleza que da el pisar tierra firme mientras mi
mente vuelta alto ¿Porqué no iba a sentirme feliz hablando con un Dogo, salido
del mismísimo taller de mi hechicero de ojos color bruma?
Sobre una pequeña mesa junto a dos cómodos sofás, un gran
libro que marinaba bellas y oníricas ventanas con delicadas poesías, se abrió
delante de mí mostrándome la eternidad del arte y la palabra. Pintura y poesía.
Mirada y Voz. Una vida, una idea, un sueño, una pena y un recuerdo, un olvido
que no llega, la mujer, el cuerpo, las edades, la maternidad, los hijos, el
Hijo, la familia, los animales, la gente, el poder ausente, el querer patente,
la música, los poemas, los lienzos, los blancos puros, las aguas rotas, las
palomas y las escaleras, amantes y esposos, tiempos, el dios Cronos, musas, la
Musa, modelos y la modelo.
Toda una vida. Muchas vidas vividas. Mi vida siguiendo estelas
de la suya. Vidas.
…”amándolo todo en ti,
a través de ti y a partir de ti.
porque tu silencio
grita mi único idioma,
tu presencia dibuja mi mundo propio.
Abrazado a ti,
fundido en ti,
quiero vivir en ti y morir de ti…”
Me habla mi Dogo de la falta de delicadeza ajena y la
insistente pedida de delicadeza en los demás; me cuenta de cuando un pintor se
siente pintor y de cómo llega a serlo. Me habla tras sus ojos azul mar al alba,
de un París en los años sesenta, de un Londres frío y artístico que recibía con
flema británica los años setenta, de un Madrid de Transición. Me habla con
pasión de sus sensaciones, sentimientos y conceptos, de tal manera que me hace absoluta partícipe de su arte y sus
pasiones. Sus palabras me suenan a bellas metáforas, así como sus cuadros
plasman la realidad escondida tras los sueños; sueños y metáforas, como las de
una adolescente que corre tras un conejo blanco que no ve más allá de su reloj
de bolsillo. Tiempo para todo, un tiempo para cada cosa, el Tiempo de un artista.
Siempre.
Y veo en su clara mirada los recuerdos de una playa de
Gandía, la luz de París, la niebla de Londres, la incertidumbre de un
transitorio Madrid, la risa de un niño,
muchos niños riendo, y un sueño tranquilo entre sábanas blancas. Una vida entre
Dogos y un perro mestizo sacado de la perrera.
Aspecto de Dogo, corazón de cachorro mestizo.
"El caballete es mi diván para curar mis obsesiones"
Àlex Alemany
Una risa alegre y fuerte me saca de mi extraña ensoñación.
Frente a mí, Àlex Alemany, con sus
manos sobre el hermoso libro de imágenes y palabras, y sus bellos ojos claros
sobre mí. Desde una fotografía de la estantería me mira un Dogo blanquinegro, y
el mestizo rescatado de la perrera duerme tranquilo en su sillón.
Àlex ríe, Santiago le acompaña, Yo sonrío y suspiro. He
hecho un viaje de ida y vuelta a través del espejo de Alicia, y ha sido un
auténtico sueño hecho realidad. Aroma a café en el ambiente y en el suelo, se
acabaron las baldosas amarillas. He llegado al final de mi viaje. Ya tengo lo
que deseaba.
Los simpares viajeros se despiden de su anfitrión, el gato
vuelve a su banco de piedra, el mestizo se quedó dormido en el sillón, y el
Dogo, para siempre en mi corazón.
“…Mi cuerpo sin tu cuerpo,
no se completa
he de gastar la vida
llenando las manos de tu armonía.
Que la suave curva de tu cuerpo
sea el horizonte
donde arribe cada día.
Paleta…
Paleta mía.”
(Àlex Alemany)
FOTOGRAFÍAS: Santiago Navascués Ladrón
REDACCIÓN: Yolanda T. Villar
Nunca había leído una entrevista a modo de cuento, es como ver en palabras un cuadro de Àlex Alemany, pura realidad mágica. Mi enhorabuena Gato Trotero, curioso nombre para una no menos curiosa manera de contar las cosas. Me ha gustado mucho. Un placer descubriros y leeros en esta casi calurosa tarde.
ResponderEliminarSaludos a fotógrafo y redactora.
Muchas gracias María, es un placer tenerte por aquí, y es que somos muchos los que estamos enamorados de este loco del pincel, un Genio donde los haya.
EliminarUn abrazo.
Mis queridos Gatos, cada vez os superais más a vosotros mismos, da un gusto increible leeros y ver las fotos, formais un tandem la mar de talentoso. Que envidia y que disfrute. Enhoraabuena chicos,cada vez mejor.
ResponderEliminarUn beso
Hola Mae, estos gatos están maullando de alegría de verte de nuevo por aquí, siempre fiel y siempre apoyando.
EliminarEs un honor contar contigo siempre.
Mil besos.
Precioso precioso cariño, los cuadros son magicos y las fotos tambien. Que bien cuentas todo yoli
ResponderEliminarÀlex Alemany es uno de los pintores actuales más importantes que tenemos en nuestro país, y como valenciana es un orgullo decir que es de la terreta. No pinta, hace realidad los sueños.
EliminarHasta pronto!