Las relaciones son complicadas. El ser humano tiende a ser asocial al mismo tiempo que busca y necesita de la sociedad porque desea integrarse en ella o, al menos, en formar parte de algo, ya sea un grupo, un equipo, un partido, un colectivo o una comunidad. A las personas nos gusta poder relacionarnos con otras personas a las que nos unan gustos e intereses comunes, que nos sintamos entendidos y respaldados, comprendidos. Y huimos de aquellos que perturben nuestro confort de grupo ¿Cómo puede entender alguien que lo tiene todo sin esfuerzo, lo mucho que me cuesta llegar a fin de mes? podríamos preguntarnos. Eso nos hace sentir intranquilos, nos pone nerviosos, puede desatar envidia, celos, resquemor, nos puede llevar a odiar a esa persona perfecta, intentar fingir delante de él o ella que a nosotros también nos va muy bien y pertenecemos por derecho propio a "su colectivo, status" incluso convertirse en una obsesión y perder de vista el horizonte por completo. Y si, somos asociales en muchos momentos de nuestra vida y con ciertas personas, necesitamos vivir en sociedad pero queridos amigos, pocos saben hacerlo y sobre todo, hacerlo durante mucho tiempo. Si hablamos de familia la cosa se complica mucho y si lo hacemos de los vecinos, esos que como con los compañeros de trabajo tenemos que pasar mucho tiempo, la cosa se complica. Ahora que pienso en mis vecinos y repaso puerta por puerta, hasta el ático...no dejo de pensar como hacer que parezca un accidente, media docena de accidentes.
Los enemigos de mi enemigo son mis amigos, pues nada une más que un enemigo común...
La novela:
En uno de los regios portales de una de las zonas más adineradas y con historia de Valencia, Josefa, la portera, espera nerviosa a que los del anatómico forense acaben su trabajo y se lleven a uno de los vecinos que acaba de fallecer, Enrique Giner. Poco a poco los vecinos del inmueble se van dirigiendo a sus quehaceres y todos preguntan extrañados que es lo que ha sucedido. Suerte que la diligente portera estaba allí para verlo y oírlo todo y así poder narrar casi de primera mano lo sucedido.
Una de las primeras en bajar al portal para llevar a su hija al colegio es Violeta, la vecina del tercero derecha, y tras ser informada de lo sucedido no da crédito al suceso ¿Enrique? ¿En serio? si gozaba de perfecta salud ¿Cómo es posible? La frialdad de la viuda, Cintia, es como mínimo sospechosa, o así les parece a Violeta y a Josefa, y pronto no serán las únicas que piensen así.
Poco a poco el resto de vecinos va haciendo aparición y vamos conociéndolos mejor:
Mari Sales, la suegra de Violeta que desde que esta se separó de su marido le hace la vida imposible, acosándola y maritirizándola, y reclamándole el piso en el que vive con la niña. Vive con su hijo Juanjo, un cuarentón soltero y dócil que su madre maneja como a un títere.
Víctor, un nuevo vecino del que se sabe poco, es atractivo y todo un misterio.
Cintia, ahora viuda, y sus tres hijos. Una mujer fría y estirada, el piso en el que vivía con Enrique es en realidad de su exmarido, y los auténticos propietarios serían sus hijos.
Ana y Carlos, Una extraña pareja, ella carne de psiquiatras y él médico anestesista en un reputado hospital.
Ignacio, Psicólogo terapeuta, maduro y soltero, y el mejor amigo de Violeta, pediatra en el hospital en el que también trabaja Carlos.
Sonia y Alejandro, Ella es sobrina de Ignacio, y junto a su marido y sus hijos "tuvo la suerte" de heredar el piso en tan regio edificio tras fallecer su madre.
Una muerte que resulta no ser tan natural como la viuda esperaba, ni tan accidental como supusieron ciertos vecinos, relaciones tensas y algunas hasta secretas entre ellos, todos con mucho que ocultar y más que temer si salen a la luz. Alguien tirará del hilo y la manta, Violeta, y la policía no será en este caso quien lleve la voz cantante de las pesquisas y las averiguaciones, aunque hacen un trabajo preciso, y es que parece que en esa comunidad todo "queda en casa" .
Resumiendo:
Una historia que atrapa desde el principio, la autora, Eugenia Dalmau sabe como manejar los hilos de una trama adictiva y tan bien desarrollada como rematada; de nuevo nos mantiene en tensión toda la lectura y nos hace dudar de todos y de todo, sin que lleguemos a averiguar antes de tiempo que es lo que se esconde tras cada puerta de tan insigne edificio. Un final sorprendente y redondo. Además, en esta ocasión, la trama sucede en mi ciudad, y en una de las zonas más "nobles" de la misma, recorrer sus calles y lugares emblemáticos le confiere realismo y dinamismo. Y es que los ricos, también lloran.
Archirrecomendada.
Por la Pelipequirroja.
La vecina del tercero derecha.
Eugenia Dalmau
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